Opción Obrera es la sección venezolana de la CRCI (Coordinadora por la Refundación de la IV Internacional)

Propulsamos el desarrollo de una política proletaria al seno de los trabajadores tras su independencia de clase y una organización de lucha para su liberación de la explotación e instaurar El Gobierno de los Trabajadores, primer paso hacia el socialismo.

Ante la bancarrota capitalista mundial nuestra propuesta es que:


¡¡LOS CAPITALISTAS DEBEN PAGAR LA CRISIS!
¡LOS TRABAJADORES DEBEN TOMAR EL PODER!



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lunes, 8 de julio de 2019

En Defensa del Partido Obrero-Argentina


Opción Obrera
 En Defensa del Partido Obrero de Argentina



Un partido marxista -trotskysta, internacionalista- es su método la dialéctica materialista y su programa.

Ante la ruina de la economía argentina, se expresa una interesante crisis en el poder político mediante la respuesta a una coyuntura electoral presidencial y parlamentaria, con la oferta de dos opciones, con dos duplas presidente y vice, donde la esencia no es la diferencia sino la coincidencia o competencia para continuar representando y entregando el trabajo de los argentinos a los requerimientos del FMI. Los parlamentarios corresponderían a la misma capitulación.

Las elecciones en Argentina no solucionarán la crisis económica, estas a nuestro modo de ver conducen a un fracaso rotundo, así como un probable estallido popular, en particular de los trabajadores. En este sentido, la izquierda tiene que demostrar la inutilidad de las ofertas electorales y ofrecer una alternativa real ante la debacle económica, preparándose con las consignas de lucha hacia el poder, además de no cederlo en aras de conseguir puestos en cargos elegibles, tomando la alternativa que impone el decrépito y arruinado estado burgués.  

Por otra parte, la inflación, la devaluación del peso, la caída de la producción, los aumentos de las tarifas de los servicios, así como los pagos reestructurados e inextinguibles de la deuda son la realidad del país, ante esta catástrofe la salida por la izquierda es una estrategia política, unificando las luchas con el objetivo de alcanzar el poder político como la única forma de exterminar esas lacras económicas y sociales y no  permitir un agravamiento de la situación que siga empeorando la vida de los trabajadores.

“La auténtica naturaleza de las cosas suele estar oculta”. Heráclito

La actual dirección del Partido Obrero, elegida hace pocos meses, en su XXVI congreso nacional, ante una crisis de régimen, tanto económica, social y política al contrario de erigirse como una organización que da respuesta y plantea la salida para los trabajadores a la actual crisis mediante su programa y unas consignas de lucha que los eleven hacia la conquista del poder político, tienen una visión cortoplacista y promueven una amplitud de su entorno electoral, FIT-Unidad, que va en contra de su programa y de la estrategia política, debilitando al partido, fortaleciendo a un alianza oportunista con los enemigos y liquidadores del trotskismo, el morenismo del MST, entre otros grupos y organizaciones política cómplices como IS y el PTS, cuyo fin es querer llegar al Congreso o a las legislaturas, por encima de todo.

La dirección espuria[1] elegida en el último congreso del PO no reconoce a un sector de la militancia opuesta a ella y lo ha denominado “Altamira y su grupo”, esta tendencia que hoy denigran tiene que actuar como auténtica dirección, establecer su plataforma inmediata, su organización, como fracción pública y debe llamar a sus bases, y en lo posible todas las bases desbordadas del PO, a detener el festín, a prohibir las puteadas públicas que benefician a sus enemigos, a los que intentan liquidar el PO, que son un espectro muy amplio, que van desde los infiltrados, pasando por todo el arcoíris político hasta al imperialismo.

Restituir a Prensa Obrera, evitar que se convierta en un pasquín morenista, mientras tanto editar en digital y en lo posible en físico una publicación que oriente a los trabajadores, así como a la auténtica izquierda argentina que exprese los clamores legítimos de las bases revolucionarias.

Por último, por ahora y no menos importante, un balance es necesario, única forma de conocer ¿qué pasó? ¿cómo se llegó a esto? para poder salir en forma positiva.

No pretendemos extendernos sobre esto, pero exponemos algunos hitos que indican el abandono del método dialéctico, permanecer o atarse a citas ya superadas, como ejemplo, la charla dada por Altamira sobre la revolución cubana en uno de los últimos cursos de verano de la UJS y la conducta actual de los “socios” del PO en el FIT sobre Venezuela a través de sus agencias locales. En el primer caso, Altamira aportó al Marxismo en un inédito análisis sobre el carácter de la revolución cubana y del estado surgido a raíz de ese suceso, esto sacudió a algunos sectores del PO, al no comprender el avance del conocimiento sobre la revolución mundial, mediante la aplicación del materialismo histórico, en el segundo caso, es incompatible asentir con los acompañantes del PO en el FIT, avances en la lucha revolucionaria en Argentina, y en el exterior, sus agencias en Venezuela, por ejemplo, tengan una posición contrarrevolucionaria, a decir del mismo Altamira, estos debates debieron y deben ser agotados.

Todo partido revolucionario no puede ser únicamente nacional, con una visión nacional sobre los acontecimientos internacionales, porque se niega a sí mismo.

Otro elemento más, una constante metafísica, una receta “internacionalista”, es el cierre de todos los artículos, con una arenga llamando a un congreso de bases de trabajadores, sin ligar los análisis, las cátedras internacionales con la necesidad, así como las condiciones para la intervención y la construcción de organización respectivamente de esas bases por más prolija que sea su declaración internacional. El internacionalismo proletario no es una mera pose.

Por el internacionalismo proletario, nuestra solidaridad con el combate de los camaradas de la fracción pública, por el rescate del Partido Obrero, por la Unidad Socialista de América Latina

José Capitán


[1] La actual dirección y sus adláteres, es procedimental, no tiene más argumentos para arremeter contra más de 700 militantes, son hasta cobardes y bastardos, no se atreven a ser consecuentes ni con sus propios procedimientos burocráticos, según ellos Altamira decidió romper, pero se están haciendo expulsiones aisladas, selectivas, acciones coercitivas y muchos otros tipos de desmanes. Sí se mantiene esa dirección, entonces el partido está destruido.

miércoles, 15 de marzo de 2017

Solidaridad con los trabajadores de AGR-Clarín en Argentina

Solidaridad con los trabajadores de AGR-Clarín en Argentina



La Federación Unitaria de Sindicatos Bolivarianos del Estado Carabobo (FUSBEC), Venezuela se solidariza con los compañeros, trabajadores de la planta grafica AGR Clarín, en su lucha con ocupación de la planta Artes Gráficas Rioplatenses (AGR), desde hace dos meses.

Esto responde al abuso patronal de cierre y despido de todos los trabajadores para reiniciar bajo la total desmejora de las conquistas alcanzadas. El objetivo es quebrar tanto la Comisión Interna como la resistencia de todos los trabajadores al plan de la empresa.
La complicidad del ministerio del trabajo bajo el gobierno macrista y la burocracia sindical es descaradamente a favor del inmenso pulpo que es el grupo Clarín, que comprende diarios, revistas, TV, cableras, radioemisoras y sobre todo expresa, como amplio medio de noticias, los intereses mas antiobreros, además de un pasado licencioso en los oscuros años de la criminal dictadura militar argentina.

Viva la lucha de los trabajadores de AGR Clarín, en contra del vaciamiento de la empresa


FUSBEC Valencia 14 Marzo 2017





EN SOLIDARIDAD CON LA LUCHA DE LOS TRABAJADORES DE AGR-CLARÍN

EN SOLIDARIDAD CON LA LUCHA DE LOS TRABAJADORES DE AGR-CLARÍN EN ARGENTINA



Los trabajadores de Artes Gráficas Rioplatenses (AGR), en Buenos Aires, Argentina, cumplen 60 días ocupando las instalaciones de la empresa ante el intento de la patronal de hacer un despido masivo y como mecanismo de protección de sus haberes laborales. Desde la Plataforma de Lucha Aragua vaya hasta ellos nuestra solidaridad de clase porque en Venezuela sabemos que si los trabajadores en Argentina le ganan el derecho al trabajo al patrono, los trabajadores de Venezuela ganaremos en lucha por nuestros derechos contra los de aquí también.

El verdadero propósito del cierre de la planta de AGR-Clarín es liquidar las conquistas obreras y la organización sindical en la principal planta impresora de Argentina, para luego retomar la producción con menos trabajadores, sin antigüedad, precarizados y huérfanos de organización gremial. El objetivo de Clarín empalma con un planteo de ajuste del conjunto del empresariado argentino y del propio gobierno por boca de Macri que plantean atacar las convenciones colectivas de trabajo. Por ello el gobierno hasta ahora mantiene una pasividad cómplice ante los atropellos ilegales de la empresa y las instituciones del trabajo del Estado se niegan a intervenir en claro contubernio con el pulpo Clarín.

La Plataforma de Lucha Aragua aprovecha la oportunidad para denunciar por cada medio al alcance de la arremetida patronal por el ajuste contra los trabajadores en Argentina, y resalta lo emblemático de la lucha por los trabajadores de AGR-Clarín de hacerle frente y conseguir el reenganche de todos los trabajadores despedidos y la reapertura en forma de la planta junto a sus representantes sindicales y bajo plena defensa de los derechos laborales y la contratación colectiva.

¡VIVAN LOS TRABAJADORES DE AGR-CLARÍN EN LUCHA!

¡VIVA EL INTERNACIONALISMO PROLETARIO!

¡TRABAJADORES DEL MUNDO, UNÍOS!
Plataforma de Lucha Aragua
Maracay, 14 de marzo de 2017.

domingo, 27 de noviembre de 2016

FIDEL, ESBOZO DE CRÍTICA DE UN LEGADO


FIDEL, ESBOZO DE CRÍTICA DE UN LEGADO

Fidel Castro fallece cuando se cumplen exactamente sesenta años de la salida del Granma, desde México, de una fuerza revolucionaria que debía llegar a Cuba para derrocar al dictador Batista, en combinación con una huelga cívica prevista en el Oriente de la Isla. Sería el comienzo accidentado de la Revolución Cubana.

