Opción Obrera es la sección venezolana de la CRCI (Coordinadora por la Refundación de la IV Internacional)

Propulsamos el desarrollo de una política proletaria al seno de los trabajadores tras su independencia de clase y una organización de lucha para su liberación de la explotación e instaurar El Gobierno de los Trabajadores, primer paso hacia el socialismo.

Ante la bancarrota capitalista mundial nuestra propuesta es que:


¡¡LOS CAPITALISTAS DEBEN PAGAR LA CRISIS!
¡LOS TRABAJADORES DEBEN TOMAR EL PODER!



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martes, 19 de abril de 2016

El impeachment es un golpe de Estado


El impeachment es un golpe de Estado


A esta altura no puede caber ninguna duda que detrás del llamado impeachment brasilero se esconde un golpe de estado para ungir en el poder a una alianza conformada por una fracción que hasta no hace tanto operó como aliada del gobierno de Dilma Rousseff, junto a sectores opositores tradicionales. El vicepresidente de la Nación, Michel Temer, y el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, han operado a la luz pública para reunir los votos necesarios que requiere el inicio del juicio político. Aunque Dilma seguirá en el gobierno hasta que el Senado por mayoría simple confirme la votación de Diputados, la suerte parece estar echada. Una vez que esto ocurra –será en unos 15 días- el vicepresidente Temer ascenderá a la presidencia de la República.

La votación en Diputados presentó un espectáculo simplemente circense. Como relató por twitter un cronista de TN presente en el lugar, de los 513 diputados sólo 100 podrían mostrar un legajo no manchado por la corrupción; a 10 de ellos les cabe directamente la calificación de asesinos. Esto explica que el pedido de juicio político contra la presidenta se base en denuncias sobre las llamadas “"pedaleadas", es decir el maquillaje de la cuentas públicas y la creación de partidas presupuestarias sin autorización del Congreso para esconder el déficit. Se trata de una práctica común, a la cual también recurrió en el pasado el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, quien a pesar de ello se encontró entre los principales promotores del impeachment.

Aunque pueda resultar llamativo, no figuraron entre los cargos contra Dilma las denuncias de corrupción que envuelven a Petrobras y a su red de contratistas y constructoras. La omisión tiene una explicación: los diputados que votaron el impeachment cargan sobre sus espaldas con denuncias comprobadas sobre estos hechos. La lista la encabezan el presidente de la Cámara de Diputados, Cunha, que se encuentra en rebeldía con la Justicia al no presentarse amparándose en los fueros, e incluso alcanzan hasta el vicepresidente Temer. Existen fundadas razones para aseverar que la premura para votar el impeachment responde al interés de asegurar su propia impunidad.

El volumen de la votación favorable al impeachment superó todos los pronósticos. Los 367 votos superaron con creces los 342 (dos tercios) necesarios para aprobar la moción. Los medios de prensa difundieron que los diputados que estaban en duda se volcaron a favor del juicio político debido a la presión ejercida por empresarios poderosos. Es que la clase capitalista brasileña trabajó abiertamente a favor del impeachment. Un dato decisivo fue el pasaje al campo del golpismo de la burguesía industrial de San Pablo, otrora una base social del gobierno del PT, que está siendo arrasada por la competencia de China, especialmente en el campo de las grandes siderúrgicas.

A pesar de que el golpe en marcha pretende enarbolar las banderas de la lucha contra la corrupción, la clase capitalista lo apoya para luego frenar los procesos que alcanzan a innumerable cantidad de grandes empresarios. El principal de todos, Odebrecht, actualmente en prisión, se ha sumado a la llamada “delación premiada” para reducir su pena y blindar a la empresa de las consecuencias patrimoniales que traerá la revelación de las coimas pagadas. La función de un gobierno de Temer será frenar estas investigaciones, que ponen en jaque al régimen político brasileño y a la propia clase capitalista.

