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martes, 27 de febrero de 2024

Sobre los Trotskistas

 Sobre los Trotskistas

Comentarios a un artículo de Sungur Savran, en la página  “gerçekgazetesi1.net” del DIP(1) de Turquía


El artículo de Sungur Savran, “Escritos sobre Lenin: Trotsky y los “trotskistas” frente a Lenin”(2) es necesario y justo en su objetivo, sin quitar un ápice al contenido del artículo, el cual lo suscribimos, también debemos comentar elementos que preferimos decirle sobre la forma, en el cual diferimos.

Referirse al “movimiento trotskista” asoma varios asuntos confusos, primero como movimiento ya esto oscurece la expresión, como doctrina, organización, inclusive como referencia, ahora bien referirse a quienes se declaran trotskistas o asumen serlo, arropa mucha gente, algunos pueden serlo y muchos no son, porque simplemente titularse no acredita que lo son, y ahora ¿quiénes lo son?, y ¿qué es esto?, para hacer un símil, todo los que se titulan marxistas, no lo son y de paso, el marxismo con el predicado revolucionario, implica o sugiere que  hay marxistas no revolucionarios, en fin, es un contrasentido esbozar estos dos términos juntos. Pues bien, para no alargar innecesariamente el motivo de esta respuesta, los trotskistas son la continuación del marxismo, que particulariza una época que se marca por unas situaciones no previstas hasta el momento del triunfo de la revolución dirigida por Lenin y los bolcheviques, de la toma del poder por los trabajadores. Las condiciones posteriores determinaron la degeneración de la revolución, su retroceso y la respuesta dentro de la línea, o continuidad desde Marx y Engels, pasando por Lenin, hasta 1922-23, lo dan los trotskistas, no solo dentro de las fronteras de la Unión Soviética, con el añadido, más tarde, de la teoría y su praxis correspondiente a través de las tesis de la revolución permanente y el programa de transición con la creación de la IV Internacional, el partido de la revolución mundial, hoy todavía por consolidarse, pero que, sin embargo, mantiene su vigencia. Si bien los documentos de los 4 primeros congresos de la III Internacional dirigidos por Lenin, todavía son actuales, y los 3 últimos congresos llevaron a las peores derrotas del proletariado en el mundo, tras su disolución, queda en la perspectiva la continuidad de la organización internacional, no como una respuesta a quienes condujeron a la URSS a su debacle, el stalinismo, sino más allá, a los trotskistas de pacotilla, a los nacionalistas, en fin, al imperialismo en su fase de declinación.

Ahora bien, el marxismo como bien lo expresa Sungur en su artículo “la Era del Egoísmo”(3) -y por lo tanto el trotskismo (para los trotskistas auténticos)- está hoy ligeramente en alza, respecto a pudiéramos decir su decaimiento en los años sesenta del siglo pasado, mediante el estalinismo y la falta de respuesta consciente al proceso de ascenso y lucha de masas, que partió del triunfo de la revolución cubana, dentro del contexto mundial y más tarde de la derrota del imperialismo en Vietnam. Los llamados trotskistas, que no lo son, se delatan respecto su programa y sus manifiestos porque evaden la lucha, tras un programa, por la Dictadura Proletaria cómo única vía para avanzar hacia el socialismo. Quizás no está demás decir, que el título de trotskismo hoy, nos diferencia como marxistas de los que no lo son, al mostrar el activo de Trotsky hoy, como defensa de la continuidad de la lucha que inició Marx y Engels hace poco menos de 200 años y que Lenin continuó y demostró su autenticidad. Para los trotskistas ha sido muy caro el término, luego del desarrollo de la revolución mundial en cuanto a persecución y asesinatos, tras “la media noche en el siglo”, parodiando a Víctor Serge.

 

Algo más, en la estupenda actividad “on line” de la conmemoración de “El legado de Lenin, 100 años después”, fueron partícipes organizaciones y personas que nos reclamamos del trotskismo, cómo también algunas que provienen del stalinismo, no sabemos en cual proporción y que expresan respecto del trotskismo, además aprovechamos para resaltar el magnífico artículo de Sungur, “El legado de Lenin, denegado”(4), lo cual es totalmente pertinente, y apuntamos que nuestro artículo “Sobre Lenin, la conferencia de Génova y el tratado de Rapallo”(5) encaja en ese contexto, si bien partimos cronológicamente no desde 1914, sino después de 1918 con la visión de Lenin en defensa de la revolución mundial, al cual añadimos que una de las consecuencias de no trascender “el problema de las naciones” se expresa en la actitud de ¿marxistas? en pretender construir partidos nacionales y no secciones nacionales o regionales del partido de la revolución mundial, totalmente contrapuesta a la visión holística del imperialismo, los cuales si ven los “problemas nacionales” desde la ONU y desde allí se respaldan con la OTAN y con el ejercito israelí.

 

José Capitán

Opción Obrera

Venezuela

 

1 Partido Revolucionario de los Trabajadores (Turquía)

2 https://opcion-obrera.blogspot.com/2024/02/los-escritos-de-lenin-trotsky-y-los.html

https://opcion-obrera.blogspot.com/2023/03/la-era-del-egoismo-parte-iii.html

https://opcion-obrera.blogspot.com/2023/03/la-era-del-egoismo-parte-ii.html

https://opcion-obrera.blogspot.com/2023/03/la-era-del-egoismo.html

https://opcion-obrera.blogspot.com/2024/02/el-legado-de-lenin-menospreciado.html

5  https://opcion-obrera.blogspot.com/2024/01/sobre-lenin-la-conferencia-de-genova-y.html

sábado, 29 de julio de 2023

Trotsky: la filosofía y la burocracia estalinista

 

León Trotsky: la filosofía y la burocracia estalinista

Nota aclaratoria de Opción Obrera Venezuela. El presente escrito, un artículo de Trotsky; es una mezcla a partir de una comparación de la traducción al español de la realizada en griego por la camarada Katerina Matsa (EEK) y la presentada en Obras y Escritos de León Trotsky, Tomo XXVI 1928/29 Ediciones Apuntes Socialistas Revolucionarios 6ta edición 2021 Argentina. En resumen, la nota es la resultante de la combinación de las dos partes, a falta de conocer la fuente original.





Aspectos filosóficos de la burocracia

Ahora disponemos de condiciones favorables para estudiar la cuestión de las tendencias filosóficas del burocratismo. Como es bien sabido, la burocracia no ha sido nunca una clase independiente. En última instancia, siempre ha servido a una u otra de las clases fundamentales de la sociedad –pero sólo en última instancia, y a su manera–, es decir tratando de sufrir lo menos posible.

Es cierto que con bastante frecuencia un sector de clase o una capa de una clase, va a llevar adelante una lucha descarnada por su porción de renta o poder, y esto es más cierto aún para la burocracia, que constituye el sector más organizado centralizado de la sociedad civil que, al mismo tiempo eleva por encima de la sociedad incluso sobre, incluso sobre la clase que a la que sirve.

La burocracia obrera no constituye una excepción a esta definición general de este grupo social que gobierna y administra y que es, en consecuencia, privilegiado. Los métodos y hábitos de la administración –que, desde luego, es la principal función social de la burocracia y la fuente de su
preeminencia– dejan inevitablemente una impronta bien marcada en todo su modo de pensar. No es casual que palabras tales como “burocrático” y “formalismo” se apliquen no sólo a un sistema de administración o gestión, sino también a un modo definido del pensamiento humano. Las características de este modo de pensar van más allá de los departamentos gubernamentales. Estas características también pueden encontrarse en la filosofía.

Sería una muy grata tarea rastrear el hilo del pensamiento burocrático a través de toda la historia de la filosofía, comenzando por la ascensión del estado policiaco monárquico, que ha reunido en torno a él todas a las fuerzas intelectuales del país en el que se originó. Pero esta es una cuestión particular. Lo que nos interesa aquí es una cuestión parcial –pero de gran importancia actual–, la tendencia a la degeneración burocrática en el plano teórico, exactamente, exactamente dentro del partido, como dentro de los sindicatos y del Estado. Se puede decir, a priori, que, en la medida en que la existencia determina la conciencia, el burocratismo estaba condenado a realizar progresos devastadores tanto en el plano teórico como en todos los terrenos.

La teoría de los factores múltiples

El sistema más apropiado de pensamiento para una burocracia es la teoría de la causalidad múltiple, de la multiplicidad de los “factores”. Esta teoría se levanta sobre la más amplia base de la propia división social del trabajo, en particular de separación del trabajo intelectual y manual. Únicamente es por este camino que la humanidad emerge del caos del monismo primitivo.

Pero, la forma perfeccionada de la teoría de los múltiples factores, que transforma a la sociedad humana, y en su movimiento, al mundo entero, en un producto de juegos mutuos (o en lo que se puede llamar “las relaciones entre categorías”) de factores variados y fuerzas administrativas, en la que a cada uno se le asigna su propia provincia particular o zona de jurisdicción –este tipo de sistema puede ser elevado al status de “perla de la creación” solamente si existe una jerarquía burocrática, que se con todos sus ministros y sus departamentos, se eleva por encima de la sociedad.

Un sistema burocrático, tal como lo ha demostrado la experiencia, necesita de un individuo único para coronar el sistema. La burocracia se originó durante la monarquía y por ende, tiene su punto de apoyo históricamente heredado, en la cumbre. Pero aún en los regímenes democráticos, la burocracia a menudo ha dado origen al cesarismo, al bonapartismo o a la dictadura personal del fascismo, toda vez que la relación de fuerzas entre las clases fundamentales creaba la posibilidad de que un simple individuo se apodere del poder supremo o se establezca como la corona del sistema.

La teoría de los factores independientes; tanto en la sociedad como en la naturaleza, exige en última instancia ser coronada con el gobierno de un solo individuo, exactamente como lo hace una oligarquía de ministros poderosos. En las cuestiones prácticas se plantea sin embargo una pregunta inevitable: ¿quién va a guiar y a coordinar, en última instancia, la actividad de los distintos ministros irresponsables y más o menos autónomos, si no existe ni un super-ministro ni un super-burócrata? Al mismo tiempo, en el plano teórico, el mismo tipo de preguntas se generan en lo concerniente a la teoría de los factores, en la sociedad y en la naturaleza a la vez. Después de todo ¿quién puso estos factores en su lugar? ¿Quién les ha dado sus necesarios poderes de jurisdicción? En una palabra, si en política el burocratismo exige un zar o un dictador, no importa cuál sea su mediocridad, entonces, en teoría, el pluralismo de los factores exige un dios de talla tan liviana como pueda ser esta divinidad. Los partidarios de la realeza franceses, no sin un toque de humor, acusaban al sistema burocrático de la III República de tener “un agujero en la cumbre”. Las cosas se han desarrollado de manera tal que, durante más de medio siglo, la Francia burguesa fue gobernada por una burocracia disimulada detrás de un sistema parlamentario, es decir, con “un agujero en la cumbre”.

Lo mismo ocurre con la filosofía, especialmente con la filosofía social e histórica. La filosofía no encuentra siempre en ella misma el coraje de tapar el agujero en la cumbre con el super-factor de la divinidad. En lugar de ello, le brinda al mundo la ocasión de ser gobernado por una oligarquía ilustrada.

Por esencia, la teoría de los factores múltiples no es viable sin una divinidad. Dispersa simplemente la omnipotencia divina entre los diversos gobernantes menores, con poderes más o menos iguales: en economía, política, derecho, moral, ciencias, religión, estética, etc. Cada uno de esos factores tiene sus propios sub-factores, cuyo número aumenta o disminuye en función de lo que convenga para la autoridad administrativa –es decir, por el nivel dado de conocimientos teóricos. En todo caso, poder y autoridad provienen de la “cumbre”, desde los “factores” hasta los hechos. Es esto lo que le da al sistema teórico su carácter idealista. Cada factor que, por esencia, no es más que un término generalizado para un grupo de hechos similares u homogéneos, recibe poderes especiales inmanentes –poderes supuestamente inherentes a los llamados factores– para gobernar al conjunto de los hechos que se encuentran dentro de su propia jurisdicción imaginaria. Exactamente como algunos burócratas gobernantes, incluidos los republicanos, cada factor se aprovecha de la gracia necesaria, aun cuando ésta esté secularizada, para administrar los asuntos del departamento que le ha sido confiado. Llevada a su conclusión extrema, la teoría de los factores es una variedad particular y de hecho muy extendida del idealismo inmanente.

La fragmentación de la naturaleza en factores auxiliares era un escalón necesario en la larga escalera en que la conciencia humana se elevó del caos primitivo. Sin embargo, en realidad, la cuestión de la interacción de factores, de su jurisdicción, de sus orígenes, no hacen más que plantear las cuestiones más relevantes de la filosofía (sin dar respuesta de ellas). La ruta debe, o bien ascender hacia el acto de Creación y hacia un Creador, o bien descender al polvo terrestre, en el que los seres humanos no son más que un producto, es decir, descender a la naturaleza y a la materia.