Fidel deja una herencia política contradictoria. De un lado, porque Cuba se encuentra empeñada en repetir la experiencia de restauración capitalista de China, en un lugar más inadecuado y en peores condiciones económicas internacionales. El ascenso de Trump prueba el carácter explosivo de esta tentativa, cuando no su completa inviabilidad. El bloqueo económico sigue en pie como un arma de presión para liquidar los obstáculos que aún existen en Cuba a la colonización del capital financiero. La limitada asociación del Estado con el capital extranjero ha llegado al tope de sus posibilidades. Irónicamente, es precisamente China, el espejo en el que se mira el gobierno de Cuba, el blanco preferido de la guerra económica que ha anunciado el magnate norteamericano.

En la conciencia popular, sin embargo, el legado que deja Fidel es una revolución social sin precedentes en América Latina, con la peculiaridad de que el papel dirigente de la clase obrera es sustituido por la clase media radicalizada. La Revolución Cubana no es el producto de una construcción histórica de la clase obrera internacional; incluso entra en colisión con todas las estructuras burocráticas esclerotizadas del movimiento obrero internacional, y en particular con los partidos estalinistas. Se desarrolla, en estas condiciones, un proceso histórico transicional peculiar: un régimen político que expropia a la burguesía, en un movimiento de independencia nacional, sin el horizonte histórico del gobierno de la clase obrera, ni de la revolución proletaria mundial. La historia del siglo XX ha sido muy fecunda en producir transiciones de características especiales. Esto no significa que, en ausencia de nuevos procesos revolucionarios, no queden condicionadas por la economía y la política mundiales.

El punto más elevado de la Revolución Cubana y del propio Fidel es la derrota que inflige, en abril de 1961, a la invasión mercenaria organizada por EEUU en Playa Girón – en la que fueron movilizados un millón de cubanos en armas. En octubre de 1962 comienza una curva descendente, luego del pacto Kennedy-Kruschev, que es denunciado vigorosamente por Fidel. Es a partir de este momento que el imperialismo decide combatir a la Revolución Cubana sembrando a América Latina de dictaduras semi-bonapartistas, primero, y directamente criminales, poco después. En Cuba, Fidel se sirve del manto revolucionario para establecer un régimen de arbitraje político personal. A diferencia de lo que ocurría con las revoluciones pasadas, cuando cada etapa política daba lugar a un liderazgo diferente, Fidel va a ser el protagonista irremplazable de las mutaciones de la Revolución Cubana.

El impacto mundial de la Revolución Cubana y el protagonismo internacional de Fidel no deben confundirse, como se ha hecho, con una orientación estratégica internacionalista. El apoyo a distintas formas de lucha armada (foquismo) constituyó una operación de aparato, que concluyó en derrotas crueles. Más adelante adoptará el camino contrario: una diplomacia de apoyo al entendimiento con la burguesía nacional. Es lo que ocurrirá con la UP en Chile y con la revolución sandinista en Nicaragua y los ‘procesos de paz’ en Centroamérica. El Foro de Sao Paulo servirá como marco para una negociación estratégica, a la que se integrará el Vaticano y Estados Unidos, y luego al apoyo de los gobiernos del “socialismo del siglo XXI”, que rechazan el radicalismo anticapitalista de la Revolución Cubana.

La muerte de Fidel no es la expresión ‘simbólica’ del final del ciclo revolucionario latinoamericano, como pontifican los enemigos de la Revolución Cubana. Las premisas que le dieron lugar, hace 60 años, están más presentes que nunca en todo el mundo.

Jorge Altamira
Partido Obrero Argentina

martes, 15 de noviembre de 2016

Acto del Movimiento Obrero y la Izquierda en Argentina

Argentina  señala la vía: Una referencia desde el movimiento obrero


Como alternativa política de los trabajadores y de las vastas comunidades empobrecidas solo en Argentina se construye una vía, en ese sentido el  FIT (Frente de Izquierda y los Trabajadores) convoca  un acto masivo en el estadio de Atlanta en Buenos Aires este sábado 19 de Noviembre de  2016.

El Partido Obrero,  integrante del FIT, viene realizando una fuerte campaña muy concreta con actos por todo el país  y planteando las consignas de lucha  referidas a los acontecimientos políticos importantes y significativos de la situación argentina, para confluir en el acto de Atlanta y dar una respuesta como alternativa política por parte de los trabajadores y de todos los sectores oprimidos comunales, la juventud, la mujer, jubilados, artistas, desempleados.  La intención es  forjar, a través del acto y en adelante, un plan de acción frentista, un paso superior y  estratégico en la vanguardia que oponga al gobierno, sus aliados y su crisis económica, la alternativa  a través de un gobierno de los trabajadores 

Venezuela: La Izquierda en su laberinto

Venezuela atraviesa una crisis económica trascendental, cuyas consecuencias políticas sobre el chavismo  lo hacen perder cada  vez más poder mientras  la derecha tradicional expresada en las diferentes variantes de la MUD recoge el descontento al no existir una referencia por parte de la izquierda con propuestas, de lucha y  política, alternativas.

En el movimiento obrero es donde se descarga el mayor peso de la catástrofe,  los bajos salarios, los contratos impuestos o  vencidos, la tercerización, la burocracia sindical, el no reconocimiento de la libertad y autonomía sindical,  los despidos, las desmejoras de derechos adquiridos, entre otros el derecho a huelga, la intervención en la elecciones sindicales y en la  sindicalización,  la criminalización de la protesta laboral  y el desempleo.

No hay planes opuestos para siquiera frenar la situación, solo funcionan medidas económicas que empeoran el descalabro económico y social, que robustecen la tendencia a una respuesta masiva,  que se puede transformar en una rebelión popular y no hay, por mínimo que sea un intento por parte de la izquierda de tratar de dar una respuesta unitaria  y global a la crisis del país, y mucho menos que se enmarque en una alternativa de poder, por un gobierno obrero. Esto permite, impunemente que la derecha sea la interlocutora valida como receptora y orientadora, ante los fracasos del gobierno, de las luchas con el fin de desviarlas por la vía de recurrir a la intervención de agentes extranjeros como la OEA, la OIT, pedir revocatorio, elecciones  para encumbrar a los enemigos antagónicos por excelencia de la clase obrera, los patronos. 

José Capitán




Saludo de Opción Obrera al Acto del FIT en el estadio de Atlanta en Buenos Aires

En Italia gana la alcaldía de Roma una representante del partido 5 Estrellas,  y rápidamente entra en crisis, en La Grecia del default el  pueblo vota a Syriza, y  este  inmediatamente lo traiciona pagando la deuda, en España, Podemos supera  al  histórico Partido Socialista, pero Podemos viene de asesorar  al chavismo que  ahora fracasa Venezuela. En EEUU la juventud y los trabajadores  votan a Trump porque el “socialista” Bernie Sanders apoyó  a Hillary Clinton.  En Argentina   a diferencia del resto del mundo,  el FIT se acrecienta en este acto de Atlanta como la alternativa   a la catástrofe económica, que es el Gobierno de los Trabajadores, este el Faro que debe alumbrar al mundo. Viva el FIT la verdadera y única alternativa  de la izquierda y los trabajadores. Un saludo de Opción Obrera desde Venezuela

Por la Unidad Socialista de América Latina



jueves, 14 de julio de 2016

Conferencia Latinoamericana


Reagrupar a la izquierda revolucionaria y el movimiento obrero combativo por una alternativa socialista frente a la bancarrota capitalista que sacude América Latina




Actividades de la Conferencia Latinoamericana


15 al 17 de julio en Montevideo (Uruguay)

-Viernes 15, 19 hs:

Acto de apertura
Asociación de Prensa Uruguaya (APU) San José, 1330 (esq Ejido)
Hablan: Rafael Fernández (PT Uruguay) Néstor Pitrola. (PO Argentina) y representantes de organizaciones internacionales

-Sábado 16

JORNADA DE DEBATES Y MESAS REDONDAS
Facultad de Humanidades Uruguay 1695 (esq Magallanes)

10hs. Uruguay frente a la crisis capitalista. Participan: Daniel Olesker (Economista y dirigente del Partido Socialista, asesor del PIT-CNT), Wiliamm Yohai (especialista en economía, editor del libro Socialismo o muerte), Sandino Nuñez (Filósofo uruguayo, editor de la revista Prohibido Pensar) y Nicolás Marrero (Sociólogo, docente de la Universidad de la República, dirigente del PT). Coordina: Lucía Siola

13.30hs: Los programas del movimiento obrero y socialista en Latinoamérica. Participan: Marcel Slamovitz (Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria); Miguel Bravetti (dirigente Gráfico); representante sindicato de Brasil, Néstor Pitrola (diputado del PO-FIT). Coordina: Álvaro Soto.

16.30hs:. América Latina en la encrucijada
Participan: Oscar Andrade (ex diputado PCU, dirigente del Sunca, gremio de la construcción); Gustavo López (Unidad Popular) y Pablo Heller (Partido Obrero). Coordina: Rafael Fernández.

Domingo 17

10 hs. :Plenario General con las delegaciones internacionales e invitados
Informe de Apertura: Pablo Heller (PO Argentina).

viernes, 3 de abril de 2015

América Latina vuelve a la escena

América Latina vuelve a la escena
Osvaldo Coggiola

La continuidad de la crisis económica mundial (crisis de Europa, recuperación limitada y en gran parte ficticia de Estados Unidos, estancamiento crónico en Japón, desaceleración en China) penetró definitivamente en los “mercados emergentes”, incluida América Latina y sus “buques insignia” (Brasil, México, Argentina). Se señala como su factor esencial el retroceso de sus mercados de exportación, en especial China (lo que demuestra que estas economías continuaron siendo, básicamente, plataformas de exportación de productos primarios o semi-manufacturados). Se olvida la fuga de capitales, que fueron atraídos por tasas de ganancias sin paralelo mundial, haciendo del continente el principal espacio de valorización ficticia del capital financiero internacional; el bajo o nulo nivel de inversiones; el hecho de que los “programas sociales” como paliativos favorecieron principalmente el trabajo “en negro” o informal (el 30% de la fuerza de trabajo empleada en Argentina, por ejemplo) sin crear un fuerte y expansivo mercado interno; el crecimiento espectacular del endeudamiento público y privado, que compromete las inversiones públicas y hasta los programas sociales (consumiendo, por ejemplo, el 47% del presupuesto federal brasileño); la crisis y retroceso de los variados proyectos de integración continental independiente. El Producto Bruto Interno regional creció 0,9% en 2014 (contra el 6% en 2010) y se prevé un desempeño insignificante en 2015, con crecimiento cero para Brasil, según su Banco -Central. Ya se avizora una nueva “década perdida” para América Latina, como la década de 1980.

