EL CHAVISMO ES LA RETAGUARDIA DE LA REVOLUCIÓN
LATINOAMERICANA – UNA DEBATE CON COMPAÑEROS DE VENEZUELA
Los compañeros José Capitán y Eva López han
enviado un texto de su autoría al Partido Obrero (T), con el objeto de iniciar
una discusión sobre sus términos. El escrito ya había publicado en Red
Mediterránea, pero no es obvio q los promotores de ese sitio lo hayan recogido
como un material de debate.
El objetivo polémico del documento es arribar
una conclusión que sin embargo no desarrolla, a saber, que “No se puede ser
neutral entre los dos campos burgueses en lucha”, en referencia al
imperialismo, de un lado, y al chavismo del otro. Aunque el planteo parece
claro, en realidad es profundamente confuso. Por ejemplo, Putin y Xi Jing pin,
dos expresiones políticas contrarrevolucionarias incuestionables, no son neutrales - apoyan,
“en esta lucha entre dos campos”, al gobierno de Maduro. No lo hacen en
abstracto sino en función de los intereses
capitalistas y ‘geopolíticos’ de uno y de otro, que no tienen que ver
precisamente con una lucha contra el imperialismo. A través de la empresa
Rosneft, Rusia le otorgó a la asfixiada Venezuela un préstamo significativo, a
cambio de una hipoteca del 49% de los activos de Citgo, la refinadora y distribuidora
de Pdvsa en Estados Unidos. Un partido revolucionario que rechace la
neutralidad “en esta lucha entre dos campos”, no podría tomar partido ‘a la
Rosneft’, sino que tendría que denunciar ese apoyo, o los límites insalvables
de ese apoyo, y denunciar la política
de Maduro.
Otro ejemplo tiene que ver con la
boli-burguesía, el capitalismo de los chavistas, al cual el escrito de los
compañeros no alude en ningún momento. La riqueza de esta neo-burguesía venezolana no solamente
es enorme sino que fue acumulada fuera del circuito económico legal, o sea, en
el caso de Venezuela, obligadamente en moneda extranjera. La boli-burguesía no
puede darse el lujo de la neutralidad “entre los dos campos”, incluso menos que
Putin o Xi, porque en ausencia de compromisos previos con los ‘piti-yanquis’,
en el caso de una victoria escuálida su capital se vería en peligro. Maduro,
por su lado, ha iniciado un proceso de dolarización informal de la economía,
que beneficia en forma fabulosa a esta boli-burguesía, en la que revisten
funcionarios del régimen vigente. Aquí tenemos otro caso de una toma de partido
a favor de uno de los campos en lucha, o sea de Maduro, completamente ajena a
los intereses de la clase obrera. Mientras la burguesía acumula en dólares, con
el visto bueno del poder, las grandes masas viven con bolívares
hiper-desvalorizados, a excepción de un sector de trabajadores del circuito
privado. Cuando empezamos a remover la espesura de la cúpula del bando nacional
y popular, nos encontramos con un frente de fracciones reaccionarias.
Venezuela tiene una deuda impagable de u$s150
mil millones – toda contraída por el chavismo; no se la puede adjudicar a los
neo-liberales. Para guardar reservas en divisas y defender un tipo de cambio
fijo, Hugo Chávez financió importaciones dispendiosas por medio de la
contratación deuda externa. Carece de autoridad ahora para plantear su repudio
– y encima pelearse con China y Rusia, que han subido con fuerza en el ránking
de los acreedores.
Los compañeros mencionan la enorme hambruna
del pueblo, pero no dicen que es el resultado del pago escrupuloso de esa
deuda, hasta que Trump prohibió su negociación a los agentes con ciudadanía
estadounidense. Todo esto demuestra que el gobierno de Maduro se valió de la
demagogia anti-yanqui para escamotear que pagaba la deuda que benefició a la
boli-burguesía, con el hambre del pueblo. Mediante el hambre, minaba la
disposición y capacidad de lucha de las masas contra el imperialismo y Trump.
Entretanto, si entiendo bien lo que escriben los compañeros, mientras Trump
cumplía con los usureros y los boliburgueses, ellos libraban una lucha política
contra el neutralismo, sin ofrecer, por otra parte, el nombre de los “neutrales”.