El materialismo no rechaza los factores, así como la dialéctica no rechaza la lógica. El materialismo utiliza a los factores como un sistema de clasificación de los fenómenos que aparecieron históricamente – cualquiera sea el modo en que su esencia espiritual pueda ser “delimitada”- a partir de las fuerzas productivas subyacentes, de las relaciones sociales, y a partir de las condiciones materiales históricas, es decir los fundamentos materiales de la naturaleza.

La dictadura del proletariado es una relación de clase, no un principio autosuficiente

¿Qué es la dictadura del proletariado? Es una correlación organizada de las clases bajo una determinada forma. Esas clases, sin embargo, no permanecen inmóviles, sino que cambian material y psicológicamente, cambiando, en consecuencia, la relación de fuerzas entre ellas, es decir, reforzando o debilitando la dictadura del proletariado. Esto es la dictadura del proletariado para un marxista. Pero, para un burócrata, la dictadura es un factor autónomo, “autosuficiente”, o una categoría metafísica que está por encima de la verdadera relación entre las clases y que lleva en ella misma todas las garantías necesarias. En la cúspide de esto, cada burócrata tiende a ver la dictadura, como un ángel guardián colgado encima de su oficina.

Erigidos sobre esta concepción metafísica de la dictadura se construyen todos los argumentos en el sentido que, como tenemos una dictadura del proletariado, el campesinado no tendría diferenciación, los kulaks no podrían fortalecerse, y si los kulaks se fortalecieran esto significaría que ellos alcanzarían el socialismo. En una palabra, la dictadura se convierte, de una relación de clases en un principio autosuficiente, relación en la que los fenómenos económicos, en cierto modo, no son más, que especie de consecuencia. Por supuesto, ningún burócrata lleva este sistema hasta el final. Son demasiado empíricos para ello y están muy estrechamente ligados a su propio pasado. Pero, sus pensamientos, según estas líneas precisas, y las fuentes teóricas de sus errores, deben buscarse en esta dirección.

Marxismo y leninismo según Stalin

El marxismo ha trascendido la teoría de los factores para llegar al monismo histórico. El proceso que vemos ahora tiene un carácter de regresión, ya que representa un movimiento que se aleja del marxismo hacia una oligarquía metafísica de los factores.

(El alejamiento del marxismo en el campo de la teoría se expresó con particular claridad en los escritos de Stalin. Es característico el siguiente extracto de " Problemas del leninismo " de Stalin, escrito en 1924 y reeditado en 1928).

“La importancia de la teoría. Algunos piensan que el leninismo es la primacía de la práctica sobre la teoría, en el sentido de que no es más que la traducción de las tesis marxistas en hechos, su ‘ejecución’. En cuanto a la teoría, se dice más bien que al leninismo no le concernía” (Los fundamentos del leninismo, edición rusa de 1928, p 89 en ruso)

Este pasaje es un verdadero microcosmos de Stalin. Representa igualmente su profundidad teórica, su valiosa astucia y su honestidad hacia a sus oponentes. Cuando Stalin decía: “algunos piensan”, hablaba de mí, en un tiempo en el que aún no se decidía a llamarme por mi nombre. Todavía todos los profesores, periodistas, críticos, aún no estaban esposados, y Stalin no se había asegurado aún a sí mismo la última palabra, ni en la mayoría de los casos, la única palabra. Tenía necesidad de atribuirme la afirmación absurda de que al leninismo no le atañía la teoría. ¿Cómo pudo hacer eso? Al decir “algunos piensan” que el leninismo no es más que “la traducción de las tesis marxistas en hechos”, no es más que una “ejecución”. Esta es la traducción que hace Stalin de mis palabras: “el leninismo, es el marxismo en acción”. Tal como él mismo lo dijo, mis palabras implicaban que el leninismo era "indiferente" al marxismo. Pero, ¿cómo se puede llevar la teoría marxista a la práctica permaneciendo "indiferente" a la teoría? La actitud del mismo Stalin hacia la teoría marxista no puede calificarse de esa manera, por la sola razón de que se trata de la indiferencia de quien maniobra. Pero, por esta misma razón, a nadie se le ocurriría decir que Stalin traduce la teoría en acción. Lo que Stalin traduce en hechos es la disposición de la burocracia del partido, que luego refrena los impulsos subterráneos provenientes de las fuerzas de clase. El leninismo es el marxismo en acción, es decir la teoría que ha tomado carne y sangre. Esta formulación podía ser descripta como una falta de interés con relación a la teoría solo por parte de alguien que se ahoga en su propia ira.

 Esta es la condición física de Stalin. La apariencia exterior del incoloro carácter burocrático de sus artículos y discursos, mal disimula el odio devorador que le profesa a todo lo que supera su propio nivel. Presumiblemente, el pensamiento sobre sí mismo de Stalin es como el escorpión que a menudo golpea su propia cabeza con su cola envenenada.

La relación entre la teoría y la práctica.

¿Qué significa la afirmación: “el leninismo es la primacía de la práctica ante la teoría? Aquí, incluso la gramática es mala. Se debería decir: “la primacía sobre la teoría” o “con relación a la teoría”. El problema, por supuesto, no es por la gramática, la que tiene en general una existencia precaria en las páginas de Problemas del leninismo de Stalin. Lo que importa es el contenido filosófico de esa propuesta. El autor argumenta en contra de la idea de que el leninismo procede de la primacía de la práctica sobre la teoría. Pero, después de todo, esto es la esencia del materialismo. Aún cuando utilizamos el viejo término filosófico superado de primacía, es necesario decir que la práctica tiene la misma primacía indiscutible sobre la teoría como el ser sobre la conciencia, la materia sobre el espíritu y el todo sobre las partes. Ya que la teoría nace de la práctica, está engendrada por las necesidades prácticas, y constituye una generalización más o menos incompleta o imperfecta de la práctica.

En ese caso, ¿los empiristas no tienen razón dado que se orientan por medio de la práctica “directa” como tribunal supremo de la autoridad? ¿No son ellos, en este caso, los materialistas más consistentes? No, ellos no representan más que una caricatura de materialismo. Ser guiado por la teoría es ser guiado por generalizaciones basadas en toda la experiencia práctica previa de la humanidad, con el fin de poder tratar, con el mayor éxito posible, uno u otro problema práctico del presente. De ese modo, a través de la teoría, descubrimos precisamente la primacía del acto en su conjunto sobre los aspectos particulares de ese acto.

Al afirmar la primacía de la economía sobre la política, Bakunin rechazaba la lucha política. No comprendía que la política es economía generalizada (o concentrada) y que, en consecuencia, es imposible resolver los problemas económicos más importantes, es decir, los más generales, sí se evita la generalización a través de la política.

Ahora es posible apreciar la tesis filosófica de Stalin, (como se indicó anteriormente) sobre la importancia de la teoría. Pone al revés la verdadera relación entre teoría y práctica. Pone un signo igual entre la aplicación práctica de la teoría y el menosprecio de la teoría, atribuye a su adversario una idea, evidentemente absurda, y lo hace con las peores intenciones; especulando con los peores instintos del lector mal informado. Esta tesis, perfectamente contradictoria, se destruye a sí misma, además, en un total desconcierto gramatical. Es por estas razones que lo hemos llamado un microcosmos.

¿Qué clase de definición del leninismo oponía Stalin a la mía? He aquí la definición que unió a Stalin, Zinoviev y Bujarin y que encontró su lugar en todos los manuales (oficiales soviéticos): ): (Extracto del libro de Stalin " Problemas del leninismo ", p. 74): “el leninismo es el marxismo de la época del imperialismo y de la revolución proletaria. Más precisamente, el leninismo es la teoría y la táctica de la revolución proletaria en general y la teoría y la táctica de la dictadura del proletariado en particular”.

La inconsistencia de esta definición, y al mismo tiempo, su naturaleza contradictoria, se revelan a partir de que nos preguntamos simplemente ¿qué es el marxismo? Observemos una vez más los principales elementos.

Tres componentes del marxismo

Ante todo, el método dialéctico. Marx no es el inventor de este método y nunca pretendió serlo. Engels creía que era mérito de Marx residía en revivir y defender la dialéctica en los tiempos de la exuberancia filosófica y del empirismo estrecho en las ciencias positivas. Engels, en su “antiguo prefacio” del Anti-Dühring, decía lo siguiente: “Es mérito de Marx que, al contrario de los epígonos groseros, arrogantes, mediocres, que ahora levantan la voz en una Alemania cultivada, fue el primero en poner en el centro de la escena el olvidado método dialéctico” (Ver: Marx y Engels: "Obras Escogidas " en Tres Volúmenes, Moscú, Progress Pbl., vol. 3, p. 64. [S.t.E.: en griego el pasaje está contenido en Fr. Engels,Dialéctica de la Naturaleza, Old Prologue ed., Anagnostidis, p. 71, y en la traducción de Eutychis Bitsakis (Modern Era), p. 30])/. Marx no pudo hacer esto más que liberando a la dialéctica de su cautiverio idealista. Y aquí se plantea un enigma: ¿cómo es posible separar la dialéctica del idealismo de una manera tan mecánica? La respuesta a este enigma se encuentra en la dialéctica del propio proceso de conocimiento. Cada vez que una religión primitiva o mágica adquirían nuevos conocimientos de algún poder del mundo físico, inmediatamente contaban a esta fuerza o poder entre sus propias fuerzas. De la misma manera, la función del pensamiento, al haber separado las leyes de la dialéctica del proceso material, se atribuyó a sí mismo la dialéctica. Al mismo tiempo, la dialéctica, a través de la filosofía hegeliana, se atribuyó una omnipotencia absoluta.  El chaman81 señala con precisión la creencia general de que la lluvia cae de las nubes. Pero se equivoca al pensar que, imitando una u otra característica de las nubes, podría hacer llover. Hegel se equivocó al hacer de la dialéctica el atributo inmanente del Espíritu Absoluto. Pero tenía razón en pensar que la dialéctica interviene en todos los procesos del universo, incluida la sociedad humana.

Al basarse en el conjunto de la filosofía materialista anterior y en el materialismo inconsciente de las ciencias naturales, Marx sacó la dialéctica del árido desierto del idealismo y la hizo mirar hacia la materia, su madre.

81 El chamán es un curandero con poderes extraordinarios vinculados sobre todo al éxtasis.

Es en este sentido que la dialéctica, habiendo encontrado nuevamente sus derechos a través de Marx y materializada por él, constituye el fundamento de la concepción marxista del mundo, el método fundamental del análisis marxista.

El segundo componente más importante del marxismo es el materialismo histórico, es decir, la aplicación de la dialéctica materialista a la estructura de la sociedad humana y a su desarrollo histórico. Sería erróneo disolver el materialismo histórico en el materialismo dialéctico, del cual [el materialismo histórico] no es más que una aplicación. Para aplicar a la historia humana el materialismo dialéctico, era necesario un gran acto creativo del pensamiento humano. Este acto abrió una época nueva en la historia de la humanidad, cuya dinámica de clases está reflejada en él.

Se puede considerar con toda razón que el darwinismo es una aplicación brillante –aunque no haya sido elaborada filosóficamente hasta el final– de la dialéctica materialista a la cuestión de la evolución del mundo orgánico en toda su variedad y multiplicidad. El materialismo histórico cae dentro de la misma categoría. Es una aplicación de la dialéctica materialista a una parte separada, aunque enorme, del universo. La importancia práctica inmediata del materialismo histórico es en este momento incomparablemente mayor, ya que, por primera vez, da a la vanguardia la oportunidad de abordar la cuestión del destino humano de manera plenamente consciente. Sólo la victoria completa del materialismo histórico en la práctica –es decir, el establecimiento de una sociedad socialista técnica y científicamente poderosa– abrirá la posibilidad práctica de una aplicación seria de las leyes del darwinismo a la propia especie humana, con el objetivo de modificar o superar las contradicciones biológicas que existen en los seres humanos.

El tercer componente del marxismo es su sistematización de las leyes de la economía capitalista. El Capital de Marx es una aplicación del materialismo histórico al plano de la economía humana en una etapa particular de su desarrollo, exactamente como el materialismo histórico en su conjunto es una aplicación de la dialéctica materialista al plano de la historia humana.

