Venezuela-Colombia: unidad de los
trabajadores
El
conflicto entre Venezuela y Colombia no des-escala: ambos gobiernos llamaron a
consulta a sus respectivos embajadores; el presidente venezolano Nicolás Maduro
pronosticó un "proceso duro y largo" (El País, 27/8). Más de mil
colombianos han sido deportados desde que fuera decretado el estado de
excepción en la región de Táchira. El internacionalismo y la doctrina
bolivariana se han ido al diablo. Los pueblos de ambos lados de la frontera
pagan las consecuencias del derrumbe económico de Venezuela y del paramilitarismo
de Colombia; y, por sobre todo, de la política sin salida del chavismo. El
contrabando colombiano aprovecha desde hace décadas el precio extremadamente
bajo del petróleo venezolano, a lo cual se suma ahora la oferta de mercancías
colombianas a precios elevadísimos, ante el desabastecimiento que sufre
Venezuela. La larga frontera entre los dos países es una expresión concentrada
de la crisis que afecta a ambos, en especial a Venezuela. Los procedimientos de
deportación militar de personas por su condición nacional merecen la mayor
condena y minan la capacidad de lucha por la emancipación de América Latina.
Es
cierto que el detonante ha sido el ataque de un grupo de paramilitares
colombianos a tres integrantes del ejército venezolano. Sin embargo, la
caracterización de la crisis es incompleta si se omite la complicidad de
sectores del propio ejército bolivariano en el contrabando. Esta situación fue
reconocida por el vicepresidente de Venezuela en la gira que está haciendo por
los Estados fronterizos de su país.
Problemas de
frontera
La
frontera entre Venezuela y Colombia es un colador. El gobierno venezolano
denuncia que el Estado de Cúcuta se hace con 9.000 millones de dólares anuales
en concepto de contrabando de alimentos y combustibles, y que en esa ciudad hay
más de mil casas de cambio ilegales. La desorganización que esto añade al
derrumbe económico de Venezuela llega a tal nivel que la Corriente
Revolucionaria Bolívar y Zamora ha propuesto la construcción de un "Muro
Fronterizo Comunal" (Aporrea, 28/8). Otros van más lejos, y plantean una
militarización de "toda la zona fronteriza, no sólo la del Táchira, porque
por Apure y Zulia también hay contrabando; y por el lado de Brasil" (ídem,
24/8). Sugieren la exigencia de visas para el ingreso de colombianos al país y
la supresión de elecciones en los municipios fronterizos para la designación
directa de sus alcaldes desde el Ejecutivo nacional. Por otra parte, el
resurgimiento del conflicto fronterizo con Guyana, a la que el gobierno
chavista ha exhortado a detener la exploración petrolera en el territorio en
disputa de Esequibo, completa un cuadro de dislocamiento territorial. Como se
ve, la cuestión fronteriza es el iceberg de un derrumbe del régimen político
vigente.
Proceso
político
El
conflicto es explotado también para enmarcar las elecciones parlamentarias de
diciembre próximo en un estado político de emergencia o excepción. Del otro
lado de la frontera, el ex presidente Álvaro Uribe procura debilitar al actual
mandatario Juan Manuel Santos, para hundir las negociaciones de paz con las
Farc o tomar la dirección de esas negociaciones. Este choque está vigente con
independencia de que las posiciones del uribismo colombiano hayan quedado en
minoría frente a la orientación negociadora predominante del imperialismo, que
encarna Santos. La salida a la crisis venezolana forma parte de la mesa de
negociaciones entre Cuba y Estados Unidos. Maduro pretenden aprovechar, para la
supervivencia de su gobierno, la circunstancia de que Venezuela sea copatrocinadora
de las negociaciones con la guerrilla.
Planteamos
la unidad de los trabajadores de Colombia y Venezuela y de los de sus ciudades
de frontera, con un plan económico conjunto que atienda los intereses de las
masas laboriosas de ambos lados. Lejos de construir muros, la tarea de los
trabajadores es derribar las fronteras –por medio de gobiernos de trabajadores
y la unidad socialista de América Latina.
Gustavo Montenegro
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