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lunes, 19 de diciembre de 2016

Maduro y el billete de 100 Bs. Parte 2


Una semana plena de realismo mágico
Maduro y el billete de 100 Bs. Parte 2

Los saqueos desde el viernes 16 afectaron el 90%
de los comercios de Ciudad Bolívar
Lejos de una estatización de la banca, lo que se plantea el gobierno bolivariano de Maduro es su rescate en función del retorno de los capitales que se encuentran en el efectivo acaparado por muchos venezolanos el cual es mantenido como garantía de supervivencia a la fuerte crisis económica que vive el país.

Se sigue pretendiendo que el dinero nuevo circule solamente en la medida que todos los posibles billetes de 100 Bs ingresen antes a una cuenta bancaria de la que sólo podrán retirar lo máximo acordado entre los bancos y el ejecutivo nacional. En contrapartida el ejecutivo nacional dispondrá de una fuente clara sobre la cual pedir prestado en colocaciones de bonos de la república o letras del tesoro en bolívares para cubrir necesidades extraordinarias en el sostenimiento del Estado si como se prevé para 2017 todo el flujo de divisas provenientes de la factura petrolera se destine para el pago de deuda externa en abril, en peores condiciones de las que se pagaron por menos de la mitad de ellas durante octubre y noviembre del 2016.

Se acabaron las 72 horas y nos metieron en un corralito financiero nuestros salarios
La medida difundida por Maduro el domingo 11/12/2016 de eliminar el billete de 100 Bs se concretó el jueves 15 de diciembre sin disponer de dinero en efectivo de reemplazo. Empleados y obreros todos, solo nominalmente cobraron ese día jueves ya que no hubo billetes ni monedas en circulación. La posibilidad de hacer uso electrónico del salario resultó a medias, pues el viernes 16, como ya había pasado el 2 de diciembre, los puntos de venta de la red funcionaron de manera intermitente. Toda la banca entonces terminó siendo un sistema confiscador de los salarios de los trabajadores.

¿Qué se encuentra detrás de la medida tomada por Maduro?
La costumbre generalizada entre la población venezolana es la de adquirir sus alimentos y bienes en efectivo, 40% de ella no tiene ni una simple cuenta de ahorros. ¿Para qué tenerla en una economía que no garantiza los precios de los bienes y alimentos, sean estos regulados o no? Aun más, la aceleración que tuvo el alza indiscriminada de los precios obligó a los cuentahabientes a retirar lo limitado del retiro diario. El acaparamiento del efectivo se convirtió así en una garantía de sobrevivir a la crisis de la economía nacional, inclusive los comerciantes preferían quedarse con el efectivo para pagar rápido a sus proveedores y estos a los mayoristas. La banca no garantizaba en absoluto esto al limitar el retiro de efectivo de las cuentas.

Mientras se ejecutaba por los ahorristas una corrida generalizada de todos los bancos del país, públicos o privados, la banca respondía con un corralito financiero a las cuentas con disponibilidad monetaria. El primer objetivo de la medida de Maduro estuvo entonces en correr en auxilio de la banca pública y privada, pero a la par buscando un beneficio ulterior en este esquema de economía en bancarrota. El auxilio a la banca devino en autorizarles a restringir fuertes montos de dinero en efectivo a los ahorristas dándole así vida a un corralito financiero temporal.

Evidentemente el corralito financiero venezolano está muy lejos de adquirir la magnitud del que vivió Argentina, sin embargo sus motivaciones tienden a tener semejanza en Venezuela. En ambos casos significó un problema de convertibilidad del dólar, en el caso argentino porque era inviable el 1 a 1 y en el nuestro porque resultaba inviable un paralelo hiper-inflacionado y totalmente fuera de control.

Otra semejanza está en los niveles de zozobra que genera en la población. En Argentina en 2001 condujo al argentinazo y la crisis política con la huida del presidente De La Rúa. En Venezuela se demostraba con las largas colas de ahorristas a regañadientes frente a los bancos en las 72 horas acordadas, y a partir del viernes multitudes frente a las sedes del BCV de Maracaibo y Puerto Ordaz. La perspectiva de disponer de efectivo sin valor, por lo complicado en llevarlo a depositar en Caracas, generó toda una ola de saqueos y manifestaciones desde el viernes 16 de diciembre, las más graves en el estado Bolívar afectando el 90% de los comercios de Ciudad Bolívar, su capital.

Salvado el escollo de la corrida bancaria generalizada, correspondería para el gobierno bolivariano estabilizar las cuentas de sus afiliados y cuantificar la disponibilidad efectiva que podría tener la banca para prestarle al ejecutivo nacional en bonos o letras del tesoro en momentos de necesidad financiera. Durante el lapso de 72 horas el BCV informó del retorno de casi 5.000 millones de bolívares a la banca [Nota aclaratoria de Opción Obrera, ver al final del documento], importante monto aunque muy lejos de los 300.000 millones de bolívares que estimaba serían captados.

Mientras 40% de los venezolanos activos manejen efectivo a montón y no dispongan de una cuenta bancaria que lo movilice, la banca nacional no podría prestar todo lo que la masa monetaria según el BCV indique. Captar en depósitos bancarios todo ese dinero en manos de los venezolanos fue en esencia la medida de desvalorizar comercialmente el billete de 100 Bs en un plazo de 72 horas, y luego en 5 días continuos dar garantía de igual modo a través del BCV a quien no pudo hacerlo directamente en su banco.

Cuando Maduro habla de billetes de 100 Bs en poder de mafias en realidad está hablando de que quien lo tenga lo declare de tal y se sujete a condiciones de ley que permita hacerle seguimiento y control. El funcionamiento bancario así esperado se limitaría, de aquí en adelante, a depósitos en monto relativamente bajos de efectivo a una cuenta, y si el mismo representase uno mayor hacerlo pasar por el impuesto de ley que correspondería por fortunas no declaradas.

Tales criterios esbozados en el párrafo anterior fueron los mismos con que Narendra Moodi, como primer ministro de la India, se basó para desmonetizar los billetes de 500 y 1.000 rupias. India sin embargo no es Venezuela, el 99% de las transacciones comerciales y financieras se hacía con efectivo, o sea, “cash”, y el procedimiento de desmonetización comenzó el 8 de noviembre para culminar el 31 de diciembre. Lo importante para que los hindúes puedan disponer el canje de su efectivo por otro con nuevos billetes es que antes deben retratarse ante su SUDEBAN (y ser convencidos de abrir una cuenta bancaria) y si el monto excede lo gravable como renta pagar ante su SENIAT por el exceso correspondiente. India en estas fechas aun no está segura de llegar al 1° de enero de 2017 en tranquilidad.

