La revolución permanente de Trotsky en el siglo XXI
Ambos eventos en su diversidad están unificados en su
origen. El prolongado proceso de globalización del capital financiero posterior
a 1980 ha globalizado todas las contradicciones internas de capital e
implosionó en 2008. El mismo proceso condujo a una destrucción tan gigantesca
de ecosistemas y del metabolismo social entre la naturaleza y la sociedad que
produjo una "epidemia de epidemias" que culmina ahora con la
catástrofe humanitaria de la pandemia, un preludio que amenaza la vida y que aproxima
una catástrofe con un cambio climático. El capitalismo en decadencia demuestra
ser incompatible con las necesidades más urgentes del propio proceso vital. [1]
2 Los problemas globales necesitan soluciones globales, y el
capitalismo no puede proporcionarlas. La "mano invisible del mercado"
quedó completamente paralizada para enfrentarse a los desafíos de la crisis
posterior a 2008 y de la pandemia, y brindar una solución exitosa y una salida
de ellos, a pesar de las extraordinarias medidas "heterodoxas" tomadas
por los bancos centrales y los gobiernos. El papel reforzado de la intervención
estatal en 2008/09 y particularmente en 2020/21, como operación de contención,
retrasó la caída al abismo pero no logró superar ni la crisis capitalista
global ni los estragos de la pandemia. En el plano socioeconómico, la
intervención de los bancos centrales y los gobiernos exacerbaron la crisis de
sobreendeudamiento, inestabilidad financiera, proliferación de empresas “Zombis”
y bancos no sostenibles, aumento de las presiones inflacionarias, y profundización
enorme de todas las desigualdades sociales dentro y entre países, especialmente
el profundo abismo entre el Norte Global y el Sur global empobrecido y
hambriento, donde viven dos terceras partes de la humanidad. En relación con la
pandemia, la destrucción de los servicios de salud pública por cuarenta años de
neoliberalismo, la competencia entre las grandes farmacéuticas voraces, el egoísmo
de las vacunas y el nacionalismo de las clases dominantes en América y Europa, la
subordinación generalizada de la salud y supervivencia de la vida de los
trabajadores a las necesidades de supervivencia y lucro de la economía
capitalista produjo un desastre humanitario inconcluso.
A nivel histórico, la contradicción entre el Estado Nación en
sí mismo y la Globalización en crisis alcanzó su punto culminante, precisamente
porque el carácter mundial de la división del trabajo, de las fuerzas
productivas, de la interconexión global de la vida socioeconómica choca con los
límites del capital y del estado nacional. El Estado Nación es totalmente
incapaz de dar soluciones globales a los problemas globales más urgentes. como
la vacunación universal, o protocolos de salud para erradicar la pandemia a
escala mundial, o para planificar e implementar medidas urgentes contra el
cambio climático.
Así, una crisis estructural multiforme del Estado se
manifiesta en conflictos sociales y crisis de régimen político en un país tras
otro. Todas las características específicas, la combinación particular de
formas de opresión en la formación histórica en cada país (brutalidad de las
fuerzas represivas, racismo sistémico, patriarcado, discriminación étnica,
religiosa, sexual, etc.), pasan a primer plano, agudizando todos los conflictos
sociales, desestabilizando la situación política y agudizando la crisis de
gobernabilidad.
El impasse provoca polarización social, explosiones de ira
masiva y rebeliones populares, desde el centro del capitalismo global, los
EE.UU., con el gigantesco movimiento Black Lives Matter que movilizó a 25
millones de personas en las calles tras el asesinato de George Floyd al volcán
latinoamericano y al Medio Oriente en llamas.
Desde el otro lado, el impasse sistémico produce el
surgimiento de tendencias fascistas y de extrema derecha y exacerba los
antagonismos nacionales e imperialistas, intensificando el impulso bélico imperialista,
ahora apuntando abiertamente, como "competidores estratégicos" del
imperialismo de EE.UU., a China y Rusia.
3. El carácter globalizado muy avanzado de las
contradicciones que impulsan la historia hoy en día, su desarrollo desigual y
combinado a escala mundial hace más actual que nunca la teoría de la revolución
permanente de León Trotsky.
La teoría de Trotsky, reivindicada en la práctica histórica
durante el último siglo, no tiene nada que ver con las vulgares distorsiones
estalinistas sobre la "revolución simultánea en todos los países” o de “exportar
revolución socialista”, de “ignorar tareas democráticas incompletas de
desarrollo histórico”, etc.