Contra ese telón de fondo se proyectan importantes crisis políticas que afectan, en mayor o menor grado, tanto a los regímenes “neoliberales” (de derecha) como a los regímenes nacionalistas o “progresistas”, hasta con la perspectiva de golpes civiles o cívico–militares puestos nuevamente en la agenda política. Paraguay (Lugo) y Honduras (Zelaya) fueron sólo las primeras manifestaciones de una tendencia mayor. El telón de fondo general es la crisis capitalista mundial, la crisis histórica del modo de producción del capital. Los países más “desarrollados” de América Latina son los más afectados por la crisis. La “periferia emergente” del capitalismo “global” enfrenta enormes pagos externos, una deuda contraída principalmente por las empresas multinacionales, superando, en algunos casos, las reservas internacionales. Se revela el espejismo de suponer que, en el ciclo económico 2002-2008, las naciones dependientes se habrían transformado en acreedoras en el mercado mundial: con el aumento de la deuda privada externa, se mantuvieron siempre como deudores netos; los superávits comerciales fueron la garantía financiera del endeudamiento privado. El capital financiero internacional se apropió del excedente comercial generado por el aumento de los precios y de los volúmenes exportados. La crisis mundial golpeó en América Latina debido a su fragilidad financiera y comercial y a su débil estructura industrial. Los gobiernos de América Latina afirmaron inicialmente que se salvarían de la crisis debido a la solidez de las reservas de los Bancos Centrales. Sin embargo, la caída de las bolsas regionales, la salida de capitales y la desvalorización de las monedas dejaron sin base estos argumentos. Brasil, orgullosamente proclamado “la sexta economía del mundo”, es apenas el número 22 en el ranking de los exportadores (con un 3,3% del PBI mundial, tiene sólo el 1,3% de las exportaciones). La productividad total de los factores económicos, que creció un 1,6% en la primera década del siglo, se estancó a partir de 2010.

La posibilidad de que Estados Unidos presionase e interviniese abiertamente en el continente disminuyó al ritmo de su declinación económica y de la crisis de su intervención militar en otras regiones (Medio Oriente, Asia Central). Limitados para utilizar los clásicos golpes militares, Estados Unidos, ya con Bush, pasaron a usar en América Latina los llamados soft power (golpes suaves) incluyendo la ocupación militar de Haití por tropas “latinoamericanas”, que realizan en la isla del Caribe el servicio policial que Estados Unidos, atrapado hasta el pescuezo en otros lugares, estaba imposibilitado de hacer. Barack Obama reanudó las relaciones diplomáticas con Cuba y ordenó la desactivación de la prisión militar de Guantánamo (Cuba), centro de torturas del ejército imperialista, pero sin que esté previsto la devolución del territorio de la base a Cuba, ni anular la reactivación de los ejercicios militares de la IV Flota, encargada del patrullaje de la costa atlántica de América Latina, sin hablar de quince bases militares yanquis en América Central y en el Caribe. Estados Unidos busca recuperar el protagonismo de la desprestigiada Organización de Estados Americanos y tiene el ojo puesto en las reservas de petróleo y gas natural del mar brasileño, que colocan a Brasil como detentor de la tercera mayor reserva del mundo. Esto, sumado a las reservas de Venezuela, Bolivia y Ecuador, fortaleció momentáneamente la posición sudamericana en relación a las potencias económicas imperialistas.

La crisis de los gobiernos neoliberales (identificados con la estabilización monetaria basada en el ancla cambiaria, o en la dolarización) es seguida, ahora, por la declinación de las bases económicas de las experiencias reformistas o nacionalistas basadas en concesiones sociales, que fueron posibles en la primera década del siglo XXI por una coyuntura económica internacional favorable. Esto también afectó a los gobiernos neoliberales sobrevivientes, agencias directas del capital financiero internacional. América Latina entró en una nueva etapa de luchas nacionales y de clases. La crisis mundial irrumpió en América Latina después de bancarrotas capitalistas, crisis políticas y levantamientos sociales. El escenario político latinoamericano estuvo dominado, en las últimas décadas, por crisis y movilizaciones de masas, en especial en los países andinos. Y también por los choques entre los gobiernos nacionalistas “radicales”, que surgieron de esas crisis, y Estados Unidos. La emergencia de la izquierda en América Latina es generalmente localizada en un período que se extiende desde 1998 (elección de Chávez para la presidencia de Venezuela) hasta 2008 (elección de Fernando Lugo para la presidencia de Paraguay, poniendo fin a seis décadas del gobierno del Partido Colorado), pasando por las elecciones de Lula, Michelle Bachelet, Evo Morales, Néstor Kirchner, Daniel Ortega, Rafael Correa y el FMLN en El Salvador, debidas al fracaso económico de los gobiernos neoliberales, seguidores de la cartilla del FMI.

El neoliberalismo, con sus privatizaciones masivas, la presión por la apertura de los mercados, especialmente los del ex “bloque socialista”, y la estrategia del “Consenso de Washington”, fue la expresión de la búsqueda de una salida para la masa del capital financiero internacional acumulado con la crisis de los años 1970. No era una “ofensiva”, sino una política de crisis, lo que explica las privatizaciones aventureras, como las de los servicios de agua de Perú y Bolivia, que desencadenaron rebeliones populares masivas. Fue el impasse del capital a escala internacional lo que dio la base para un viraje político de gran amplitud, con la emergencia de procesos de autonomía nacional, incluyendo (en especial en los países andinos) el papel inédito de las masas campesinas e indígenas. En la emergencia de esos procesos confluyó el derrumbe de los partidos políticos tradicionales, que fueron la garantía de estabilidad capitalista durante décadas en América Latina, con la crisis mundial de las relaciones económicas capitalistas.

Después de un período de enfrentamientos locales e internacionales, los regímenes más “radicales”, el venezolano-bolivariano y el indigenismo andino, llegaron a compromisos internacionales y con la burguesía local, disciplinando la rebelión popular. Las cancillerías de las metrópolis imperialistas, y algunas latinoamericanas (Brasil y Argentina) desarrollaron una presión activa para que los “nacionalistas radicales” contuviesen los procesos populares. Esto fue también posible porque, a partir de finales de 2002, la reanudación del comercio exterior y de la producción local, junto con el crecimiento de los recursos fiscales, gracias a un ciclo comercial favorable a las materias primas latinoamericanas, sirvió al conjunto de los gobiernos de la región (incluyendo a los neoliberales) para atemperar los antagonismos sociales. Desde 2003-2004 se produjo, de conjunto, un reflujo en la movilización de masas. Los gobiernos nacionalistas consiguieron administrar y canalizar la presión popular para neutralizar la oposición de la derecha. La fase de relativo reflujo de las luchas populares latinoamericanas, a partir de 2004, condicionó la sucesión presidencial en México y el reinicio de grandes luchas estudiantiles y mineras en Chile y Perú.

Los sucesos económicos latinoamericanos del siglo XXI, denominados por la OCDE como una “gran fiesta macroeconómica”, fueron relativos. Hubo altas tasas de crecimiento, inflación reducida y presupuestos equilibrados o hasta con superávits. Al mismo tiempo, casi 50 millones de personas salían de la pobreza, por lo menos estadísticamente: según el Cepal, la pobreza disminuyó del 43,9% al 28,1% en América Latina, entre 2002 y 2012.La población con ingresos de entre 10 y 50 dólares (llamados de “clase media”) creció del 20% al 30% en el mismo período; los “vulnerables” (entre 4 y 10 dólares diarios) pasaron del 30% al 40% Los índices de mejora de los más pobres se situaron, sin embargo, por debajo del aumento del PBI regional. La pobreza extrema (12%), por otro lado, viene creciendo en los últimos años. La concentración de renta (polarización social) se mantiene estable, y hasta aumentó en países como México y Colombia. América Latina continuó siendo la región con mayor desigualdad social del planeta. Un dato notable es la caída del crecimiento demográfico, situado en 1,8 hijos por mujer en países como Brasil o Chile (este índice es de 1,9 en Estados Unidos), por debajo de la tasa de reposición de la población. En América Central el índice de fertilidad femenina cayó de 6,0 (en 1960) a 2,2 de la actualidad, una caída que Estados Unidos y Europa tardaron más de un siglo en alcanzar.

El retroceso de la pobreza fue especialmente importante en Brasil, donde los programas “focalizados” permitieron una disminución significativa de la pobreza absoluta, coexistente, mientras tanto, con una trayectoria poco modificada de la concentración de la renta y, al mismo tiempo, con una disminución de la renta media, de la remuneración media del trabajo asalariado y un gran incremento de las fuentes de renta no vinculadas al trabajo, en las camadas más pobres. Hubo una expresiva formación de reservas internacionales, como resultado de los saldos comerciales obtenidos por la suba de los precios de las commodities, y también por la muy elevada tasa básica de interés (base de la remuneración de los títulos públicos). Esto hizo que hubiese interés, por parte de los inversores externos, en negocios con los papeles de la deuda pública. Entre 2003 y 2007, América Latina recibió un volumen récord de inversiones extranjeras, superior a los 300.000 millones de dólares. Sus multinacionales se lanzaron a otros mercados comprando importantes activos, incluyendo en los países desarrollados. El proceso alimentó la especulación financiera: se volvió un excelente negocio captar recursos en el exterior a tasas más bajas, y aplicar estos recursos a tasas más elevadas en la deuda pública latinoamericana. El gobierno de Lula exceptuó del impuesto a la renta a los fondos institucionales extranjeros que aplicasen recursos en títulos públicos. Con esto, aumentó la entrada de divisas haciendo que las reservas creciesen, pero con un costo financiero elevadísimo: la remuneración real de los acreedores es de 12% al año, una carga de intereses creciente e impagable

Los datos de la economía latinoamericana comenzaron a cambiar drásticamente con la crisis mundial. Su inicio, sin embargo, multiplicó las declaraciones optimistas de los gobiernos. América Latina encaraba la crisis mundial con más del 75% del PBI regional con clasificaciones de riesgo de crédito dentro del “grado de inversión”. En 2008, la región presentaba solvencia, con un 70% de su deuda cubierta por reservas internacionales muy encima de los índices verificados en el Este europeo. Un factor alardeado fue la reducción de las deudas denominadas en dólares. Pero esto ocultó la naturaleza del proceso económico, embutido en la valorización monetaria propiciada por la “estabilización”. La deuda externa fue “anulada” porque las reservas internacionales superaban su monto, lo que creo la fantasía de la superación de la dependencia financiera externa. Pero el endeudamiento de un país con libre movimiento cambiario de empresas extranjeras y nacionales no puede ser medido sólo por la deuda externa en títulos y contratos del gobierno. Con la apertura financiera asistimos también a una acelerada desnacionalización de las empresas, cuyas ganancias y dividendos fueron crecientemente transferidos al exterior. Con el abaratamiento de las importaciones y con las exportaciones menos competitivas, los resultados de las cuentas externas comenzaron a presentar una inflexión importante ya en 2007.