Maduro aprende rápido de la guerra global contra el dinero en efectivo
India en cualquier caso no es el primero de los países que plantea reducir al máximo el efectivo en manos de sus ciudadanos. La UE anda en búsqueda del acuerdo global de sus países de eliminar el billete de 500 euros, como del mismo modo Australia con su billete de 100 dólares australianos. La UE, además, ha puesto restricciones para la compra de bienes con efectivo hasta por 1.000 euros en Francia e Italia. En el Reino Unido compras en efectivo por 15.000 libras deben ser declaradas ante su SENIAT, y en USA las de 10.000 dólares al suyo. Esos, sin embargo, son problemas menores. La guerra al dinero en efectivo, que viene tomando cada vez más espacio en los bancos centrales más importantes del planeta, está estimulada por la necesidad de proteger los bancos cada vez más grandes de aquellos  "demasiado grandes para ir a la quiebra", donde estos últimos tampoco están exentos de ser rescatados, y por la capacidad de los gobiernos para controlar e incluso utilizar legalmente la riqueza privada de los ciudadanos (caso extremo de la banca de Chipre en 2015 donde los ahorristas tuvieron que poner de sus ahorros para rescatarlos).

El acaparamiento de dinero en efectivo pretende liberarse de cualquier apetito gubernamental. Al depositarlo en la banca no hay tal garantía y se somete al riesgo de confiscación. El advenimiento de tasas de interés cero o negativas (no es el caso de Venezuela aun) ha reducido el interés por el ahorro bancario, y más bien, ha generado en su lugar un impuesto a los mismos. En un entorno de tasas bajas o negativas, o de alta inflación, los que tienen dinero en efectivo tienen poco o ningún incentivo financiero para guardarlo en los bancos. El acaparamiento del efectivo es entonces la alternativa lógica. En términos económicos, el efectivo acumulado se convierte en dinero muerto. Fuera del sistema no aporta nada a la actividad económica. Específicamente, desinfla la velocidad de la circulación monetaria, un elemento vital del crecimiento económico. Si combinamos el retiro masivo de efectivo de las cuentas bancarias y el incremento en la tasa de morosidad de los créditos bancarios (en especial de las tarjetas de crédito), la perspectiva resulta en un sistema bancario técnicamente insolvente, y lo conducirá a una escasez de capital potencialmente fatal. Esta perspectiva generalizada para la banca financiera mundial la está también para Venezuela.

¡Y llegó el Comandante y mandó a parar!
La inestabilidad y los inicios de una explosión social obligaron a Maduro a recular y suspender la desmonetización del billete de 100 Bs hasta el 2 de enero de 2017, conjuntamente con mantener las fronteras con Brasil y Colombia cerradas hasta esa fecha.

La frase “calladito, más bonito”, le hubiera caído como anillo al dedo si toda las implicancias de su decreto del domingo 11 las hubiera asumido cuando hubiesen en realidad llegado los billetes del nuevo cono monetario el 15 o después. . Con todo, ninguno de nuestros análisis antes expuestos pierden validez por suspender temporalmente Maduro hasta el 2 de enero lo que sigue estando en puertas para el 2017.

A menos que corra a raudales el dinero en efectivo en billetes de 100 Bs luego de este domingo 18 de diciembre, es muy probable que continúe el clima de inestabilidad y explosión social en las calles. El recule de Maduro ha significado adicionalmente un problema de crisis política para el gobierno. El sector militar en las gobernaciones lo han presionado en echar para atrás temporalmente con la medida sin que ello implique que se haya conjurado el espectro de una explosión social.

De algo estamos seguro, con la épica de esta semana plena de realismo mágico para seguir salvando el capital en crisis, Maduro y el gobierno bolivariano han pasado a la historia como el payaso y el circo político más grande del siglo XXI en Venezuela.

Roberto Yépez
19/12/2016

Nota Aclaratoria de Opción Obrera
Realmente lo que informó Maduro (Correo del Orinoco, 19/12/2016), no el BCV, fue de casi 5.000 millones de piezas de billetes de 100 recogidos entre el martes 13 y el sábado 17 de diciembre, ante el recule de la medida. O sea, casi 500.000 millones de bolívares se habrían captado en ese período, una cifra por demás interesante pues el monto total en billetes de 100 reportado por el BCV a finales de noviembre fue de 611.171 millones de bolívares, y uno de los temas de mafias con los cuales Maduro usó para desmonetizarlo fue que estaban en Colombia un monto cercano a los 300.000 millones de bolívares. Una de dos, o realmente el monto fuera de Venezuela jamás fue mayor de un 5% o el BCV declara menos billetes de 100 de los que realmente tenían en sus manos los venezolanos desesperados desde Santa Elena de Uairén hasta Caracas y desde Güiria hasta Castilletes que se encontraban en la imposibilidad de depositarlos o canjearlos por otros de menor denominación.

Maduro y el billete de 100 Bs. Parte 1


Una semana plena de realismo mágico
Maduro y el billete de 100 Bs. Parte 1

Colas de kilómetros el viernes 16 en los alrededores
de la sede del BCV en Carmelitas, Caracas
El hecho histórico en una semana plena de tensión social
Bajo una alharaca como las que nos tiene acostumbrado, Maduro nos dijo que había que sacar de circulación el billete de 100 Bs porque la mitad de ellos estaban en Colombia provocando su escasez en las taquillas de los bancos y cajeros electrónicos. En “venganza” al manipulador dólar Cúcuta y la página web @DolarToday, “causantes” de la depreciación estruendosa del Bolívar Fuerte en apenas dos meses, excusa habitual de Maduro y el Gobierno Bolivariano ante la crisis de la economía nacional, los billetes de marras represados de forma aviesa en Colombia y hasta en Checoslovaquia, España y Alemania, a según, dejarían de tener valor al concluir el jueves 15 de diciembre. En esa cadena presidencial se nos decía que para el venezolano en su país los problemas serían menores. Maduro nos decía que su gobierno estimaba en 300.000 millones de bolívares la cantidad en billetes de 100 fuera del país, aproximadamente algo menos de la mitad del rubro 100 Bs del informe MONEDAS Y BILLETES EN CIRCULACIÓN AL CIERRE DE CADA MES (FAMILIA ACTUAL) emitido por el BCV (a noviembre de 2016 para un total de 611.171 millones de bolívares, el 77,15% de todas las denominaciones), y por lo tanto, lo restante, como circulante entre comerciantes y venezolanos de a pie.