La derrota parlamentaria de Dilma es la expresión política de la bancarrota económica en la que se encuentra Brasil. La deuda pública alcanza el billón de dólares, lo que equivale al 80% del PBI. La deuda privada ronda los U$s 300.000 millones. La otrora joya del capitalismo brasilero, Petrobras, concentra una deuda de U$s 150.000 millones, en momentos en que su capital accionario se redujo en un 80% -U$s 10.000 millones en el último trimestre del año pasado. La alternativa de recurrir al rescate de China puso en alarma a la burguesía paulista, que ve el peligro de su propia liquidación. Para esta “burguesía nacional” la salida pasa por la entrega de Petrobras al capital internacional. El gobierno de Dilma dio pasos en ese sentido, al autorizar las concesiones de los yacimientos pre-sal, eliminando la exclusividad que tenía Pretrobras para explotarlos. Pero se trató de una medida tardía y a medias. El objetivo de los golpistas es pasar directamente a un sistema de concesiones a los monopolios privados internacionales, y desarmar la red de contratistas con la que el PT quiso “reconstruir la burguesía nacional” –el mismo planteo de Kirchner para crear el emporio de los Lázaro Báez y cía.

Junto con esta lucha despiadada por la propiedad y los negocios, la clase capitalista reclama un ajuste brutal contra los trabajadores. Está en juego una contra-reforma laboral, decenas de miles de despidos y un ajuste del gasto social estimado en U$s 40.000 millones de dólares. Todas las previsiones hablan de una nueva caída del PBI para este año y el siguiente, como consecuencia de la fuga de capitales, el retroceso del precio del petróleo, el derrumbe del consumo apalancado por el crédito, y una crisis bancaria en ciernes.

Mediante el impeachment, la burguesía y el imperialismo quieren instalar un gobierno de ajuste directo contra los trabajadores, pero nada indica que estén reunidas las condiciones políticas para ello. Un gobierno de Temer y Cunha, acosado por denuncias de corrupción en su contra, deberá probar su capacidad de derrotar a la principal clase obrera de América Latina. Las encuestas de opinión muestran el elevadísimo repudio que todos los partidos políticos tienen en el conjunto de la población.

La derrota sufrida por el PT en la Cámara de Diputados mostró que durante 4 mandatos consecutivos operó mediante un cogobierno con fuerzas de derecha y descompuestas, empezando por el partido más corrupto de Brasil, el PMDB. Que no haya podido reunir el tercio de votos necesarios para impedir el impeachment es una muestra categórica de este cogobierno. Quienes en el pasado le reclamaban al Partido Obrero y a la izquierda argentina que sigan el ejemplo de “construcción de poder” del PT ahora deberán hacer un balance de fondo. La corruptela generalizada con empresas como Odebrecht, y las alianzas con los Temer y Cunha, han conducido a una derrota bochornosa al Partido de los Trabajadores de Brasil.

Macri podrá festejar el resultado de la votación en el Congreso de Brasil. Es sabido que en la reciente visita de Obama, el tema ocupó el primer lugar de la agenda. Pero no debe festejar por anticipado. La bancarrota económica y política de Brasil responde a una quiebra capitalista internacional que envuelve también a la Argentina. Brasil expresa no solamente la declinación bochornosa del PT, sino a una crisis de régimen que envuelve al conjunto de sus partidos y a su organización. Pero ni los trabajadores de brasileños ni los argentinos han dicho su última palabra. Lo más importante aún está por venir.

Congreso de Trabajadores


La izquierda brasileña no ha jugado un rol político independiente en la crisis, oscilando entre una disolución en el PT y el planteo de nuevas elecciones (PSTU, Luciana Genro) levantado por sectores de la oposición. Este planteo, inclusive, podría ser recogido por el PT en caso de una asunción de Temer. No implica ningún avance en la conciencia de los explotados.

Planteamos un Congreso de los Trabajadores, electos en lugares de trabajo y en asambleas, que discuta una salida para el país, y para que la clase obrera emerja como factor político independiente.