Brasil volvió a presentar déficit en las transacciones corriente en 2008, por un valor de 4.000 millones de dólares La deuda real, posible de ser saldada con moneda convertible, debe ser evaluada en conjunto con la situación de la deuda interna en títulos públicos y con la deuda externa privada. Un título público brasileño, que vence en 2045, ofrece 7,5% de interés por encima de la inflación; el mismo título de Japón paga solamente 1% o menos. Tomar prestado en Tokio para invertir en São Paulo se convirtió en un gran negocio para los bancos que operan en Brasil. Las caídas espectaculares que afectaron a la Bolsa de São Paulo fueron la manifestación de la vulnerabilidad financiera del país. La demolición de los “mercados emergentes” comenzó. La crisis mundial tiene mecanismos directos de transmisión vinculados a la contracción de la demanda mundial.

Incluso durante el boom comercial, la dependencia de la región con relación a Estados Unidos y Europa continuó siendo grande. Más del 65% de las exportaciones latinoamericanas se dirigen a estas dos regiones, con lo restante yendo a Asia y a socios regionales sudamericanos. Con la desaceleración china, se calcula que, en 2-3 años, Estados Unidos volverá a ocupar el lugar de mayor importador de productos brasileños, desplazando a China de esa condición. Algunos países latinoamericanos están más expuestos al comercio unilateral: el comercio de México es totalmente dependiente de Estados Unidos (el cual consume más del 85% de sus exportaciones). En el caso brasileño, la economía más “independiente” del continente, y la dotada del mayor parque industrial, su superávit comercial con el Mercosur (entre 2003 y 2013) fue de 46.000millones; con Estados Unidos y la Unión Europea, casi el doble, 90.000 millones de dólares (17.800 millones con Estados Unidos, 71.600 millones con la Unión Europea). Las economías latinoamericanas continuaron muy dependientes de la venta de materias primas, que representan más del 60% de sus exportaciones. Y la situación del mercado mundial consiente cada vez menos de una salida basada en nuevo ciclo de endeudamiento. Los flujos de capitales, aplicaciones e inversiones directas están en caída

Las experiencias nacionalistas fracasaron en la tentativa de estructurar un Estado nacional independiente, y de iniciar un proceso de industrialización capitalista autónomo, destruyendo la supremacía del capital financiero. No crearon una burguesía nacional, ni estructuraron una etapa de transición bajo la hegemonía del Estado. En lugar de eso, creó una "boliburguesía" (los "boligarcas" de Venezuela), o el "capitalismo de amigos" de los Kirchner, a través de la burocracia del gobierno (que desangró financieramente al Estado). En las nacionalizaciones, los capitalistas (externos e internos) recibieron compensaciones fuertes, aún mayores que el valor en bolsa de los capitales "expropiados". En ningún caso revolucionaron la gestión económica mediante el control o la gestión colectiva de la propiedad nacionalizada. Las nacionalizaciones no tocaron los bancos, la base de la gestión capitalista de la economía. El uso de recursos fiscales extraordinarios para compensar a los capitales nacionalizados acabó bloqueando la posibilidad de un desarrollo económico independiente. El capital extranjero, obligado a salir de la esfera industrial, regresó en forma de capital financiero, usando las indemnizaciones obtenidas para comprar deuda pública. En Venezuela el petróleo se encuentra formalmente nacionalizado, pero PDVSA registra una crisis de costos y de endeudamiento, lo que lo hace dependiente de acuerdos de participación con los monopolios internacionales para explorar la cuenca del Orinoco. Venezuela sufrió, bajo Chávez, un retroceso industrial importante (disimulado por la renta petrolera diferencial del país) y actualmente importa el 70% de sus necesidades alimenticias.

En este contexto, en mayo de 2013, México, Chile, Colombia y Perú, países con acuerdos de libre comercio con Estados Unidos, pusieron en pie la "Alianza del Pacífico" (Costa Rica y Panamá son miembros observadores), eliminando el 90% de sus aranceles de importación mutuos (previendo la eliminación del 10% restante para 2020), y metiendo una cuña en los proyectos integracionistas continentales animados por Brasil (los cuatro "pacíficos", tienen una población de 210 millones, contra 200 millones en Brasil; un PBI de dos billones de dólares, contra 2,4 billones del brasileño). La iniciativa se inscribe en el marco de las negociaciones promovidas por Estados Unidos a favor del TPP (Asociación Trans-Pacífico) con países asiáticos (no China), y de Oceanía y América que poseen costas en el Pacífico, haciendo caso omiso de los acuerdos comerciales regionales de estos países. Los nueve países del proyecto TPP (que incluye a Chile y Perú) tienen un PIB de 18 billones de dólares (el 85%, de Estados Unidos) que superarían los 28 billones en caso de que se incorporen México, Canadá y Japón

La "movida" de inspiración yanqui aprovechó que los proyectos de "unión latinoamericana" agitados por el nacionalismo sudamericano no fueron muy lejos, e incluso retrocedieron. La Venezuela chavista abandonó la CAN (Comunidad Andina de Naciones) en 2006 -la CAN quedó restringida a Colombia, Perú, Bolivia y Ecuador- y su posterior incorporación al Mercosur concomitante con el golpe de Estado que derrocó al gobierno de Lugo y produjo la exclusión temporal de Paraguay del bloque, y benefició principalmente a los contratistas brasileños, que ya obtuvieron un "Acuerdo de Complementación Económica" (octubre de 2014) exclusivamente favorable a Brasil, por encima de las instituciones y acuerdos del Mercosur. El ingreso de Venezuela sería interesante si permitiese acuerdos bilaterales, de intercambio de energía, con base aprecios más bajos a los internacionales, inversiones industriales a gran escala, con créditos baratos y de largo plazo. Esta es una perspectiva más allá del alcance de las burguesías nacionales, por sus rivalidades y por la presión del capital financiero internacional

Los gobiernos bolivarianos se vanaglorian de una supuesta integración sin precedentes en la historia continental, pero su palabrerío carece de sustancia, como lo demuestra un retroceso del Mercosur, envuelto en disputas comerciales (desde 2011, Argentina aplica aranceles de importación no automáticos a 600 productos). El propósito del bloque creado en 1991 era negociar una mayor integración en el mercado mundial de sus países, lo que terminó en un fracaso (sólo se firmó un acuerdo de libre comercio... con Israel). Brasil y Argentina incorporaron a Venezuela al Mercosur, una medida sin contenido: la postulada integración energética del bloque resultó ser una ilusión. Las crisis mundiales son una oportunidad para los países de desarrollo atrasado, pero para eso se necesita una política independiente de la burguesía nacional, obligada a actuar bajo la presión de la crisis debido a su dependencia del capital internacional. Más que nunca las economías latinoamericanas dependen de un puñado de materias primas agrícolas y minerales. La integración latinoamericana, que propicia especialmente Brasil, refleja los intereses de las grandes contratistas de obras de infraestructura, vinculadas a las inversiones de capitales mineros internacionales y en estrecha relación con los capitales de maquinaria pesada de Estados Unidos.

El nacionalismo no consiguió superar sus limitaciones localistas y la competencia éntre las burguesías del continente. La propuesta de "integración de los ejércitos" es reaccionaria: las castas militares no dejan de ser un cuerpo ajeno a cualquier control social, e incluso a cualquier control real por parte de las instituciones dizques representativas. En los países favorecidos por las exportaciones de combustible (gas y petróleo), el nacionalismo usó a las nacionalizaciones, no para transformar a los trabajadores en clase dominante, sino para impedir su organización independiente, y someter sus organizaciones a la tutela del Estado. La COB boliviana se sometió al gobierno de Evo Morales, cuya estabilidad se basa en las ventas de gas a Brasil y Argentina, y en el aumento de 32% de las tasas y regalías que las empresas extranjeras productoras deben pagar al Estado desde 2006. En Venezuela, el gobierno se empeñó en estatizar el movimiento sindical. En general, las nacionalizaciones parciales y los aumentos de recaudación sirvieron como pretexto, en los sindicatos y la izquierda, para abandonar la independencia de clase y sumarse al Estado nacionalista. Sometidas al Estado nacionalista-caudillista, las nacionalizaciones y las "islas de autogestión" (que deben competir comercialmente con las empresas capitalistas) concluyeron reforzando el capitalismo y la explotación. La Venezuela post-Chávez, afectada por la caída de los precios del petróleo, se hundió en una inflación del 65%, acompañada de recesión, que proyecta la sombra de un default financiero. El movimiento golpista de oposición tropieza con su división interna, que refleja la división misma del imperialismo yanqui (extremistas republicanos contra Obama y los demócratas) sobre la política a seguir, considerado la identidad chavista de las Fuerzas Armadas.

La nacionalización integral de los recursos naturales y energéticos es la precondición para una integración latinoamericana que no sea un instrumento de competición entre los monopolios (como la fallida Alca y el Mercosur). Sin esa condición, los proyectos unificadores (como el gasoducto del sur) no saldrán del papel. Las nacionalizaciones fueron condicionadas favorablemente por el aumento de los precios del combustible y de los minerales, o sea, por la posibilidad de distribuir la renta diferencial entre el capital externo y el Estado. Había (hasta sobraba) dinero para satisfacer a todo el mundo. Pero no sirvió para modernizar la explotación de los recursos naturales, consumiendo improductivamente el capital invertido. Con base en los recursos extraordinarios, Venezuela y Bolivia impulsaron importantes campañas de salud y educación, pero no avanzaron en sentar las bases económicas de la autonomía nacional, para sustentar en el largo plazo los planes y programas sociales. Concluyeron dilapidando la renta extraordinaria (diferencial) de la producción minera, en la creencia de que los precios internacionales no caerían nunca. Sin embargo, el precio internacional del petróleo, que llegó a alcanzar los 150 dólares el barril, se despeñó a poco más de 50.