No hay que ser muy inteligente para imaginar la planificación exhaustiva que hubiera sido necesaria para recoger 300.000 millones de bolívares en poder del público, y eso evidentemente en lo absoluto se hizo durante los 3 días habilitados para ese fin en la banca pública y privada hasta el 15 de diciembre. Al concluir la jornada Maduro ratificó que el plazo ya se había cumplido, y ahora, los que no pudieron hacer sus depósitos, deberían “acercarse” hasta una de las 30 taquillas que la sede del BCV en Caracas ha habilitado durante 5 días continuos entre el viernes 16 hasta el martes 20 de diciembre. El decreto que apareció en gaceta el lunes decía de 10 días bancarios. El malestar de mucha gente que no pudo depositar su dinero, ahora sin valor a menos que se presente ante el BCV hasta el 20, obliga a Maduro a seguir recurriendo a salidas espasmódicas con el habitual “como vaya viniendo, vamos viendo”. Que no diera fecha de cuando los nuevos billetes entrarán en circulación, y por el contrario informara que una remesa de billetes de 50 Bs sería despachada, indica en mucho el interés de hacer pasar a troche y moche los deseos del ejecutivo nacional. Para generar el “clima de confianza” con la medida confiscatoria del salario de los trabajadores el miércoles 7 de diciembre el presidente del BCV, Nelson Merentes, insistía que el nuevo cono monetario entraría en circulación el jueves 15 de diciembre. Maduro, en vez de hacerlo renunciar por su ineficiencia y el problemón en que deja a millones de venezolanos sin posibilidad de disponer de efectivo a la brevedad, lo premia con el anuncio de los billetes de 50 como si con eso Merentes hubiera salvado la patria.

Para el viernes 16 la respuesta popular comenzó a sentirse en Maracaibo, donde miles de personas exigían que la subsede del BCV allí les aceptara sus billetes. Intentos de saqueos y enfrentamientos con la policía en medio del gas del bueno se hizo sentir esa fecha e inclusive el sábado 17. En la población de El Callao, en el estado Bolívar, igual situación se presentó con varios comercios saqueados, y en Tumeremo, otra población minera 60 Km más al sur, las vías fueron bloqueadas en reclamo a mantener la vigencia del billete de 100 Bs. En muchas otras capitales de estado y poblaciones de menor importancia igual se presentaron situaciones irregulares ante la tensa situación de no poder disponer de valor en los billetes aun en poder del público. La respuesta oficial el viernes en la noche fue de incrementar en la sede caraqueña del BCV en Carmelitas las taquillas receptoras del billete de marras de 30 a 150 y trabajar las 24 horas del día durante el lapso previsto hasta el martes 20 de diciembre. Ya a partir del mediodía del viernes el ejecutivo nacional había suspendido el cobro de las tarifas de los sistemas de metros en el país así como de los transportes extraurbanos SITSSA, y también el pago de peajes. Las taquillas de los bancos, a partir del viernes 16, cambiaron su función de recibir depósitos a pagar retiros personales. Desde el momento en que el ejecutivo comenzó a pagar los aguinaldos, a mediados de noviembre, todo el sistema bancario nacional comenzó a colocar restricciones en el retiro diario de efectivo. De montos sin límites a 30.000 Bs, luego a 15.000 Bs, 10.000 Bs. El viernes 16 lo máximo a retirar fue 2.500 Bs (en billetes de baja denominación, inclusive de 5 Bs) en una semana marcada esencialmente por el depósito de dinero en las taquillas de los bancos.

Del nuevo cono monetario sólo se habla de las monedas de 100, 50, 20 y 10 Bs y del billete de 500 Bs en “algún momento” de la semana del 19 al 23 de diciembre, esto es, sin garantía alguna. Las otras denominaciones en billetes irán “apareciendo” en lo que resta de diciembre y enero. Para solventar la ausencia de efectivo con valor, Maduro precisó que ingresarían “327 millones de billetes de 50 bolívares, y en el transcurso de diciembre 65 millones de billetes de 500, ingresarán también casi 5 millones de billetes de 5 mil y casi 3 millones de billetes de 20 mil” (aporrea.org, 16/12/2016).

¿Bueno o malo?
¿La medida de Maduro, como nos ha venido insistiendo, ha tenido un efecto demoledor a las mafias del dólar paralelo en Cúcuta y Maicao, las poblaciones fronterizas colombianas donde millones de bolívares en billetes de 100 habrían quedado represados? No pareciera en primera aproximación, de igual modo que en la fronteriza Villa Pacairima en Brasil, salvo el efecto de pérdida que los comercios de esas poblaciones habrían tenido con las compras permitidas en bolívares por naturales venezolanos de los estados fronterizos de Táchira, Zulia y Bolívar en búsqueda de alimentos y bienes escasos. Si el monto que existiera en Colombia fuese realmente de 300.000 millones de bolívares, a cualquier tipo de cambio peso colombiano por bolívar, cualquier cifra cautiva por encima de 100.000 millones pesos, tan sólo en Cúcuta, habría sido de inmediato reclamo por parte del ejecutivo colombiano al gobierno venezolano, y tal reclamo aun no lo han hecho. Pretendidos analistas venezolanos para justificar la acción de Maduro, han explicado el diferencial que resultaría a favor de cualquier mafioso de casa de cambio cucuteña convirtiendo en Bogotá los bolívares a pesos colombianos y luego estos a dólares para venderlos a venezolanos necesitados por más bolívares. Si esa fuese la magnitud del negocio y de la noche a la mañana las bóvedas del banco central colombiano hubieran amanecido abarrotadas de billetes de 100 Bs sin valor el lunes 12 de diciembre por efecto del decreto, lo más seguro es que una nota de reclamo del ejecutivo colombiano habría sido entregada en forma expresa a la cancillería venezolana de ipso facto y en términos muy poco amistosos. Igual caso habría ocurrido desde el gobierno brasileño por los negocios en bolívares en Villa Pacairima.

