Opción Obrera es la sección venezolana de la CRCI (Coordinadora por la Refundación de la IV Internacional)

Propulsamos el desarrollo de una política proletaria al seno de los trabajadores tras su independencia de clase y una organización de lucha para su liberación de la explotación e instaurar El Gobierno de los Trabajadores, primer paso hacia el socialismo.

Ante la bancarrota capitalista mundial nuestra propuesta es que:


¡¡LOS CAPITALISTAS DEBEN PAGAR LA CRISIS!
¡LOS TRABAJADORES DEBEN TOMAR EL PODER!



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jueves, 24 de noviembre de 2016

Venezuela, en vísperas de definiciones


Venezuela, en vísperas de definiciones


El carácter tardío de la mediación vaticana en Venezuela quedó ilustrado rápidamente por los acontecimientos de las últimas semanas. El descontento de la oposición respecto del resultado del “diálogo” radica en que éste no puede dar respuesta al único tema relevante: la crisis de poder. Por ello, el tema del desplazamiento de Maduro se cuela en forma permanente, sin acuerdos posibles. La derecha -MUD- asegura que vuelve a “la agenda de la calle” mediante la recolección de millones de firmas por el revocatorio, para presentar en la tercera reunión con el gobierno, prevista para el 6 de diciembre. La iniciativa apenas intenta disimular sus propias divisiones: una semana antes, Capriles había anunciado que “el 11 de noviembre era la fecha límite” para la satisfacción de sus demandas -liberación de presos y calendario electoral-, algo que ostensiblemente no ocurrió, sin que la coalición derechista ofreciera respuesta al nivel de las amenazas previas. En realidad, la MUD refracta el impasse del propio imperialismo, cuyas iniciativas “mediadoras” para contener la crisis latinoamericana vienen pisando arenas movedizas -Cuba, Colombia. El triunfo de Trump ha puesto patas para arriba esa agenda, desde el pacto nuclear con Irán hasta las transacciones con Raúl Castro, lo que se ilustra con los nombramientos de su gabinete. En ese marco, los sectores más derechistas de la MUD reclaman concluir en forma inmediata cualquier negociación con Maduro, porque los encuentros “no han dado resultados ni los van a dar” (Lilian Tintori en latercera.com). Hasta la Iglesia evidenció el callejón sin salida, pues “el presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, monseñor Diego Padrón, aseguró que la institución religiosa 'no está contenta' con el desarrollo 'del proceso de diálogo'” (ídem).

Bancarrota económica

La sanata papal según la cual “dialogando se entiende la gente” como parte de “la cultura del encuentro” está lejos de ocultar que el trasfondo profundo es una bancarrota monumental -y a su turno, una crisis de poder que exige definiciones de todas las clases sociales-. De una “redistribución eterna” a partir de la renta petrolera, pasamos al inminente default de PDVSA, que el 21 de noviembre activó una “gracia” de 30 días para pagar compromisos de deuda por aproximadamente 539 millones de dólares. El dato es significativo, porque en ningún momento el chavismo interrumpió el pago religioso de estos cupones, lo cual desangra sistemáticamente una economía en terapia intensiva. El JP Morgan “todavía cree que PDVSA hará los pagos durante el período de gracia” (El Nacional, 21/11); sin embargo, es evidente que el default se aproxima. El desquicio económico es pagado íntegramente por las masas, que afrontan una canasta familiar que llegó a los 429 mil bolívares, mientras el salario mínimo no alcanza los 30 mil. Incluso considerando los “cestaticket”, una suerte de vale alimentario que impuso el gobierno para asegurar la reproducción de la fuerza de trabajo, el salario no cubre siquiera la cuarta parte de la canasta.

Las evidencias que aquí señalamos confirman que Venezuela marcha a un desenlace. Esto coloca sobre el tapete la necesidad que la clase obrera emerja en la crisis nacional como un factor político independiente. Es imperioso que la izquierda obrera y socialista postule un planteo de poder, que incluya la convocatoria a un congreso de trabajadores y una constituyente que reorganice la nación sobre nuevas bases.

Alejandro Lipco

domingo, 17 de febrero de 2013

LA DEVALUACIÓN ES UN GOLPE AL SALARIO

Prensa Opción Obrera 25 Enero - Febrero 2012

EDITORIAL
LA DEVALUACIÓN ES UN GOLPE AL SALARIO

El valor de la moneda está en correspondencia con la capacidad industrial y agroindustrial interna que produzca los bienes que en ella se consuman. La falta de una industria y agroindustria nacional que satisfaga nuestras necesidades es sustituida con el recurso de las importaciones. Pero importar requiere de divisas que el mercado mundial acepte, o en su defecto, medios de cambio a los que éste les reconozca algún valor. El bolívar, que es nuestro medio de cambio con el cual transamos el intercambio de bienes y servicios, no sirve en el mercado mundial si no es en forma de su valor de cambio más conocido, el dólar.