Por otro lado, no debería osificarse en una fórmula mecánica
suprahistórica o reducida a uno de sus aspectos, más a menudo, sólo en relación
con la transición ininterrumpida de la revolución democrática a la socialista
en los países subdesarrollados de la periferia del capitalismo. Además, ataques
más sofisticados, pero igualmente erróneos contra Trotsky y la revolución
permanente como "una generalización de las condiciones en el Oriente en 1917
pero inaplicable en Occidente”, “una extensión mecánica de la guerra de
movimiento o guerra de maniobra, de ataque frontal”, etc., adelantada por
Antonio Gramsci también deben ser rechazadas.
Gramsci, en una nota bien conocida en su Cuadernos de la prisión
considera el "Concepto político de la llamada ‘Revolución Permanente’, que
surgió antes 1848 como una expresión científicamente evolucionada de la
experiencia jacobina desde 1789 al Thermidor”. Corresponde a una temprana, aun
inmadura y “fluida” sociedad y Estado capitalistas. “En el período posterior a
1870 [...] la fórmula cuarenta y ochista de la "’Revolución Permanente’ se
expande y trasciende en la ciencia política por la fórmula de 'hegemonía civil'”[2]
En realidad, sostenemos, que el Concepto de Revolución Permanente
refleja la modernidad burguesa, evolucionando y madurando a lo largo de todo su
desarrollo histórico. Desde la época del ascenso de la burguesía, cuando, en la
Gran Revolución Francesa “la lucha mundial de la burguesía por la dominación,
por poder, y para el triunfo indiviso encontró su expresión clásica.”[3] y el
llamado jacobino para la Révolution en permanencia desde el apogeo y punto de
inflexión del capitalismo, a mediados del siglo XIX con la Revolución Europea
de 1848 y el Discurso de 1850 por Marx y Engels, hasta la época imperialista de
declinación capitalista y la época de Trotsky y su reelaboración teórica de la
Revolución Permanente en la Revolución Rusa de 1905, su reivindicación en 1917
y sus desarrollos posteriores en la lucha contra la doctrina de Bujarin y Stalin
del "socialismo en un solo país".
Para utilizar la lectura dialéctica materialista de Lenin de
la lógica de Hegel, lo que fue, en el período temprano un Begriff, un Concepto
entre los jacobinos radicales como Saint-Just, evoluciona más tarde, por parte
de Marx y Trotsky, alcanzando un nivel más alto y adquiriendo un concepto mucho
más rico contenido como la "unidad de Begriff y la realidad" [4] con
el apogeo y la decadencia del capitalismo.
La fuerza impulsora, la contradicción fundamental que da un
carácter permanente al proceso revolucionario en los tiempos modernos es
captada con precisión y profundamente formulada por Marx en sus Grundrisse. El
capital como valor autoexpandible tiende a superar todas las barreras externas
y los límites internos con los que choca permanentemente: “La universalidad
hacia la que se esfuerza irresistiblemente encuentra barreras en su propia
naturaleza, que, en una determinada etapa de su desarrollo, permitirá ser
reconocida como en sí misma la mayor barrera para esta tendencia, y por lo
tanto conducirá hacia su propio suspensión”[5].
La modernidad, la tendencia irresistible a la universalidad
nacida por el capitalismo y chocando, a menudo violentamente con sus límites
finitos, alcanza un punto histórico en el que se vuelve incompatible con las
condiciones capitalistas que lo generaron. Comienza una época de transición
para superar al capitalismo, la última forma antagónica de sociedad de clases,
hacia la emancipación de la universalidad humana, el comunismo mundial.
Trotsky comprendió a principios del siglo XX que la sociedad
humana ha entrado en esta época de transición, y en este cambio de época
mundial se basó, ya en 1905, en la Concepción marxista de la Revolución
Permanente. La Revolución Permanente se convierte en la autorreflexión
dialéctica de la época.