Ahora, ¿qué tan beneficioso ha sido realmente para el país? Para podernos explicar esa respuesta y no meramente diciendo que el dólar paralelo se tasó el jueves 15 de diciembre en 2.480,52 Bs, casi 1.700 Bs menos que el domingo (4.254,11 Bs) cuando Maduro habló del decreto, necesario es evaluar el por qué de su disparada desde valores cercanos a los 1.000 Bs (valor que se mantuvo durante buena parte del año hasta comienzos de octubre) a medida que transcurría de nuevo el comercio fronterizo luego de su reapertura el pasado 13 de agosto. Fue pública y notoria la búsqueda de adquirir en Cúcuta y Maicao alimentos y otros bienes esenciales escasos en el país. La magnitud de viajantes tendió a estabilizarse en la medida que los precios comparativos resultaran menos costosos que los que ofrecían los bachaqueros en el país. La ventaja de que el bolívar pudiese ser aceptado por los comercios, otra. El cambio peso colombiano – bolívar en función del dólar paralelo a 1.000 Bs permitía al pudiente de San Cristóbal acercarse a Cúcuta un fin de semana y gastar en unos 8 o 9 productos 50.000 Bs. Para quien depende de un salario mínimo, aun si la cesta tickets se pudiese canjear en Colombia, un ingreso mensual de 90.000 Bs había que racionarlo muy bien para adquirir sólo lo importante. Con todo y el boom que se le quiso sacar, las compras en bolívares hechas en la frontera mantuvieron un perfil más bien bajo. Apenas se vio la oportunidad de importar masivamente desde Colombia productos de primera necesidad escasos: harina de maíz, arroz, harina de trigo, aceite de cocina, pasta, papel toilet, pañales, etc, y que las transacciones podían realizarse en bolívares, el precio del dólar paralelo comenzó a levantar cabeza y también la acumulación de billetes venezolanos.

La lógica del mercado condicionaría que se exigieran más bolívares por los pesos colombianos en respuesta al aumento de los precios de las mercancías para poder satisfacer una mayor demanda desde Venezuela. La permisividad por parte de los militares venezolanos para que cruzaran sacos llenos de bolívares para adquirir las mercancías sólo estuvo en la medida en que los oficiales de alto rango fueran los interesados en llevar las mercancías hasta otras ciudades del país, evidentemente a través de testaferros. Lo mismo terminó ocurriendo en la frontera con Brasil, el valor local de cambio real – bolívar venía tasado en función del dólar paralelo en ascenso. La red de distribución de mercancías brasileñas importadas, desde Villa Pacairima en la frontera junto a la población venezolana de Santa Elena de Uairén, hasta las poblaciones de los estados del sur oriente del país estaba custodiada por más de 10.000 funcionarios militares incluyendo tropa y oficiales de alto rango, y esto dicho por el propio gobernador del estado Bolívar, Rangel Gómez, nos da cuenta de la magnitud del negociado. Imaginamos que algo similar deberían haber estado haciendo Vielma Mora en Táchira y Arias Cárdenas en Zulia con importaciones similares desde Colombia. La consecuencia del disparo de la tasa del dólar paralelo de inmediato repercutió en la elevación de los precios de las mercancías en venta en Venezuela. Todos querían jugar a llenarse de bolívares para ir a Brasil o a Colombia para comprar allí lo escaso en Venezuela, traerlo para ser vendido con márgenes de ganancia especulativos y repetir el ciclo. Con el aumento de la demanda de mercancías sus precios al cambio en bolívares aumentaban. Lo que el gobierno consideró un efecto pernicioso de mafias en USA y Colombia, no fue más que la vieja ley de la oferta y la demanda cuando adicionalmente el bolívar era usado como otra mercancía intermedia en función de otro marcador referente del mercado mundial, el dólar.

El descenso abrupto del dólar paralelo por la medida espasmódica de Maduro, aunque sin llegar a valores de 1.000 Bs sólo indica la detención abrupta de mercancía no comercializable en Venezuela porque el valor de cambio usado en principio perdió valor de improviso. Bruscamente Colombia se quedó con miles de billetes de 100 Bs inservibles que en principio no pueden reingresar a Venezuela si no es de la misma forma como salieron. También significó para un nuevo sector de la burguesía venezolana que se apoyó en la casta militar bolivariana que controla la frontera, un golpe muy fuerte porque deberán conseguir otra denominación de pago que resarza lo perdido en la compra anterior, si no, la mercancía adquirida jamás será liberada desde Colombia y Brasil. Es obvio que hasta que el nuevo cono monetario venezolano no se estabilice, cualquier transferencia de efectivo a estos países quedará pendiente, pero también volverá a notarse en nuestro país niveles de escasez por productos que en cierta forma venían apareciendo por tales importaciones.

Roberto Yépez
18/12/2016

jueves, 24 de noviembre de 2016

Venezuela, en vísperas de definiciones


Venezuela, en vísperas de definiciones


El carácter tardío de la mediación vaticana en Venezuela quedó ilustrado rápidamente por los acontecimientos de las últimas semanas. El descontento de la oposición respecto del resultado del “diálogo” radica en que éste no puede dar respuesta al único tema relevante: la crisis de poder. Por ello, el tema del desplazamiento de Maduro se cuela en forma permanente, sin acuerdos posibles. La derecha -MUD- asegura que vuelve a “la agenda de la calle” mediante la recolección de millones de firmas por el revocatorio, para presentar en la tercera reunión con el gobierno, prevista para el 6 de diciembre. La iniciativa apenas intenta disimular sus propias divisiones: una semana antes, Capriles había anunciado que “el 11 de noviembre era la fecha límite” para la satisfacción de sus demandas -liberación de presos y calendario electoral-, algo que ostensiblemente no ocurrió, sin que la coalición derechista ofreciera respuesta al nivel de las amenazas previas. En realidad, la MUD refracta el impasse del propio imperialismo, cuyas iniciativas “mediadoras” para contener la crisis latinoamericana vienen pisando arenas movedizas -Cuba, Colombia. El triunfo de Trump ha puesto patas para arriba esa agenda, desde el pacto nuclear con Irán hasta las transacciones con Raúl Castro, lo que se ilustra con los nombramientos de su gabinete. En ese marco, los sectores más derechistas de la MUD reclaman concluir en forma inmediata cualquier negociación con Maduro, porque los encuentros “no han dado resultados ni los van a dar” (Lilian Tintori en latercera.com). Hasta la Iglesia evidenció el callejón sin salida, pues “el presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, monseñor Diego Padrón, aseguró que la institución religiosa 'no está contenta' con el desarrollo 'del proceso de diálogo'” (ídem).