Para una economía como la nuestra que importa el 80% de lo que consume –antes que hacerlo con una producción nacional al menos a la mitad–, el valor del dólar como medio de intercambio es el que termina rigiendo los valores con los que se tranzan en el mercado nacional bienes y servicios. Por más valores oficiales que se impongan al bolívar respecto del dólar como mercancía de intercambio, su valor real estará supeditado a la disponibilidad para adquirir todo lo importado o al valor nacional de su producción efectiva valuada en bolívares. Esto último no ocurre y lo primero se torna ya insuficiente.

Disponemos de las divisas que el petróleo nos deja, pero como fuente de ingresos no han servido para que el país disponga de una industrialización adecuada que a partir de ellas transformen materias primas e intermedias en bienes que necesitemos. ¿Cuántas veces hemos escuchado de la necesidad de transformar aguas abajo el acero, el aluminio, otros minerales, el gas o el petróleo para no tener que comprar afuera lo que otros países producen a partir de ellas? ¿Cuántas de hacer productivas para una agroindustria estable nuestras tierras ociosas en manos del latifundio? Del petróleo entonces disfrutan en mayor medida los que ejercen el poder económico en el Estado, las miserias las recibimos a cambio los asalariados en forma de explotación a nuestra fuerza de trabajo o como misiones devaluadas que preservan una distribución social mayoritaria de la riqueza a favor de una minoría social, la burguesía. En la quinta república, como en la cuarta, lo que se sigue preservando es a los dueños del capital.

El gobierno bolivariano se planteó corregir tal entuerto sin afectar las relaciones de producción existente, o mejor dicho, sin afectarle el provecho de la riqueza nacional a la minoría social que controla la economía, esto es, sin tocarles el capital. Con un rimbombante uso de la palabra “socialismo”, en nada cambió las relaciones sociales existentes que impiden disponer de una industrialización o una agroindustria propia que suministre los bienes que necesitamos. Suficiente renta ha producido el petróleo para acometer tal objetivo pero eso sólo podría haber sido posible imponiéndose sobre la minoría social que lo usufructúa acumulándolo como capital. Tal posibilidad no la puede acometer el nacionalismo o la pequeña burguesía en el marco burgués del Estado, es el papel que deben encarar los explotados desde su propio gobierno, el de los trabajadores. Hoy, cuando las divisas provenientes del petróleo le son escasas al gobierno bolivariano, los que disponemos de un salario, o de una pensión, o de una beca-misión, nos los desvalorizan abruptamente con una nueva devaluación oficial del 47%. Terminamos pagando nosotros la crisis que los capitalistas han creado.

La excusa del gobierno bolivariano es que debe satisfacerle las divisas a la burguesía para que siga importando, y también a la banca mundial con el pago de la deuda externa y su servicio de intereses –otra forma de importación pero mucho más costosa–, pero con más bolívares por dólar a disponer para el gasto público a cambio del petróleo vendido. Se recurre entonces a la devaluación como una máquina de hacer bolívares sin destinar las divisas hacia una producción nacional imprescindible y necesaria, a la par, los bienes importados terminan costando más a lo interno porque la especulación del comercio jamás reduce precios, y como guinda del postre, los asalariados terminamos pagando más IVA por todo lo que compremos que no esté exento del mismo.

El bolívar fuerte, más bien bolívar débil, como se observa, no tiene con qué respaldarse. En el capitalismo nuestro sustento de vida la alcanzamos a través de las mercancías (productos) y servicios, comprados con los bolívares adquiridos como pago (salarios) por el trabajo que realizamos, si la moneda como intermediaria vale menos, nuestra capacidad para poder adquirir lo que necesitamos merma de forma equivalente, por  lo tanto nuestro problema es cómo hacer para respaldar el salario y así cubrir nuestras necesidades básicas. Nuestra prioridad, con la mayor urgencia, es restituir el poder adquisitivo mermado con la devaluación, y aún así nos quedarnos cortos porque ya era bastante inferior a la canasta básica familiar que no podemos satisfacer con un mísero salario mínimo.