La caída de los precios de los hidrocarburos, como consecuencia de la crisis mundial, hizo entrar en crisis a las nacionalizaciones parciales, y abrió la vía para una nueva etapa de concesiones a los monopolios multinacionales. El ciclo de grandes recaudaciones fiscales está concluido. Las limitadas reformas fiscales, con aumento de los impuestos sobre el petróleo y el gas extraídos por las multinacionales, ofrecieron una ventaja pasajera en el marco de precios internacionales elevados. La crisis mundial amenaza en especial al gobierno nacionalista de Ecuador, cuyo petróleo financia, no sólo a la economía nacional, sino también la dolarización, mantenida hasta ahora. Ante la crisis del nacionalismo, la burocracia sindical latinoamericana carece de independencia política, subordinándose a las políticas de salvación del capital practicadas por los gobiernos. No defiende un programa independiente, proponiendo, por ejemplo, la nacionalización o el control obrero de las empresas quebradas. Las centrales sindicales sudamericanas apenas pidieron a los jefes de Estado de la región que exigiesen garantías, a las empresas que reciben apoyo estatal, para mantener los empleos.

En los países andinos, donde el movimiento “bolivariano” tuvo la mayor repercusión internacional, la peculiaridad del nacionalismo es el indigenismo, el protagonismo de las masas rurales desplazadas a las ciudades, donde ocuparon el lugar ocupado en el pasado por el proletariado industrial. Las ideologías indigenistas comprenden un vasto arco, desde el retorno al Inkario, hasta la preservación de las comunidades rurales originarías a partir de su base productiva (la pequeña propiedad). Pero fue la pequeña burguesía urbana la que impuso a la masa indígena su programa, el llamado “capitalismo andino”, que postula el entrelazamiento del medio agrario pre-capitalista con el capitalismo “global”, a través de la mediación del Estado. Así, se frustraron las promesas de una revolución agraria.

Divididos, y hasta enfrentados, los proyectos capitalistas “latinoamericanos” entraron en crisis. La moneda común Brasil-Argentina no pasa de un recurso contable para compensar saldos de pagos externos. La autonomía del Alba es desmentida por los compromisos simultáneos de sus países con otros acuerdos internacionales. El proceso capitalista opera en favor de la desintegración de América Latina. Brasil reforzó su alianza financiera con Estados Unidos y redujo el consumo y el precio del gas boliviano. La Unasur es un proyecto de la burguesía brasileña para “integrar” una industria militar regional bajo su control, y para impulsar gastos en infraestructura para sus empresas constructoras privadas. La Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños)es un ámbito de parloteo que ni siquiera consigue pronunciarse contra los golpes (Paraguay, Honduras), contra el bloqueo a Cuba o por el retiro de las tropas extranjeras de Haití, ni hablar del retiro de las bases militares (Washington aumentará el contingente militar en el Perú de 125 a 3.200 soldados a partir del 1° de septiembre) o el fin de las maniobras navales norteamericanas. Las banderas “integracionistas” fueron convirtiéndose en ficción política. El nacionalismo burgués fracasa nuevamente, como en el pasado, ahora en el marco de una crisis mundial inédita.

Con el impacto de la crisis mundial (y con la elección de Obama) se reclamó insistentemente el “fin de la guerra fría en América Latina”. El apaciguamiento entre Estados Unidos y Cuba, la normalización de las relaciones entre Cuba y la Unión Europea, sirvieron para estabilizar políticamente a América Latina, oponiendo la integración política de Cuba a la revolución latinoamericana, ofreciendo el fin del aislamiento de Cuba. El destino de Cuba está, más que nunca, inserto en el contexto latinoamericano, y también en su propia crisis política interna, contextos que el gobierno de Raúl Castro intenta “navegar” proponiendo una especie de “vía china”, con un papel central de las Fuerzas Armadas (que controlan más del 60% de la economía cubana). El contexto para una transición al capitalismo, como la ocurrida en Rusia y China, cambió internacionalmente: el mercado mundial se volvió demasiado estrecho como para admitir a un nuevo competidor (aunque pequeño, como Cuba). El contexto ideológico internacional no es más el del “fin del comunismo”, como en 1989-1991. Reivindicar el fin del bloqueo norteamericano y el reconocimiento incondicional de la autodeterminación nacional cubana (comenzando por la devolución de Guantánamo y la salida de las tropas yanquis de la isla) pondría a Cuba en contacto directo con la lucha social latinoamericana, no sólo con el capital mundial.

Las Farc colombianas se transformaron en un factor de crisis política internacional y de movilización bélica regional. Chávez, antes de su muerte, apoyó el “intercambio humanitario” de rehenes y el reconocimiento del carácter de fuerza beligerante a las Farc para después invitarlas a desarmarse y liberar incondicionalmente a sus rehenes, reconciliándose con la derecha, una presión para el desarme unilateral de la guerrilla. La experiencia de lucha armada de las Farc (las cuales llegaron a controlar casi un tercio del territorio colombiano) está políticamente agotada, pero esto está siendo usado para dar una victoria política a los paramilitares colombianos, que entraron al gobierno para borrar su pasado criminal y reciclarse en el “Estado de derecho”. Las negociaciones de paz que se llevan a cabo en Cuba, bajo el patrocinio del gobierno castrista, se integran en este marco político reaccionario. En América Central, las guerrillas (FSLN y FMLN) abandonaron las armas para sumarse a la “política institucional” (burguesa) y administrar el Estado capitalista.

En el gigante de América del sur, el cuarto mandato presidencial del PT comenzó bajo el signo: a) de la crisis económica y política; b) de la tentativa de orquestar un ataque estructural contra las conquistas laborales y las condiciones de vida de los asalariados brasileños, con vistas al “equilibrio fiscal” y la rebaja del “costo Brasil” (recuperación de la tasa de ganancia), para generar una nueva corriente de inversiones externas e internas. Las exportaciones de manufacturas (base principal de la producción industrial) se situaron, en 2014, en 6.000 millones por debajo de 2008, un retroceso absoluto del 17%. La balanza comercial tuvo un déficit de 3.930 millones de dólares, el primero en 14 años. El déficit comercial en bienes industriales (importaciones/exportaciones de bienes manufacturados) subió 150% en cinco años (sólo Arabia Saudita estuvo peor en la economía mundial. La reprimarización de la economía brasileña está cobrando su precio, económico y también ambiental: la extracción sin freno de minerales, la producción de soja o soya y pollo está dañando sin retorno a los ecosistemas, en especial a los acuíferos. Los indicadores industriales de producción, facturación, uso de la capacidad instalada, etc., se dirigen hacia abajo. La industria automovilística brasileña va a operar este año, y también en 2016, con un 50% de su capacidad instalada. En el balance económico de los primeros cuatro años de Dilma Roussef, el crecimiento acumulado del PBI cayó de 19,6% a 7,4% (una reducción del 60% con relación a Lula I y II), la tasa de inflación acumulada aumento de 22% a 27% (un aumento del 20%); el déficit acumulado en cuenta corriente pasó de 98.200 millones a 268.000 millones, un aumento de 170%.

Dilma Rousseff buscó absorber la presión de los “mercados”, cuya principal preocupación es que el país tenga capacidad de honrar el pago de la deuda externa y aumentar los “incentivos” para que el capital especulativo no escape. Entre los “incentivos” no figuran solamente el congelamiento de salarios y la reducción de los gastos sociales. Un lugar importante es ocupado por la liberalización del comercio exterior y el cambio de la política petrolera. Los esfuerzos del gobierno para firmar un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, para debilitar el Mercosur y “liberar” la política brasileña de Argentina fueron hasta ahora bloqueados por los gobiernos de Argentina y Uruguay. En la cuestión del petróleo, el gobierno de Dilma cedió a la presión para que Petrobras atendiese los intereses de sus accionistas privados (aumento del precio de la nafta y una política de mayores ganancias y distribución de dividendos). La deuda pública de Brasil supera el 60% del PBI; peor es la situación de la deuda privada, que está cerca del 100% del PBI. Pese a los superávits primarios, que totalizaron, entre 2002 y 2013, en valores corrientes, R$ 1,082 billones, la deuda externa ascendió a casi tres billones de reales (1,2 billones de dólares). En este cuadro, la entrada del capital especulativo, para aprovechar la diferencia de las tasas de interés brasileñas con respecto a las de los mercados internacionales, fue fuerte en los últimos años, pero ahora enfrenta una reversión de la tendencia. La fuga de capitales ya resultó en una significativa devaluación del real, alrededor del 30%

El escándalo de corrupción de la mayor empresa del país, Petrobras, adquirió dimensiones imprevistas, afectando inclusive a las cuentas públicas: la empresa (cuyo valor de mercado cayó de 410.000 millones de reales en 2011 a 160.000 millones actualmente) es responsable por el 10% de la recaudación de impuestos del país. Según Merril Lynch, el escándalo va a costar un 0,86% del PBI. El esquema de propinas multimillonarias para la concesión de contratos públicos, envuelve a las nueve mayores empresas constructoras del país (Camargo Correa, Engevix, Galvão, Mendes Júnior, IESA, OAS, Odebrecht, Queiroz Galvão y UTC). El banco Morgan Stanley calculó que las pérdidas de la petrolera, debido al esquema, serían de 21.000 millones de reales (aproximadamente 8.000 millones de dólares). En torno a Petrobras gira la industria de la construcción naval, la construcción pesada y otros segmentos de la economía brasileña. Las nueve empresas participantes del esquema corrupto (el “cartel”) facturaron, en 2013, 33.000 millones de reales con contratos públicos, financiaron candidatos a diputados con 721 millones, y candidatos a senadores con 274 millones: el 70% de los congresistas electos en 2014 recibieron donaciones de las grandes empresas. Más de la mitad de los miembros de la comisión parlamentaria de investigación (CPI) del petrolão recibieron donaciones millonarias de las empresas sentadas en el banquillo de acusados. El “club” tenía 16 socios fijos, y seis empresas “ocasionales”. En una demostración de “soberanía” el Procurador General de Brasil, Rodrigo Janot (amenazado de muerte), fue a buscar ayuda para las investigaciones al FBI norteamericano. Las voces que reclaman la completa privatización de Petrobras ya se hacen oír. Pero todavía no las que reclaman su completa estatización bajo control obrero.

