Ante las
elecciones anticipadas griegas del 20 de septiembre
Sólo
faltan pocos días para las elecciones anticipadas del 20 de septiembre
convocadas por el ex primer ministro Tsipras, después de la implosión y la
escisión del partido en el poder Syriza que siguió a su capitulación ante la
troika el 12 de julio, y el voto del tercer y peor "Memorando" de medidas
de austeridad.
El
liderazgo de Tsipras de lo queda del resto de Syriza culpa de esta convocatoria
a la facción de la Plataforma de Izquierda encabezada por Lafazanis, porque se
opuso al memorando y dividió el partido llevándose 25 diputados de Syriza para
formar "Unidad Popular", el cual va ahora de forma independiente a
las elecciones. Pero nada esto es cierto. Hubo, y aun hay, una conmoción
generalizada entre las masas griegas, una decepción profunda, y una ira popular
por la capitulación que hizo caso omiso de la voluntad popular en la aplastante
victoria del NO en el referéndum del 5 de julio. Fue la ola de revuelta popular,
que con razón consideró como una traición sus esperanzas depositadas a Syriza
por el fin de la austeridad, lo que llevó a la caída del gobierno.
Las
divisiones en Syriza no se limitan a las fuerzas que se recomponen en "Unidad
Popular", son múltiples, y son todas divisiones por la izquierda. La más
importante, potencialmente, es la división de la gran mayoría de la
organización de la Juventud del Partido de Syriza, lo que conduce a su fin como
organización juvenil, con sólo una pequeña parte en dirección hacia
"Unidad Popular", mientras otros sectores miran hacia la izquierda
revolucionaria.
La
división de Syriza fue seguido por otra en Antarsya, la coalición de
organizaciones de la izquierda extraparlamentaria, que llevó a una minoría importante
a unirse a "Unidad Popular". La mayoría de Antarsya rechazó lo que consideró
como un ultimátum en las negociaciones con el nuevo partido de Lafazanis, quien
se negó a formar un frente entre las dos organizaciones, y pidiendo una
disolución de Antarsya en "Unidad Popular" y una plena aceptación del
programa de este último. Este programa es casi una réplica del programa de
Syriza de 2012, incluyendo la negativa a cualquier ruptura con la Unión Europea
y al sistema capitalista en quiebra. Hay muy pocas diferencias con el llamado
"programa de Salónica": el énfasis a la "posibilidad de un
retorno a la moneda nacional, la dracma", un llamado al control obrero y
algunos otros cambios, más o menos leves, esencialmente retóricos, para darle
una perspectiva más "izquierdista". La principal llamada de la nacional-reformista
Unidad Popular, incluida en su campaña electoral, es la reconstrucción de una
"Syriza consistente con sus orígenes" para formar un "frente
democrático patriótico anti-Memorando", sin ninguna referencia de clase y/o
de contenido anti-capitalista.
Aunque
no se puede confiar en las encuestas, éstas le dan a "Unidad Popular"
sólo un exiguo 3 a 4,5 por ciento en las próximas elecciones, y algunas de ellas
plantean la posibilidad incluso de que Unidad Popular no entre al parlamento.
Tal vez estas cifras distorsionan la realidad, ya que nadie olvida que las
encuestas fallaron totalmente para predecir el triunfo del NO en el reciente
referendo. Lo que sí es cierto es que "Unidad Popular" tuvo un
nacimiento enfermizo, rechazó a muchas fuerzas que en un principio se habían
vuelto a ellos mediante la reproducción de la burocrática, autoritaria,
reformista, electoralista y demás características programáticas de Syriza,
reemplazando el lugar de Tsipras con Lafazanis. Éste, un euro-escéptico (aunque
no rechaza a la UE) reformista nacionalista, no es visto ni es una alternativa
al reformismo pro-UE que ya ha capitulado y se encuentra desacreditado. Así
Syriza pierde fuerzas, sin ninguna duda, militantes, votantes, en una
hemorragia que no para, pero, hasta ahora, no es ni la derecha, ni la extrema
derecha fascista ni Unidad Popular quienes las ganan.