Un partido que interviene en la lucha de
clases no tiene espacio para ser neutral, nunca. Ni Suiza ha
sido neutral. La denuncia de la neutralidad es una extorsión del nacionalismo
burgués contra la izquierda, para imponerle un seguidismo político y para que
actúe como comparsa en la orquesta de la burguesía nacional. El eufemismo ‘no
podemos ser neutrales’, no dice nada todavía sobre la política concreta de
quien lo esgrime de este modo abstracto. De acuerdo a lo que dicen los
compañeros, primero en 2015, primero, FIT de Argentina debió haber llamado a
votar al cristinismo en la segunda vuelta electoral, y por el peronismo
unificado, en 2019, si la elección no se hubiera zanjado en el primer turno. El
‘ballotage’ enfrenta, obligadamente, a ‘dos campos’; sin embargo hubiera sido
un error descomunal ir atrás del ‘nunca más vivo’ nacionalismo burgués (En
Francia muchos izquierdistas eligieron a Macrón contra Le Pen). En las guerras
habría que apoyar a un bandido imperialista o a otro – siempre para evitar la
perfidia de la ‘neutralidad’.
Lo que demuestran los ejemplos citados, es que
la cuestión de “los campos en lucha” debe ser definida de un modo concreto. Los
‘campos’ están en ‘lucha’ todo el tiempo y sin cesar, porque en una sociedad
capitalista domina la competencia, no solamente la lucha de la burguesía contra
los trabajadores. Muchos obreros son impulsados a apoyar a ‘su’ patrón contra
el patrón de la empresa ‘rival’ y sus
propios trabajadores. En el escenario de los ‘campos en lucha’, los socialistas
debemos luchar, en última instancia, por
imponer una redefinición de sus términos, separando a los obreros de la
burguesía, y polarizar a los explotados frente a los explotadores. En una
palabra, la participación activa en un terreno donde predominarían ‘dos campos
en lucha’, debe tener el propósito estratégico de crear un terreno diferente de
‘campos en lucha’, entre el proletariado y la burguesía.
A esta cuestión estratégica se añade una
táctica, que en definitiva se convierte también en estratégica. El chavismo,
definido en su forma más genérica, va a cumplir veinte años en el gobierno. Un
partido que haya permanecido tanto tiempo en el campo de uno de sus enemigos
contra el otro, ya puede ser considerado una fracción del primero. Era el
seguidismo que practicaba el posadismo; por esta vía se convirtió en apéndice
orgánico de la pequeña burguesía nacionalista o stalinista. Murió víctima de
esta enfermedad incurable. En síntesis, es necesario distinguir los desarrollos
cuantitativos, si se puede hablar así, de los cualitativos – los golpes, las
guerras (civiles o internacionales) o sea, los choques excepcionales entre los
campos en pugna.
El Partido Obrero no apoyó a Hugo Chávez en
ninguna elección, no importa los campos en disputa. Sí intervino con toda
energía en abril de 2002 y luego en el lock out de diciembre (también en la
asonada de abril pasado de Guaidó); fue el único que llamó a salir a la calle
en ocasión del levantamiento militar chavista en febrero de 1992. Lo mismo
hicimos en Argentina, desde diciembre de 1975, ocasión del golpe fracasado de
Capellini, hasta marzo de 1976, el golpe de Videla, en defensa del gobierno
constitucional y criminal de Isabel Perón. La participación activa del
socialista revolucionario en estos puntos cruciales y de ruptura, no tiene en
cuenta solamente la defensa de los derechos populares amenazados por una
victoria de la reacción más decidida, sino que es un momento estratégico de
confrontación entre el método político del nacionalismo y el método político
del socialismo. El apoyo de José y Eva a Maduro, justificado en la necesidad de
ocupar el lugar correcto, es, por el contrario, intemporal, indeterminado,
multiforme y supra-espacial.
En el texto, la regimentación de las
organizaciones obreras ocupa un renglón. Pero dice algo fuerte, que la
burocracia sindical montada por el chavismo es “corporativa”, o sea que es
estatal. Al asunto del neutralismo ingresa aquí otro actor, a saber, una
burocracia corporativa. ¿Es ella, acaso, un instrumento de lucha contra Trump y
el imperialismo yanqui, o hay que enfrentarla para que los obreros conviertan a
los sindicatos en herramientas de esa lucha?
