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lunes, 19 de diciembre de 2016

Maduro y el billete de 100 Bs. Parte 1


Una semana plena de realismo mágico
Maduro y el billete de 100 Bs. Parte 1

Colas de kilómetros el viernes 16 en los alrededores
de la sede del BCV en Carmelitas, Caracas
El hecho histórico en una semana plena de tensión social
Bajo una alharaca como las que nos tiene acostumbrado, Maduro nos dijo que había que sacar de circulación el billete de 100 Bs porque la mitad de ellos estaban en Colombia provocando su escasez en las taquillas de los bancos y cajeros electrónicos. En “venganza” al manipulador dólar Cúcuta y la página web @DolarToday, “causantes” de la depreciación estruendosa del Bolívar Fuerte en apenas dos meses, excusa habitual de Maduro y el Gobierno Bolivariano ante la crisis de la economía nacional, los billetes de marras represados de forma aviesa en Colombia y hasta en Checoslovaquia, España y Alemania, a según, dejarían de tener valor al concluir el jueves 15 de diciembre. En esa cadena presidencial se nos decía que para el venezolano en su país los problemas serían menores. Maduro nos decía que su gobierno estimaba en 300.000 millones de bolívares la cantidad en billetes de 100 fuera del país, aproximadamente algo menos de la mitad del rubro 100 Bs del informe MONEDAS Y BILLETES EN CIRCULACIÓN AL CIERRE DE CADA MES (FAMILIA ACTUAL) emitido por el BCV (a noviembre de 2016 para un total de 611.171 millones de bolívares, el 77,15% de todas las denominaciones), y por lo tanto, lo restante, como circulante entre comerciantes y venezolanos de a pie.

No hay que ser muy inteligente para imaginar la planificación exhaustiva que hubiera sido necesaria para recoger 300.000 millones de bolívares en poder del público, y eso evidentemente en lo absoluto se hizo durante los 3 días habilitados para ese fin en la banca pública y privada hasta el 15 de diciembre. Al concluir la jornada Maduro ratificó que el plazo ya se había cumplido, y ahora, los que no pudieron hacer sus depósitos, deberían “acercarse” hasta una de las 30 taquillas que la sede del BCV en Caracas ha habilitado durante 5 días continuos entre el viernes 16 hasta el martes 20 de diciembre. El decreto que apareció en gaceta el lunes decía de 10 días bancarios. El malestar de mucha gente que no pudo depositar su dinero, ahora sin valor a menos que se presente ante el BCV hasta el 20, obliga a Maduro a seguir recurriendo a salidas espasmódicas con el habitual “como vaya viniendo, vamos viendo”. Que no diera fecha de cuando los nuevos billetes entrarán en circulación, y por el contrario informara que una remesa de billetes de 50 Bs sería despachada, indica en mucho el interés de hacer pasar a troche y moche los deseos del ejecutivo nacional. Para generar el “clima de confianza” con la medida confiscatoria del salario de los trabajadores el miércoles 7 de diciembre el presidente del BCV, Nelson Merentes, insistía que el nuevo cono monetario entraría en circulación el jueves 15 de diciembre. Maduro, en vez de hacerlo renunciar por su ineficiencia y el problemón en que deja a millones de venezolanos sin posibilidad de disponer de efectivo a la brevedad, lo premia con el anuncio de los billetes de 50 como si con eso Merentes hubiera salvado la patria.

