Prensa Opción Obrera 26 Agosto - Septiembre 2013
En Industrias Diana nuevo gerente impuesto por el gobierno bolivariano
En Industrias Diana nuevo gerente impuesto por el gobierno bolivariano
Los
trabajadores aceptan al general Dester Rodríguez
El mayor general Wilmer Barrientos,
ministro del despacho de la presidencia de la república, designó al general Dester
Bryant Rodríguez gerente general del conglomerado de plantas que es Industrias
Diana. El gobierno bolivariano primero difamó a los trabajadores y la dirección
de Diana con denuncias sin sustento de corrupción usando los medios públicos y
las redes sociales con el apoyo de acólitos y tarifados, les impidió la salida
a la venta de las mercancías al negarles las guías de despacho desde el SADA, les
retuvo desde CASA, PDVAL, Bicentenarios los pagos de las facturaciones con más
de 3 meses emitidas, se les amedrentó y coaccionó a algunos trabajadores a
abandonar la lucha con “declaraciones” ante el SEBIN por más de 5 horas, y por
último, les bloquearon las cuentas bancarias de la empresa para que no se
pudieran pagar los salarios o depositar en ellas el efectivo por ventas al
detal, todo por oponerse en firme a las imposiciones del ministro de
alimentación Félix Osorio de nombrar como nuevo gerente general a un empresario
privado quebrado y ex-funcionario público que tiene en sus hazañas el haber
despedido a los trabajadores de la división de tributos del SENIAT que querían
sindicalizarse.
Esta vez, a diferencia de la resistencia
de los trabajadores al primer intento de intervención por medio de efectivos
armados de la GNB, fue aceptado el nuevo gerente, inclusive con loas en las
páginas de Aporrea.org considerándolo una victoria popular o como con más
claridad definen en un comunicado que han hecho circular luego de otras
declaraciones de Félix Osorio el 19 de agosto al “entender y aceptar disciplinadamente la designación de un nuevo Gerente
General por parte de nuestro Presidente Nicolás Maduro”. De esta forma se
les permite continuar el control obrero condicionado por arriba por “quien
es quien manda”.
El nuevo intento con mano zurda,
desbloqueando las cuentas bancarias y de que el SADA restituya la entrega de
guías de despacho –queda aún pendiente el tema del pago de las deudas por
cobrar–, sigue siendo la privatización con el compromiso de los empresarios
privados en darle apoyo político al gobierno. Más evidente si el general desde
el lunes 19 de agosto les plantea que él será quien designe los funcionarios de
las gerencias de administración y finanzas y recursos humanos y de personal.
Con la primera los fondos quedan a su entera discreción y con la segunda se
atacará a los trabajadores que luchen.
La lucha de los trabajadores de Diana refleja
abiertamente la lucha de clases. Resulta contradictorio que una empresa que,
sin ninguna duda, era el ejemplo como productora de alimentos y como industria
estatizada y productiva, en cuestión de meses los trabajadores tengan que
enfrentar duras medidas impuestas por parte del gobierno nacional.
Nuevamente estamos frente a una contradicción en lo que se supone es un
proceso democrático, al tratar de frenar la gestión obrera contra la fuerte
burocracia gubernamental y sus métodos de intervención, para desviar la
situación de la fábrica a través de la imposición de una camarilla traída de
Caracas.
Para quienes controlan el mercado
venezolano no es atrayente la manera como hasta el momento ha venido funcionado
esta empresa, dirigida por sus trabajadores. El mercado funciona de otra forma
y en el capitalismo no se trata de producir, o de aumentar la producción, sino
de aumentar la productividad. Es la producción en función de la rentabilidad
para los que manejan el mercado no para los verdaderos productores, los
asalariados.
Para Lorenzo Mendoza –Polar– y su
control del mercado de los alimentos, no es rentable una competencia donde el objetivo
no es generar capital sino beneficios para los operarios y para las comunidades.
Por parte del gobierno, sostenido por la administración de los ingresos
petroleros, priman las mafias enquistadas en los controles de las empresas, sin
importarle que éstas generen perdidas, siempre y cuando generen riqueza para
sus gerentes y administradores y no para los trabajadores y las comunidades.
En ese sentido, porque no resultan
favorecidos, el método de ellos es el cerco económico y la criminalización de
los trabajadores por su derecho a defender sus métodos de control de las
empresas, para eso tienen a los tribunales, los cuerpos de seguridad, la GNB y
en especial al SEBIN.
En
Diana, el chavismo lo mejor de él, se
enfrenta a lo peor, el cual está en el poder
Los trabajadores no tienen salida ante
un gobierno que los lleva a un callejón para embaucarlos. Para los trabajadores
de Diana es una lucha infructuosa entre quedar bien con un gobierno que lo hace
mal y los que quieren hacerlo ellos –como el grupo Polar–, en ambos mal para
nosotros y beneficios para ellos. La salida no es con un militar, la salida
nuestra es con los trabajadores; mientras más obtengamos solidaridad y
agrupemos a sindicatos de nuestro lado apoyándonos mutua y efectivamente es que
podremos salir de este atolladero. Hoy es Diana luego será cualquiera otra que
salga adelante.
Las
contradicciones de un gobierno políticamente inestable
La situación de Nicolás Maduro a
diferencia de Chávez, con el poder político cada vez mayor de las camarillas
militares, es una fuente de inestabilidad política que con la precaria
situación de sus fuentes de financiamiento conducen a una situación de crisis
económica cada vez más patente. El nacionalismo bolivariano resultó incapaz
en desarrollar una economía nacional distinta a la sustentada en el petróleo.