Los subjetivistas rusos –es decir, los empiristas de la escuela idealista y sus epígonos– reconocían plenamente la competencia y la autoridad del marxismo en el terreno de la economía capitalista, pero negaban que pueda ser aplicado correctamente a otras esferas de la actividad humana. Este tipo de separación descansa sobre una fetichización grosera de los factores históricos homogéneos distintos (economía, política, derecho, ciencias, arte, religión), que forman la trama de la historia mediante su combinación y su interacción, exactamente como los compuestos químicos se forman por la combinación de elementos homogéneos distintos.

Pero aún, además el hecho de que la dialéctica materialista ha triunfado también en química sobre el conservatismo empírico de Mendeleiev al demostrar la transmutabilidad de los elementos – aún dejando esto de lado, los factores históricos no tienen nada en común con los elementos en lo que concierne a la estabilidad y a la homogeneidad. La economía capitalista hoy descansa sobre la base de una tecnología que sabe asimilar los frutos de todo el pensamiento científico anterior. La circulación (comercio) capitalista de mercancías no es concebible más que en el marco de normas legales definidas.

En Europa, estas se establecieron a través de la asimilación del derecho romano y su adaptación posterior a las necesidades de la economía capitalista. La economía histórica y teórica de Marx muestra que el desarrollo de las fuerzas productivas, en una fase precisa, perfectamente descriptible, destruye ciertas formas económicas, en medio de otras formas, y en el curso de este proceso, destruye el derecho, la moral, las ideas, las creencias; demuestra también que la introducción de un sistema de fuerzas productivas de un nuevo tipo y más elevado crea, por sus propias necesidades –siempre por los hombres, siempre por la actividad de los seres humanos– nuevas normas sociales, legales, políticas y otras, en el marco de las cuales esta etapa se provee del equilibrio dinámico que necesita. De este modo, la economía pura es una ficción. A lo largo y a lo ancho, a través de su estudio, Marx pone de relieve, con gran claridad, las correas de transmisión, los engranajes, los demás mecanismos de transmisión que conducen sus relaciones económicas a las fuerzas productivas y a la naturaleza misma, a la corteza terrestre; de la que los seres humanos son un producto; pero también las relaciones económicas que conducen hacia arriba, hacia lo que se llama los aparatos superestructurales y las formas ideológicas que siempre tomaron su alimento de la economía. Todos los hombres comen pan; la mayoría prefiere comerlo con manteca. En otros términos, existe una interacción constante entre la economía y la superestructura.

Así, sólo un eclecticismo desprovisto de talento puede hacer una falsa distinción entre el darwinismo y el materialismo histórico. Pero, al mismo tiempo, también sería completamente erróneo disolver simplemente el sistema económico de Marx en su teoría sociológica –o, para emplear la antigua terminología, en su teoría histórico–filosófica. En relación con el materialismo histórico, Marx y Engels establecieron los métodos fundamentales de la investigación sociológica y propusieron modelos de un alto nivel científico, aunque sólo hayan sido episódicos y en forma de folleto; los trabajos consagrados sobre todo a las crisis revolucionarias o a los periodos revolucionarios en la historia –por ejemplo, el ensayo de Engels sobre las guerras campesinas en Alemania, los escritos de ambos sobre el período de 1848-1851 en Francia, la Comuna de París, y así ininterrumpidamente.82 Estos escritos son ilustraciones brillantes más que aplicaciones exhaustivas de la doctrina del materialismo histórico. No es más que en el campo de las relaciones económicas que Marx ha suministrado una aplicación más profunda de su método en los aspectos teóricos, aunque sea técnicamente deficiente. Lo hizo en un libro que es uno de los productos más consumados del pensamiento cognitivo en la historia humana, El Capital. Por esta obra es que la economía marxista puede ser aislada como un tercer componente, separado, del marxismo.

En la actualidad se pueden leer frecuentemente referencias a la psicología marxista, la ciencia natural marxista, y así infinitamente. Todo esto muestra más el deseo que la realidad, como también lo hacen los diversos discursos sobre la cultura proletaria y la literatura proletaria. Con frecuencia sucede que estas pretensiones no están basadas en nada sólido. Sería totalmente absurdo incluir el darwinismo o la tabla de Mendeleiev como elementos constituyentes del marxismo, a pesar del lazo que existe entre ellos. No hay duda de que una aplicación consciente de la dialéctica materialista a las ciencias naturales, con una comprensión científica de la influencia de la sociedad de clases sobre los objetivos, los métodos, las metas de la investigación científica, enriquecería a las ciencias naturales, y la reestructuraría en muchos aspectos, revelando nuevos lazos y conexiones, y dando a las ciencias naturales un lugar de una renovada importancia en nuestra comprensión del mundo. Cuando aparezcan en la esfera científica trabajos que hagan época, quizás sea posible hablar de biología marxista, de psicología marxista, etc. Aunque seguramente, tal sistema tendrá un nuevo nombre. El marxismo no tiene la pretensión de ser un sistema absoluto. Tiene conciencia de su propio significado históricamente transitorio. Sólo una aplicación consciente de la dialéctica materialista a todos los ámbitos de la ciencia puede preparar y preparará los elementos necesarios para trascender al marxismo, lo que, dialécticamente, será, al mismo tiempo, el triunfo del marxismo. A partir de la semilla brota un tallo en el que crece una nueva espiga de trigo, en detrimento de la semilla que está muerta. En sí mismo, el marxismo es un producto histórico y debe ser aprehendido de esta manera. Este marxismo histórico incluye en sí mismo a los tres elementos de base que habíamos mencionado: la dialéctica materialista, el materialismo histórico, y el análisis teórico y crítico de la economía capitalista. Tenemos en mente estos tres elementos cuando hablamos de marxismo, es decir, cuando hablamos de él de manera válida.

82. Alusión a las obras La guerra campesina en Alemania (Engels), La lucha de clases en Francia, El 18 Brumario de Luis Bonaparte, La guerra civil en Francia (Marx), Revolución y contra revolución en Alemania (Engels).

¿Quizás el sistema del materialismo histórico ha cambiado? Si ha sido así, ¿en donde encontró su expresión este cambio? ¿En el sistema ecléctico de Bujarin que se nos propone bajo el tinte de materialismo histórico? No, ciertamente que no. Aunque Bujarin reduzca el marxismo a práctica, no tiene el coraje de reconocer abiertamente su intento de crear una nueva teoría histórico-filosófica convenientemente adaptada a la nueva época, la era del imperialismo. En última instancia, la escolástica de Bujarin no conviene más que a su propio creador. Lukács hizo un intento más audaz, en principio, por ir más allá del materialismo histórico. Se arriesgó a anunciar que, con el inicio de la revolución de Octubre que representaba el salto del reino de la necesidad al reino de la libertad, el materialismo histórico había dejado de existir y había dejado de responder a las necesidades de la era de la revolución proletaria. Sin embargo, con Lenin, nos habíamos reído mucho de este nuevo descubrimiento que, por decido moderadamente, era, por lo menos, prematuro.  Pero, si bien Stalin, Zinoviev y Bujarin no retomaron la teoría de Lukács – que dicho al pasar, su autor ha repudiado desde hace largo tiempo– ¿qué idea tuvieron exactamente?

Queda por decir que el tercer elemento del marxismo, su sistema económico, es el único aspecto en el que el desarrollo histórico, desde la época de Marx y Engels, introdujo, no solo un nuevo material fáctico, sino también formas cualitativamente nuevas. Pensamos en la nueva etapa de concentración y centralización de la producción, de la circulación, del crédito, las nuevas relaciones entre los bancos y la industria, y el nuevo rol del capital financiero y las organizaciones monopólicas del capital financiero. Pero no podemos hablar bajo este ángulo de ningún marxismo especial durante la época del imperialismo. Lo único que podemos decir aquí –y con plena justificación– es que El Capital de Marx necesita un capítulo suplementario, o un volumen entero suplementario, que incluyera a las nuevas formas de la época imperialista en el sistema de conjunto. No hay que olvidar que una parte importante de este trabajo fue hecho por ejemplo por Hilferding en su libro sobre el capital financiero, escrito; dicho sea al pasar, bajo la influencia del saludable impulso dado por la revolución de 1905 al pensamiento marxista en Occidente. Sin embargo, no está en la cabeza de nadie incluir El Capital financiero de Hilferding como parte integrante del leninismo, aún cuando se le sacaran los elementos envenenados de pseudo marxismo –estos elementos pseudo marxistas que por cortesía geográfica llamamos “austro-marxismo”.

Jamás se le ocurrió a Lenin que su genial panfleto sobre el imperialismo83 constituía una especie alguna de expresión teórica del leninismo como tipo especial de marxismo de la época imperialista. Sólo podemos imaginamos los jugosos epítetos con que Lenin hubiera recompensado a los autores de semejante afirmación. Si, por lo tanto, no encontramos una nueva dialéctica materialista, un nuevo materialismo histórico ni nuevas teorías del valor para la “época del imperialismo y la revolución proletaria”, ¿qué contenido debemos darle a la definición stalinista de leninismo que ha sido canonizado como definición oficial?

83. Se trata de EI imperialismo fase superior del capitalismo (1916).

La canonización de esta idea, dicho sea de paso, no prueba nada, ya que la canonización de declaraciones teóricas no es necesaria habitualmente más que cuando, como decía Tomás de Aquino, debemos creerlo precisamente a causa de lo absurdo de las cosas. Movimientos atrasados en el marco del marxismo se han producido ya decenas de veces. Todas las regresiones a visiones teóricas pre-marxistas fueron presentadas hasta el momento en forma de críticas, renovaciones, aumentos –regresiones a ideas que han sido superadas por el marxismo en el curso de la batalla–. Pero el revisionismo no es tan abierto. E incluso el revisionismo abierto debe preparar su camino por socavamientos preliminares llevados frecuentemente bajo la presión de necesidades empíricas y no de objetivos fundamentados teóricamente.

¿Es el leninismo un tipo particular de marxismo de la era imperialista?

El hecho de presentar al leninismo como una especie particular de marxismo específico de la época del imperialismo era necesario para revisar a marxismo, lo cual Lenin ha combatido durante toda su vida. En la medida en que la idea central de esta última revisión del marxismo era la línea reaccionaria del socialismo nacional (la teoría de la construcción del socialismo en un solo país), era necesario demostrar, o al menos proclamar, que el leninismo había tomado una posición nueva alrededor de este tema central de la teoría y de la política marxista, en oposición al marxismo de la época pre-imperialista. Ya hemos oído que Lenin supuestamente descubrió la ley del desarrollo desigual, que no podía tratarse de algo parecido a la época de
Marx y Engels. Es precisamente en el absurdo a los que los Tomás de Aquino de nuestros días nos llaman a creer ciegamente. Pero les sigue siendo inexplicable por qué Lenin en ninguna parte y de ninguna manera difería de Marx y Engels en este tema central y no opuso su propio "marxismo de la época imperialista" al "marxismo simple y puro". Por cierto, Lenin tenía un conocimiento mucho más sólido de Marx que cualquiera de los epígonos de hoy –al igual que una intolerancia orgánica para las afirmaciones inexactas o la falta de claridad en las cuestiones teóricas–. A Lenin lo caracterizaba una honestidad superior de la conciencia teórica, que, en casos aislados, hubiera podido parecer pedante a cualquiera que no reflexionara suficientemente. Conservaba sus cuentas corrientes ideológicas con Marx con el mismo cuidado meticuloso que podíamos ver en su propio y poderoso pensamiento y en su gratitud como discípulo.

Sin embargo, sobre la cuestión central del carácter internacional de la revolución socialista, Lenin no había hecho notar jamás su propia ruptura con la forma pre-imperialista del marxismo o, peor aún, lo había hecho notar pero lo habría guardado en secreto para sí mismo –aparentemente con la esperanza de que Stalin explicaría este secreto próximamente a una humanidad reconocida–. Y lo que Stalin ha hecho, creando el marxismo de la era del imperialismo, en unas pocas líneas totalmente mediocres, líneas que se han convertido en la pantalla para la revisión de sálvese quien pueda de Marx y Lenin a la que hemos asistido en el transcurso de estos últimos seis años.

Debemos remontamos a la Edad Media para encontrar ejemplos análogos del ascenso de un sistema ideológico enteramente nuevo sobre la base de algunas líneas de un texto que fue mal interpretado o incorrectamente copiado. Así, los “viejos creyentes” se dejaban quemar vivos en nombre de algunas líneas de la Biblia, mal copiadas.

En la historia del pensamiento social ruso del siglo XIX encontramos el caso de un grupo de intelectuales progresistas que habían interpretado incorrectamente las palabras de Engels: “todo lo que es real es racional” y que creían que éstas significaban que todo lo que existía era racional y que, en consecuencia, había adoptado una actitud extremadamente conservadora. Pero estos ejemplos son insignificantes –el primero por su antigüedad, el segundo por el escaso número de personas implicadas– en comparación al caso actual, en el que una organización que influencia a millones de hombres, utiliza toda la maquinaria de levantamiento del aparato para imponer un punto de vista totalmente nuevo, que se apoya en una mala interpretación pueril de dos citas. infantil de los dos pasajes (por Lenin: ver "Challenge", 1926-27, p. 57).