Para el viernes 16 la respuesta popular comenzó a sentirse en Maracaibo, donde miles de personas exigían que la subsede del BCV allí les aceptara sus billetes. Intentos de saqueos y enfrentamientos con la policía en medio del gas del bueno se hizo sentir esa fecha e inclusive el sábado 17. En la población de El Callao, en el estado Bolívar, igual situación se presentó con varios comercios saqueados, y en Tumeremo, otra población minera 60 Km más al sur, las vías fueron bloqueadas en reclamo a mantener la vigencia del billete de 100 Bs. En muchas otras capitales de estado y poblaciones de menor importancia igual se presentaron situaciones irregulares ante la tensa situación de no poder disponer de valor en los billetes aun en poder del público. La respuesta oficial el viernes en la noche fue de incrementar en la sede caraqueña del BCV en Carmelitas las taquillas receptoras del billete de marras de 30 a 150 y trabajar las 24 horas del día durante el lapso previsto hasta el martes 20 de diciembre. Ya a partir del mediodía del viernes el ejecutivo nacional había suspendido el cobro de las tarifas de los sistemas de metros en el país así como de los transportes extraurbanos SITSSA, y también el pago de peajes. Las taquillas de los bancos, a partir del viernes 16, cambiaron su función de recibir depósitos a pagar retiros personales. Desde el momento en que el ejecutivo comenzó a pagar los aguinaldos, a mediados de noviembre, todo el sistema bancario nacional comenzó a colocar restricciones en el retiro diario de efectivo. De montos sin límites a 30.000 Bs, luego a 15.000 Bs, 10.000 Bs. El viernes 16 lo máximo a retirar fue 2.500 Bs (en billetes de baja denominación, inclusive de 5 Bs) en una semana marcada esencialmente por el depósito de dinero en las taquillas de los bancos.

Del nuevo cono monetario sólo se habla de las monedas de 100, 50, 20 y 10 Bs y del billete de 500 Bs en “algún momento” de la semana del 19 al 23 de diciembre, esto es, sin garantía alguna. Las otras denominaciones en billetes irán “apareciendo” en lo que resta de diciembre y enero. Para solventar la ausencia de efectivo con valor, Maduro precisó que ingresarían “327 millones de billetes de 50 bolívares, y en el transcurso de diciembre 65 millones de billetes de 500, ingresarán también casi 5 millones de billetes de 5 mil y casi 3 millones de billetes de 20 mil” (aporrea.org, 16/12/2016).

¿Bueno o malo?
¿La medida de Maduro, como nos ha venido insistiendo, ha tenido un efecto demoledor a las mafias del dólar paralelo en Cúcuta y Maicao, las poblaciones fronterizas colombianas donde millones de bolívares en billetes de 100 habrían quedado represados? No pareciera en primera aproximación, de igual modo que en la fronteriza Villa Pacairima en Brasil, salvo el efecto de pérdida que los comercios de esas poblaciones habrían tenido con las compras permitidas en bolívares por naturales venezolanos de los estados fronterizos de Táchira, Zulia y Bolívar en búsqueda de alimentos y bienes escasos. Si el monto que existiera en Colombia fuese realmente de 300.000 millones de bolívares, a cualquier tipo de cambio peso colombiano por bolívar, cualquier cifra cautiva por encima de 100.000 millones pesos, tan sólo en Cúcuta, habría sido de inmediato reclamo por parte del ejecutivo colombiano al gobierno venezolano, y tal reclamo aun no lo han hecho. Pretendidos analistas venezolanos para justificar la acción de Maduro, han explicado el diferencial que resultaría a favor de cualquier mafioso de casa de cambio cucuteña convirtiendo en Bogotá los bolívares a pesos colombianos y luego estos a dólares para venderlos a venezolanos necesitados por más bolívares. Si esa fuese la magnitud del negocio y de la noche a la mañana las bóvedas del banco central colombiano hubieran amanecido abarrotadas de billetes de 100 Bs sin valor el lunes 12 de diciembre por efecto del decreto, lo más seguro es que una nota de reclamo del ejecutivo colombiano habría sido entregada en forma expresa a la cancillería venezolana de ipso facto y en términos muy poco amistosos. Igual caso habría ocurrido desde el gobierno brasileño por los negocios en bolívares en Villa Pacairima.