En junio de 1905, Trotsky escribió: “Al unir a todos los
países con su modo de producción y su comercio, el capitalismo ha convertido al
mundo entero en un único organismo político y económico. Así como el crédito
moderno une a miles de empresas mediante lazos invisibles y le da al capital
una movilidad increíble que evita muchas pequeñas quiebras, pero al mismo
tiempo es la causa de la amplitud sin precedentes de las crisis económicas
generales, por lo que todo el esfuerzo económico y político del capitalismo, su
comercio mundial, su sistema monstruoso de las deudas estatales y las
agrupaciones políticas de naciones que atraen todas las fuerzas de la reacción
en una especie de sociedad anónima mundial, no sólo ha resistido a todas las crisis
políticas individuales, sino que también ha preparado las bases para una crisis
social de dimensiones inauditas. Conduciendo todos los procesos de la enfermedad
debajo de la superficie, evitando todas las dificultades, posponiendo todas las
cuestiones profundas de las políticas internas e internacionales, y pasando por
alto todas las contradicciones, la burguesía ha logrado posponer el desenlace,
pero con ello ha preparado una liquidación radical de su dominio a escala
mundial”. [6]
Estas palabras proféticas aclararon el cambio de época
histórica mundial al principio. del siglo XX, cuyo primer momento crucial fue
la Revolución Rusa de 1905 y se manifestó con más fuerza en octubre de 1917.
En cierto sentido, suenan aún más clarificadores y
proféticos ahora, en el siglo XXI. Los últimos cuarenta años, la globalización
del capital financiero, tratando de escapar de la crisis global tras el colapso
de la posguerra del acuerdo Keynesiano internacional de Bretton Woods, llevó la
"tendencia a la universalidad" a sus extremos - y a los cataclismos
de las primeras décadas del siglo XXI, el impacto del capitalismo global de
2008 se convierte en una catastrófica “tormenta perfecta” que amenaza la vida
en el 2020.
4. La centralidad que otorga la teoría de la revolución
permanente de Trotsky al carácter mundial del proceso histórico en la época
imperialista de declinación capitalista no reduce la universalidad a un todo
abstracto, formal, homogéneo, vaciado de cualquier diversidad, especificidad,
contradicciones entre las partes, sin vida Al contrario, Trotsky critica
duramente a Stalin, al estalinista Dialéctica Materialista / Materitalismo Histórico,
así como a los llamados "Marxismo ortodoxo" de la Segunda
Internacional por tan mortífero formalismo.
La primacía de lo internacional sobre lo nacional y lo local
en nuestra época no cancela la ley fundamental del desarrollo histórico
desigual y combinado, que representan respectivamente las fuerzas centrífugas y
centrípetas que profundizan diferencias de nivel histórico, agudizan sus
contradicciones y simultáneamente interconectan todas las partes contradictorias
y múltiples temporalidades en un único conjunto. Sin la dialéctica del
desarrollo desigual y combinado, ninguna teoría marxista de La revolución
permanente es posible.
La concepción de Trotsky rompe con toda concepción lineal de
la historia, con todos los gradualismos reformistas o “revoluciones por
etapas”, mecánicamente separadas.
5. Es desde esta atalaya dialéctica que la Revolución
Permanente adquiere toda su vitalidad, actualidad y urgencia como teoría,
método, perspectiva, estrategia y programa para la vanguardia obrera organizada
en la actual coyuntura histórica mundial, en el siglo XXI.
Sin lugar a dudas, esta "tormenta perfecta" global
de una crisis capitalista global sin precedentes combinado con una pandemia aún
incontrolada y un cambio climático catastrófico juega un papel determinante
general que afecta a todas las relaciones sociales y políticas dentro y entre
países. Al mismo tiempo, profundiza las desigualdades y las hace infranqueables
en todas partes, en el centro, semi-periferia y periferia de capitalismo,
dentro y entre países, regiones y continentes. El abismo que separa el Norte
Global y el Sur Global no deja espacio para ilusiones de las élites burguesas
nacionales en "países emergentes" para un "ponerse al día"
con las economías capitalistas avanzadas. Al mismo tiempo, no hay "desacoplamiento
ni desvinculación" posible en una economía capitalista mundial indisolublemente
interconectada y dominada por capital financiero global e imperialismo. El
estancamiento es absoluto y los desastres interminables: el desastre
humanitario por pandemia y falta de vacunación o de cualquier protocolo de salud,
desempleo masivo, inflación en espiral, hambre, nuevas medidas draconianas del
FMI, corrupción de las clases dominantes, represión estatal, agresión imperialista
y guerras. La desesperación social y la indigencia permanente alimentan un
estado permanente de rebelión, así como olas gigantes sin parar de migración
masiva hacia el Norte global. Pero esta vez, el movimiento migratorio no está
dirigido a centros económicamente en expansión, sino a países metropolitanos
devastados por la crisis y depresión. Miles de migrantes desesperados y sus
familias se encuentran con la muerte en el Mediterráneo y el mar Egeo, frente a
la "Fortaleza de Europa" o en las fronteras militarizadas de América.