Pero, si las cosas hubieran estado realmente determinadas por textos mal copiados o por una lectura iletrada de ciertos textos, entonces tendríamos que caer en la desesperación total por el futuro de la humanidad.. En verdad, sin embargo, las reales fuerzas causales detrás de los ejemplos que hemos citado van más profundamente. Los “viejos creyentes”84 tenían razones materiales suficientemente sólidas para romper con la Iglesia oficial y el estado policíaco monárquico.

En el caso de la intelectualidad radical de 1840, no tuvo el valor de luchar contra el régimen zarista, por lo que antes de llegar al punto en que decidió equiparse con bombas terroristas -lo que no sucedió antes de la siguiente generación- trató de reconciliar la conciencia política recién despertada con la realidad existente, utilizando sólo los medios de algún hegelianismo mal concebido.

84. Los “viejos creyentes” Raskolniki estuvieron en contra de las reformas del patriarca Nikon en 1654 en las que veían una influencia occidental y un atentado contra la tradición nacional (se trataba de corrección de errores perennes en el tiempo en el texto de las Escrituras). Su apóstol era el padre Avvakum.

Por último, la necesidad, de uno u otro modo, de cortar el cordón umbilical que liga la República Soviética con la revolución internacional esta necesidad nació de las condiciones y desarrollos existentes, de las derrotas de la revolución internacional y de la presión local de las tendencias, de los propietarios en el país. Los teóricos de la burocracia han elegido las citas de la misma manera que los sacerdotes de todas las religiones eligen los textos sagrados aplicables según las circunstancias existentes. Si en relación a los textos la burocracia se vio obligada a hacer falsificaciones que avergonzarían a muchos sacerdotes, el error nuevamente se debe a las circunstancias.

Pero, como ya lo hemos visto, a partir de la cita anterior, nuestro teórico tiene otra definición del leninismo que considera como “más precisa”, es decir; “el leninismo es la teoría y la táctica de la revolución proletaria en general y la teoría y la táctica de la dictadura del proletariado en particular”. Sin embargo, esta definición, más precisamente formulada, compromete aún un poco más una definición que ya no tenía esperanzas.

Si el leninismo es “una teoría de la revolución proletaria en general”, entonces ¿qué es el marxismo? Marx y Engels lo anunciaron al mundo, a viva voz, en 1847 en el Manifiesto Comunista. ¿Qué es este documento inmortal sino el manifiesto de la “revolución proletaria en general? Se podría decir con total justificación que toda la actividad teórica ulterior de estos dos grandes amigos no ha sido más que un comentario de este manifiesto. Al utilizar el lema de la “objetividad” los socialistas académicos trataron de separar la contribución teórica del marxismo a la ciencia de sus conclusiones revolucionarias. Los epígonos de la Segunda Internacional trataron de transformar a Marx en un evolucionista de una variedad de jardinería. Durante toda su vida Lenin combatió contra estos dos tipos, en el nombre del marxismo auténtico, es decir “de la teoría de la revolución proletaria en general, de la teoría de la dictadura del proletariado en particular”. ¿Qué significa, entonces, el intento por oponer la teoría leninista al marxismo?

En la búsqueda de un terreno donde oponer el leninismo al marxismo –con, por supuesto; toda suerte de caracterizaciones y de reservas desprovistas de sentido– Stalin recurre a un criterio histórico:

“Marx y Engels aparecieron en la escena en un período prerrevolucionario (pensamos en la revolución proletaria), cuando no existía todavía un imperialismo desarrollado, en el período de preparación del proletariado para la revolución, cuando, la revolución proletaria aún no era directa y prácticamente inevitable. Por otro lado, Lenin, el discípulo de Marx y Engels, pisó el escenario en pleno período de desarrollo del imperialismo, el período de desarrollo de la revolución proletaria” (Stalin, “Fundamentos del leninismo”, edición rusa, 1928, pág. 74).

Aún dejando de lado el estilo sorprendente de estás líneas –Marx y Lenin subidos al escenario “como actores provincianos”, aún es necesario reconocer que esta excursión en la historia es totalmente ininteligible. Es cierto que Marx actuó en el siglo XIX y no en el XX.  pero, la esencia de toda la actividad de Marx y de Engels fue el haberse anticipado en forma teórica y el haber preparado el camino para la era de la revolución proletaria. Si se deja esto de lado, solo puede desembocarse en el marxismo académico, es decir, a lo que es su caricatura más repugnante. La importancia plena de la obra de Marx se hace evidente a partir del hecho que la época de la revolución proletaria, que se ha producido mucho más tarde de lo que él y Engels esperaban, no ha exigido una revisión del marxismo, sino por el contrario, ha exigido la purificación de todo el herrumbre del epigonismo que se desarrolló en el intervalo. Pero Stalin pretende que el marxismo, a diferencia del leninismo, sea el reflejo teórico de un período no revolucionario.

¿Es el leninismo "más revolucionario" que el marxismo?

No es casual que encontremos esta concepción en Stalin. Surge de toda la psicología del empirista que vive fuera de lugar y tiempo. Para él, la teoría solo "refleja" su época y sirve a los propósitos del día.

En el capítulo de Principios del Leninismo,85 especialmente consagrado a la teoría –¡Y qué un capítulo!– Stalin entra en escena de esta manera: “La teoría puede convertirse en una fuerza inmensa del movimiento obrero si se forma en alianza indisoluble con la práctica revolucionaria” (de la edición rusa del 28, pág. 89, el subrayado es mío, León Trotsky).86

Evidentemente, la teoría de Marx, formulada "inextricablemente ligada" a la práctica de una "época prerrevolucionaria", está condenada a parecer obsoleta en relación con el "acto revolucionario" de Stalin. Es completamente incapaz de comprender que la teoría —la teoría genuina o fundamental— no está directamente relacionada con las tareas prácticas del día.  La teoría es más bien la consolidación y la generalización de toda la actividad y experiencia práctica humana, que abarca diferentes períodos históricos en su sucesión materialmente determinada. Es solamente porque la teoría no está indisolublemente ligada con las tareas prácticas que le son contemporáneas, sino que se eleva por encima de ellas, que tiene el privilegio   de mirar hacia adelante, es decir que es capaz de prepararse para vincularse con la actividad práctica futura y formar la gente que estará a la altura de las tareas prácticas del porvenir.

85. Principios del Leninismo comprende una serie de conferencias hechas por Stalin en abril de 1924 en la Universidad de Sverdlov.

86. En la edición francesa, Les questions du Leninisme.

 

La teoría de Marx se elevó como un baluarte gigante sobre el trabajo práctico revolucionario de los contemporáneos (los adeptos de Lasalle) de Marx, así como se elevó sobre la actividad práctica de todas las organizaciones de la Primera Internacional, la Segunda Internacional asimiló sólo algunos elementos del marxismo para sus propias necesidades prácticas, y no siempre los más esenciales. Sólo la era de las catástrofes históricas que se extendieron por todo el sistema capitalista hizo posible que se pusieran en práctica las conclusiones fundamentales del marxismo. Sólo este punto hizo que la gente -y no toda la gente- fuera más receptiva a una comprensión del marxismo como un todo. 

La historia stalinista del marxismo y del leninismo pertenece a la misma “escuela histórica” de la que Marx decía que, para emplear los términos del Nuevo Testamento, no veía más que la parte escondida de todo lo que fue hecho. La sugerencia de Stalin acerca de la existencia de una teoría prerrevolucionaria del marxismo y de una teoría revolucionaria del leninismo, es de hecho una filosofía de la historia adaptada por el fervor teórico que, simplemente, hace mandatos para las tareas prácticas del día.

Cuando Stalin habla de “teoría”, piensa en los que montan, bajo las órdenes del secretariado “con una ligazón indisoluble con la práctica”, las necesidades de las tareas prácticas del aparato dirigente centrista en un período de retroceso político.

Dando vueltas la papilla en el plato, que le resulta demasiado picante y que no ha sido cocinada por él –verdaderamente la mejor palabra para esta salsa teórica es la palabra favorita de Lenin, la papilla– a través de los zigzags y rodeos, Stalin se acerca furtivamente a la idea de que el leninismo es “más revolucionario” que el marxismo. Continuando su intento de oponer el leninismo al marxismo, Stalin escribe: “se nota comúnmente el carácter excepcionalmente combativo, excepcionalmente revolucionario del leninismo”. ¿Quién lo nota? no está claro. Stalin dice simplemente que se nota “comúnmente”. Este tipo de prudencia proviene de la cobardía. Pero ¿qué quiere decir “excepcionalmente revolucionario”? ¿Quién sabe? ¿qué es lo que Stalin señala sobre este punto? Dice: “Es absolutamente justo. Pero (!) esta cualidad particular (una “particularidad” menor en comparación al marxismo) se explica por dos razones: la lucha contra el oportunismo de la Segunda Internacional y la revolución proletaria” (Ibídem, pág. 74).

Se ve como Stalin se consagra –quizás no muy valientemente, pero lo ha hecho– a la conclusión de que el “rasgo particular” del leninismo es su carácter “excepcionalmente” revolucionario en comparación al marxismo. Si esto fuera cierto, entonces tendríamos que haber abandonado abiertamente al marxismo como una teoría superada, exactamente como la ciencia, a tiempo, ha rechazado la teoría flogística, el vitalismo, y así ininterrumpidamente, dejándolo solamente como material para historia del pensamiento humano. Pero, de hecho, la idea de que el leninismo es “más revolucionario” que el marxismo es una completa parodia del leninismo, del marxismo y del concepto de lo que es revolucionario.

En nuestro análisis de la segunda y “más precisa” definición del leninismo según Stalin, hemos dejado de lado hasta este momento la palabra “táctica”. La fórmula íntegra, como recordará el lector, es esta: “El leninismo es el marxismo de la época imperialista y de la revolución proletaria. Más exactamente: el leninismo es la teoría y la táctica de la revolución proletaria en general, la teoría y la táctica de la dictadura del proletariado en particular”.

La táctica es la aplicación práctica de la teoría a las condiciones específicas de la lucha de clases. El lazo entre la teoría y la práctica actual se hace a través de la táctica. La teoría, a pesar de lo que dice Stalin, no se forma en una conexión indisoluble con la práctica actual. Para nada. Se eleva por encima de ella y no es más que por eso que tiene la capacidad de dirigir una táctica indicando, además de las tareas actuales, los puntos de referencia en el pasado y las perspectivas para el porvenir. La línea compleja de la táctica en el presente – táctica marxista; es decir, no táctica de seguidismo– no está determinada por un punto único, sino por una multiplicidad de puntos en el pasado como para el futuro.

Si el marxismo, que apareció en un período prerrevolucionario, no fue en modo alguno una teoría "prerrevolucionaria", sino que, por el contrario, se elevó por encima de su tiempo para convertirse en la teoría de la revolución proletaria, entonces la táctica, es decir, la aplicación del marxismo en condiciones especiales de batalla - por su misma esencia no podía elevarse por encima de su tiempo, es decir, por encima de la madurez de las condiciones objetivas. En términos de táctica -sería más exacto decir, desde el punto de vista de la estrategia revolucionaria*- la actividad de Lenin difiere colosalmente de la de Marx y de los primeros discípulos de Marx, así como la época de Lenin difiere con la de Marx.

El líder revolucionario Marx vivió y murió como consejero teórico de los jóvenes partidos del proletariado y como predicador de sus futuras batallas decisivas. Lenin condujo al proletariado a la conquista del poder, aseguró la victoria dándose la dirección, y dio también la dirección al primer estado obrero de la historia de la humanidad y a una Internacional cuya tarea inmediata era instaurar la dictadura del proletariado en todo el mundo. El trabajo titánico de esta suprema mente revolucionaria y estratégica está ciertamente al mismo alto nivel que el trabajo del titán supremo de la teoría proletaria.

* Véase la definición del significado político de estos términos en la "Crítica del Proyecto de Programa de la Internacional Comunista", obra que conserva toda su vigencia como crítica del Programa mismo y no sólo del proyecto.

El intento de sopesar y comparar mecánicamente los elementos teóricos y prácticos en el trabajo de Marx y Lenin es patético, estéril y profundamente estúpido. Marx creó no sólo una teoría sino también una Internacional. Lenin no solo lideró una gran revolución sino que también hizo trabajo teórico muy importante. Si hicieras esto (la comparación mecanicista) parecería que la diferencia es que "pisaron el escenario" de diferentes épocas, con la consecuencia de que el marxismo es simplemente revolucionario, mientras que el leninismo es "extremadamente revolucionario". Como ya lo hemos oído.