En Argentina sabemos, desde el golpe
anti-peronista de 1955, que la
burocracia no sirve para la lucha, sino al revés, un instrumento formidable
contra la movilización obrera contra el golpe y el imperialismo. Como ocurre
con la boli-burguesía, la burocracia sindical es un caballo de Troya del
imperialismo en el ‘campo nacional’. Una lucha decidida contra la burocracia
chavista de los sindicatos, volcaría a todo el aparato del estado nacional y
popular contra los luchadores, convirtiendo a la lucha contra la burocracia en
una lucha política contra el gobierno y el estado. ¿O suspendemos esta última
para no ser sospechados de neutralismo o peor, de agentes de Trump? José y Eva
se han metido en un laberinto, y por lo que parece desde hace veinte años. En
el texto no hay ninguna planteo de lucha contra el gobierno y el Estado, que
incluso ha armado una burocracia “corporativa”, o sea mussoliniana o
franquista. Diría que no hay, incluso, una delimitación literaria
La cuestión de la burocracia lleva a otra más
picante: las fuerzas armadas. ¿Estas serían definitivamente revolucionarias,
como lo induce el texto al presentar que su jefatura está dominada por un
personal que ha salido airoso de numerosas depuraciones por parte del chavismo?
Venezuela se ha transformado de un régimen bonapartista plebiscitario en un
estado policial. La represión las prisiones y las ejecuciones han sido
confirmadas por informes internacionales de procedencias diferentes. Mientras
tanto, un ‘presidente encargado’ la acusación de sedición, o incluso traición a
la patria. Una y otra vez, Maduro convoca a opositores a negociar, y promueve
las mediaciones de altas figuras de la diplomacia imperialista. Las milicias
populares, como dicen los compañeros, están sujetas al control del alto mando,
no son una creación independiente de las masas, una fracción numerosa opera
como fuerza de choque en todas las direcciones – también contra los luchadores
obreros.
Creer en la fidelidad de un alto mando militar
es mandar al cajón los principios elementales de cualquier escuela de
sociología – la lealtad militar es hacia el Estado que representa; a la clase
social que dirige ese estado. Es olvidar el lugar que ocupa en una sociedad de
clase. Si las FFAA bolivarianas se distinguen por la cantidad de depuraciones
que ha sufrido, ello se explica por la tensión excepcional que le impone un
régimen en un impasse de una década. El texto menciona el Sebin, el servicio de
inteligencia y represión. ¿Lo denunciamos o celebramos el rol que juega y que
se adjudica? Nota aparte: algunos diarios de Argentina, se refieren,
reiteradamente, al gobierno de Maduro como revolucionario y al proceso
venezolano como Revolución. No tergiversan solamente la realidad; es una
operación para desprestigiar la ambición revolucionaria de las rebeliones en
América Latina.
La cuestión de las fuerzas armadas
bolivarianas ha dejado perpleja a una mayoría de observadores, por una razón
sencilla – porque desmantelar el sistema chavista podría afectar la integridad
del Estado, un peligro que cualquier cuerpo castrense se obsesiona por evitar.
Esto ocurre con frecuencia con los regímenes de excepción. Nadie quiere repetir
la experiencia de la desintegración del régimen de Saddam Hussein y el ejército
iraquí. Todo el mundo toma cuidado con el bisturí cuando es necesaria una
operación de cerebro. El golpismo de Trump es una tentativa de voltear a Maduro
sin que el régimen se destruya en la volteada. De aquí a la fantasía de las
fuerzas armadas de Bolívar, es hasta olvidar lo que le pasó al prócer y al
proyecto de la Gran Colombia. Los
chavistas no tragan saliva sin recordar la ‘traición’ del granadino Santander.
Nunca se repitió tanto que las FFAA de Chile eran democráticas, como en la víspera
del golpe de Pinochet.