Bancarrota económica

La sanata papal según la cual “dialogando se entiende la gente” como parte de “la cultura del encuentro” está lejos de ocultar que el trasfondo profundo es una bancarrota monumental -y a su turno, una crisis de poder que exige definiciones de todas las clases sociales-. De una “redistribución eterna” a partir de la renta petrolera, pasamos al inminente default de PDVSA, que el 21 de noviembre activó una “gracia” de 30 días para pagar compromisos de deuda por aproximadamente 539 millones de dólares. El dato es significativo, porque en ningún momento el chavismo interrumpió el pago religioso de estos cupones, lo cual desangra sistemáticamente una economía en terapia intensiva. El JP Morgan “todavía cree que PDVSA hará los pagos durante el período de gracia” (El Nacional, 21/11); sin embargo, es evidente que el default se aproxima. El desquicio económico es pagado íntegramente por las masas, que afrontan una canasta familiar que llegó a los 429 mil bolívares, mientras el salario mínimo no alcanza los 30 mil. Incluso considerando los “cestaticket”, una suerte de vale alimentario que impuso el gobierno para asegurar la reproducción de la fuerza de trabajo, el salario no cubre siquiera la cuarta parte de la canasta.

Las evidencias que aquí señalamos confirman que Venezuela marcha a un desenlace. Esto coloca sobre el tapete la necesidad que la clase obrera emerja en la crisis nacional como un factor político independiente. Es imperioso que la izquierda obrera y socialista postule un planteo de poder, que incluya la convocatoria a un congreso de trabajadores y una constituyente que reorganice la nación sobre nuevas bases.

Alejandro Lipco

martes, 25 de octubre de 2016

Venezuela: Una “mediación” tardía y reaccionaria


Venezuela: Una “mediación” tardía y reaccionaria

Contra lo que sostiene una opinión difundida, ni el Vaticano ni Bergoglio han sido muy afortunados en sus “mediaciones” internacionales. El último fiasco lo constituyó el rechazo, por medio de un referendo, al “plan de paz” en Colombia, que habían avalado nada menos que Obama, Raúl Castro, el Vaticano y hasta Nicolás Maduro. Las “mediaciones”, en el caso de Venezuela, han fracasado en varios formatos, unas tras otras. Tampoco dio resultado la injerencia del Papa en el conflicto entre Israel y la Autoridad Palestina. Sin pretensiones supersticiosas, habría que tocar madera en lo relativo a la reanudación de relaciones diplomáticas entre EEUU y Cuba, donde se adjudica a Francisco un papel eminente, porque el bloqueo aún no ha sido levantado, ni hay señales de que ocurra en lo inmediato, mientras la prensa internacional está ventilando un negociación en curso de Cuba con China y por sobre todo con Rusia para instalar bases militares en la Isla Grande del Caribe. Después que el presidente de Filipinas anunciara una “separación” de su país de EEUU, el tablero diplomático es proclive a cambiar en cualquier dirección. Que lo digan, si no, Rusia-Turquía-EEUU, con sus blancos móviles en el Medio Oriente.

Con estos antecedentes precarios, Bergoglio se ha lanzado a una mediación final en la crisis de Venezuela, aunque no haya puesto la cara para sellar el trámite. Lo que para Página 12 culminaría una gestión de un par de días, para The Wall Street Journal fue un anuncio improvisado en un par de horas. Lo fundamental no lo ha dicho nadie, a saber, si es una mediación para contener un desenlace inminente del enfrentamiento político en Venezuela –o para precipitarlo. Por de pronto, la nueva negociación tendrá lugar lejos de Caracas, aunque tampoco la Isla Margarita asegura un ambiente sosegado. La mayoría de los representantes de peso de la oposición de derecha ha calificado al intento de tardío y carente de contenido, pues parte de una decisión del gobierno de anular cualquier posibilidad de ejercicio de referendo revocatorio del mandato de Maduro, que ha incluido, en los últimos días, el desconocimiento de la Asamblea Nacional controlada por la oposición. Maduro acaba de aprobar el Presupuesto 2017 por decreto. La llamada “ala dura” del chavismo tampoco lo bendice –simplemente porque no tiene contemplada ninguna concesión a los reclamos de esa oposición, y recela de los conciliábulos entre los mediadores a sus espaldas. Si la división del oficialismo se ratifica, la “mediación” podría acabar pariendo un cambio de gobierno. El aislamiento del chavismo es completo en todos los planos –político, social y financiero.

Ningún comentarista especializado destaca la ausencia de la mesa de uno de los protagonistas de mayor peso en esta crisis: los acreedores internacionales de Venezuela. La negociación deberá, sin embargo, satisfacer la posición de estos acreedores –antes que nada. En las últimas semanas, la estatal de petróleo, PDVSA, ha intentado en vano obtener un canje de deuda, que vence en noviembre –del orden de los US$ 5.500 millones, sobre una deuda de conjunto con acreedores privados de US$ 45.000 millones. Ha contratado para desarrollar el canje al Crédit Suisse, sin éxito. El chavismo ha pagado escrupulosamente, hasta ahora, los vencimientos de capital e intereses a los fondos internacionales, a costa de un freno al gasto de mantenimiento y a las inversiones de PDVSA. Algún comentarista recordó que esto ya lo había hecho Ceaucescu, en Rumania, en la década del 80 del siglo pasado: tuvo un éxito memorable, porque logró, a costa de una hambruna, reducir a cero la deuda externa, para acabar ante un pelotón de fusilamiento en medio de una revolución popular. 

El pago de la deuda en Venezuela ha redundado en una caída de la producción y en un “defol” con los acreedores locales. Las empresas extranjeras de servicios tecnológicos han salido del país. Las operaciones comunes con empresas extranjeras están paralizadas. Un fallo del estado de Delaware acaba de condenar a Venezuela a pagar US$ 3.000 millones por la nacionalización de la minera Cristalex, anticipando lo que ocurrirá en caso de “defaultear” la deuda externa. La prioridad otorgada al pago de la deuda externa ha redundado en la caída de un 60% de la importación de alimentos y de componentes para la producción industrial. The Wall Street Journal “admite” que una razón para rechazar el canje de deuda propuesta por el gobierno (que reconoce como muy “generosa”) es la expectativa de los acreedores en “un cambio de gobierno”. La suma de la deuda externa de PDVSA y de la administración nacional es de alrededor de US$ 80.000 millones, sin considerar la deuda con China, que es pagada con exportación de crudo, y que por lo tanto no reporta ingreso de divisas. Venezuela se encuentra negociando la deuda contraída con China.