Los que finalmente entran, son encarcelados en campos de concentración o
enfrentar el odio racial y la xenofobia patrocinados por el Estado.
Surge un nuevo proletariado nómada. Él puede encontrar un
futuro y una emancipación sólo en la solidaridad y lucha unida con el
movimiento obrero y las masas proletarizadas de los países metropolitanos, así
como con el nuevo proletariado industrial en centros urbanos en Asia, América
Latina y África, a la cabeza de las luchas de los campesinos pobres que luchan en
el campo.
La dinámica de clases en los antiguos países coloniales y
semicoloniales reivindicó las predicciones de Trotsky y las perspectivas de una
revolución permanente. Más de cien años de experiencias han demostrado sin
lugar a dudas la bancarrota política del nacionalismo burgués, secular o
religioso, mientras que la división entre naciones opresoras y oprimidas
permanece y se intensifica como una característica estructural de la época
imperialista del capitalismo mundial en declinación. La lucha antiimperialista
puede ser victoriosa y la liberación nacional lograda por la revolución
socialista de los trabajadores y campesinos pobres que toman el poder y
establecen Federaciones Socialistas en sus regiones y continentes. Ninguna colaboración
de clases con las élites burguesas corruptas locales a la cola del imperialismo,
la lucha de clases revolucionaria mundial es el camino hacia emancipación
nacional y social.
6. Un caso particularmente complejo involucra a los países primeramente
llamados del "socialismo realmente existente”, en primer lugar China y
Rusia, los cuales están bien encaminados hacia la restauración capitalista
después de 1989-91. Bloqueados en las contradicciones del proceso de
restauración, se enfrentan ahora a una creciente presión imperialista militar,
económica y política para imponerles, por todos los medios, total subyugación,
fragmentación, y un nuevo tipo de colonización imperialista bajo el dominio
semifascista como comprador local disfrazado de “cambio de régimen
democrático”. Los regímenes restauracionistas y los oligarcas no pueden ni
siquiera quieren derrotar a la ofensiva imperialista. Buscan un compromiso
improbable y una conciliación imposible con el enemigo agresor de sus pueblos,
en nombre de la "Cooperación internacional", la "multipolaridad",
un "acuerdo de ganar-ganar", etc., todos los avatares de las viejas
fórmulas fallidas de "convivencia pacífica" y de "socialismo
burocrático" en un solo país”.
Sin ningún apoyo a los regímenes restauracionistas,
oligarcas o bonapartistas, la clase obrera internacional y su vanguardia no
deben permanecer neutrales frente a agresión imperialista sino luchar para
derrotarla. Esto tiene que manifestarse solidariamente en acciones apoyando una
movilización política de las propias masas en estos países para derrotar al
imperialismo. La lucha antiimperialista para salir victoriosa es necesaria para
no quedar atrapado en un nacionalismo ciego al servicio de las élites
gobernantes, adquirir un carácter permanente hasta la derrota del propio
proceso de restauración capitalista, que abre el camino al imperialismo y la
colonización, la expropiación de oligarcas, por una reconstrucción socialista
de la economía bajo control de los trabajadores, todo el poder a soviets
genuinos sin burócratas, plena democracia obrera, y una activa política
internacionalista de apoyo a todos los movimientos revolucionarios y de
liberación en el mundo.