Si el chavismo y el peronismo no son
“cadáveres insepultos”, como dicen los compañeros, acompañando al PTS, y ahora
a los combatientes parlamentarios que han usurpado el PO, se elimina una de las
características fundamentales de la época de decadencia capitalista, a saber,
el desfasaje y hasta la contradicción entre la realidad histórica, por un lado,
y la conciencia política de la sociedad, por el otro. En 1945, el peronismo, y
en el debut del milenio, el chavismo, impulsaron una salida a ese impasse, para
quedar enseguida envueltos en él, debido
a que el nacionalismo burgués de la periferia nace, precisamente, en la época
de la decadencia capitalista. Sólo un electorero cegado por sus aspiraciones
parlamentarias puede caracterizar como vitalidad histórica los éxitos
electorales en el margen de los movimientos que en el pasado llevaron a las
masas a movilizaciones sin precedentes en las historias de sus países. Cristina
K perdió dos elecciones a manos de un señorito conocido como Macri, y hace
cuatro años al chavismo lo redujeron a menos de un tercio en la Asamblea
Nacional – o sea que hasta las urnas muestran una pérdida de signos vitales. La
misma Cristina K debió acudir a quienes ayudaron a derrotarla en esas
ocasiones, para no tener que ir a buscar la pelota al fondo del arco otra vez. Como
movimientos de emancipación nacional ‘ya fueron’; se usa su memoria para
explotar la confusión del pueblo, como la de un abuelo insigne para dar lustre
a una familia decadente.
El lugar político de la polémica sobre el
‘cadáver insepulto’ tiene que ver con el intento de un arribismo de izquierda
de esconder sus propias limitaciones y hasta su impotencia. El hundimiento de
los movimientos históricos tradicionales traslada el peso de la crisis de
dirección en la izquierda que se referencia en la IV Internacional. La política
de reducir la lucha contra el peronismo al terreno electoral está perdida de
antemano; lo mejor que se puede lograr es un Podemos. Hay que disputar, por el contrario, la
dirección de la lucha directa contra los gobiernos de turno; esta es la lección
del fracaso del FIT bajo el gobierno de Macri (Hago notar, de paso, que la
insistencia del oficialismo del PO y de todo el FIT, en que el ‘enemigo
principal’ era el kirchnerismo, no el macrismo, en este asunto de los ‘campos’,
es una deformación inversa a lo que sostienen José y Eva, encubierta con una
fraseología sobre la ‘independencia obrera’).
La izquierda se ha convertido en democratizante; advierte, como todo el
mundo por otra parte, que se desarrolla una crisis mundial, pero no sabe que
uso darle, como ocurre también con el resto del mundo. En Argentina, el aparato
usurpador del PO señaló, explícitamente,
que la lucha electoral contra el kirchnerismo, debía tener primacía, desde dos
años antes de las elecciones, sobre la lucha para echar a Macri y para disputar
al peronismo la dirección de esta lucha. La desesperación electoral tenía hasta
causas de fondo más banales: asegurar con bastante anticipación un lugar expectable
para el aparato en las listas del FIT, en la disputa con el PTS. La crítica al
‘cadáver insepulto’ fue un recurso oportunista para esta maniobra de arribismo.
En el caso de José y Eva, la defensa del
nacionalismo viviente es una mala caracterización de un régimen que ha batido
los récords de crisis social en el mundo. La capacidad de movilización que le
atribuyen es en gran parte clientelar. El objetivo de ella no es imponer el
control obrero de Venezuela, sino intimidar opositores. Mugabe duró más tiempo
en Zimbawbe que cualquier otro nacionalista, y hasta Hugo Chávez lo invitó a
formar parte de la nonata V Internacional, pero el movimiento que él lideró, y
que liberó a los explotados negros del régimen colonial de Rhodesia del sur, no
subsiguientemente sino un sistema de saqueo sin límites.
En Venezuela es necesario construir un partido
obrero que desarrolle una oposición de clase al gobierno de Maduro. Esta
conclusión no aparece en ningún lado en el texto con que polemizamos, sino al
revés – es un planteo de integración “al campo nacional”. El texto transpira
las posiciones del nacionalismo, no las del marxismo.
El texto de los compañeros fue publicado sin
comentarios en RedMed. Lleva por título La Revolución Latinoamericana y Venezuela.
Uno debiera pensar que este título extiende su posición sobre “los campos” a
los conflictos y luchas de todo el continente. Lo cierto es la siguiente:
Venezuela se encuentra hoy en la retaguardia de la Revolución Latinoamericana,
precisamente debido al impasse excepcional que atraviesan las masas del país.
Para las rebeliones populares de Chile,
Colombia, Ecuador, Haití, y para Argentina y Brasil, la Venezuela chavista no
es un faro, no es la ruta que deben seguir. La ruta es la dirección proletaria
de la lucha anti-imperialista – no la dirección militar, no la dirección de
camarillas estatales. No es la patria grande sino la Unión Socialista de
América Latina.
Esta es la cuestión.
Jorge Altamira
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