Las leyes que nos favorecen son las que no se cumplen, las efectivas son las que impiden que podamos tener un salario que cubra nuestras necesidades. Nuestro problema es cómo contrarrestar eso. Echar a andar la economía para beneficio de los venezolanos que producimos tiene que ver con nuestras relaciones de producción, correspondientes o enmarcadas en una sociedad capitalista, y la alternativa de cambio no reside en que se cumplan las leyes ni tampoco otras medidas económicas como el aumento de las tarifas de los servicios públicos: agua, luz, gas, teléfono y transporte; y de la gasolina.

La gasolina, un privilegio para nosotros que la producimos para nuestro consumo y exportamos el excedente, es el combustible esencial para que funcione el transporte de carga y de pasajeros, individual y colectivo. Un aumento, en respuesta al desequilibrio en que se encuentra la economía como consecuencias de las relaciones de producción capitalistas, terminará afectado aún más el salario.

El transporte como servicio es catastrófico, las dificultades que atentan contra una salida favorable a los que lo padecemos tienen muchas ramificaciones, pero nada que ver con el precio de la gasolina; peor aún, su aumento repercutirá en hacer del servicio de transporte, además de encarecerlo, más catastrófico. El poder de las empresas fabricantes de vehículos de pasajeros, camiones y gandolas es inmenso, he ahí el escollo principal. Es un monumento al despilfarro que tras más de 50 años la industria automotriz lo siga siendo como meros ensambladores e importadores de los insumos (material CKD).

Un aumento en el precio de la gasolina sería una vía para destinar hacia pingües negocios capitalistas los recursos de este subsidio que hace el gobierno Los combustibles alternativos a la gasolina, como el gas o el diesel, requieren cuantiosas inversiones para producirlos y distribuirlos. Más lejos estamos para invertir en otras fuentes menos contaminantes como la electricidad a manera de combustible para automóviles.

Solo el control de los trabajadores sobre la industria petrolera haría que la producción de gasolina se revirtiera para beneficio de los trabajadores y el pueblo que poco o nada tiene, por ahora consigamos con la lucha un aumento general de sueldos y salarios en respuesta al retroceso económico por la devaluación.

DEBEMOS TOMAR LAS CALLES PARA IMPONER UN AUMENTO GENERAL DE 50% EN LOS SUELDOS Y SALARIOS

DEBEMOS TOMAR LAS CALLES PARA IMPONER UN SALARIO MÍNIMO IGUAL AL VALOR DE LA CESTA BÁSICA FAMILIAR

DEBEMOS OBLIGAR A PAGAR A LOS CAPITALISTAS LOS COSTOS DE LA CRISIS QUE HAN CAUSADO


INFLACIÓN Y SALARIOS

Prensa Opción Obrera 25 Enero - Febrero 2013

INFLACIÓN Y SALARIOS

La inflación

Durante los primeros diez meses del año pasado el gobierno bolivariano informó de sus esfuerzos para contener la inflación –con una clara intencionalidad electoral al 7 de octubre– aplazando el aumento de los productos regulados, es decir, de una larga lista de alimentos, medicinas y artículos de cuidado personal que sólo pueden aumentar con su autorización e importados masivamente con dólares baratos. A partir de noviembre los precios reflejan nuevamente su ascenso como consecuencia, a partir de septiembre de 2012, de una reducción en la autorización de divisas a ser liquidadas por parte de CADIVI, el BCV constriñera a la mitad la subasta de dólares a través del SITME y también esta institución aumentara el plazo en su entrega a la banca que los liquida vía cartas de crédito, todo en un marco donde el Ministerio de Comercio del mismo modo limitara los permisos de importación por insuficiencia productiva nacional sin haberse, tales insuficiencias, subsanado, todo lo contrario, al final de septiembre de 2012 el monto por importaciones aumentó 21,6% respecto al mismo lapso en 2011 (bcv.org.ve).

Fue, por tanto, una respuesta concertada desde el gobierno bolivariano para enfrentar la escasez de divisas luego de verse obligado a cancelar 9.000 millones de dólares en servicio de la deuda durante el año, la última de 4.000 millones en septiembre que ni con la venta de oro monetario por parte del BCV en el exterior pudo impedir la merma de las reservas internacionales.

Con todo, el gobierno bolivariano aprobó a finales de noviembre aumentos en el precio del arroz, café y harina de maíz. Todo lo demás en la realidad cotidiana no cumple con los controles, el queso blanco, leche pasteurizada de larga duración, pollo y carne de res, embutidos de pollo, cerdo y pavo, entre otros productos, se comenzaron a conseguir muy por encima de sus precios regulados y en condiciones de escasez a partir de octubre del año pasado.