Marx hizo un gran trabajo como líder de la Primera Internacional. Pero esta no fue la principal realización de su vida. Marx seguiría siendo Marx incluso sin la Liga Comunista y la Primera Internacional. Su realización teórica no coincide en ningún sentido con su actividad práctica revolucionaria. Se eleva incomparablemente más alto con la creación de la base teórica de toda la actividad práctica posterior de Lenin y de un cierto número de generaciones todavía por venir.

El trabajo teórico de Lenin tuvo un carácter esencialmente auxiliar en relación a su propia actividad (o práctica) revolucionaria. La dimensión su trabajo teórico correspondió al significado histórico mundial de su práctica. Pero Lenin no ha creado una teoría del leninismo. Ha aplicado la teoría del marxismo a las tareas revolucionarias de la nueva época histórica. A partir del III Congreso del Partido (1905) en donde se plantearon los primeros fundamentos del Partido Bolchevique, Lenin decía que consideraba más justo que lo consideraran un publicista más que un teórico de la socialdemocracia. Esto va más allá de la “modestia” de un joven dirigente, que ya había producido buenos trabajos de gran valor. Si recordamos que hay varios tipos de “publicistas”, Lenin ha definido con justeza la significación histórica de estas palabras. El trabajo de un publicista, según su concepción, es la aplicación teórica y política de la teoría ya existente para abrir el camino a un movimiento revolucionario particularmente vivo.

Incluso la obra más "abstracta" de Lenin, cuyo tema estaba muy alejado de los problemas cotidianos -su obra sobre el empirismo87- fue desencadenada por las necesidades inmediatas de la lucha interna del partido. Este libro debería entrar en todas las bibliotecas al lado del "Anti-Durring" de Engels como una aplicación del mismo método y la misma técnica crítica a material científico parcialmente nuevo dirigido a nuevos oponentes. Nada menos, pero tampoco no más que esto. Aquí no hay ni un nuevo sistema ni un nuevo método. Es total y absolutamente el sistema y el método del marxismo.

87. Se trata del libro Materialismo y empirocriticismo, escrito en 1909 contra Mach y Bogdanov

El trabajo teórico leninista, como hemos dicho, tiene un carácter auxiliar en relación con su propio trabajo práctico. Pero su trabajo práctico fue de una escala que por primera vez requirió la aplicación de la teoría marxista en todas sus dimensiones

La teoría es la generalización de toda la operación anterior y tiene un carácter auxiliar en relación con cada operación posterior. Ya hemos aclarado el punto según el cual la teoría no se formula en dependencia directa de la actividad práctica actual, y no es, tampoco, de apoyo a una actividad práctica o a la actividad práctica en general. “Siempre depende”. para la práctica stalinista de zig-zags sin principios, lo que es “necesario y suficiente” es una mezcla ecléctica de fragmentos mal digeridos de marxismo, de menchevismo, de populismo. El acto leninista hizo pleno uso de toda la teoría de Marx por primera vez en la historia. Solo en esta línea se pueden sopesar las dos grandes figuras históricas. el comentario de Stalin de que cada uno de ellos "pisó con éxito el escenario" de la teoría y la práctica de sus respectivos períodos históricos, uno de manera revolucionaria y el otro de manera "extremadamente" revolucionaria, quedaran para siempre una anécdota repugnante de la historia del epigonismo ideológico. Marx y Lenin integran las filas de los inmortales sin tener una hoja de permiso de Stalin.

Pero si Stalin no se hubiera enfrentado a estas dos grandes figuras, le habría sido imposible aislar al leninismo como una teoría independiente. Esta controversia es la base de cualquier clasificación Ya hemos dicho que la única justificación seria para oponerlos de este modo una justificación que, al mismo tiempo, es la más feroz de las condenas, es la revisión socialista nacional de la “teoría marxista de la revolución proletaria en general y la teoría de la dictadura del proletariado en particular”. Quien más audazmente habló sobre el carácter anticuado del marxismo fue Stalin al menos durante los primeros meses de la “luna de miel” de su nueva teoría en un momento en que la Oposición no había aún picado este pellejo de vaca super estirado con la aguja aguzada de su crítica

Diciembre 1928

https://www.neaprooptiki.gr/leon-trotski-filosofia-kai-staliniki-grafeiokratia/ 10 enero 2022 


“Este texto de León Trotsky es un extracto de una interminable obra suya que fue encontrada en sus archivos en la biblioteca de Harvard. Es una contribución extremadamente importante al estudio de la filosofía de la burocracia estalinista.

En este trabajo Trotsky muestra muy claramente cómo Stalin y su burocracia revisaron el marxismo, reemplazándolo con la teoría de los factores múltiples. Para Stalin, el leninismo es diferente del marxismo. ¡El leninismo es "más revolucionario", porque Marx actuó en una era prerrevolucionaria mientras Lenin dirigía la revolución proletaria! Al invertir idealmente la relación teoría-práctica, el asesino del bolchevismo ve que la teoría se forma en dependencia directa de la actividad práctica actual, desempeñando un papel secundario en relación con ella.

Pero como analiza maravillosamente Trotsky, la teoría se eleva por encima de la práctica (acto histórico de la humanidad) y por lo tanto puede dirigirla indicando, junto con las tareas del presente, la orientación hacia metas futuras. Esta obra se publica por primera vez en griego".


La introducción anterior es de K. Lemnos, seudónimo de Katerina Matsa, quien tradujo el texto. El texto fue publicado en la revista teórica de EDE/EEK, Revolutionary Marxist Review, N° 55 (mayo - junio de 1987). Está disponible en formato electrónico en www.athens.indymedia.org que fue publicado por el difunto camarada Panagiotis Vihos en 2008. En esta publicación hemos adaptado la escritura a la ortografía moderna, hemos corregido algunos errores ortográficos y algunas imperfecciones de traducción. Además, para facilitar la lectura, hemos insertado subtítulos relevantes.

El texto en inglés está contenido en el volumen: Leon Trotsky, The Challenge of the Left Opposition (1928-1929), New York 1981, pp 389-409) – Th.Κ.

 


lunes, 20 de marzo de 2023

La Era del Egoísmo Parte III

 

7. “Políticas de identidad” en la era del egoísmo

 

Partimos de una “soledad de cincuenta años” para el marxismo. En el punto que hemos alcanzado, hemos visto que este medio siglo realmente se superpone con otros tres desarrollos históricos mundiales de medio siglo: el surgimiento de la pequeña burguesía moderna como una fracción de clase y su casi transformación en una casta, el colapso de la estados obreros burocráticos, y el asalto de clase más duradero de la burguesía internacional contra la clase obrera y los trabajadores del mundo como solución a la crisis del capitalismo mundial. Ahora es el momento de elevarse hacia una síntesis de estas cuatro grandes tendencias históricas.

Naturalmente, primero llegaremos a una síntesis del cambio que se ha producido en el mundo material para luego pasar a las consecuencias observables en las esferas ideológica y política. El neoliberalismo y el globalismo pretenden fundamentalmente provocar la atomización de todas las clases y estratos que se oponen a la burguesía, pero ante todo a la clase obrera.

En el plano ideológico, el principio básico de este asalto es “cada uno por su lado y el diablo al último”. Cada individuo, en el mejor de los casos cada familia, debe haber sido arrojado a un universo donde solo ellos deben ser responsables de su futuro y no se debe esperar ayuda de nadie más. (Esto es, por supuesto, sólo el objetivo a ser alcanzado. En la vida real este estado nunca se logra, pero ese es el tipo de universo buscado.) En tal sociedad, es imposible que cualquier individuo (o cualquier familia) adopte cualquier otra estrategia para sobrevivir aparte de la búsqueda de su propio interés. No es posible que el individuo espere soluciones a sus problemas de la sociedad. en general o de ciertas instituciones sociales. En tal sociedad, el egoísmo es un camino hacia que las personas son empujadas a la fuerza. No es una elección moral; es una necesidad de hierro.

El derrumbe de la experiencia de construcción socialista del siglo XX, por otro lado, ha jugado directamente en las manos del neoliberalismo cum globalismo. Lo que distinguió a las sociedades en transición del capitalismo al socialismo de las sociedades capitalistas no era sólo la abolición a gran escala de la propiedad privada sobre los medios de producción y distribución. La situación general en la que la salud y la educación eran derechos para todos los individuos, donde la vivienda, el transporte, los libros, las artes (incluida la ópera y el ballet) se ofrecieron a la gente a un costo bastante bajo gracias a los subsidios del gobierno había creado un entorno social en el que el individualismo y el egoísmo como categorías de la psicología social habían sido relegados a un segundo plano. Lo más importante, ¡no había desempleo! Nadie puede ser despedido de su trabajo (salvo falta muy grave de disciplina) y aunque lo fueran, podrían han encontrado otro trabajo fácilmente. Esta era una sociedad colectivista donde nadie tenía que “correr por sus vidas”. El comunismo, incluso en esta etapa primitiva, ¡es exactamente lo contrario de egoísmo!

El colapso de estos estados uno tras otro o su regreso gradual al capitalismo (los casos de China o Vietnam) crearon una inmensa desconfianza entre las masas viviendo en sociedades capitalistas hacia soluciones colectivas a los males sociales. El debilitamiento de los partidos socialistas y comunistas de los países capitalistas tiene sus raíces en el colapso de los estados obreros burocráticos.

Lo dicho hasta aquí gira en torno a un concepto que todo ser humano puede entender fácilmente: el egoísmo o egocentrismo, en el sentido de un amor y una adoración desmedidos. de uno mismo, prestando atención únicamente al interés propio y comportándose en consecuencia, y permaneciendo ajeno a las necesidades de los demás individuos e incluso llegando a explotarlas con pleno conocimiento de lo que uno está haciendo. Pero ahora estamos pasando a otro plano. En nuestra opinión, la época que vivimos también muestra un estado que puede llamarse egoísmo organizado. La fusión de la pequeña burguesía moderna con las clases y estratos más ricos y poderosos y sin tener en cuenta el destino de todos las clases "plebeyas" de la sociedad, es decir, obreros, campesinos, trabajadores de todo tipo, los empleados públicos ordinarios, los desempleados, los pobres urbanos, los de debajo de la jerarquía social, la “subclase” como a veces se le llama, en otras palabras, la gran mayoría es lo que queremos decir con esto. Esto es lo original en el egoísmo de nuestra época. La burguesía y sus guardianes (políticos, generales, altos cargos burócratas, los mercenarios intelectuales de la burguesía y sus sectores más mundanos propagandistas, etc.) siempre han actuado con puro egoísmo. Ese es el estado normal de la sociedad capitalista. Lo que es específico de nuestra época es el hecho de que la corteza superior de algunos estratos de la pequeña burguesía (ya veces también los estratos inferiores) se unen a estos sospechosos habituales para formar comunidades cerradas y sistemas escolares segregados y una imaginaria Muralla China entre su propio universo y el mundo de los plebeyos. Esto no siempre fue así. Es de esperar que no sea así en el futuro.

Esto, entonces, es la síntesis. La pequeña burguesía moderna, precisamente en un momento cuando sus filas aumentaban rápidamente gracias al rápido crecimiento de la universidad de masas, ha aprovechado la oportunidad de convertirse en una casta, beneficiándose de la crisis del socialismo y del marxismo y de las debilidades del sindicalismo y direcciones políticas de la clase obrera, encontrándose en una situación general de cuyos privilegios no están siendo cuestionados por ninguna fuerza social poderosa. por lo tanto se separó del proletariado y de las grandes masas de trabajadores en un grado no visto en el pasado. El debilitamiento del movimiento comunista (usamos comunismo aquí en el sentido más amplio posible) ha sido a la vez condición previa del surgimiento de la pequeña burguesía moderna y también contribuyó a su reproducción ampliada. El entorno general neoliberal y globalista, con su aspecto de competencia desenfrenada, formó el escenario en el que se estaba representando todo este juego.

Sin embargo, como se recalcó enérgicamente en el último párrafo de la sección introductoria de este artículo, los diferentes componentes de la pequeña burguesía también sufren de ciertos problemas sociales graves. La opresión de las mujeres, de los gays y personas trans, de razas y naciones y creyentes en religiones minoritarias que se encuentran subordinados aún cuando viven como parte de las clases más ricas, todo esto no es sólo una reliquia de épocas históricas pasadas, sino también el resultado de las políticas de "divide y vencerás" de la burguesía como clase dominante. A esto se suma la cuestión de la destrucción de la naturaleza como capital se acumula de manera despiadadamente voraz. La pequeña burguesía moderna no está contenta porque este deterioro del medio natural también daña su propio entorno prístino, reduciendo el valor de mercado de su propiedad, incluidas las segundas viviendas que posee en los espacios más intactos del entorno natural. Por eso organiza partidos “verdes” como arma de clase.