La caída de los precios internacionales del petróleo sería, para algunos analistas, la gran oportunidad para una reactivación de la economía mundial, pero en realidad lo que se anuncia es un período catastrófico para los países que sobreviven gracias a las ganancias de la extracción mineral. El barril de petróleo había subido hasta 150 dólares, con una caída muy fuerte en 2009, que llevó a una cotización media de 100 dólares, antes de la caída actual hasta 50-55 dólares. La caída en los precios internacionales repercute poco en los precios internos, siendo inocua para reactivar el consumo final. La mayor parte de los gobiernos del mundo precisa de los impuestos a los combustibles para hacer frente al pago de la deuda pública y el rescate de los bancos. Mientras el precio actual continua elevado, su impacto negativo sobre la tasa de ganancia de las compañías petroleras es muy fuerte, debido al aumento de costos que acompañó la elevación de los precios, por la distribución de la renta entre todos los sectores que intervienen en la producción, por la incorporación de yacimientos que exigen procesos más caros, o por el incremento de las inversiones. La caída mundial del precio del petróleo replica la de todas las materias primas, de los minerales y de los alimentos. Esto modifica el curso de la crisis económica mundial, porque pega de lleno en la periferia, en el mismo momento en que la crisis se hace más aguda en Europa y Japón.

La caída del precio internacional del petróleo fue atribuida a la caída de la demanda de China y Europa, al fuerte aumento de la producción de combustibles no convencionales en Estados Unidos y a una recuperación de la producción en Libia e Irak. La crisis de sobreproducción en China es decisiva, porque el país es un factor fundamental en la expansión del mercado mundial. La ganancia del sector petrolero había abierto espacio para la producción costosa de gas y petróleo no convencionales en Estados Unidos. En el mercado norteamericano el precio del gas cayó hasta el límite de la rentabilidad de su explotación. La disminución del precio de la nafta -y el del gas para la industria y la calefacción- es anulada por el cierre de yacimientos cuya productividad es declinante. El boom de combustibles en Estados Unidos fue impulsado por las bajas tasas de interés, que permitieron financiar inversiones que con tasas mayores hubieran sido prohibitivas. Los eslabones débiles de la crisis petrolera internacional son Brasil, Rusia y Venezuela. Los costos de Petrobras y de PDVSA superan los precios internacionales actuales del petróleo; en estos niveles, ambas empresas serían inviables. El problema es que, además de eso, poseen deudas gigantescas y son fuentes de financiamiento de Estados con deudas aun mayores. Las acciones de Petrobras cotizan a menos de la mitad de su media histórica.

En Brasil, el déficit público alcanzó el 5% del PBI en 2014, el mayor nivel desde 2003. El déficit comercial y en cuenta corriente son los peores de los doce años de gobierno del PT. El déficit de las cuentas externas alcanzó el 3,7 del PBI, 83.560 millones de dólares, un nivel que no era alcanzado desde 2001-2002 (cuando la crisis de Argentina). Gruesos sectores del gran capital brasileño comenzaron por esto a proponer un cambio del eje económico externo. Luiz Alfred Furlan, representante del agro-negocio (y ex ministro de Lula) propuso abiertamente la salida de Brasil del Mercosur y la firma de acuerdos bilaterales con Estados Unidos y la Unión Europea. El 10%, más rico, de los habitantes continúa teniendo el 60% de los ingresos; el 0,5% de la población tiene el 20% de la renta nacional. La desigualdad social se mantuvo estable durante la era Lula-Dilma, presentando una ligera tendencia a aumentar. Sin hablar de que basta mirar alrededor para constatar las pésimas condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población brasileña, que en las últimas décadas no avanzó, por el contrario, en materia de saneamiento básico, salud y educación, vivió un deterioro que fue el detonante de las jornadas de lucha masivas de junio de 2013.

El anuncio del equipo económico del nuevo gobierno recibió las bienvenidas del gran capital. Joaquim Levy fue, entre 2010 y 2014, el presidente de Bradesco Asset Management, el cual administra más de 130.000 millones de dólares. En la Universidad de Chicago fue discípulo del equipo de Milton Friedman, jefe de los “Chicago Boys” y padre declarado del neoliberalismo mundial. Como responsable político del Fondo Monetario Internacional (entre 1992 y 1999), Levy fue abogado y ejecutor de programas de austeridad en los más diversos países. Durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, Levy actuó como estratega económico, envuelto en la privatización de empresas públicas y en la liberalización del sistema financiero, que facilitó la fuga de 15.000 millones de dólares anuales. Levy es un miembro eminente de la oligarquía financiera de Brasil. En otra cartera estratégica, Kátia Abreu, en el Ministerio de Agricultura, sostiene que el latifundio no existe en Brasil. Fue dirigente de la Confederación Nacional de Agricultura y, desde Tocantins, es agente del lobby de la soja, otro sector en caída libre internacional.

En el área laboral, el seguro de desempleo, la pensión por muerte y otros beneficios sociales básicos, serán mucho más difíciles de conseguir. Los privilegios fiscales a las empresas, practicados desde 2008, no revirtieron la política de despidos, al contrario, la acentuaron. Un cruzamiento de datos demostró que 5.500 millones de reales (el 23,1% de un monto impositivo sobre la industria de 23.800 millones) dejaron de ser pagados por sectores empresariales que despidieron más de lo que contrataron desde 2012. Y Levy propone no sólo mantener las rebajas, sino también profundizar las facilidades para despedir. La capacidad instalada de la industria está en su peor nivel de utilización media desde 2009, siendo que las siderúrgicas, con un 68,6% de uso de su capacidad productiva, son los que más empujan el índice para abajo. Se abrió en Brasil una nueva fase de lucha de clases. En el alba del nuevo año, los trabajadores de Volkswagen del ABC paulista entraron en huelga por tiempo indeterminado por la reincorporación de 800 despedidos. La empresa incumplió el acuerdo firmado en 2012, que preveía la estabilidad de los empleados hasta 2016. Otros 244 trabajadores fueron despedidos en Mercedes Benz. El 12 de enero, los metalúrgicos del ABC realizaron una gran manifestación: más de 20.000 personas ocuparon los carriles de la ruta Anchieta, con trabajadores de Volkswagen, Mercedes, Karmann Ghia. Los metalúrgicos de Volks mantuvieron el movimiento hasta que la patronal reculó con los despidos (el sindicato admitió, sin embargo, un plan de retiro voluntario). En São José dos Campos, una huelga de seis días de los obreros de General Motors también barrió los despidos.

En México, la masacre de 43 estudiantes de entre 18 y 21 años, confesado por traficantes de drogas detenidos (revelación que los padres de las víctimas se niegan a creer hasta que haya pruebas) en la noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala, en el estado de Guerrero, cuando policías locales atacaron alumnos de la combativa Escuela de Magisterio de Ayotzinapa, por orden del ahora intendente detenido, para evitar protestas durante un acto oficialista, suscitó un amplio movimiento de repudio nacional, que la represión no consiguió hacer retroceder. Después de casi un mes y medio, la Fiscalía General mexicana quiso cerrar el asunto basada en la confesión de tres chivos expiatorios ofrecidos por el narcotráfico, pese a la clara implicación de la policía y hasta del ejército en la masacre. La movilización no se detiene y puede llevar a la crisis al gobierno del PRI (Peña Nieto) y su complaciente oposición, llevando a la desestabilización política a este inmenso país que tiene frontera con todo el sur de Estados Unidos, donde la mayoría de la población es de origen mexicano o latinoamericano. El salario mínimo de México, país integrado a la economía de Estados Unidos a través del Nafta, es el más bajo del continente. En junio habrá elecciones parlamentarias: la crisis política mexicana recién comienza, con una proyección internacional explosiva. Inclusive sobre su vecino del sur, la Guatemala gobernada por el general genocida Otto Pérez Molina, quien gobierna sobre la base de estados de sitio regionales (o de asesinatos de líderes campesinos e indígenas) para mantener el 60% de las tierras cultivables del país en manos de empresas extractivas multinacionales.

En el otro extremo de América Latina, en Argentina, la muerte (probablemente asesinado) del fiscal de la causa Amia (el atentado de 1994 contra la asociación mutualista judía, que dejó más de 400 víctimas, 85 mortales), sistemáticamente encubierta por los gobiernos de los últimos veinte años, está exponiendo la descomposición asesina de los servicios secretos heredados de la dictadura militar, intocables por la “democracia”, y su complicidad con los servicios de inteligencia extranjeros (principalmente la CIA y el Mossad), configurando una crisis en la propia columna vertebral del Estado. En el medio de la crisis política e institucional, se proyecta políticamente el Frente de Izquierda encabezado por el Partido Obrero, una alternativa de carácter clasista y revolucionaria, proyección confirmada por las elecciones de Mendoza (las elecciones generales serán en octubre de este año). Argentina refleja una situación en que las condiciones objetivas (económicas, sociales y políticas) del continente, en el marco de la crisis mundial, abren la posibilidad para la construcción de una alternativa de izquierda revolucionaria.

martes, 23 de diciembre de 2014

El bloqueo contra Cuba no fue levantado

23 de diciembre de 2014 Jorge Altamira Prensa Obrera Partido Obrero Argentina

El bloqueo contra Cuba no fue levantado

El anuncio acerca de una reanudación de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba fue predicado en estrecha relación con un levantamiento del bloqueo norteamericano contra la Isla, que ha durado más de medio siglo. La alusión de Obama al 'fracaso' de esta larga operación de sabotaje contra la Revolución Cubana dejó ver una decisión política que va más allá de un intercambio de embajadores y una ampliación de las posibilidades de remesas de los cubanos en el exterior. El llamado 'fracaso' no fue estrictamente tal, esto porque el bloqueo jugó un papel fundamental en el aislamiento de Cuba y en la reorganización capitalista 'neoliberal' de las dictaduras militares impuestas por Washington. Aclarado este punto, la ausencia de un acuerdo de levantamiento del bloqueo ha sido atribuida a que esto se encuentra fuera del alcance de las facultades ejecutivas del Presidente, y a la necesidad, por lo tanto, de un voto favorable del Congreso. Obama, según todo esto, habría decidido separar la reanudación de las relaciones diplomáticas del levantamiento del bloqueo, para presionar a las cámaras con un hecho consumado que ayude a quebrar las resistencias de los adversarios de un acuerdo, tanto republicanos como demócratas.