Las cifras del Banco Central revelan que en 2012 el precio de los productos agrícolas aumentó 35,2% versus 15,4% en 2011. En diciembre la inflación aumentó a 3,5%, el mayor salto en 33 meses; en este resultado incide de manera determinante que los alimentos y bebidas no alcohólicas aumentan 5,7%, el alza más fuerte desde abril de 2010, y los productos agrícolas se disparan 11%, variación que no sucedía desde julio de 2011. Ya con las cifras de enero (3,3% global y 5,3% en alimentos y bebidas no alcohólicas) en tres meses consecutivos se acumula una inflación de casi la mitad de todo el año 2012, 9,1%.

Salarios

Objetivamente hay una desvalorización del salario como también hay una acción sistemática en su contra que se expresa en el no reconocimiento a la discusión de los convenios colectivos vencidos en la administración pública y empresas del Estado, su violación flagrante, el apoyo de las inspectorías del trabajo con el retardo en la discusión de los mismos en las empresas privadas, la dilación en reconocer el derecho de huelga, la aceptación de la tercerización o subcontratación de trabajadores, el estímulo y reconocimiento de cooperativas fraudulentas.

El salario como concepto, según la LOTTT, esta violado al no incluir el bono de alimentación (cesta tickets) como parte integrante del mismo, es decir no entra para los aguinaldos o utilidades, ni para la liquidación, hora extras o vacaciones, mucho peor es decir que eso corresponde a una cantidad en dólares cuando desde el gobierno bolivariano se dice que es el más alto de Latinoamérica, tomados estos a razón de BsF. 4,30, cuando no tenemos derecho a esos dólares sino a unos al cambio del mercado negro que es aproximadamente cuatro veces más –por encima de 18 bolívares por dólar– que es como nos venden los bienes importados porque la producción nacional de los mismos es exigua y ha venido en franco descenso luego de 14 años de “revolución bolivariana”.

En respuesta a la desvalorización continuada del salario el gobierno bolivariano ajusta el mínimo. De 32,25% lo fue en total para 2012, pero implementado en dos partes: 15% el 1º de mayo, para ubicarlo en 1.780,45 bolívares, otro 15% a partir de éste el 1º de septiembre para ubicarlo en 2.047,52.

En realidad como consecuencia de la inflación entre septiembre de 2011 hasta abril de 2012, y de mayo a agosto de ese año, el valor del salario mínimo no se incrementó en la proporción indicada. Para mayo de 2012 el 15% incrementado al de septiembre de 2011 hay que restarle 11,7% de inflación en ese período, y al otro 15% de septiembre de 2012 hay que restarle 5,1% entre mayo y agosto. Como no hay expectativas de otro aumento al salario mínimo sino probablemente hasta mayo de 2013, el hecho claro y notorio es que para el 1° de enero de este año el valor del salario mínimo, respecto a septiembre de 2011 (BsF. 1.548,21), y luego de disminuirse por la inflación mensual e incrementarse por decreto en mayo y septiembre de 2012, vale tan sólo 1.583,13.

Si se compara ese valor “real” del salario mínimo con el valor de la Cesta Alimentaria Normativa del INE a noviembre de 2012, BsF. 1.989,09 (ine.gov.ve), que del mismo modo se ajusta “realmente” con la inflación y por lo tanto a diciembre de ese año debiera ser más cara, nos damos cuenta que el salario mínimo es el peor de los mínimos al que un sistema social basado en el expolio a que nos someten los dueños del capital, nos dan a casi ¾ de los asalariados que devengan tal cantidad mes a mes.

Un análisis similar aplicado (ver el gráfico anexo) desde que el gobierno bolivariano por vez primera dictó el valor del salario mínimo, BsF. 120,00 en mayo de 1999, establece que su valor al 1° de enero de 2013 es de apenas BsF. 129,44, que si se mantiene el esquema altamente inflacionario de noviembre, diciembre de 2012 y enero de 2013, cae a menos de los BsF. 120 de hace 14 años. En otras palabras, la “revolución bolivariana” lo que ha hecho es mantener un principio esencial del sistema capitalista, el de disponer de un mínimo que nos permita, a la gran mayoría de los asalariados, alimentarnos para poder reponer la fuerza de trabajo para quien dispone de uno formal y estable. Cualquier otra necesidad como seres sociales deberá esperar a mejores momentos.