Surgen así movimientos que pretenden reunir a mujeres o gays y trans personas o personas de razas, naciones o religiones oprimidas o aquellos que sufren de la destrucción de la naturaleza, etc. En términos abstractos, estos diversos movimientos pretenden organizar a todos los miembros de la categoría oprimida en cuestión, independientemente de su clase social y su posición. Pero curiosamente, el número de proletarios y miembros de otras clases y estratos plebeyos que participan en estos movimientos son insignificantes a lo mejor. Dado que los miembros de la alta burguesía prefieren mantenerse ocupados en los dominios de la caridad y la inversión en obras de arte bajo la apariencia de apoyo a las actividades culturales y renuentes a participar en tales actividades que en momentos pueden salirse de control, estos movimientos de la “sociedad civil” siguen siendo el chasse gardéee de la moderna pequeña burguesía.

Es como si el pensamiento posmodernista hubiera sido hecho a la medida de estos movimientos. “Diferencia” es el concepto filosófico fundamental. Todos se enfrentan a un problema diferente, todos experimentarán su diferencia con respecto a los demás. Es imposible cambiar la sociedad en su conjunto. En lo que debe enfocarse la atención son en los centros de "micro poder". Foucault habla así en una entrevista:

    Usted está preguntando si una “sociedad en su conjunto” puede funcionar, sobre la base de tales   divergencias y experiencias dispersas, desprovistas de un discurso general detrás de ellas. Yo, por el contrario, creo que la idea misma de una "sociedad como un todo" se encuentra en el corazón de la utopía. Este idea nació en el mundo occidental dentro de la línea histórica muy específica que había el capitalismo como su resultado. … “La sociedad en su conjunto” es precisamente lo que no debe ser tomados en consideración, excepto como el objeto que se tiene que destruir.50

Hay que trabajar sobre experiencias singulares. El estado, las clases, las luchas de clases, todos estos quedan fuera del horizonte de lucha, al igual que “la sociedad en su conjunto”.  Alain Touraine, un pensador cercano a estos puntos de vista pero no él mismo un postmodernista ha teorizado los “Nuevos Movimientos Sociales”. Por lo tanto, cada uno tiene su propio movimiento. Partidos políticos que pueden intervenir en el funcionamiento general de la sociedad y cambiar sociedad quedan radicalmente fuera del radar. “Políticas de identidad”, es decir organizar y luchar en torno a los intereses estrechos de una posición social singular, se extiende dentro de las filas de la pequeña-burguesía moderna y luego atrae a individuos de otros barrios que se ven muy cerca de uno u otro de estos movimientos

No agradará a los partidarios de los nuevos movimientos sociales, pero esto debe observarse con toda franqueza. La burguesía no está realmente preocupada por estos nuevos movimientos sociales. Mientras el movimiento de mujeres deje de lado cuestiones que son de interés primordial para las mujeres de clase trabajadora, como las guarderías, la igualdad pago por trabajo igual, salud de mujeres, niños y otros, los jefes están muy inclinado a mantener el diálogo con el movimiento de mujeres. La Unión Europea es extremadamente generoso en el suministro de fondos a todas las ONG, otro nombre útil para “nuevos movimientos sociales”.

Esto adquiere un significado adicional cuando uno recuerda que los problemas de la clase obrera permanecen totalmente fuera del radar. Un solo ejemplo debería ser suficiente ya que va muy al grano: el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas organiza cada año reuniones llamadas “Exámenes Periódicos Universales” de las violaciones de los derechos humanos de todos los países uno por uno, donde los representantes de otros países pueden tomar la palabra y criticar las violaciones a los derechos humanos por parte del país bajo revisión a su vez. En estas reuniones, todas las violaciones se ponen sobre la mesa, pero no cuestiones relativas a la violación de los derechos de la clase obrera, ni la prohibición de actividades de organización sindical, ni la prohibición de huelgas, etc.

Desde el principio de este artículo, hemos subrayado la importancia de los grupos oprimidos en cuestión. Lo repetimos en este punto. Sin embargo, encontramos el actual modo de organización de estos grupos nocivo. Creemos que tienen una cualidad palmaria que capitula ante la sociedad capitalista. No sólo lo creemos, estamos seguros

 

50 Aspettando, op. cit., pág. 37. Nuestra traducción del italiano

 

Decimos, sin embargo, que, en su esencia, la lucha contra este tipo de opresión es legítima. Pero los representantes de estos movimientos y más en general los que defienden el tema de los “derechos humanos” sin plantear los problemas que sufren los trabajadores y trabajadoras en la agenda guardan silencio a pesar de todas las críticas. Incluso si no se hacen la pregunta, el lector puede muy bien desear saber por qué los problemas que sufren los trabajadores y los pobres nunca se llevan a la agenda y por qué los “nuevos movimientos sociales” muestran síntomas de egoísmo organizado.

Marx caracterizó al proletariado como la “clase universal” que salvaría a la humanidad de la alienación de la última sociedad de clases de la historia. Lenin adelantó la idea, de la manera más enfática, que si esta “clase universal” se organiza y lucha exclusivamente sobre la base de sus propios intereses de clase, no puede salvar ni a la sociedad en grande ni siquiera en sí mismo. Llamó a la política de concentrarse exclusivamente en los intereses del proletariado como “corporativismo”. Centró la idea de que el partido proletario debe luchar por el poder político sobre la base de reunir en torno a sí mismo a todas las clases, estratos, grupos sociales y capas oprimidas y explotadas por el capitalismo y luego también del imperialismo en el centro de su estrategia.51 Junto con otros marxistas rusos y con el aporte de talentosos alumnos suyos como Gramsci, utilizó el concepto “hegemonía” al acto de conquistar a todas las clases y demás grupos sociales que puede esperarse razonablemente que se pongan del lado del proletariado contra el capitalismo sin el uso de la coerción, sin recurrir a la fuerza.

Este método logró una contundente victoria a través de la revolución de octubre. Esta revolución fue un gigantesco paso adelante para la emancipación no sólo de la clase obrera sino también de las naciones y pueblos oprimidos, de las mujeres y de las creencias religiosas oprimida52

De ninguna manera los “nuevos movimientos sociales” han tomado en consideración esta política, por muy hostiles que sean al leninismo.

 

8. La posmodernidad conquista los “nuevos movimientos sociales”


El posmodernismo no solo ha aportado al cuestionamiento de la posición central del proletariado en un sentido general. Decimos “aportado” ya que el factor real en la pérdida de esta posición central del proletariado tuvo que ver con los desarrollos dentro del mundo material-práctico: el elemento decisivo fue el hecho de que los estados obreros habían caído presa de la restauración capitalista, haciendo añicos. El sistema colectivo de las aspiraciones de las masas. El posmodernismo fortaleció este impacto en las filas de la intelectualidad proporcionando una alternativa al marxismo.

Sin embargo, su impacto no se limitó solo a esto. El posmodernismo ha conquistado los llamados “nuevos movimientos sociales” desde adentro. El movimiento que sufrió la mayor parte de esto fue el movimiento de liberación de la mujer de un siglo de antigüedad, en su forma feminista. (Nos referiremos brevemente al mismo tipo de influencia para los movimientos de gays y personas trans).

 

51 Véase, entre otros, nuestro Marksistler, vol. 1: Teori-Pratik Birliğine Doğru, Capítulo 8.

52 Para las mujeres, véase Armağan Tulunay, “The Land of the October Revolution: a country of women walking on the road to emancipation”, Marxismo Revolucionario 2018; para las naciones oprimidas ver Sungur Savran, “The Muslim October”, Marxismo revolucionario 2018.

 

Es un error generalizado pensar que la “segunda ola” del movimiento feminista nacido en la década de 1960 tras un período de relativa quietud tras la “primera ola” de feminismo puesta en marcha por el movimiento “sufragista” de finales del siglo XIX y principios del XX todavía está entre nosotros. Aquellos que piensan así están profundamente equivocado. Es la “tercera ola” la que gobierna ahora.53 Y esta nueva ola comenzó precisamente en el mismo momento histórico en el que el posmodernismo se convirtió en una fuerza hegemónica sobre el movimiento feminista. Las ideas que se filtraron en la década de 1980 resultaron en la conquistar el ala dominante del feminismo por parte del posmodernismo a partir del año 1990 en lo que puede caracterizarse como un desarrollo explosivo. Vemos que no sólo el posmodernismo en general sino las ideas de su pensador más influyente Michel Foucault ganó alrededor de ese punto de inflexión una amplia influencia dentro del movimiento feminista.54

Primero determinemos el punto de inflexión en términos concretos. El año 1990 es el momento en que el libro que constituyó el ejemplo más avanzado de la influencia de posmodernismo y de Foucault sobre el feminismo vio la luz del día: el volumen de Judith Butler Gender Trouble (Problemas de Género) sentó las bases para un marco que se denominaría "teoría queer", trasladando así toda la discusión sobre el género a otro nivel. Junto a esto, Gender and Knowledge: Elements of a Postmodern Feminism and
Feminism/Postmodernism (Genero y Conocimiento: elementos de un feminismo posmoderno y Feminismo/Postmodernismo) de Susan Hekman, una lectura editada por Linda Nicholson fue presentado en ese mismo fatídico año. Ese mismo año se organizó un simposio donde Judith Butler, por un lado, y Seyla Benhabib, alumna de Jürgen Habermas, el crítico más influyente del posmodernismo en la academia burguesa, debatido entre sí, junto con otros dos autores. Este debate fue publicado en la revista Praxis Internacional al año siguiente. Una edición posterior del mismo libro fue publicada en alemán con nuevos artículos de los mismos autores, que luego fue traducido al inglés y publicado en 1995 en un volumen editado con una introducción de Linda Nicholson, a quien conocimos anteriormente.55

Inmediatamente antes y más aún después del punto de inflexión de 1990, muchos otros libros y antologías también se publicaron que apuntaban en la misma dirección. Nos permitimos simplemente mencionar algunos de estos, ya que son emblemáticos de la profunda influencia que Foucault tuvo en esta nueva literatura: Disciplining Foucault and Feminism:  Power and the Body, Jana Sawicki (1991), Foucault and feminist: Power, Gender and the Self, Lois McNay (1992), Unbearable Weight: Feminism, Western Culture and the Body, Susan Bordo (1993) y, Feminist Interpretations de Michel Foucault una antología compilada por Susan Hekman (1996).

Un libro importante en la literatura relacionada con los gays y las personas trans en este sentido de

 

53 Entre muchas fuentes, una completa: Susan Archer Mann, “Third Wave Feminism’s Unhappy Marriage of Poststructuralism and Intersectionality Theory”, Journal of Feminist Beca, No. 4, Primavera 2013.

54 En realidad, el feminismo postmodernista francés surgió antes, comprensiblemente dada la primacía de la cultura francesa sobre la cuestión de la posmodernidad. El influyente trabajo de Julia Kristeva en esta área puede estar fechado entre 1977 y 1982. ““The Laugh of the Medusa” de Hélène Cixous 1976. Luce Irigaray también comenzó a producir su trabajo en la década de 1970. Véase Raman Selden/Peter Widdowson/ Peter Brooker, A Reader’s Guide to Contemporary Literary Theory, Harlow: Pearson Longman, 5ta Edición, 2005, art.129-137.

55 Feminist Contentions: A Philosophical Exchange, Nueva York/Londres: Routledge, 1995.


David M. Halperin, importante teórico de la teoría queer: Saint-Foucault: Towards a Gay Hagiography (1995). ¿Necesitamos agregar que Judith Butler, la creadora de la “teoría queer” es una pensadora que sigue de cerca el pensamiento de Foucault?