El ajuste forzado impuesto por la carga de la deuda externa es acompañado por otro más “clásico”. Los “tour” de compras a los estados fronterizos con Colombia han dado paso a la liberalización de las importaciones en seis de esos estados, y por lo tanto a la liquidación de los controles de precios y de los precios máximos. Las góndolas han dejado de estar vacías, aunque a precios siderales respecto al salario. El propósito sería extender el proceso en forma paulatina a todo el país; el BCV intenta acompañar con un ritmo menor de emisión monetaria. Como ha ocurrido con el kirchnerismo, en Argentina, el perfil macrista del ajuste empieza a cobrar forma bajo el chavismo.

Es posible describir los términos de un acuerdo hipotético en Margarita. De menor a mayor, el chavismo reconocería, por lo menos, la soberanía de la Asamblea Nacional, con la cual debería acordar el Presupuesto. Nada menos que definir la política económica de un país quebrado y una inflación del 600% anual –con los hermanos caribeños de Macri, Temer, Duarte, Santos y el ‘peruano’ Kusinsky. La viabilidad de un acuerdo que levante los “cepos” dependería de la obtención de financiamiento internacional y de los condicionamientos políticos de esta financiación. La derecha concedería reportar el revocatorio al año que viene, pero a cambio de modificaciones en el poder judicial electoral. Incluso aceptaría la anulación sin más del revocatorio a cambio de un adelantamiento de elecciones presidenciales para fines de 2017. Un paquete de estas características implicaría, por lo menos, la sustitución de Maduro por su propio vice. El pacto establecería la intangibilidad de las FFAA y el alto mando chavista.

Como sea, incluso un acuerdo básico de estas características haría saltar las costuras tanto del chavismo como de la oposición de derecha. Colombia sirve de ejemplo, porque la derrota del Sí al plan de paz tuvo poco que ver con las críticas o rechazos a la llamada “justicia transicional” que se había concebido para las FARC, y mucho más con la disputa de poder dentro de la oligarquía de Colombia, entre los representantes del capital financiero, en la figura de Santos, de un lado, y de la maffia de acaparadores de tierras, en cabeza de Uribe, por el otro.

Es difícil asegurar si el apresuramiento mediador de la curia vaticana responde al temor de que la convocatoria de la derecha a una “ocupación de ciudades”, para el miércoles 25, se convierta en una rebelión popular que sea reprimida por las fuerzas armadas, pero si ello ocurre la propia mediación saltará por los aires. En Venezuela hay una crisis de poder irreversible: el destino del revocatorio, la salida al derrumbe económico, la defensa de los derechos laborales, sociales y democráticos ya no se juegan en el terreno preexistente sino que dependen de una salida de poder. El reconocimiento de una crisis de poder significa que el poder oficial del chavismo es un espectro, cuyo recurso último de defensa no es la movilización popular, que no quiere ni podría realizar, sino un golpe aventurero de las fuerzas armadas. Es, desde hace tiempo, un gobierno de facto en rápida declinación. La oposición de derecha, por su lado, ya se encuentra llamando a un golpe militar para implantar su salida “democrática”. Es necesario explicar este cuadro político a los trabajadores para explotar este momento de la crisis y las etapas subsiguientes de ella para desarrollar una alternativa socialista de la clase obrera. En oposición a mediaciones, regímenes de facto y salidas democráticas de derecha y golpistas, planteamos la convocatoria de una Asamblea Constituyente por parte de un gobierno de trabajadores.

La clase obrera, las masas y la izquierda de Venezuela están pagando ahora las consecuencias de no haber sido las líderes de la oposición popular al chavismo, ni de haber intentado crear las condiciones para serlo –en resumen, de haber cedido, por esa incapacidad, el liderazgo a la derecha. Fenómeno plebiscitario por excelencia, que oponía los votos a las conspiraciones de la derecha, el chavismo acaba entregando ese recurso plebiscitario a sus enemigos y repudiando el recurso al voto popular. Hijo histórico del caracazo, el chavismo se ve amenazado ahora por un caracazo dirigido por los represores de aquel. La catástrofe del chavismo ha sido un factor de primer orden en el desprestigio político que llevó al desplazamiento de los gobiernos “nac & pop” en el resto de América Latina. El seguidismo de la izquierda a los representantes del “mal menor”, acaba, por la misma lógica capitalista de ese “mal menor”, a la recuperación política y a la eventual victoria política del ala derecha del frente patronal.

En cualquier caso, sin embargo, las alternativas que se barajan en el campo de la burguesía para salir de esta catástrofe, no hacen sino abrir nuevos escenarios de crisis, seguramente más agudos. En primer lugar por un ajuste de características sociales muy violentas. En segundo lugar por la probable disgregación de los bloques capitalistas en presencia. En este cuadro, la llamada izquierda del chavismo ha entrado en un impasse irreparable al apoyar el revocatorio, o sea a respaldar la salida de la derecha, mientras el otro encabeza la salida “mediadora”. Es la oportunidad para que la izquierda revolucionaria de Venezuela juegue su papel histórico.

Jorge Altamira

lunes, 24 de octubre de 2016

DE LA TRAGEDIA DE ABRIL DE 2002 A LA FARSA DEL 23/10/2016


DE LA TRAGEDIA DE ABRIL DE 2002 A LA FARSA DEL 23/10/2016

Los "revolucionarios" toman la Asamblea Nacional para impedir el golpe de la derecha, pero al ratito le dejan el recinto a los "golpistas" para que en una declaración política acuerden que estamos en "dictadura".¡Qué grotesca la democracia burguesa venezolana!

PRECIOS DOLARIZADOS Y SALARIOS INSUFICIENTES

Tanto el PSUV como la MUD se reclaman respaldados por millones de venezolanos, pero con tal respaldo, lo que les interesa es quedarse con el coroto para seguir robando impunemente en condiciones del capital en bancarrota. Mientras, los millones de venezolanos lo que están es sobreviviendo a su crisis porque ambos partidos burgueses tienen como política de salvataje al capital, hacérsela pagar a los explotados y no a los capitalistas.