Ese es el cuadro donde los
trabajadores de Industrias Diana, también los de Lácteos Los Andes, deben
entender el por qué se les quiere llevar a la quiebra y terminar siendo
entregadas al sector privado. La burguesía en el país no puede aceptar que
industrias del Estado compitan con ellas, en particular en un área donde el
dinero fluye a raudales como es el sector de los alimentos. Por eso es el
boicot que le han impuesto al gobierno desde el año pasado cuando comenzó la
escasez de divisas a serles repartidas, con mermas en la producción nacional
y la exigencia de permisos con los cuales sustituirla con importaciones. Menos
producción nacional, más importación, más demanda de dólares, liberación de
precios regulados, no pararles a los que no se han tocado, más inflación, más
especulación, más escasez, más desabastecimiento. Todo un caldo de cultivo
para la respuesta social que para intentar aplacarla el gobierno bolivariano
tiene que aceptarle a la burguesía sus exigencias porque la cháchara
“socialista” sin demostraciones concretas que afecten de verdad el capital no
conduce sino a la crisis.
Los
trabajadores de Industrias Diana tienen que luchar por el control obrero
auténtico
Suspenderles el salario, y luego restituírselos,
no exime que cuando mejor les parezca lo vuelvan a hacer. Los trabajadores de
Diana, para mantener la lucha que no será sin sacrificios, les es imperioso realizar
convocatorias a la solidaridad de los colectivos y organizaciones sociales y
consejos comunales, deben ser permanentes y extendidas a sindicatos clasistas
federaciones y centrales combativas como FUSBEC y UNETE, de lo contrario implicará
aislarse al interior de sus plantas, lo cual sería presentarse en bandeja de
plata para una derrota.
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La inviabilidad del nacionalismo chavista
Los alientos a una burguesía “nacional” que
sobrevive como parásita de la renta petrolera han conllevado a una situación
deficitaria donde sus fondos no alcanzan para todos.
La voracidad de los capitalistas criollos, en un
marco mundial de bancarrota del capital que nos afecta como a cualquier otro
país del planeta, es mayor cada vez. El dólar, la mercancía fetiche con la
cual se valoriza todo en el país por importar el 80% de sus necesidades, ante
su escasez se valoriza exponencialmente.
Las reservas operativas de la nación son apenas
un 25% de las reservas totales. El resto es oro monetario –que no sirve de
moneda de intercambio internacional– y ha sido llevado por la anarquía del
capital a precios 50% menos que el promedio del año pasado. Pero, como guinda
a este mal postre, de las cortas reservas operativas hay que pagarle a la
banca financiera internacional la vorágine de endeudamiento cada vez mayor
tanto en su servicio a tasas de riesgo país que superan las de la mayoría
como en las amortizaciones acordadas.
Es que ya tenemos 3 años de endeudamiento
aprobado en ley, 20.000, 22.000 y 34.000 millones de dólares en 2011, 2012 y
2013 respectivamente, que la banca internacional, y las de los países
“amigos” –como China–, están dispuestos a dar siempre y cuando les paguemos
religiosamente, así no alcance para las otras necesidades de la nación si la
prioridad también la tienen los capitalistas y su avidez de divisas.
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La realidad de los hechos lo que
demuestra es que hay sólo una clase obrera que debe responder de conjunto ante
las arremetidas patronales en al actual marco de crisis económica e
inestabilidad política. No pueden alentar ilusiones en la central sindical
bolivariana (CSBT) que ahora sí se presenta pero que nada hizo en el momento de
mayor ataque patronal y menos le está instruyendo a prepararse porque la
burocracia sindical responde primero a sus patronos que a sus trabajadores. La
lucha de clases que desarrollan los trabajadores de Diana lo es en el mismo
marco de los atropellos que otros patronos privados y públicos hacen a las
iniciativas de organización autónoma de los trabajadores o a que sus
contrataciones colectivas se discutan o aprueben, y que ya no sólo afecta a sus
dirigentes y a trabajadores de base sino también a los delegados de prevención.
Si bien es imprescindible que se
mantenga la producción y a la par denunciar cualquier intento que la coarte,
los trabajadores de Diana no pueden descartar los métodos de lucha
tradicionales de la clase obrera. No pueden ver con temor que los tilden de
guarimberos si salen masivamente a la calle con sus camaradas de clase de otras
empresas y sindicatos, públicos y privados.
La lucha en Diana es más política que
reivindicativa aunque el accionar patronal arremeta hacia este lado. Si los
trabajadores de Industrias Diana son derrotados, las intensiones hacia el resto
del movimiento obrero serán más evidentes en la arremetida, porque, si desde el
gobierno se puede hacerlo con los trabajadores de la empresa que era la niña de
los ojos de Chávez, ¿qué no harán con aquellos otros donde los patronos ya
están haciendo y deshaciendo?
Los que luchan deben denunciar los
acuerdos gubernamentales con los empresarios, no se puede minimizar a luchas
por intereses particulares como si la actitud del ministro Félix Osorio hacia
el control obrero en Diana fuese meramente personalista. Hay que hacerlo por la
calle del medio y con la movilización demostrar que los trabajadores todos no
estamos dispuestos a aceptar eso. No hemos creado los trabajadores la crisis,
que la paguen los que sí lo hicieron, los capitalistas, y si el gobierno es
incapaz de asumirlo entonces asumamos la clase obrera y el pueblo el reto de
ser nosotros el gobierno porque el gobierno de los trabajadores es el único
paso en concreto para construir el socialismo.
José Capitán
Opción Obrera
21 de agosto de 2013
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