Si volvemos al feminismo, debemos señalar que la década de 1990 generó tal revuelo en la teoría feminista que Seyla Benhabib, opositora (aunque con ciertas concesiones) del posmodernismo, sintió la necesidad de decir, de acuerdo con otra escritora feminista, Linda Alcoff, que “la teoría feminista atraviesa en este momento una profunda crisis de identidad”.56 Más o menos al mismo tiempo, dos autoras de origen marxista, Michèle Barrett y Ann Philips, escribieron, por su parte:

   Los principios fundacionales del feminismo occidental contemporáneo han sido desafiados       dramáticamente con suposiciones previas compartidas y ortodoxias incuestionables casi apartadas por la historia. Estos cambios han sido del orden de un “cambio de paradigma”, en el que se anulan radicalmente las suposiciones en lugar de las conclusiones.57

Algunos todavía pueden tener dudas sobre hacia qué dirección apuntaba esta agitación. Citemos entonces el juicio incuestionable de dos de las autoras feministas más autorizadas de la época: “Lo que está en juego en última instancia en un encuentro entre el feminismo y el posmodernismo… es la perspectiva de un feminismo posmodernista”.58 

Para aquellas lectores que deseen ver por sí mismas cuantas polémicas enconadas generó esta transformación y cómo los representantes de la segunda ola se acercaron y reprocharon a la nueva generación, recomendaríamos un artículo de Martha Nussbaum, filósofa de la vieja generación, en el que ataca ferozmente a Judith Butler.59

Ahora es el momento de ver cómo y de qué manera el posmodernismo influyó en el feminismo. Hasta este punto de la presente sección solo presentamos al lector alguna información empírica para sacar a relucir la verdad incuestionable de una nueva ola posmodernista de feminismo. A partir de este momento, al retomarse las relaciones de interacción y hegemonía entre dos corrientes de pensamiento o más bien una corriente de pensamiento y un movimiento de emancipación social, inevitablemente traeremos a la discusión nuestra propia valoración de las cuestiones planteadas. No somos expertos en feminismo y preferimos dejar los juicios sobre este movimiento a las mujeres marxistas, por lo que es natural que nuestros puntos de vista se expresen como deben ser de manera humilde. Por otro lado, dado que creemos que nuestra comprensión del posmodernismo es mucho más profunda que la de aquellos que se han perdido en su laberinto, sacaremos algunas conclusiones de nuestra discusión. 

Pasemos entonces al debate en sí. El punto de partida de las autoras que afirman que la posmodernidad y particularmente Foucault son aliados naturales del feminismo es la

 

56 Feminist Contentions, op. cit., pág. 20

57 Citado por Susan Archer Mann, op. cita, pág. 55, del libro de los autores de 1992, Destabilizing Theory, énfasis nuestro.

58 Nancy Fraser/Linda Nicholson, “Social Criticism Without Philosophy: An Encounter Between Feminism and Postmodernism”, in Feminism and Postmodernism”, Linda J. Nicholson (ed.), Nueva York/ Londres: Routledge, 1990, pág. 20

59 Martha C. Nussbaum, “The Professor of Parody. The Hip Defeatism of Judith Butler", The New República, 22 de febrero de 1999. 


alegación de que la crítica posmoderna de la razón y la ciencia, por un lado, y el descubrimiento por parte del feminismo de que todas las ideas filosóficas y científicas desarrolladas hasta ahora son productos de la mente de los hombres, y no de las mujeres, por el otro, se superponen. De acuerdo con este punto de vista, el posmodernismo sostiene que la ciencia y la academia no son imparciales ni objetivas. Las feministas, así como otras corrientes de pensamiento que deben su existencia a ponerse del lado de los oprimidos, se han dado cuenta de este hecho por sí mismas.60 Hasta este punto, parece haber algo en común. 

Sin embargo, la crítica a los niveles del posmodernismo en la ciencia y la academia va mucho más allá. Siguiendo el ejemplo de Nietzsche y Heidegger, los posmodernistas afirman que la ciencia es una imposibilidad, que pertenece a la categoría de meta narrativa, que la razón que se ha vuelto dominante en las esferas de la filosofía y la ciencia desde la era de la Ilustración se ha convertido en la verdad que es concreta, local, específica, fragmentaria y, lo que es más importante, necesariamente entrelazada con una lucha de poder en una que pretende ser la verdad incuestionable del universo. En otras palabras, no solo cuestionan los procedimientos y protocolos de la razón filosófica y científica tal como se ha desarrollado hasta ahora, como lo hacen las feministas. Pusieron la razón misma entre paréntesis. El posmodernismo es una ideología del escepticismo, del relativismo, incluso del oscurantismo.

Es aquí donde encontramos la fuente del gran temblor del feminismo. Es por ello que desde dentro del movimiento feminista que se basó, en el pasado, en ideas perfectamente comprensibles y claras, se esté o no de acuerdo con ellas, una serie de corrientes y autoras se han separado escribiendo en términos de un discurso. difícilmente comprensible para los mortales y comenzó a producir textos que son tan intrincados que no pueden ser entendidos por otros.

Por supuesto, el único problema no es el hecho de abandonar la razón, que es indispensable para todo movimiento que lucha por la liberación o la emancipación. Igual de importante es la cuestión de la posibilidad de la lucha por la emancipación misma. En la teoría feminista posmoderna, y particularmente en la obra de Butler, la emancipación se convierte casi en un sueño. En palabras de Seyla Benhabib, con el posmodernismo ha florecido una tendencia hacia un “escape de la utopía”.61 Esto no es casualidad. En una filosofía foucaultiana o derrideana basada en la tradición nietzscheana/heideggeriana, la “muerte” del sujeto hace imposibles las grandes luchas de emancipación. Es que la emancipación es necesariamente siempre y en todas partes la emancipación de un sujeto. El anverso del medallón es que todo esto está respaldado por una crítica increíblemente baja de calidad dirigida al marxismo. Jane Flax, un nombre destacado en el feminismo posmodernista, “consolida” su posición sobre la base de los errores del marxismo, que es el objetivo principal de su oposición a las meta narrativas. Según Flax, la importancia central de las categorías de Marx, en particular del trabajo, se deriva de la generalización de la forma específica de producción de mercancías.62

¡La crítica de una teoría sólo puede estar fuera de lugar! Marx no deriva

 

60 Fraser/Nicholson, op. cit., passim.

61 Benhabib, op. cit., pág. 29

62 Jane Flax, “Postmodernism and Gender Relations in Feminist Theory”, en Linda J. Nicholson, Op. cit., pág. 46-47.

 

la importancia central del trabajo a partir de la producción de mercancías que es la forma necesaria del producto bajo el capitalismo. Por el contrario, es gracias al papel central que desempeña el trabajo en la distinción del ser humano de todos los demás organismos en todos los tiempos que éste puede reconocer correctamente lo que tiene de específico la producción de mercancías. Marx había puesto a Hegel de nuevo en pie. ¡Flax rota hacia abajo a Marx y lo coloca de cabeza!

El otro elemento que complementa esta crítica a Marx es la reducción de la razón dialéctica al pensamiento de la Ilustración por parte de las feministas posmodernas y de los posmodernistas en general. Una vez más, el papel principal es para Jane Flax. Traemos a Seyla Benhabib al banquillo de los testigos: “La razón occidental se postula como el discurso del sujeto idéntico a sí mismo, … la historia del sujeto masculino de la razón”. Entonces Benhabib añade lo siguiente, sin siquiera darse cuenta de lo que está diciendo: “Si el sujeto de la tradición intelectual occidental ha sido por lo general el hombre blanco, rico, cristiano, cabeza de familia,…” 63¿Propietario? ¿El sujeto de Marx? Nadie consciente de que para Marx nunca hay un sujeto único, sino que desde el comienzo de la historia escrita ha habido una lucha entre explotadores y explotados, opresores y oprimidos, puede escribir esta frase sobre Marx, quienquiera que sea. pueden desear incluir dentro de los autores de esta idea. Aquí está claro que para deshacerse de Marx (recuerden a Foucault, “¿Cómo deshacerse de Marx?”), uno necesita abstraerse de la diferencia decisiva entre Marx y los filósofos de las clases dominantes. 

Concluyamos con una broma de Sheila Benhabib. Ella nos recuerda que la década de 1980 se había abierto con el descubrimiento del “matrimonio infeliz del marxismo y el feminismo”.64 Al final de la década, concluye, uno se da cuenta de que detrás de la inquietud yacía una cortesana más seductora.65

A menos que el propio feminismo supere el daño que la posmodernidad ha hecho en su seno, no podrá establecer una alianza de emancipación real con otras luchas sociales (la excepción es el movimiento de gays y trans, que parece haberse solidarizado con el feminismo bajo el paraguas de la teoría queer). En todo el mundo, el movimiento de mujeres es uno de los sectores más robustos y vivos dentro de las masas, ya sea en la lucha contra la violencia o por el derecho al aborto o incluso en otras áreas. Pero mientras el marco exterior de esta lucha se mantenga dentro de la camisa de fuerza del posmodernismo, la corriente principal del movimiento de mujeres permanecerá cautiva de la ideología de los estratos ricos de la pequeña burguesía moderna.

 

9. Hacia el final de la era del egoísmo


En esta etapa tenemos que plantear la siguiente pregunta: ¿la era del egoísmo está aquí para quedarse? ¿Son el posmodernismo y el liberalismo de izquierda las expresiones ideológicas de esta época filosofías del futuro? ¡Ciertamente no! La historia se mueve de acuerdo

 

63 Benhabib, “Feminism and Postmodernism: An Uneasy Alliance”, en Nicholson (ed.), Feminist Contenciones, op. cit. pag. 19

64 Heidi Hartmann, 1981. “The Unhappy Marriage of Marxism and Feminism: Towards a More Progressive Union.” In Women and Revolution", editado por Lydia Sargent, Boston: Prensa del extremo sur, 1981.

65 Benhabib, op. cit., pág. 17

 

con las leyes de la dialéctica, lo que implica un cambio constante. El posmodernismo como ideología perderá su atractivo cuando se eliminen las condiciones materiales de la era del egoísmo y su prestigio dentro de la intelectualidad menguará a medida que disminuya su peso dentro de los movimientos y luchas sociales.

Ciertos síntomas ya sugieren que el proceso de desaparición de la era del egoísmo está a punto de comenzar. Primero observamos el deterioro de las condiciones de reproducción de la pequeña burguesía moderna como casta. El papel que juega la universidad en la reproducción de esta estructura de castas se está debilitando perceptiblemente, especialmente para las capas cultas de las capas (semi)proletarias (que hemos tratado en su mayoría como parte del fenómeno general del surgimiento de la moderna pequeña burguesía, a efectos de conveniencia). La Tercera Gran Depresión que comenzó en 2008, después de golpear a los sectores más pobres de la población, ya ha comenzado a oscurecer las perspectivas futuras de esta parte relativamente más acomodada de la jerarquía de clases. Como resultado de esto, además de los hijos de las familias más prósperas (que asisten a las universidades más prestigiosas), los graduados se enfrentan cada vez más a la perspectiva del desempleo y, concomitantemente, a una mayor dificultad para pagar la deuda estudiantil que contrajeron mientras estudiaban. a la Universidad.

Deberíamos agregar a esto una contradicción creada por el éxito mismo de la universidad como mecanismo para la formación de una estructura similar a una casta. Mientras que inicialmente un título universitario era clave para distinguirse de las clases bajas, el hecho mismo de este éxito comenzó a atraer a estas clases bajas a la universidad a cualquier precio. A medida que los hijos de los miembros de la clase obrera también se matricularan en las universidades, surgirían nuevos problemas. La más destacada de ellas es que los jóvenes de clase trabajadora o minorías oprimidas (las dos categorías se superponen en muchos casos) con escasos recursos económicos, mal educados en escuelas secundarias decrépitas y pobremente equipados en términos culturales debido al bajo nivel de educación de los padres, tienen que optar por deudas estudiantiles para poder pagar la matrícula y los costos de la educación universitaria que aumentan constantemente a medida que aumenta la demanda, pero tendrán que abandonar los estudios después de cierto punto y, por lo tanto, dejar a toda la familia cara a cara con un atolladero de deudas .66

Es por eso que en los Estados Unidos, por ejemplo, la deuda estudiantil había alcanzado la astronómica suma de 1,7 billones de dólares y la administración Biden ahora ha decidido cancelar parte de esta deuda bajo una gran presión. Como resultado, la formación de la estructura de castas se ha vuelto tan vulnerable que el número de estudiantes que solicitan admisión a la universidad incluso ha comenzado a disminuir.67 En cierto sentido, entonces, la tendencia que surgió hace medio siglo finalmente está entrando en marcha atrás.

Este proceso multifacético no solo empuja a los graduados a compartir el mismo destino común con el cuerpo principal del proletariado. En una de esas maliciosas inversiones de la dialéctica, empuja a estas mismas personas al frente de la lucha de clases. El creciente número de trabajadores educados que, debido a las oportunidades decrecientes de trabajos privilegiados, se encaminan hacia el trabajo físico (particularmente en el sector servicios), juega un papel innegable en el aumento palpable de la

 

66 “They Got the Debt but Not the Degree”, New York Times, http://alturl.com/oqm85.

67 “Disminuye la inscripción universitaria, incluso cuando el efecto de la pandemia disminuye”, New York Times, http://alturl.com/g59s3.