Ahora, ¿qué tan beneficioso ha sido realmente para el país? Para podernos explicar esa respuesta y no meramente diciendo que el dólar paralelo se tasó el jueves 15 de diciembre en 2.480,52 Bs, casi 1.700 Bs menos que el domingo (4.254,11 Bs) cuando Maduro habló del decreto, necesario es evaluar el por qué de su disparada desde valores cercanos a los 1.000 Bs (valor que se mantuvo durante buena parte del año hasta comienzos de octubre) a medida que transcurría de nuevo el comercio fronterizo luego de su reapertura el pasado 13 de agosto. Fue pública y notoria la búsqueda de adquirir en Cúcuta y Maicao alimentos y otros bienes esenciales escasos en el país. La magnitud de viajantes tendió a estabilizarse en la medida que los precios comparativos resultaran menos costosos que los que ofrecían los bachaqueros en el país. La ventaja de que el bolívar pudiese ser aceptado por los comercios, otra. El cambio peso colombiano – bolívar en función del dólar paralelo a 1.000 Bs permitía al pudiente de San Cristóbal acercarse a Cúcuta un fin de semana y gastar en unos 8 o 9 productos 50.000 Bs. Para quien depende de un salario mínimo, aun si la cesta tickets se pudiese canjear en Colombia, un ingreso mensual de 90.000 Bs había que racionarlo muy bien para adquirir sólo lo importante. Con todo y el boom que se le quiso sacar, las compras en bolívares hechas en la frontera mantuvieron un perfil más bien bajo. Apenas se vio la oportunidad de importar masivamente desde Colombia productos de primera necesidad escasos: harina de maíz, arroz, harina de trigo, aceite de cocina, pasta, papel toilet, pañales, etc, y que las transacciones podían realizarse en bolívares, el precio del dólar paralelo comenzó a levantar cabeza y también la acumulación de billetes venezolanos.

La lógica del mercado condicionaría que se exigieran más bolívares por los pesos colombianos en respuesta al aumento de los precios de las mercancías para poder satisfacer una mayor demanda desde Venezuela. La permisividad por parte de los militares venezolanos para que cruzaran sacos llenos de bolívares para adquirir las mercancías sólo estuvo en la medida en que los oficiales de alto rango fueran los interesados en llevar las mercancías hasta otras ciudades del país, evidentemente a través de testaferros. Lo mismo terminó ocurriendo en la frontera con Brasil, el valor local de cambio real – bolívar venía tasado en función del dólar paralelo en ascenso. La red de distribución de mercancías brasileñas importadas, desde Villa Pacairima en la frontera junto a la población venezolana de Santa Elena de Uairén, hasta las poblaciones de los estados del sur oriente del país estaba custodiada por más de 10.000 funcionarios militares incluyendo tropa y oficiales de alto rango, y esto dicho por el propio gobernador del estado Bolívar, Rangel Gómez, nos da cuenta de la magnitud del negociado. Imaginamos que algo similar deberían haber estado haciendo Vielma Mora en Táchira y Arias Cárdenas en Zulia con importaciones similares desde Colombia. La consecuencia del disparo de la tasa del dólar paralelo de inmediato repercutió en la elevación de los precios de las mercancías en venta en Venezuela. Todos querían jugar a llenarse de bolívares para ir a Brasil o a Colombia para comprar allí lo escaso en Venezuela, traerlo para ser vendido con márgenes de ganancia especulativos y repetir el ciclo. Con el aumento de la demanda de mercancías sus precios al cambio en bolívares aumentaban. Lo que el gobierno consideró un efecto pernicioso de mafias en USA y Colombia, no fue más que la vieja ley de la oferta y la demanda cuando adicionalmente el bolívar era usado como otra mercancía intermedia en función de otro marcador referente del mercado mundial, el dólar.

El descenso abrupto del dólar paralelo por la medida espasmódica de Maduro, aunque sin llegar a valores de 1.000 Bs sólo indica la detención abrupta de mercancía no comercializable en Venezuela porque el valor de cambio usado en principio perdió valor de improviso. Bruscamente Colombia se quedó con miles de billetes de 100 Bs inservibles que en principio no pueden reingresar a Venezuela si no es de la misma forma como salieron. También significó para un nuevo sector de la burguesía venezolana que se apoyó en la casta militar bolivariana que controla la frontera, un golpe muy fuerte porque deberán conseguir otra denominación de pago que resarza lo perdido en la compra anterior, si no, la mercancía adquirida jamás será liberada desde Colombia y Brasil. Es obvio que hasta que el nuevo cono monetario venezolano no se estabilice, cualquier transferencia de efectivo a estos países quedará pendiente, pero también volverá a notarse en nuestro país niveles de escasez por productos que en cierta forma venían apareciendo por tales importaciones.

Roberto Yépez
18/12/2016

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