La
peculiaridad de este corto período preelectoral es que todos los partidos
parlamentarios que compiten están desacreditados con la aprobación, ya sea en
los últimos cinco años o ahora, de las medidas de austeridad de canibalismo
social. La competencia electoral entre los dos partidos más grandes, la derecha
"Nueva Democracia" y Syriza, giran en torno a elegir "el mejor
gerente del tercer Memorando". Syriza promete una gestión "más
humana" de la "lista de los horrores", como Der Spiegel lo ha
llamado, mientras que en la derecha es de una más "responsable".
En
cualquier caso, ningún partido podría ganar la mayoría absoluta el 20 de
septiembre, y ya todo el mundo habla de un gobierno de "nueva unidad
nacional", una coalición en el poder, ya sea con Syriza como núcleo
dominante o Nueva Democracia, o ambos, en una "gran coalición". Su
misión (imposible): imponer la "Lista de los Horrores" a un pueblo devastado,
pauperizado pero aún no derrotado, con una joven generación insurgente,
combativa, de trabajadores desempleados, una juventud sin futuro, a la
vanguardia de todas las luchas sociales.
Grecia
se ha transformado en un protectorado peculiar de la UE, donde todas las
principales decisiones económicas, sociales y políticas no serán tomadas por
cualquier gobierno electo en las próximas elecciones, sino por las
"instituciones" imperialistas de la UE, el BCE, el FMI, y ahora el
ESM (el Mecanismo de Estabilidad Europea) –la troika se ha transformado en un
"cuarteto"– supervisará periódicamente la aplicación del Memorando y
la imposición de la disciplina financiera.
Las
elecciones sólo exacerbarán una profunda crisis del régimen capitalista. Sea
cual sea el resultado, la lucha de clases se intensificará dentro de las
condiciones de una nueva fase de la crisis capitalista mundial, como con el nuevo
tsunami que ya llegó este verano de China, con gran impacto en el estancamiento
de la sobre-endeudada economía de la UE, y su vínculo roto, Grecia.
El
viejo sistema político se había derrumbado ya en 2012. Los intentos para su
restauración por la derecha, explotando el fracaso de Syriza como alternativa,
se ven socavados por la quiebra económica indisoluble y la ausencia de
legitimidad política del sistema político burgués establecido luego de caída la
dictadura militar en 1974. Todo está cambiando rápidamente, con fluidez, sobre
todo en la izquierda.
Para
preparar las próximas batallas, el EEK considera necesario, ahora más que nunca
antes, luchar por el Frente Único de Clase sobre la base de un programa de
transición en la lucha por el poder obrero. La unidad de acción es urgente, así
como el más grande y abierto debate frente al pueblo entre todas la
organizaciones de izquierda, partidos, colectivos de los trabajadores y
movimientos populares, para sacar las lecciones de los últimos 5 años, y para
abrir un nuevo camino, tras el fracaso de Syriza, hacia el poder obrero y la
unificación socialista de Europa, sobre las ruinas de la UE imperialista, la
prisión de los pueblos y el cementerio de los migrantes, sus víctimas.
Un
reagrupamiento de las fuerzas de la izquierda revolucionaria, en primer lugar,
es necesario y urgente. Por esta razón, el EEK, manteniendo su independencia
política, ha formado un bloque electoral con la mayoría de Antarsya sobre la
base de un programa de transición en contra de todas las medidas de austeridad,
para romper con la UE, el FMI y la OTAN, por la abolición de la deuda, la
nacionalización de los bancos y de los sectores estratégicos de la economía
bajo control obrero, contra el racismo y el fascismo, por la unidad fraterna
con los migrantes, para acabar con el capitalismo, sus Estados y gobiernos,
para abrir el camino por el poder obrero y una perspectiva internacionalista
para Europa y el mundo bajo una dirección comunista.
Savas
Michael-Matsas
Atenas,
14 de septiembre de 2015
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