La economía de mercado en la frontera
El contrabando de gasolina hacia Colombia es tan
grotesco que Rafael Ramírez dice que es más lucrativo que el negocio del
narcotráfico. La realidad es cercana a lo que dice. Veamos, en Venezuela se
expende el litro de gasolina a 0,097 bolívares, el cambio o relación bolívar-peso
en la frontera es a la tasa del mercado negro, redondeando a favor del peso, es
decir, un poco mayor al de la tasa del mercado negro en cualquiera otra parte
del país. Si tomamos el cambio de 70 bolívares por dólar y el de 1.900 pesos
por dólar (cambio oficial), resulta en 27 pesos por bolívar; la gasolina de
contrabando luego se vende en Colombia en pesos contantes y sonantes. De eso
resulta que el diferencial entre compra y venta es abismal.
Veámoslo en números con el dólar como referencia.
El ejemplo tendrá como unidad el costo de un tanque de un auto de 40 litros de
capacidad. A razón de 0,097 bolívares cada litro, el tanque lleno cuesta 3,88
bolívares. Eso equivale a 0,615 dólares a la tasa de cambio de 6,30, o a 0,35
dólares a la de 11 bolívares por dólar. En Colombia el galón (3,78 litros)
cuesta 8.600 pesos o 2.275 pesos el litro, por lo que llenar un tanque de 40
litros resulta en 91.005 pesos; al cambio oficial de allá (±1.900 pesos por dólar) el litro de
gasolina cuesta 1,19 dólares, por tanto, un tanque de 40 litros se llena con
91.000 pesos o 47,9 dólares.
Aquí en Venezuela, si pudiese comprar el del país
vecino directamente la gasolina, la conversión de pesos a bolívares utiliza la
tasa de mercado negro del dólar en Venezuela. Él sabe que el tanque de 40 litros le sale en
3,88 bolívares, o lo que es lo mismo, en 105,14 pesos con el dólar paralelo a
70 bolívares (serían 27 pesos por bolívar), contra 91.000 pesos allá, una
diferencia respecto a lo que pagaría en Colombia de 865% a precio oficial.
Las cinco estaciones de servicio del Sistema de
Abastecimiento Fronterizo Especial de Combustible (SAFEC) que tiene Venezuela
en la frontera, venden la gasolina a 28 bolívares el litro. En pesos en la
frontera, el tanque de 40 litros costaría 30.352 pesos, aproximadamente 1/3 de
lo que sería en su país, 91.000 pesos. Sin embargo, la que se contrabandea,
luego de “pasar el rio” en tierra colombiana, la venden a 20.000 pesos la
pimpina, que tiene 20 litros de capacidad. Es decir, el tanque referenciado en
este ejemplo costaría el doble, 40.000 pesos, de todos modos un negocio
redondo. ¿Si el contrabando, que no es de bisuterías, está en el orden de
los cien mil barriles de gasolina diarios,
entonces por qué no se instalan de 100 a 200 estaciones de servicio en la
frontera y se le vende al país vecino a un precio menor que el precio
colombiano, dando beneficio como producto de exportación?
Hay variación en cifras sobre la cantidad diaria de
contrabando de gasolina que pasa la frontera. Desde Rafael Ramírez, como jefe
máximo de la industria petrolera, hasta expertos petroleros como Rafael Quiroz,
dicen que entre 50.000 a 100.000 barriles diarios salen de contrabando para
Colombia, desde La Goajira hasta el Amazonas, Brasil, por la Guayana
venezolana, y a Trinidad-Tobago y Guyana, por la costa oriental y el delta del
río Orinoco. Esas magnitudes son imposibles de pasarlas sin que las
“autoridades” no las vean, y lo que es más inverosímil, que no se aprovechen
también.
Los funcionarios que custodian nuestras fronteras
no son civiles, son militares. El contrabando de gasolina, y de otros bienes
que resultan favorables por sus precios a las comunidades fronterizas de los
estados vecinos, es aprovechado por mafias, con la complicidad de los militares
de alta jerarquía destacados en los puestos fronterizos. El alto gobierno,
tanto en la cuarta como en la quinta república, siempre fue permisivo con esta
situación. En esencia el contrabando se contrarresta ejerciendo los
trabajadores y el pueblo el control sobre el comercio exterior. El de gasolina
se reduce a exportarla a precios internacionales con un número mucho mayor de
estaciones de servicio en la frontera, no con la bufonada de 5 de norte a sur
del país. El declive del bolívar, que ahora se agudiza debido al diferencial
cambiario, conduce al gobierno, ante el creciente desabastecimiento nacional y
su déficit fiscal, al aumento de la gasolina en el mercado interno buscando
solucionar su crisis cargándosela a los trabajadores.
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