Francisco, en arenas movedizas
La
visita del Papa a Cuba y Estados Unidos es una tentativa por dar un nuevo
envión al proceso de deshielo, que, sigue transitando por arenas movedizas. La
gira papal cuenta con el beneplácito y el aval favorable de los gobiernos de
ambos países, que por distintas razones,
apuntan a su propio frente interno.
Transcurrido
más de un año desde el anuncio del acercamiento diplomático entre Estados
Unidos y Cuba, el bloqueo norteamericano sigue en pie. La reapertura de las embajadas,
dos meses atrás, así como otros pasos en la aproximación entre ambas naciones
no pueden omitir esta circunstancia.
Francisco,
en su estadía, no condenó el embargo. "El bloqueo –afirmó– es parte de una
negociación, ya que ambos presidentes están hablando de eso" y dijo que su
deseo era "que se alcance un acuerdo que satisfaga a las partes"
(Clarín, 23/9).
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Mientras
el embargo persiste, las medidas de acercamiento diplomático se limitan a las
prerrogativas ejecutivas de Obama.
Washington
acaba de anunciar una serie de disposiciones que están diseñadas "para
apoyar al sector privado cubano emergente", según palabras de la
secretaria de Comercio de Estados Unidos.
Bajo
las nuevas reglas, los estadounidenses podrán establecer y mantener presencia
física en Cuba, como una oficina o un almacén, en sectores como el
periodístico, agrícola y de la construcción, correo y envíos postales,
telecomunicaciones y empresas de viajes, entre otros. Además, los negocios que
se instalen en la isla podrán contratar a ciudadanos cubanos y mantener cuentas
bancarias allí. En el sector de las telecomunicaciones e Internet, los
estadounidenses podrán prestar servicios en asociación con entidades cubanas.
En cuanto a los viajes, el transporte marítimo entre Estados Unidos y Cuba será
autorizado por licencia general, y no caso por caso como antes. Además, se
amplían las categorías que permitirán a familiares cercanos viajar a Cuba y
quedan eliminados los límites a las remesas en favor de los cubanos residentes
en la isla con parientes en el exterior.
Extorsión
Algunos
analistas han señalado que, mediante estos avances, la Casa Blanca pretende
terminar la resistencia de sus opositores en el Congreso y colocarlos ante un
hecho consumado. Pero lo cierto es que las negociaciones proceden en un marco
de extorsión: el levantamiento del bloqueo está condicionado a las concesiones
que el imperialismo arranque a Cuba. Obama no se priva de usar los obstáculos
que enfrenta internamente, para reclamar a las autoridades de la isla una
aceleración en la apertura cubana a las finanzas y el comercio norteamericano.
De acuerdo con las informaciones conocidas, Obama reclama la libre instalación
de bancos norteamericanos en Cuba y, del mismo modo, de inversiones en sectores
estratégicos de la economía.
Entre
tanto, el acercamiento cubano-norteamericano progresa en las relaciones
internacionales y en especial en el convulsivo escenario latinoamericano. El
régimen de los Castro ha tenido y sigue teniendo un papel clave en las conversaciones
de paz entre las FARC y el gobierno colombiano. Asimismo, La Habana viene
interviniendo activamente, con el guiño de la Casa Blanca, para pilotear la
crisis en Venezuela, y evitar que la situación se desmadre y encausar una
transición del chavismo que es terminal.
El
gobierno de Obama aspira a llevar esta colaboración a un plano superior,
reincorporando a Cuba a la OEA. La integración cubana a los foros y organismos
internacionales dominados por el imperialismo apunta a la cuestión estratégica
de un cambio en la naturaleza social del régimen castrista.
Transición
Por
lo pronto, la Iglesia trabaja activamente en esa dirección, ayudando a lubricar
las tensiones sociales de una transición. Este papel que se reserva la Iglesia
cuenta con el aval de la propia dirección cubana. En Cuba, la diferenciación
social que se ha desarrollado con el sistema burocrático es el factor histórico
fundamental del convite al capital extranjero. La apertura es la salida social
ascendente para esta casta privilegiada de funcionarios. Como Estado que ha
expropiado al capital, Cuba reivindica un gran sistema de salud y de educación,
pero su régimen laboral se asemeja al de los sistemas de mayor explotación
social. Se trata de un campo orégano para el capital internacional.
Esto
es lo que explica que las relaciones entre el régimen castrista y la jerarquía
eclesiástica estén en su punto más elevado. El Papa no recibió en su estadía a
los disidentes. Raúl Castro acaba de anunciar la devolución a la Iglesia
Católica de los 80 templos expropiados durante la revolución, lo que va de la
mano con una generosa libertad para el accionar de la curia con la que no
cuentan, en cambio, otras franjas opositoras.
Final abierto
La
burocracia cubana aspiraba a emular el "modelo chino". Esa
expectativa ha quedado definitivamente pulverizada cuando se asiste al derrumbe
del gigante asiático. Las esperanzas de un torrente de capitales a la isla son
fantasiosas porque estamos viendo una persistente fuga de capitales de los
países emergentes y hay una retracción de las inversiones y negocios,
consecuencia de la actual bancarrota capitalista mundial. Las concesiones
económicas y sociales que el capital reclama no irán de la mano de las
supuestas ventajas que se pregonan al llamar a abrirle paso a la apertura. Cuba
enfrenta, por lo tanto, una transición tormentosa.
En
el plano inmediato, la extorsión actual a la que Cuba es sometida en el marco
de las negociaciones, pone a la orden del día la necesidad de un programa, que
permita a los explotados cubanos hacer frente al chantaje capitalista y
defender sus intereses: por el levantamiento incondicional del bloqueo, por
sindicatos independientes libremente elegidos para defender los derechos de los
trabajadores, por la defensa de la salud y la educación gratuitas mediante una
gestión directa de los trabajadores. La defensa, asimismo, de una economía que
aún es planificada, supone el monopolio del comercio exterior y de los bancos.
Pablo
Heller
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