7. La tesis central de Trotsky de que la victoria final y
decisiva de una revolución permanente mundial debería ser el derrocamiento del
capitalismo en sus centros que controlan la economía mudial y las fuerzas
productivas sociales mundiales siguen siendo válidas como siempre. En esta
etapa avanzada de decadencia capitalista en el siglo XXI, la decadencia del núcleo
imperialista, especialmente en su mismo corazón, Estados Unidos, se hace
evidente, espantosa, y siniestra. El Hubris de 1991, cuando la “victoria final
y completa de capitalismo” se celebró después de la desaparición de la URSS, y
la furia del Imperio fue lanzada contra la ex Yugoslavia, Afganistán e Irak ya
ha recibido dos golpes devastadores por parte de Némesis en 2008 y 2020. El tan
cacareado e irresistible "progreso" del Occidente avanzado parece
cada vez más, como a los ojos del Angelus Novus en las Tesis sobre el Concepto
de la historia de Walter Benjamín como "Una sola catástrofe"
amontonando "escombros sobre escombros" [7]
Pero este naufragio histórico, el último episodio de la
decadencia y caída del Occidente imperial, crea desestabilización generalizada,
polarización, radicalización, rebeliones masivas como Black Lives Mater pero
también insurrecciones fascistas como la invasión del Capitolio de los Estados
Unidos el 6 de enero de 2021. Quizás, por primera vez en la historia del
capitalismo, hay una convergencia desigual pero creciente de enfrentamientos cada
vez mayores tanto en el Norte Global como en el Sur Global, desde Washington DC
hasta Bogotá, Santiago de Chile o Jerusalén ocupada. Cualquier avance o
retroceso en cualquier frente internacional interactúa con el otro. Pero está
claro que ningún problema global puede resolverse sin derrocar a los culpables
de ellos y mantener el control de las fuerzas productivas mundiales. No hay
solución para el desempleo masivo, el hambre, a la falta de vivienda, a la
"epidemia de epidemias" sin la expropiación de los expropiadores. No
se podría dar una solución a la pesadilla del cambio climático mediante la
fijación de precios o impuestos al carbono, solo mediante una planificación
socialista coordinada internacionalmente bajo el control de los trabajadores. Las
soluciones globales no pueden ser proporcionadas por los estados nacionales burgueses,
solo mediante su abolición y el establecimiento de una Comuna mundial.
Para avanzar, los trabajadores y los oprimidos necesitan una
organización revolucionaria y una dirección marxista basada en el método
dialéctico-histórico y las lecciones de todas las experiencias estratégicas del
desarrollo de la revolución socialista mundial desde 1917 hasta hoy, incluidas
las lecciones de las luchas recientes, antes y especialmente después de la
crisis global de 2008.
Los mitos del "fin de la historia", de "la
victoria final y completa de los liberales capitalismo”, etc. han sido
enterrados bajo las ruinas de la crisis en curso. Pero la desorientación
histórica que siguió a los colapsos de 1989-1991 todavía domina ideológicamente
y difunde la confusión y las ilusiones. El círculo histórico mundial iniciado
en 1917 se considera definitivamente cerrado y con él todas las perspectivas de
revolución.
Se han buscado todo tipo de sustitutos para promover la
política emancipadora, ya sea en el fetichismo de los movimientos per se, sin
desafiar los poderes políticos existentes o en las expectativas del
electoralismo parlamentario y la formación de gobiernos burgueses reformistas
de izquierda. Vanas esperanzas de una repetición de la quiebra política o de la
experiencia gubernamental de Syriza en Grecia o de Podemos en España y del
Bloque de Esquerda en Portugal apoyando gobiernos social-liberales sólo pueden
conducir a nuevas derrotas y más desmoralización.
El legado más valioso de Trotsky es el arma para la victoria de la Revolución Permanente: la tarea históricamente necesaria, históricamente justificada pero históricamente aún no completada construir la IV Internacional. [8].
27 de julio a 5 de agosto de 2021
[1] Véase Savvas
Michael-Matsas, The Post Covid World, Foro Económico de Moscú 2021, Congreso Internacional
de Economía Política, 27-29 de mayo de 2021 y La Agonía de la muerte del
"libre mercado" y el socialismo, en Economías Mixtas No Capitalistas
(Teoría, Historia y Futuro), Conferencia organizada por Karl Polanyi Center,
Eszmélet Journal y Social Theory College en Budapest, 23-26 de junio de 2021
[2] Antonio Gramsci, Q13, # 7, en Selections from the Prison
Writings, Lawrence and Wishart 1971, p.242-243
[3] Leon Trotsky, Resultados y Perspectivas, 1906.
[4] V.I. Lenin, Philosophical Notebooks, vol 38 de Collected
Works, Moscow-Progress 1972 p.170
[5] K. Marx, Grundrisse, Penguin 1973, p. 410 1
[6] L. Trotsky,
Prólogo del discurso de F. Lassalle al jurado, citado en Resultados y
perspectivas op.cit. 1
[7] Walter Benjamin, Tesis sobre el Concepto de Historia,
Tesis IX
[8]. El EEK y la
Cuarta Internacional, Resolución del 17 Congreso del EEK, 11-13 de junio de
2021
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