Este relato, sin embargo, es una versión interesada que apenas logra disimular la estrategia de EEUU. Precisamente por el limbo en que ha quedado el levantamiento del bloqueo, la reanudación de las relaciones diplomáticas ha sido tomada con reticencia en el gobierno cubano - se produjo finalmente luego de una larguísima ronda de negociaciones bilaterales y papales. La prenda que decidió a Cuba la aceptación del acuerdo fue la liberación de los tres militantes del contraespionaje cubano encarcelados en Estados Unidos, que se produjo luego de que Cuba transmitiera a los servicios norteamericanos las pruebas de las actividades terroristas que se pergeñaban desde Miami. Es claro que el fin del bloqueo está sujeto a una serie de negociaciones de primer orden, en cuyo núcleo se encuentra el carácter social de la Isla. Como lo explicitó con claridad insistente un defensor de las decisiones de Obama, si Cuba no ofrece concesiones significativas en el curso de las negociaciones próximas “siempre existe la posibilidad de retirar la oferta de levantar el embargo” (CNN, programa de Fred Zacharías, 21.12).


Intereses en pugna

La versión que han ofrecido los medios, acerca de una reconciliación política, no pasa de una descripción idílica de lo ocurrido. De aquí en más se abre, por el contrario, un período de mayor crisis política – tanto en el campo imperialista como en Cuba. El debate en el Congreso norteamericano no girará, solamente, entre los 'halcones' que no abandonan la política de agresión directa y las 'palomas' que buscarían restablecer una hegemonía 'gradual' sobre la Isla. La derecha norteamericana y el uribismo caribeño apuestan a un fracaso de la política de la 'zanahoria' y creen, por el contrario, que un retorno a la del 'garrote' está ganando terreno. En donde mejor se expresa este enfrentamiento es en Venezuela y en Colombia, con la división producida en la derecha misma - en las filas de los 'escuálidos', esto en Venezuela, y en las de Uribe-Santos, en Colombia. La derecha no ha renunciado a capitalizar la acelerada crisis en Venezuela, todo lo contrario. También espera explotar una victoria hipotética del macrismo e incluso de Massa o Scioli en Argentina, ni qué decir de una victoria republicana en Estados Unidos dentro de dos años.

Un aspecto relevante de esta crisis es la cuestión inmigratoria en Estados Unidos, donde Obama tuvo que intervenir en forma similar a la que empleó con Cuba: mediante el uso de poderes ejecutivos (gobierno por decreto), que deja sin resolver, sin embargo, la regularización efectiva de varios millones de personas. La reanudación de relaciones con Cuba no es ajena a este asunto, dado que la inmensa mayoría de los inmigrantes son de origen latinoamericano y su movilización política crece en forma persistente. Obama echa lastre en uno y otro terreno. Contra una opinión que se ha generalizado en la izquierda, la crisis mundial ha hecho perder la iniciativa estratégica al imperialismo.

La derecha no es la tendencia dominante en este momento en el campo imperialista. Desde hace por lo menos dos décadas, las mayores corporaciones capitalistas abogan por el incremento sustancial del comercio entre ambas partes (Cargill, Caterpillar, General Motors); en la década del 70, las automotrices apoyaron con todo el comercio entre Argentina y Cuba, aunque financiado por el Tesoro rioplatense. El eje de la confrontación en el Congreso norteamericano girará alrededor de los términos a imponer a Cuba para un levantamiento del bloqueo. Este debate dejará al desnudo el choque de intereses al interior del imperialismo norteamericano. En resumen, la reanudación de relaciones diplomáticas no equivale a un cese del bloqueo, aunque aparezca como un paso contradictorio en esa dirección, ni atenúa el conflicto histórico desatado por la Revolución Cubana; por el contrario, deja paso a un choque fundamental entre los intereses del imperialismo, por un lado, y la independencia nacional y la naturaleza social de Cuba, por el otro. La sombra de lo que fue la Revolución Cubana, a 150 kilómetros de las costas norteamericanas, sigue siendo una astilla en el corazón del imperio, porque aún representa las aspiraciones nacionales y sociales de las masas de América Latina.


América Latina

La cuestión de Cuba se entrelaza con el conjunto de la crisis en América Latina. El acercamiento diplomático EEUU-Cuba es la última expresión de una larguísima colaboración política, cuya manifestación más relevante ha sido la mediación de Cuba en el conflicto colombiano. Asistimos a una operación continental. Brasil, por ejemplo, ha sido una fuerte inversora en Cuba; el FA de Uruguay aceptó acoger a los presos de Guantánamo. Tampoco aquí los intereses son homogéneos: los gobiernos 'progresistas' buscan proteger por la vía de ese acercamiento el grado de autonomía que desarrollaron en los últimos años como consecuencia de la valorización de los precios internacionales de las materias primas. La finalidad última de estas burguesías nacionales es, sin embargo, la misma que la del imperialismo – la reintegración de Cuba al estatuto capitalista mundial. Un punto central es la reincorporación de Cuba a la OEA, lo cual significaría dos cosas: por un lado, poner fin a los desafíos (tímidos) de separar a América Latina de Estados Unidos (o sea salvar el sistema panamericano); por el otro, que Cuba acepte los principios políticos y sociales del sistema interamericano. Estos desenvolvimientos internacionales vuelven a poner de manifiesto la importancia estratégica de la reivindicación de la Unión Socialista de América Latina y su valor como defensa política de la Revolución Cubana. El condicionamiento del levantamiento del bloqueo apunta a negociarlo contra los principios que aún quedan en pie de esa Revolución. El levantamiento del bloqueo, reclamamos nosotros, debe ser incondicional.

Las perspectivas que plantea un levantamiento del bloqueo norteamericano depende del carácter concreto que asuma, por un lado, y por sobre todo del balance de fuerzas en la sociedad y el Estado cubano. Cuba se encuentra ante un impasse terminal, pues sus fuerzas productivas han dejado de crecer. Es una economía racionada, en especial desde hace un cuarto de siglo, que se sostiene en base a subsidios fiscales, que frena una acumulación del escaso excedente económico. La apertura al capital extranjero ha sido un fracaso, sea en significación, sea como vía de salida al estancamiento. La asociación del estado al capital extranjero, por la vía de uniones o por la impositiva, le permite apropiarse del excedente que crea la fuerza de trabajo, por medio de una remuneración muy abajo de su valor. Se trata de un método parasitario de subsistencia, no de una vía de desarrollo. El despido de centenares de miles de trabajadores del Estado que ha producido la llamada reforma de la economía, es una expresión contundente del agotamiento de este tipo de régimen. La finalidad de crear una fuerza de trabajo 'libre' a disposición del capital privado no ha tenido ninguna manifestación concreta del otro lado de la ecuación, el capital, y solamente podría tenerla por medio del capital extranjero, lo que significa una nueva colonización imperialista. El punto de partida para un nuevo equilibrio económico, desde el punto de vista del trabajo, pasa por eliminar esta relación parasitaria capital-estado sobre el conjunto de la sociedad, mediante la reapropiación del estado y los recursos estratégicos por parte de los trabajadores. Es desde una gestión colectiva de los trabajadores que debe abordarse la transición del parasitismo burocrática a un proceso de desarrollo. Esa transición, de todos modos, no es un asunto exclusivamente nacional sino que será condicionado, al menos en última instancia, por el desarrollo de la bancarrota capitalista a nivel mundial, con sus dos componentes fundamentales: una agudización de las luchas populares y el ascenso de una izquierda revolucionaria.


Programa

Las posibilidades de desarrollo que se atribuyen a una apertura de Cuba al capital extranjero, son puras fantasías. Dependerían, esencialmente, de una fuerte mediación del Estado, que para eso debería estar bajo el control efectivo de los trabajadores – no de una superestructura como la que representa la burocracia, que a su vez se escinde ante las nuevas presiones de afuera y de adentro. Haití, Puerto Rico, Santo Domingo o Panamá y las islas caribeñas son una muestra de los resultados históricos que podría producir una apertura incondicional al capital financiero. El resultado de un levantamiento del bloqueo no será independiente del programa que apliquen y de la fuerza que desenvuelvan cada uno de los protagonistas sociales fundamentales: el imperialismo, la burocracia, los trabajadores. El primer desafío de la nueva etapa para los trabajadores, para los socialistas y para la IV Internacional es la elaboración de un programa propio.

El nuevo giro político que se perfila en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos tendrá lugar con una demora enorme en relación a las restauraciones capitalistas en Europa y Asia en los 80/90, y ocurre en el marco de una bancarrota capitalista de alcance planetario. Esta discrepancia de los tiempos políticos no tiene una importancia menor; nada hay más relevante, en la política, que los tiempos y los contextos. En Cuba, la restauración capitalista plantearía la pérdida más o menos inmediata de su independencia nacional; la burguesía que podría tomar el relevo del estado cubano se encuentra en Miami; un apoderamiento de empresas por parte de la burocracia de La Habana enfrentaría más conmociones que las que atravesó la Unión Soviética. El entorno inmediato de Cuba – América Latina – se caracteriza por convulsiones reiteradas, que se desplazan de un país a otro. La crisis mundial le está pegando ahora con más fuerza. En este marco, la iniciativa de Obama tiene los trazos de un Frente Popular extra nacional entre el imperialismo 'democrático' y las burguesías latinoamericanas, de un lado, y una gran parte al menos del aparato de estado de Cuba, del otro. Los Frentes Populares aparecen, históricamente, como recursos para contener procesos revolucionarios. En Estado Unidos, las huelgas y movilizaciones de inmigrantes, y las recientes manifestaciones contra el gátillo fácil son indicios de la agudización de las contradicciones sociales en la principal metrópoli del imperialismo, que empujan en dirección a un frente popular en la política internacional.

La revolución cubana y la historia de Cuba de las seis décadas últimas no se han caracterizado por repetir en forma mecánica experiencias ajenas. Muy lejos de ello; más cerca geográficamente que ningún otro país con historia revolucionaria y contrarrevolucionaria, es el que menos ha cedido a la presión del capital internacional. Cuba no ha sido ni será un 'deja vu', al contrario se desatarán nuevas crisis y la posibilidad de nuevas revoluciones.

sábado, 13 de diciembre de 2014

Crisis Mundial

01/12/ 2014 Prensa Obrera # 1344 Nicolás Roveri - Jorge Altamira Partido Obrero Argentina

No sólo el petróleo derriba a las bolsas

El martes 9 tuvo lugar una caída generalizada de las bolsas, en especial Shangai, China, y el colapso de la de Atenas -un 13 por ciento. ¿Acaso el "giro en la crisis mundial", detonado (pero no ocasionado) por el derrumbe del precio del petróleo, está llevando hacia una nueva bancarrota financiera -como la que ocurrió, en 2008, a partir de la quiebra del banco Lehman Brothers y la gigante del seguro AIG? La onda expansiva de China se manifestó en las bolsas de Europa, en el Bovespa de Brasil y en el Merval de Buenos Aires.