Gabriel Solano Partido Obrero Argentina

martes, 22 de marzo de 2016

Brasil: Ante el golpe inminente


LA CRISIS DEL GIGANTE SUDAMERICANO
Brasil: Ante el golpe inminente

Desenmascarar la trama golpista de las denuncias judiciales es la primera tarea que impone la situación brasileña. Sin la denuncia vigorosa del golpismo, no puede siquiera arrancar una política de clase en la situación actual en Brasil. La segunda es señalar que la corrupción y descomposición del gobierno de Rousseff y del PT es la consecuencia de una política al servicio de los grandes capitales, de las alianzas contrarrevolucionarias con los partidos decrépitos de la burguesía nativa, y del carrerismo inevitable que entraña toda política de izquierda que se desarrolle a la sombra del régimen político burgués y del capitalismo.



Una forma de poner en contexto la crisis política en Brasil es destacar que sería el tercer golpe parlamentario que se consuma en América Latina desde 2010. La técnica del golpe de estado no es privativa de los militares. El primero fue el derrocamiento de Zelaya, en Honduras, para desbaratar un acercamiento al bloque bolivariano. El segundo fue el del paraguayo Lugo. El infortunio de Zelaya fue seguido por una prolongada crisis internacional, cuyo epicentro fue, en determinado momento, la embajada de Brasil en Tegucigalpa, que alojó a Zelaya y fue enseguida cercada por las fuerzas armadas hondureñas. Lo de Lugo fue más modesto; una queja diplomática de Argentina, Brasil y Venezuela desde la ciudad de Córdoba. La secuela de la caída de Lugo fue un boom de la economía paraguaya, impulsado por capitales sojeros de Brasil y de Argentina, sin que la minera Río Tinto alcanzara su objetivo de apoderarse del excedente de electricidad de Paraguay para instalar su explotación de aluminio – otro de los objetivos del golpe institucional (sic). La destitución de Dilma Roussef, a partir de un juicio político, no levanta olas, sin embargo, en el ámbito de la diplomacia regional; a lo sumo, una suerte de denuncia de Evo Morales y de Rafael Correa. Si se agrega el caso de un activo protagonista en la política latinoamericana, Irán, el cambio de tendencia política no podría ser más completo: el nacionalista Amadineijad y su guardia republicana dieron paso a una administración ‘reformista’, que se abocó de inmediato a cerrar el acuerdo nuclear que le exigía la Otan, con el apoyo de Rusia y China. Para cerrar, Macri se hizo cargo del gobierno de Argentina. Obama celebra su exitosa ‘muñeca’ internacional con un paseo por Cuba y Argentina, aunque todavía tiene pendiente el cambio de régimen en Venezuela. Todo esto, sin embargo, podría convertirse en un bumerán para este primer presidente de color de Estados Unidos si Donald Trump acabara derrotando a Hillary Clinton en noviembre próximo. No sería un golpe parlamentario, pero sí un golpe electoral.

Es hora, entonces, para que la izquierda revolucionaria convoque a una conferencia latinoamericana para tomar la iniciativa frente a este proceso político con una posición homogénea. De otro modo quedaría a merced de los acontecimientos, cuando en realidad la enormidad de la crisis en curso le ofrece una oportunidad política excepcional. Esta iniciativa en el campo de la lucha de masas debería manifestarse también en el ámbito parlamentario.

Política y Petróleo

Otra forma de poner en contexto la crisis política en Brasil es simplemente informar que el Senado brasileño deberá votar, próximamente, dos mociones acerca del régimen de explotación petrolera, que no casualmente en un fruto directo de la crisis de Petrobras y del llamado “petrolao” o “lava jato”. Una de las mociones es retirar la obligación de Petrobras de presentarse a todas las licitaciones para la explotación de la plataforma marítima pre-sal. La otra va más allá: sustituir por completo el régimen de participación con Petrobrás por el retorno al sistema de concesiones – el cual permite anotar las reservas comprobadas de petróleo en el patrimonio de las empresas beneficiarias. La razón por la cual un sistema aceitado de coimas que data de los 90 salte ahora y que entre los golpistas se encuentren en masa corruptos notorios y denunciados, es precisamente ese: rematar el capital petrolero acumulado por Petrobrás, una empresa mixta entre el Estado brasileño y las bolsas de Sao Paulo y Nueva York. La votación en el Senado pone fin a la tentativa pseudo industrialista del gobierno brasileño entre Petrobrás y las grandes constructoras y compañías de ingeniería de Brasil. El gobierno de Dilma Roussef se ha adelantado a este vaciamiento petrolero con la venta de activos y un programa de desinversión, para hacer frente a una deuda dolarizada de 250 mil millones – diez veces mayor que su capital bursátil. Este fracaso se pone de manifiesto igualmente en el campo de la minería, donde la primera productora mundial de mineral de hierro, Vale do Rio Doce, obstruyó todos los proyectos para industrializar la materia prima en el país, y ahora se hunde bajo el peso de la caída del precio internacional del mineral y una fenomenal acumulación de deudas.

