Un derrumbe mundial
La
devaluación del yuan chino, un 2,8%, fue suficiente para provocar una caída
extraordinaria de las cotizaciones en la mayoría de las Bolsas, en especial la
de Wall Street. La pregunta es si lo ocurrido anuncia un "evento Lehman
Brothers", en referencia a la quiebra que desató la presente crisis
mundial, en septiembre de 2008.
Los
canales de transmisión de la crisis –de la bolsa de China al resto– han sido
los llamados hedgefunds, en especial
porque numerosas compañías concentran inversiones de estos fondos en
porcentajes superiores al 25 por ciento. Las tenencias de acciones se
encuentran fuertemente ‘apalancadas’, o sea que han sido compradas por medio de
préstamos que están condicionados a las variaciones de precios de esas acciones.
La plata ajena con que operan los hedgefunds
oficia como garantía para tomar deuda –se trata del endeudamiento de un
endeudado. La caída de las bolsas chinas obligó a los especuladores a vender
tenencias de acciones en otros mercados con el fin de conseguir el dinero
necesario para cubrir las deudas que contrajeron para especular en Shangai y
Shenzen. Estas Bolsas están entre las más apalancadas del mundo, esto porque el
gobierno incentivó sus subas para atraer nuevos capitales al financiamiento de
las empresas de ese país. El derrumbe accionario ha desatado una crisis en los hedgefunds, que manejan, por lo menos,
decenas de miles de millones de dólares cada uno, debido al retiro que ha
provocado en quienes invierten en ellos. La quiebra de uno o varios de estos
fondos podría desatar el ‘evento’ en cuestión. La situación ha sido agravada,
adicionalmente, por la intervención del Estado con la intención de evitar una
caída mayor, esto porque al circular un número menor de acciones la posibilidad
de su venta se debilita (‘crisis de liquidez'). A esto se debe que muchos
hablen de crisis política.
La
valuación promedio de las bolsas de China es de 61 veces sobre el rendimiento
esperado de ellas, o sea que están sobrevaluadas, pues ofrecen una ganancia de
apenas de 0,15 sobre una inversión de cien. Lo mismo ocurre con la Bolsa de
Nueva York, solamente que los capitales que operan aquí son de un volumen
infinitamente superior. El incentivo de ganancia está determinado por una suba
sin límites del valor de la acción (y una reducción del rendimiento al
infinitésimo). El edificio capitalista internacional está montado en una
especulación gigantesca, que es respaldada por los bancos centrales y los
estados. La capacidad, sin embargo, de seguir manteniendo esta ficción de
capitales, se ha agotado. La deuda pública y privada de China es del 300% del
PBI, es decir de casi 60 billones de dólares. Esta deuda apalanca la
especulación bursátil, la especulación inmobiliaria (pública y privada) y la
sobre producción industrial. En un corto periodo de tiempo China pasó de una
economía estatizada al estadio último de la decadencia capitalista. Es el
desarrollo combinado en su plenitud.
El
derrumbe de las bolsas de China estuvo precedido por el de las bolsas de los
llamados países emergentes y de sus principales monedas. Este derrumbe fue
provocado por una fuga de capitales de estos países, del orden de un billón de
dólares en nueve meses. La fuga fue desatada por la caída de los precios
internacionales, provocada a su vez por la crisis de China. Un perro, en fin,
que se muerde la cola.
El
cuadro que se obtiene de todo esto es el de un régimen social completamente
parasitario, que enriquece a unos pocos sin ninguna creación de valor. El
derrumbe de las bolsas de China quemó un valor especulativo (ficticio) de cinco
billones de dólares. Para cuadrar estas cuentas, el capital impone el ‘ajuste’
que pagan los trabajadores, hasta la disolución del capital como tal y la
rebelión de los explotados.
Jorge
Altamira
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