FIDEL, ESBOZO DE CRÍTICA DE UN LEGADO
Fidel Castro fallece cuando se cumplen exactamente sesenta
años de la salida del Granma, desde México, de una fuerza revolucionaria que
debía llegar a Cuba para derrocar al dictador Batista, en combinación con una huelga
cívica prevista en el Oriente de la Isla. Sería el comienzo accidentado de la
Revolución Cubana.
Fidel deja una herencia política contradictoria. De un lado,
porque Cuba se encuentra empeñada en repetir la experiencia de restauración
capitalista de China, en un lugar más inadecuado y en peores condiciones
económicas internacionales. El ascenso de Trump prueba el carácter explosivo de
esta tentativa, cuando no su completa inviabilidad. El bloqueo económico sigue
en pie como un arma de presión para liquidar los obstáculos que aún existen en
Cuba a la colonización del capital financiero. La limitada asociación del
Estado con el capital extranjero ha llegado al tope de sus posibilidades.
Irónicamente, es precisamente China, el espejo en el que se mira el gobierno de
Cuba, el blanco preferido de la guerra económica que ha anunciado el magnate
norteamericano.
En la conciencia popular, sin embargo, el legado que deja
Fidel es una revolución social sin precedentes en América Latina, con la
peculiaridad de que el papel dirigente de la clase obrera es sustituido por la
clase media radicalizada. La Revolución Cubana no es el producto de una
construcción histórica de la clase obrera internacional; incluso entra en
colisión con todas las estructuras burocráticas esclerotizadas del movimiento
obrero internacional, y en particular con los partidos estalinistas. Se
desarrolla, en estas condiciones, un proceso histórico transicional peculiar:
un régimen político que expropia a la burguesía, en un movimiento de independencia
nacional, sin el horizonte histórico del gobierno de la clase obrera, ni de la
revolución proletaria mundial. La historia del siglo XX ha sido muy fecunda en
producir transiciones de características especiales. Esto no significa que, en
ausencia de nuevos procesos revolucionarios, no queden condicionadas por la
economía y la política mundiales.
El punto más elevado de la Revolución Cubana y del propio
Fidel es la derrota que inflige, en abril de 1961, a la invasión mercenaria
organizada por EEUU en Playa Girón – en la que fueron movilizados un millón de
cubanos en armas. En octubre de 1962 comienza una curva descendente, luego del
pacto Kennedy-Kruschev, que es denunciado vigorosamente por Fidel. Es a partir
de este momento que el imperialismo decide combatir a la Revolución Cubana
sembrando a América Latina de dictaduras semi-bonapartistas, primero, y
directamente criminales, poco después. En Cuba, Fidel se sirve del manto
revolucionario para establecer un régimen de arbitraje político personal. A
diferencia de lo que ocurría con las revoluciones pasadas, cuando cada etapa
política daba lugar a un liderazgo diferente, Fidel va a ser el protagonista
irremplazable de las mutaciones de la Revolución Cubana.
El impacto mundial de la Revolución Cubana y el protagonismo
internacional de Fidel no deben confundirse, como se ha hecho, con una
orientación estratégica internacionalista. El apoyo a distintas formas de lucha
armada (foquismo) constituyó una operación de aparato, que concluyó en derrotas
crueles. Más adelante adoptará el camino contrario: una diplomacia de apoyo al
entendimiento con la burguesía nacional. Es lo que ocurrirá con la UP en Chile
y con la revolución sandinista en Nicaragua y los ‘procesos de paz’ en
Centroamérica. El Foro de Sao Paulo servirá como marco para una negociación
estratégica, a la que se integrará el Vaticano y Estados Unidos, y luego al
apoyo de los gobiernos del “socialismo del siglo XXI”, que rechazan el
radicalismo anticapitalista de la Revolución Cubana.
La muerte de Fidel no es la expresión ‘simbólica’ del final
del ciclo revolucionario latinoamericano, como pontifican los enemigos de la
Revolución Cubana. Las premisas que le dieron lugar, hace 60 años, están más
presentes que nunca en todo el mundo.
Jorge Altamira
Partido Obrero Argentina