Detrás de las pretensiones judiciales de castigar la corrupción, está presente el derrumbe industrial de Brasil y la disputa por los despojos de sus industrias más significativas – públicas y privadas. En el marco de la crisis en el mercado petrolero internacional, un retiro de Petrobrás sería funcional a un reacomodamiento de precios a favor de los principales monopolios petroleros y el ‘shale oil/gas’ norteamericano. Es necesaria una caracterización materialista de la crisis, para despojarla de sus vendas y falsificaciones jurídicas. Después de todo, el Supremo Tribunal Federal de Brasil no nació ayer.

Etapa política y gobiernos de recambio

Un tercer contexto fundamental de la crisis en curso, es el golpismo declarado de las corporaciones patronales más influyentes, en primer lugar la Federaçao de Industrias de Sao Paulo, Fiesp – aunque otras, como la Confederaçao Nacional de Industrias, siguen tibiamente en el campo oficial. Es que la crisis de la industria es enorme: ha perdido peso en el PBI y su poderoso sector siderúrgico registra pérdidas crecientes. El capital acerero exige poner fin a la competencia de China, de la cual dependen, sin embargo, los exportadores de materias primas agrícolas y mineras. La industria brasileña reclama un rescate financiero en gran escala – sea del Estado como del capital financiero internacional. Necesita, entonces, pasar de un régimen político de contención y domesticación de los trabajadores, por medio de la cooptación de las direcciones de las organizaciones populares, a un régimen político de franca ofensiva. Para eso necesita un ajuste violento del déficit fiscal, en primer lugar mediante un fuerte recorte del sistema previsional. El golpismo de la gran industria brasileña deja a la luz el anacronismo político del régimen que la sirvió espléndidamente durante cerca de una década. El alineamiento contundente de la burguesía nativa con un golpe, convierte a la salida de Roussef en irreversible, porque la derrota del golpismo, en semejantes condiciones, sólo podría conseguirse mediante un ataque a fondo a la propiedad privada del gran capital que opera en Brasil.

En toda América Latina se manifiesta el tránsito entre gobiernos de contención de las masas a gobiernos cuyo propósito es desarrollar una iniciativa directa contra ellas. Los recursos políticos y económicos para conseguir el éxito de este tránsito, sin embargo no existen; ni ayuda la crisis mundial ni existe una desmoralización popular que lo haga factible. Por eso, como se ve en Brasil y también en Argentina, ese tránsito podría enfrentar situaciones pre-revolucionarias.

La denuncia indiscriminada de coimas es una expresión irrefutable de la caducidad del régimen político vigente, una coalición entre el PT y partidos patronales y derechistas, que no podía operar sin un sistema generalizado de prebendas. Bajo el gobierno de Lula fue a la cárcel su jefe de gabinete, Jose Dirceu, el mandamás del PT, que repartía sueldos adicionales (mensalao) a los legisladores, para conseguir el pasaje de proyectos de ley. El ‘lava jato’ ha dejado al desnudo un sistema extraordinario de coimas repartidas desde el gobierno petista-pemedebista. Este era el carácter “do governo popular”, que desde toda la vida impulsó el stalinismo y la izquierda democratizante. No es la primera vez que tomará su propia medicina: lo liquidan sus aliados (el parlamento del Frente Popular, en Francia, expulsó en 1939 al PC de su ámbito y entregó el gobierno al fascista Pétain). Entre las masas obreras y empobrecidas del país, el desprestigio del PT es irreversible: a la hora de convocar a una manifestación de apoyo al gobierno, el PT y sus cooptados (Cut, Mst, etc) solamente logró reunir la tercera parte de lo que junto el golpismo.