La baja del crudo

La baja del precio del crudo ha tenido un efecto devastador sobre compañías y Estados petroleros, extendida al instante al sistema bancario que los financia y al mercado de valores que cotiza sus acciones. En seis meses, el petróleo ha perdido la mitad del precio. Los especialistas discuten acerca de si este desmoronamiento obedece a un exceso de oferta o a una retracción de la demanda. Se trata, en realidad, de la conjunción excepcional de ambos factores: una sobreproducción originada por el ingreso al mercado de yacimientos que implican mayores costos de producción y un repliegue del consumo debido a la recesión que afecta a Europa y parcialmente a Asia. El impacto positivo que la caída de precios podría representar para el consumo está neutralizado por el incremento del valor real de las deudas, ya impagables, que produce una reducción de los niveles de precios.
Los países que se encuentran en la situación más comprometida son Venezuela, Brasil, Rusia y Nigeria; en el caso de las compañías, obviamente Gazprom, Petrobras o PDVSA, pero también las independientes que explotan el gas y petróleo no convencionales en Estados Unidos, fuertemente endeudadas a tasas de interés muchos puntos arriba del mercado. Petrobras, que explota el pre-sal en aguas profundas, ha perdido el 60% de su capital en Bolsa. También han sufrido un impacto fuerte las empresas de servicios tecnológicos, como Schlumberger y Tenarias YPF; Petrobras y Tenaris lideran las bajas de la Bolsa de Buenos Aires. En definitiva, el colapso del petróleo ha afectado a la cadena de pagos y al sistema financiero.

China y Asia

La caída de más de 5% en la Bolsa de Shangai fue gatillada por la introducción de nuevas reglas o parámetros para calificar la solvencia de los bonos corporativos de corto plazo (hasta 182 días); una forma de reconocer que los que se trafican en la actualidad tienen incorporado un riesgo elevado. Apunta a frenar el alto endeudamiento en la construcción, ocasionado por la especulación inmobiliaria. La nueva regulación deja fuera de precio al 60% de los bonos listados en los mercados -unos 200 mil millones de dólares (1,25 billón de yuanes) (Marketwatch, 9/12)-, que deberán ir a buscar refinanciación a las entidades fuera del sistema bancario, a tasas más altas de interés. El endeudamiento de este sistema bancario en las sombras es ya, sin embargo, muy elevado, y no cuenta con la garantía de rescate del Banco Central. Sobre llovido mojado, el Banco Central de China ha subido la tasa de interés de referencia, lo que afecta la capacidad de repago de los deudores.
Otra importante economía asiática que se desacelera es Japón, a pesar de las operaciones de inyección de fondos para revivir la economía y aumentar las exportaciones, mediante la devaluación del yen. También -muy importante- imponiendo una mayor flexibilización laboral. No hubo caso.
Piñata griega
La mayor caída de la Bolsa de Atenas en 27 años fue determinada por la convocatoria a elecciones anticipadas, que habrá de provocar el fracaso del parlamento para elegir a un nuevo presidente de la República. La victoria cierta del emergente movimiento de izquierda, Syriza, pone un signo de interrogación sobre el paquete de rescate al país, que, sin embargo, acaba de ser cuestionado incluso por el partido conservador en el gobierno. Syriza ha abandonado la intención original de cuestionar la deuda pública de Grecia (que después de un ajuste brutal es más alta que al comienzo -un 170% del PBI), e incluso de anular el llamado Memorando, en referencia a las medidas de ajuste. Bien mirado, Syriza es sólo el pretexto de una situación al borde del estallido. Grecia preocupa por sus repercusiones en Italia, cuya economía está paralizada y su deuda pública en un aumento sin pausa, así como por la situación de deflación en el conjunto de la zona euro. Grecia arrastró las bolsas de toda Europa al rojo.

La situación financiera corriente es más grave que la de 2008, porque la deuda total es mayor y su capacidad de pago menor. Hace un par de semanas, el ‘mercado’ tuvo un episodio de ACV, cuando desapareció de forma súbita toda forma de financiamiento, incluso en el mercado interbancos. Los mejores analistas -una minoría- interpretaron muy bien que la desaparición brusca de la liquidez indicaba que el mercado estaba abarrotado de papeles de deuda que no se van a pagar. Así empezó, un “martes negro" de julio de 2007, la crisis mundial en curso.
El curso que siga la crisis se deberá reflejar en los movimientos del oro, el cual ha perdido cerca de la mitad de su cotización en el pico (cerca de 2.000 dólares la onza a cerca de mil). Asistimos a una caída relativa frente a un fuerte descenso de los precios mundiales. Si la crisis desata una crisis bancaria, habremos de ver en cambio una fuerte revalorización del metal en calidad de moneda refugio de valor, o sea de dinero en última instancia. Como se dijo en un artículo reciente en Prensa Obrera, el "giro de la crisis mundial" consiste en que ella mutaría hacia la forma de una bancarrota del tipo 1929/30, que dislocó el mercado mundial y fue acompañada por una crisis agraria que no terminaría hasta el estallido de la Segunda Guerra.


27/11/ 2014 Prensa Obrera # 1342 Jorge Altamira Partido Obrero Argentina

Un giro en la crisis mundial

Aunque numerosos comentaristas ven en la caída de los precios internacionales del petróleo la oportunidad para una reactivación de la economía mundial, lo cierto es que anuncia un período catastrófico para numerosos países que han sobrevivido a la crisis gracias a la elevada renta minera. Entre principios de siglo y una fecha reciente, el barril de petróleo había subido de 10 a 150 dólares -con una recaída muy fuerte en 2009, hasta una cotización media de 100 dólares antes del desplome a 75 dólares. Ahora, el derrumbe, en pocas semanas, ha sido superior, en algunos casos, al 25 por ciento. Con la excepción de Estados Unidos, los cambios en los precios internacionales no repercuten en los precios internos y son, por lo tanto, inocuos para reactivar el consumo final. Ocurre que la mayor parte de los gobiernos necesitan los impuestos a los combustibles para hacer frente al pago de la deuda pública y al rescate de los bancos. Si bien el precio corriente continúa elevado en cualquier comparación, su impacto negativo sobre la tasa de beneficio de las compañías petroleras es muy fuerte debido al aumento de los costos que acompañó el alza de precios, sea por un reparto de la renta entre todos los sectores que intervienen en la producción (servicios tecnológicos), sea por la incorporación de yacimientos que exigen procesos más caros, sea por el incremento de las inversiones. La caída del precio del petróleo replica la de todos los rubros de minerales metalíferos y alimentos. Este giro modifica el curso de la crisis mundial porque da de lleno en la periferia, en el mismo momento en que se ha hecho más aguda en Europa y Japón. En principio, esta tendencia empalma a la crisis mundial actual con la de los años 30 del siglo pasado, la cual se caracterizó, de entrada, por una fuerte crisis agraria y el colapso del comercio exterior de los países de menor desarrollo.

La caída del precio internacional del petróleo es atribuida a diversos factores: una caída de la demanda de China y Europa, un fuerte aumento de la producción de combustibles no convencionales en Estados Unidos y hasta una recuperación de la producción en Libia y en Irak. La crisis de sobreproducción en China es decisiva, porque la presencia económica de China ha sido un factor fundamental en la expansión del mercado mundial. China se encuentra, asimismo, en las vísperas de un estallido financiero. Del otro lado, la elevadísima renta petrolera había abierto espacio para la producción costosa de gas y petróleo no convencionales en Estados Unidos. En el mercado norteamericano, el precio del gas ha caído al límite de la rentabilidad. El descenso del precio de la nafta en el surtidor -o del gas para la industria y la calefacción- se verá opacado por el cierre de yacimientos, cuya productividad es declinante. El boom de los combustibles en Estados Unidos fue alentado por las bajísimas tasas de interés, que permitieron financiar inversiones que a otras tasas habrían sido prohibitivas. De victimario en la pelea del petróleo, Estados Unidos podría convertirse en víctima, en el caso de que se cumpla el anhelo de la banca central de aumentar los tipos de interés. Si esto no ocurriera por la presión de la industria, se habría bloqueado el intento oficial de evitar ordenadamente un estallido financiero internacional.

Una “guerra del petróleo”

Un factor esencial en el derrumbe de la renta petrolera es, obviamente, Arabia Saudita, la cual se niega a restringir la oferta de combustibles para detener la caída del precio, para no beneficiar a sus competidores. Se podría decir que se ha entablado una suerte de guerra del petróleo entre Estados Unidos y Arabia Saudita, porque aunque los norteamericanos aún no exportan, sí han dejado de importar. Los sauditas tienen espaldas para aguantar una guerra de precios, pero hasta cierto punto: aunque tiene los costos más bajos del mundo, el presupuesto del Estado depende como nunca de los ingresos del petróleo. Una disminución de los subsidios públicos desestabilizaría el orden político en el agitadísimo Medio Oriente.

Los eslabones débiles incandescentes de esta crisis son Brasil, Rusia y Venezuela. Los costos de Petrobras y de PDVSA superan cómodos los precios actuales del petróleo; en estos niveles ambas empresas son inviables. El problema es que, además, tienen deudas gigantescas y son fuentes de financiamiento de Estados con deudas aún mayores. Las acciones de Petrobras cotizan a la mitad de su pico; los brasileños han sido advertidos de esta catástrofe con bastante antelación, cuando quebró el aventurero nacional y popular de Brasil, Eike Batista, un Cristóbal López agrandado del país vecino. En Rusia ocurre todo esto con el agravante de que varias compañías internacionales han abandonado su asociación con compañías rusas, en el marco de las sanciones de la Otan por la crisis de Ucrania. La oligarquía rusa ha hecho causa común con el capital internacional y está fugando capitales de Rusia en gran escala; el rublo ha perdido en 30% de su valor en tres meses. Todo esto vale también para Ecuador o Bolivia. La crisis brasileña afectará a todo su vecindario. Como se ha dicho arriba, está en picada todo el universo de materias primas.

La principal repercusión, de una aproximación de la crisis mundial en curso a la de los años '30, será sobre el comercio mundial, porque reforzará las tendencias hacia la autarquía económica, y esto a una crisis del sistema monetario internacional. El 'ascenso' del partido republicano en Estados Unidos cobra relevancia, en este contexto, porque es el abanderado de la guerra comercial. Y naturalmente de la guerra interna -ahí está el juicio de Ferguson.