 

sindicalización en estas industrias, quizás también debido al gran abismo entre sus expectativas anteriores y su situación actual.68 En otras palabras, los nuevos miembros de los estratos de la fuerza laboral educada que se habían acostumbrado a existir como una aristocracia laboral están ahora comenzando a perder sus privilegios aristocráticos y saliendo adelante con sus puros atributos proletarios. Los hijos de las capas que en el pasado bebían café de “comercio justo” en Starbucks, pontificando sobre la contaminación del medio ambiente o cuestiones propias del feminismo o LGBTQI+ ahora toman la delantera en la campaña de sindicalización en la misma cadena de Starbucks.

En segundo lugar, el neoliberalismo sufrió una grave debacle en 2008. Ahora se ha convertido en tema de un encendido debate en las filas de las clases dominantes de todos los países. El globalismo, la dimensión internacional del neoliberalismo, y su gemela, la mítica teoría de la globalización actuando como su sirvienta ideológica, ya han quebrado. Por un lado, los gobiernos de diferentes tendencias políticas le dan cada vez más la cara al proteccionismo, todos los flujos dentro de la economía internacional (capital extranjero, comercio exterior, flujos de crédito, cooperación tecnológica, etc.) se han ralentizado si no han sufrido un declinación absoluta.. Por otro lado, el surgimiento del protofascismo o de los movimientos abiertamente fascistas aviva deliberadamente las llamas del nacionalismo y el proteccionismo. De hecho, esta tendencia se está volviendo hegemónica y los gobiernos que no comparten ninguna de las otras características del protofascismo (y más claramente la administración Biden en los Estados Unidos) adoptan el mismo tipo de políticas económicas nacionalistas y proteccionistas. Finalmente, la guerra de Ucrania conduce a una mayor fragmentación de la economía mundial, bajo el impacto tanto de las sanciones como del cese del comercio en determinados sectores debido a las hostilidades.

Algo más tarde ocurrirá lo mismo dentro del aspecto doméstico del neoliberalismo. La depresión iniciada en 2008, como hemos comentado con más detalle en otro lugar, presenta ciertas especificidades en relación con las dos anteriores. Es una crisis depresiva que se profundiza solo gradualmente. El factor más importante aquí es China, con una dinámica especial propia, cuyo altísimo nivel de crecimiento económico incluso en el ambiente taciturno de la Tercera Gran Depresión ha actuado para rejuvenecer, por así decirlo, la agonizante economía capitalista mundial. Pero la propia China ahora se está desacelerando, como era de esperar en un entorno mundial de crecimiento económico ínfimo. Es imposible que una economía que ha apostado por el papel de “taller del mundo” no se vea influida negativamente por las exiguas fuerzas de ese mundo. El crecimiento basado en el sobrecrédito se vuelve cada vez más problemático en ese país, en un proceso donde la industria de la construcción y el gobierno local asoman como los eslabones débiles. El gran riesgo es que la industria bancaria se sume a esos eslabones débiles. Por otro lado, primero la pandemia y ahora la guerra de Ucrania han causado grandes golpes a la economía mundial. Este próximo invierno está destinado a crear un gran malestar social, especialmente en los países europeos. El neoliberalismo no puede actuar como base de la política estatal en condiciones tan nefastas. La nacionalización de la industria del gas natural tanto en Francia como en Alemania son sólo los primeros signos de la incongruencia de los métodos de mercado y de la profunda crisis que se avecina.

 

68 “The Revolt of the College-Educated Working Class”, New York Times, 28 Nisán 2022, http:// alturl.com/2uu8g.

 

Vemos así que de las tres condiciones materiales del posmodernismo, dos están en el proceso de pérdida de su validez. Sin embargo, la tercera condición, la crisis del marxismo parece tener una larga vida. A pesar del turbulento período de levantamientos populares, la rebeliones y revoluciones que se ha establecido desde las revoluciones árabes de 2011, estas crisis están lejos de su desenlace. Muchos de estos levantamientos populares fueron directamente resultado de la dinámica de la lucha de clases. Pero los movimientos socialistas/comunistas, hundidos en un malestar del que no pueden recuperarse, ya no son capaces, ni teórica, política y moralmente, ni organizativamente de liderar a tan poderosos movimientos populares. De ahí, los diferentes episodios de la ola revolucionaria que sacudieron al mundo primero entre 2011 y 2013 y luego en 2019 terminaron todos en un frustrante regreso al statu quo anterior (sin duda bajo el impacto de otros importantes factores también)69.

Por eso la supremacía del posmodernismo y del liberalismo de izquierda en los dominios teóricos e ideológicos está bien y vivo, sin mayores incursiones. De hecho, esto es extremadamente irónico, ya que, a diferencia del marxismo genuino, el posmodernismo no solo no ha previsto hacia dónde se dirige el mundo, sino que incluso es responsable en primer grado de toda la catástrofe que se abate sobre nuestro futuro. Además, la humanidad ha llegado ahora al umbral del fascismo y de una nueva guerra mundial y el posmodernismo no tiene nada que proponer para combatir estos males.

Esto hace que nuestra tarea sea doblemente desafiante: si no vamos a quedarnos de brazos cruzados mientras el mundo está siendo destruido por los poderosos y los codiciosos, tendremos que, por un lado, trabajar con todas nuestras fuerzas para crear partidos revolucionarios y una Internacional revolucionaria, y, por otro, continuar nuestro trabajo incesantemente en el campo de la “batalla de las ideas”.

 

Conclusión

 

En este artículo buscábamos respuesta a la siguiente pregunta: ¿cuáles son los motores de los “cincuenta años de soledad” que ha caído sobre el marxismo o, lo que es lo mismo en su anverso, de la supremacía del posmodernismo sobre el universo intelectual de la izquierda en el último medio siglo? Hay dos respuestas muy extendidas a esta pregunta. El primero es por supuesto la respuesta proporcionada por los propios partidarios del posmodernismo. En su opinión, el marxismo estaba equivocado desde el principio o ha perdido su validez desde que entramos en la era posmoderna y, por lo tanto, cedió el terreno al posmodernismo. La otra es la respuesta dada por un conjunto de teóricos marxistas: como el capitalismo ha entrado en una etapa completamente nueva, una nueva escuela de pensamiento (o una familia de tales escuelas) ha reemplazado al marxismo como la corriente intelectual dominante. Manifiestamente, esto parece ser una explicación materialista. Sin embargo, al conceder que, se llame como se llame, “posmodernidad” o cualquier otra cosa, estos marxistas están cediendo terreno a la escuela

 

69 Intentamos analizar estos factores a la luz de 2011-2013 y 2019, en turco. Ver nuestro “Arap Devriminin Sorunları”, Devrimci Marksizm, No. 17-18, Invierno-Primavera 2013 y “Arap Devriminin Dirilişi: Türkiye İçin Dersler”, Devrimci Marksizm, núm. 39-40, verano-otoño de 2019.


 

posmodernista70

Si este artículo tiene algo novedoso que ofrecer, es la idea de que el ascenso del posmodernismo y el eclipse del marxismo son dos caras de la misma moneda y son el resultado sintético de tres fenómenos contemporáneos a este declive y ascenso, tres fenómenos que han venido en el mundo material-práctico, es decir, el surgimiento y la transformación de la pequeña burguesía moderna en una estructura social similar a una casta, la crisis y, en última instancia, el colapso de los estados obreros burocráticos, y el surgimiento del neoliberalismo como una estrategia de resolución de crisis de capital internacional. Todos estos son fenómenos transitorios. De lo contrario, no se puede, bajo ningún concepto, hablar de una nueva etapa de la historia, de la posmodernidad o de cualquier otra cosa.

Todos los errores, contradicciones, a veces de dimensiones fantásticas, de la familia de corrientes de pensamiento adscritas a la posmodernidad han sido retomadas en los diversos trabajos publicados en este número de nuestra revista. El criterio más fiable de la verdad o falsedad de una teoría es el juicio emitido por la práctica a lo largo del tiempo sobre el “conocimiento” proporcionado por esa teoría. La falsedad de las predicciones hechas por estas teorías durante un período de 16 años ha sido expuesta constantemente en los 50 números de Devrimci Marksizm (nuestra publicación madre turca) y los seis números anuales de Revolutionary Marxism.

Todas las predicciones del marxismo han resultado ser correctas. Todas las predicciones del posmodernismo y su primo (a través de Foucault, esto se ha demostrado en este artículo) el liberalismo de izquierda, tanto a escala mundial como dentro de la propia Turquía, han sido refutadas por la vida práctica. Contentémonos con un solo ejemplo. Cuando Lehman Brothers quebró en 2008, en un balance publicado inmediatamente después del evento, el Consejo Editorial de esta revista vaticinó desarrollos que se han confirmado: la entrada de la economía mundial en una fase de gran depresión, el ascenso del fascismo a nivel internacional , el surgimiento de la amenaza de una guerra mundial en el horizonte, los levantamientos revolucionarios, etc.71 El mayor valor de esta revista radica en esas predicciones ya que el marxismo no es una acrobacia de la mente sino una guía para la acción del movimiento proletario revolucionario que aspira a una sociedad sin clases. ¿En qué sentido, entonces, la discusión planteada en este artículo es una guía para la acción? En la medida en que el marxismo revolucionario como corriente política siempre ha defendido el establecimiento de una alianza entre las masas oprimidas y el proletariado, en la medida en que siempre ha afirmado que la emancipación total de los oprimidos sólo puede darse bajo el dominio político de la clase obrera, los adeptos de la política identitaria la han acusado de posponer la lucha de los oprimidos hasta después de la revolución. Sin embargo, ahora podemos ver claramente que las corrientes de la política de identidad en nuestros días no solo se abstienen de colaborar con el proletariado. Se niegan a tener el más mínimo vínculo con él. Por supuesto, hay quienes todavía

 

70 Esperamos mostrar, en una ocasión futura, que esta actitud es en efecto una especie de capitulación ante el posmodernismo. Tres ejemplos destacados: David Harvey, The Condition of Postmodernity, Londres: SAGE, 1989; Fredric Jameson, Postmodernism, or, the Cultural Logic of Late Capitalism, Durham, NC: Duke University Press, 1992; Alex Callinicos, Against Postmodernism, A Marxist Critique, Cambridge: Polity Press, 1989.

71 Devrimci Marksizm Yayın Kurulu, “Yeni Bir Dönem Açılıyor: Mali Çöküş, Depresyon, Sınıf Mücadelesi”, Devrimci Marksizm, No. 8, Invierno 2008-2009.

 

se consideran socialistas dentro de estos movimientos de políticas de identidad. Algunos de ellos pueden incluso considerar que el socialismo proletario es importante para el futuro de la humanidad. Sin embargo, esto solo sigue siendo un proceso de pensamiento, nunca se traduce en acción. El socialismo de los socialistas dentro de tales movimientos existe como una fe que pertenece a la esfera de la vida privada.

Ante esta realidad, lo que se debe hacer debe ser claro: la consolidación y fortalecimiento de un partido proletario revolucionario que absorba en el programa el poder político para el proletariado, la conquista para la clase de las concepciones de Lenin; la persuasión a algunas corrientes dentro de las masas oprimidas y capas por parte del partido de que el programa proletario de poder traerá como consecuencia su emancipación; el movimiento de estas corrientes para luego convencer a las masas de oprimidos a elegir entre la burguesía y el proletariado; el levantamiento de la lucha contra la burguesía en conjunto por parte del proletariado y las masas oprimidas que se reagrupan en torno a él; con la toma del poder por el proletariado el fin de todas las diferentes formas de opresión que vienen desde lo más profundo de la historia y han servido en los tiempos modernos a la burguesía para dividir y dominar con mayor firmeza a las masas.

Tal es el método alternativo de abordar la cuestión. Este es el establecimiento de la hegemonía proletaria. No por la fuerza, no a través de la coerción. La definición leninista de hegemonía implica asumir el liderazgo sin el uso de la fuerza. Todo dependerá de la persuasión, la propaganda, la agitación y, por supuesto, la organización. Algunos podrían preguntarse: ¿por qué se le da una especie de prioridad a la clase obrera? Por qué hablar de “hegemonía” y no simplemente de una alianza o cooperación? sí hablamos de hegemonía, eso se debe a que solo dos fuerzas pueden poseer la posición de clase dominante en la sociedad moderna: la burguesía o el proletariado. Quien se niegue a apoyar al proletariado, quien desee mantenerse al margen de su búsqueda del poder, esa clase, ese estrato, ese grupo o esa persona estará apuntalando a la actual clase dominante, la burguesía

El proletariado no es sólo objeto de las más graves crueldades del capitalismo. Él es la única fuerza que puede liderar la lucha para destruir al monstruo. Por eso todos los oprimidos del mundo necesitan reunirse alrededor del proletariado. El proletariado es el sujeto de la historia. El posmodernismo declaró la muerte del sujeto. es nuestra apuesta darle vida en la persona del proletariado