Suma cero

La designación de Lula como Jefe de Gabinete es, antes que nada, un acta de renuncia de la presidenta formal, Dilma Roussef: si Lula fracasa no hará falta siquiera un juicio político. Pero Lula no tiene ninguna posibilidad de salida mediante un apaciguamiento del golpismo, como lo insinuaría el nombramiento del ex Banco de Boston, Henrique Mireilles, para presidir el Banco Central, como ya lo había hecho en 2003, por exigencia del Citibank. La crisis marcha con mucha rapidez. El único sentido de la designación sería llamar a la intervención popular, incluida la huelga general. No hay el menor indicio de una orientación semejante. Para gran parte de la opinión popular, Lula busca en el gobierno un refugio contra la arremetida judicial. En lugar de rechazar en forma unilateral la injerencia del poder Judicial para evitar su asunción, lo ha legitimado mediante sucesivas apelaciones. De este modo ha debutado colocando el poder en manos de la Corte Suprema.
¿Adónde va Brasil? El reemplazo de la Presidenta por su vice, el pemedebista Michel Temer, debería llevar a nuevas elecciones, que podrían tener lugar en octubre, junto con las municipales. Temer no tiene otra capacidad que pilotear los Juegos Olímpicos, y probablemente tampoco eso. La destitución de ambos, por una denuncia de corrupción en la campaña electoral de 2014, desencadenaría la inmediata convocatoria electoral. Existe una distante probabilidad de que la Corte Suprema dilate un dictamen sobre la designación de Lula. Este panorama inquieta a toda la prensa internacional, que caracteriza como “imprevisibles” las derivaciones de la presente crisis.

Una política de izquierda

Desenmascarar la trama golpista de las denuncias judiciales es la primera tarea que impone la situación brasileña. Sin la denuncia vigorosa del golpismo, no puede siquiera arrancar una política de clase en la situación actual en Brasil. La segunda es señalar que la corrupción y descomposición del gobierno de Roussef y del PT es la consecuencia de una política al servicio de los grandes capitales, de las alianzas contrarrevolucionarias con los partidos decrépitos de la burguesía nativa, y del carrerismo inevitable que entraña toda política de izquierda que se desarrolle a la sombra del régimen político burgués y del capitalismo. Sin esta diferenciación es imposible ofrecer una política para las masas trabajadoras. Con estos planteos y un programa de reivindicaciones urgentes, es necesario impulsar un Congreso de Trabajadores y de la Izquierda, con la perspectiva de un gobierno de trabajadores

Jorge Altamira Partido Obrero Argentina

lunes, 25 de mayo de 2015

La estatal Petrobras y el mayor escándalo de corrupción de su historia

Cuando veas las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas a remojar
La estatal Petrobras y el mayor escándalo de corrupción de su historia

Petrobras y la economía brasileña

Si la empresa más grande y principal inversionista de Brasil suspende pagos sería la mayor quiebra industrial de la historia. Petrobras era hasta hace poco un símbolo del Brasil en ascenso (pujante) hoy representa la vulgaridad, lo ordinario, la corrupción, tras el mayor fraude político de la historia de Brasil por los recursos que se estima fueron desviados entre los años 2004 y 2012, todavía no cuantificados pero con cifras de miles de millones de dólares para pagar sobornos y financiar campañas políticas.