¿Alguien dijo algo ayer de la necesidad urgente de un aumento general de sueldos y salarios que recupere el poder adquisitivo de los venezolanos? ¿Acaso fue incluido en la declaración final aprobada por la AN? Ninguno y ni pendiente, ni los de la MUD ni los "revolucionarios", todos apoyan el PAC de precios súper dolarizados de los alimentos y bienes de primera necesidad como alternativa de recuperar la desfondada tasa de ganancia del capital como consecuencia de su bancarrota.

BANCARROTA DEL CAPITAL Y DEFOL FORZADO EN PDVSA

Quienes se alegran de un "pueblo" alzado tomando la AN, a espaldas de millones indiferentes a los devaneos por el poder del PSUV y la MUD, deberán esperar al verdadero pueblo alzao llevándose en los cachos tanto a la AN como al Palacio de Miraflores, a la par que cualquier híper mercado o negocio de chinos. Sólo hay que esperar que las condiciones económicas del país se pongan más duras con las declaraciones de defol por parte de PDVSA y el propio Estado soberano, que prefirieron pagar deuda a realazos al sistema financiero internacional hasta agotar la hucha antes que preocuparse por las necesidad de producción agrícola e industrial del país que impidiera la hambruna que se avecina.

PDVSA se ha bajado los pantalones ofreciendo canjear parte de su deuda porque le es imposible pagar la que se vence en lo que resta de este año y en el próximo, trasladándolos con más deuda y más intereses al 2020. ¿Quién de los acreedores de PDVSA verá con optimismo ahora esa posibilidad? Con las señales dadas desde el jueves hasta el domingo, tanto por el gobierno como por la derecha, es “olvídense del canje y vengan de una vez a exigir el pago”. Si hasta el viernes pasado no se había logrado canjear el 50% de los 5.050 millones de dólares en bonos a vencerse, con el show grotesco del domingo se terminan esfumando sus posibilidades, y peor aun, cualquier chance de conseguir fondos por parte de Maduro en la arena internacional de los países "amigos", para pagar la deuda por vencerse, se hace aun más cuesta arriba, en peores condiciones y con más ventajas para los acreedores de la deuda externa venezolana, en perjuicio del país.

NI MADURO NI RAMOS ALLUP
CONSTITUYENTE SOBERANA, DEMOCRÁTICA Y REPRESENTATIVA
EL GOBIERNO DE LOS TRABAJADORES

Necesitamos un gobierno ajeno a los intereses del capital. Necesitamos el GOBIERNO DE LOS TRABAJADORES. El gobierno que no le tiemble el pulso en declarar ya la moratoria de todos los pagos de deuda externa e interna, el gobierno que respalde a los explotados con un salario igual a la cesta básica, el gobierno que le haga pagar su crisis a los capitalistas. Necesitamos organización para encausar las movilizaciones por venir para que vean de iguales a Maduro y a Ramos Allup, al PSUV y a la MUD, para desplazarlos definitivamente del poder político y derrumbar las estructuras del Estado que le garantizan a los capitalistas y a los arribistas políticos de los partidos burgueses sus privilegios.

Movilicémonos por una Asamblea Constituyente soberana, democrática y representativa de las grandes mayorías sociales explotadas y oprimidas para que nos conduzca al Gobierno de los Trabajadores. No basta sacar a Maduro del gobierno y a Ramos Allup de la AN para cambiar las cosas a favor de las mayorías, es al Estado al que hay que derrumbar y el Gobierno de los Trabajadores es la puntilla para concretarlo en los hechos y el primer paso concreto hacia el socialismo.

24/10/2016

jueves, 26 de mayo de 2016

Venezuela: golpes, autogolpes y el temor a la rebelión popular


Venezuela: golpes, autogolpes y el temor a la rebelión popular

La declaración por parte de Maduro del “estado de excepción” el pasado 13 de mayo implicó un nuevo salto en la característica golpista que adquirió el régimen chavista. Mediante esta medida se amplía la capacidad del Ejecutivo para cercenar libertades democráticas, reprimir manifestaciones y emitir deuda. Este “pasaje del bonapartismo plebiscitario al bonapartismo de facto” (http://opcion-obrera.blogspot.com/2016/05/venezuela-de-regimen-plebiscitario.html) se desarrolla como experiencia declinante –lo contrario a una afirmación de poder. La camarilla “madurista” se aferra a la conducción del Estado en medio de un impasse extraordinario, pues carece de un programa para afrontar el deterioro monumental de la vida social venezolana. El nacionalismo rentista se derrumba confesando que no tenía alternativa prevista para la declinación de los precios de las materias primas –una negación de cualquier tipo de desarrollo genuinamente autónomo.

En este marco de sistemática degradación, la declarada negativa de Maduro y compañía respecto a la realización del referendo revocatorio, para el cual la oposición asegura haber reunido diez veces más que las firmas necesarias, atiza el fuego del golpismo y el autogolpismo.

“Evitar un caracazo”

A la derecha proimperialista, naturalmente, le importa un bledo “la democracia”; quiere sacarse de encima a Maduro a como dé lugar, pero teme más que a la peste un desenlace que se vaya de control. Idéntico recelo tienen los propios Estados Unidos y el Vaticano, que intentan contener estas contradicciones, comprometidos como están en un delicado reordenamiento general de América, desde Cuba y Colombia hasta los buitres que sobrevuelan Buenos Aires. Las “preocupaciones” sobre una salida militar a la crisis que dejan trascender funcionarios norteamericanos buscan reforzar la extorsión a Maduro para que abandone el poder y dé paso a una “transición ordenada”; sentido similar tuvo la carta del Papa, y la visita de Rodríguez Zapatero –un lobbista de la banca española. El propio Macri viró, y se suma al “equipo” de la “transición ordenada”, tras instar a Malcorra a moderar sus dichos respecto a la “Carta Democrática” de la OEA, y postular, él mismo, “la necesidad del diálogo” (La Nación, 21/5). Existe la preocupación que el desmadre derive en una situación revolucionaria. Quien más claro expresa la cuestión es Capriles: “hay que hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que no haya una reedición del Caracazo de 1989. Lo que puede darse en Venezuela son muchos estallidos que generen una situación que se nos escape de las manos” (El País, 20/5).