Si el salario debe cubrir las necesidades básicas de vivienda, alimentos, educación, salud, transporte, vestido y descanso o recreación, debe estar entonces por los 7.000 bolívares fuertes para poder cubrir una verdadera Cesta Básica Familiar en contrario a la escuálida CAN del INE.

La izquierda, entre la cooptación y el reformismo

Prensa Opción Obrera 25 Enero - Febrero 2013

La izquierda, entre la cooptación y el reformismo

La salida para el movimiento obrero frente a la crisis económica es darle un freno a la tentativa de contraer los salarios para transformar esos recortes en pagos de deudas de capital e intereses y continuar endeudándose. Todo esto significa que el déficit lo piensan pagar a costa nuestra y nosotros por el contrario decimos QUE LA CRISIS DEL CAPITAL LA PAGUEN LOS CAPITALISTAS  

El nacionalismo está agotado en su ciclo ascendente, su política es cómo descargar su déficit a costa de disminuir el salario real a los trabajadores, no puede controlar más los precios, no hay presupuesto para  inversiones inclusive para el desarrollo petrolero, aumentar las tarifas de los servicios para mitigar el deterioro, las condiciones laborales de los trabajadores petroleros y petroquímicos están en decadencia.

El gobierno tiene a  su cargo, a diferencia del la oposición de  derecha, la de manipular a los trabajadores en nombre del socialismo, utiliza métodos diferentes a través de la burocracias sindical  bolivariana mientras que la derecha gorila lo haría directamente con los patronos por la vía compulsiva.

Ambos bloques capitalistas, la oficialista y la oposición de derecha, concentran al menos el 85 por ciento de los habitantes  que se expresan electoralmente mientras la izquierda está dividida en decenas de corrientes, lo que indica que en esta crisis, o se actúa agrupándose, o se saldrán con la suya, sea manteniéndose los del oficialismo o, en caso extremo y poco probable, se dé un cambio hacia la derecha.

Como árbitro para los trabajadores y las masas desposeídas en sus demandas, el gobierno agotó su prerrogativa, los 103 dólares por barril de petróleo como promedio anual de 2012 no alcanzan, son mayores los egresos que los ingresos, sobre todo pagos de deuda y mas deuda, el deterioro es evidente: el precio del bolívar es infame, todo aumenta vertiginosamente sobre todo los alimentos, los enseres y los servicios, ni que decir de la asistencia social. La cancelación de los pasivos laborales del sector público las debe hacer con papeles (Petrobonos) porque no dispone de los suficientes bolívares para cubrir la gigantesca deuda que mantiene con los trabajadores del Estado.

La izquierda no prospera pero los que apoyan para que no ascienda lo hacen peor, piensan que se puede hacer algo dentro de los aparatos del gobierno, no entienden o no quieren entender que precisamente esa es la función del chavismo, neutralizar la izquierda por ahora, puede que más adelante sea proscribirla, bien porque se agudiza el desastre económico o bien que por su incapacidad se abra paso la ultra derecha. Todo esto por tener precisamente a la izquierda inmovilizada. Nuestro deber es tratar de aglutinar a la izquierda que no se doblega en la perspectiva de armar un partido de los trabajadores.

El problema es la izquierda que adora su ombligo para no crecer como colectivo, no tienen afán porque le amedrenta tener que confrontarse y esmerarse para imponer sus posiciones, las cuales no llegan a un programa de lucha. Las demandas populares han sido sacrificadas ante la “gobernabilidad”. Al reconocer necesario el arbitraje entre opresores y oprimidos ha abonado a una construcción política “por arriba” en la cual la potencia transformadora del pueblo trabajador está cercenada.

La representación sindical impuesta por el gobierno se agota, porque no puede ofrecer nada. Para Opción  Obrera este panorama impone a los trabajadores una ofensiva unitaria. Es necesario movilizarse con un plan general. Es necesario,  entonces, convocarlos a una asamblea general cuyo fin sea la defensa de los salarios y las condiciones de trabajo, y a la vez también oponga una salida obrera a la catástrofe que se nos viene encima. Debemos convocarnos todos, trabajadores y sectores combativos, a esta causa para hacer posible y realmente efectivo para los venezolanos una alternativa de país y sociedad ante el actual capitalismo devastador.

MARCHEMOS UNITARIAMENTE EL 1 DE MAYO POR:
UN AUMENTO GENERAL DE SUELDOS Y SALARIOS Y
UN SALARIO MÍNIMO IGUAL AL COSTO DE LA CESTA BÁSICA