El saqueo ha provocado que las acciones de la estadal petrolera cayeran en 37% al cierre del 2014 y la empresa bajara su valor en 29,000 millones de dólares y detonara una crisis política para la presidenta Dilma Rousseff. Petrobras es la petrolera más endeudada del mundo, el jefe recién designado de la petrolera Aldemir Bendine dijo que la deuda no era tan alta como parece, dada la capacidad de la firma para generar ingresos, pero solo el hecho de su nombramiento provoco una caída del 5% de las acciones, Bendine viene de ser el presidente del Banco do Brasil y por lo tanto viene del entorno de confianza de Dilma, asi como lo era Graça Foster la presidenta de Petrobras dimitida

En pocos números y altas cifras, esta desmadre conocido como el Petrolao produjo que el plan quinquenal de inversiones por valor de 221.000 millones de dólares se viniese abajo, si le sumamos una deuda de 130.000 millones de dólares y la abrupta caída del precio del crudo la empresa aun no termina de pisar fondo. La caída del real brasileño a su nivel más bajo desde 2004 lo empeora debido al pago de la deuda de la petrolera, buena parte en dólares.

El Petrolao extiende su desastre a la economía brasileña. Petrobras anunció la venta de activos entre 13.000 y 15.000 millones de dólares entre 2015 y 2016, la reducción de los planes de inversión en 16.000 millones, los despidos superan a más de 30 000 trabajadores y la caída arrastra también a las más grandes empresas de la construcción que podrían ir al default, debido a dificultades de las empresas brasileñas para colocar deuda en el mercado internacional. Goldman Sachs calcula que los bancos brasileños tienen una exposición al sector petrolero de unos 40.200 millones, la mayoría a Petrobras. La compañía representa el 10% de la inversión del país y la decisión de aplazar pagos a proveedores ya ha provocado la bancarrota de alguna de sus contratistas. La petrolera y sus proveedores suponen entre el 15% y el 20% del PIB de Brasil.

Bridgewater, el mayor fondo de alto riesgo del mundo, comparan una hipotética quiebra de Petrobras con la que vivió Rusia a finales de los años 90 y alertan de que sería la mayor bancarrota industrial de la historia. “Si Petrobras cae, las pérdidas infligidas a los grandes bancos públicos provocará tal conmoción financiera que el Gobierno tendrá que acudir al rescate del sistema financiero, con pérdidas no menores a los 60.000 o 70.000 millones de dólares”, sostienen.

Sobre el socorro por parte del estado, dadas las dimensiones de la empresa, un rescate público dispararía el déficit, pondría en riesgo la calificación crediticia del país y amenazaría la sostenibilidad de una economía que ya se encuentra en números rojos. Para maniobrar en este difícil escenario la compañía subió el precio de los combustibles en Brasil por encima de la media internacional, y así ha conseguido una de sus pocas cifras positivas: 112.000 millones de dólares de facturación, un 10,6% más

El presidente de Petrobras, Aldemir Bendine, por fin presentó los resultados, que contaron con la auditoría de PricewaterhouseCoopers (PwC) después de meses de retrasos e inquietud entre los inversores, esta misma (PwC) se negó a finales del 2014, a dar el visto bueno a las cuentas por la dificultad a la hora de cuantificar el desfalco. Petrobras informó que había registrado pérdidas por 7.174 millones de dólares en relación al 2013, su primer balance en rojo desde 1991. Petrobras comunicó también una desvalorización de activos (impairment) por 14.813 millones de dólares, entre otras cosas por la postergación de proyectos de refinería y la caída del precio internacional del petróleo. Aldemir Bendine, alertó que las cifras podrían ser revisadas a la baja si surgen indicios de más robos en las investigaciones en curso.

Un dia antes de conocerse los resultados, la presidenta Rousseff abogó por Petrobras y las constructoras implicadas en el escándalo temiendo un efecto dominó sobre la economía, lastrada por la desaceleración y la inflación. "Tenemos que cerrar las puertas a la corrupción. No podemos, de manera alguna, cerrar las puertas para el crecimiento, el progreso y el empleo", sostuvo la presidenta ante su equipo de ministros.

Rousseff remarcó que la lucha contra la corrupción "no puede significar la destrucción de empresas privadas" y "esenciales" para la economía brasileña, -hundida con crecimiento casi nulo-, y pidió que el castigo recaiga en los directos responsables del caso y no en las instituciones. No tiene un pelo de tonta, sabe para donde apuntar. Para nosotros el nacionalismo, el populismo, el progresismo dentro, como están, del capitalismo no tienen futuro.