El arbitraje de las Fuerzas Armadas

En Venezuela, las Fuerzas Armadas aparecen como un actor ineludible de la crisis, lo cual ilustra otro límite insalvable de la experiencia nacionalista.

La división en sus filas es señalada por oficialistas y opositores; Heinz Dieterich, un destacado chavista que aboga por una “retirada táctica”, señaló hace varias semanas que “la fracción del general madurista Padrino López reafirma la política de ‘ni un paso atrás’ de Stalingrado, [mientras] el grupo del general chavista Rodríguez Torres aboga por la política de la retirada táctica: una solución política negociada con las fuerzas del 6-D” (se refiere al bloque que derrotó a Maduro en las últimas elecciones). Cualquiera sea la variante que se abra paso, lo que está claro es que no hay “poder popular” si el destino de semejante crisis reposa en las manos de una camarilla corrompida o de fracciones de un ejército estatal organizado de arriba para abajo.

Por una intervención independiente de la clase obrera

No nos privamos de insistir: rechazamos que el hundimiento de las experiencias nacionalistas configuren una derrota de las masas –eso dependerá de la lucha de clases, y de la calidad de la intervención de la izquierda revolucionaria para emerger como alternativa política frente a la crisis. La clase obrera debe emerger como factor independiente en la escena política venezolana. La situación excepcional que el país atraviesa pone al rojo vivo la necesidad de la convocatoria de un congreso de trabajadores para discutir una salida obrera a la crisis y reclamar una asamblea constituyente libre y soberana, que sea convocada por un gobierno de trabajadores.

Alejandro Lipco

viernes, 15 de enero de 2016

A las organizaciones participantes del Foro de Caracas del Partido Obrero de Argentina


A las organizaciones participantes del Foro de Caracas (organizado por el EQUIPO PROMOTOR POR UNA PLATAFORMA DE IZQUIERDA el 16/01/2016):

Los desafíos y responsabilidades que tenemos por delante la izquierda revolucionaria son muy importantes cuando asistimos en América Latina a un proceso político marcado por una gran crisis económica y social en el marco de una nueva fase de la bancarrota capitalista mundial, por un lado, y un agotamiento de los movimientos nacionalistas y el progresismo que venían conduciendo los destinos de nuestros países, por el otro.

En el caso de Argentina, la transición planteada por la derrota electoral del kirchnerismo y la asunción de un gobierno de cuño derechista expresa una aguda fractura económica, social y política. El rescate capitalista de la bancarrota que deja el gobierno anterior deberá conducir a graves convulsiones sociales y enfrentamientos de fondo entre las clases. El colapso del kirchnerismo traduce un agotamiento más general del peronismo, el movimiento histórico que logró acaparar la atención popular durante décadas y que ha entrado en una descomposición irrevocable. Al mismo tiempo pone de relieve el fracaso de la tentativa nacionalista del kirchnerismo en el marco de la crisis capitalista mundial, en la que su papel ha sido el repago “serial” de la deuda pública con la banca acreedora y el rescate de las privatizaciones. La derecha que asume la conducción del Estado tendrá que probar su capacidad de pilotear la crisis económica y poner en marcha un rescate que exige una confiscación social de gran alcance. La condición para ello será disciplinar y doblegar a los trabajadores. Vamos por lo tanto, a una gran pulseada. El Partido Obrero se plantea el desafío de que esta transición de alcances revolucionarios culmine con un desenlace favorable a los explotados. Esto plantea una gran iniciativa en el campo del programa y la acción, pero al mismo tiempo, como condición sine qua non, una delimitación implacable respecto del nacionalismo en descomposición. Lo cual constituye ya mismo un terreno de lucha política con la izquierda centrista que mediante planteos de “frente antimacrista” con el kirchnerismo, se propone contribuir como furgón de cola a una recomposición del nacionalismo fracasado.

Venezuela es quizás la expresión más aguda de esta transición, dominada por el fracaso y el agotamiento del chavismo y el ascenso de la derecha. Estamos frente a una suerte de doble poder entre el Ejecutivo y la Asamblea Nacional en el marco de una crisis económica de características catastróficas. El sector mayoritario de la oposición, sin embargo, tiene conciencia de que este panorama podría desembocar en una explosión social y está actuando con pies de plomo para evitar que la situación se desmadre.

El problema que enfrenta el gobierno bolivariano, no es la derrota electoral sino su carencia de una salida superadora a la política responsable del actual colapso. Este inmovilismo conduce a un auto-golpe –o sea, a la disolución de la Asamblea Nacional por parte del Ejército.

Alternativamente, podría conducir a otro golpe, pactado entre un sector del oficialismo y uno de la oposición.

El oficialismo y buena parte de la izquierda latinoamericana han atribuido a la “guerra económica” la derrota electoral, encubriendo la responsabilidad de la camarilla gobernante en la desorganización económica. El boicot económico que se desenvuelve contra el gobierno es consecuencia directa del fracaso del intervencionismo estatal, que nunca alteró la base de la gestión capitalista de la economía.

El movimiento obrero venezolano, a pesar del creciente desencanto con el régimen, sigue atenazado políticamente al chavismo. La izquierda ha contribuido a reforzar esa tendencia, llamando a cerrar filas con el gobierno en nombre de la lucha contra la derecha.

La expectativa de reformar al chavismo con la consigna del retorno a los orígenes, es un callejón sin salida. Los que siguen invocando a la “masa chavista” para seguir medrando con la reforma del chavismo, ni siquiera toman nota de que una parte importante de la masa del chavismo acaba de pronunciarse con un voto a la oposición y con la abstención.

El impasse que se ha creado pone más al rojo vivo la necesidad imperiosa de una acción política independiente de la clase obrera. Los explotados deberían terciar en la crisis política. Pero, para que ello suceda, es necesario que conquisten su independencia política, romper sus ataduras al chavismo y formar un partido obrero independiente. La unidad de la izquierda no es un fin en sí mismo: será útil y progresiva si es una herramienta en esta perspectiva. Un agrupamiento político clasista debería evaluar la oportunidad de la consigna de Asamblea Constituyente libre y soberana que desarrolle un programa de control obrero generalizado, en oposición al gobierno y a la oposición.

Les deseamos éxito en vuestro debate y que las conclusiones políticas sean un paso adelante en la batalla por poner en pie una alternativa obrera y socialista en Venezuela.

Partido Obrero (Comisión internacional del Comité Nacional)

Buenos Aires, 15 de enero de 2016