Brasil:
reventó el “consenso”
En
Río de Janeiro, 100 mil personas ocuparon Cinelandia y las principales avenidas
en protesta contra los aumentos de los pasajes de ómnibus, los gastos
estratosféricos con el Maracaná y la represión a las manifestaciones. En Sao
Paulo, otros cien mil manifestantes fueron la respuesta a la violenta represión
del pasado jueves 13 sobre la manifestación contra los aumentos, la que dejó 55
heridos y 150 personas detenidas. La impresionante manifestación paulista ocupó
los dos lados de la Avenida Faria Lima, principal arteria comercial. Recibió la
solidaridad de los empleados y la población a su paso, y se dirigió a la Casa
de Gobierno (Palácio dos Bandeirantes), que tuvo que ser cerrada. Curitiba,
Belo Horizonte, Maceió, Belém, Salvador, Porto Alegre también tuvieron
manifestaciones. En Brasilia, en protesta por los aumentos y las obras en el
estadio Mané Garrincha, estudiantes y jóvenes ocuparon la rampa de acceso al
Palácio de Planalto y después rodearon El Congreso Nacional. En Belo Horizonte
hubo más de 50 mil manifestantes. La represión fue violenta y dejó dos jóvenes
gravemente heridos.
La
principal editorialista de La Folha de
Sao Paulo resumió (18/6): “Parecía
todo tan maravilloso en el oasis Brasil y, de repente, estamos reviviendo las
manifestaciones de Plaza Tahir, en El Cairo, así de repente, sin aviso, sin un
crescendo. Fuimos todos presas de la sorpresa. Del paraíso, nos deslizamos,
como mínimo, para el limbo. ¿Qué está ocurriendo en Brasil?”.
¿Todavía
no lo sabes? Los aumentos en los pasajes de ómnibus fueron el detonante. Los
pasajes brasileños están entre los más caros del mundo (1,50 dólares en Sao
Paulo). Y más que eso. Hoy, son 13.900 mil colectivos, contra 14.100 que había
en 2004 en Sao Paulo. De 200 mil viajes diarios, se pasó para 193 mil: más gente
viajando por un valor más caro, en menos ómnibus y en menos viajes. La
represión contra las primeras manifestaciones añadió el otro ingrediente. Los
jóvenes salieron a la calle para reventar el estado policial brasileño,
heredado de la dictadura militar, preservado por los “neoliberales” y
perfeccionado por el PT. La juventud fue a la calle a defender su derecho de
expresión más elemental. Las manifestaciones en algunas capitales tuvieron
entre 10 y 20 mil personas la semana pasada. Esta semana pasaron de 100 mil en
las dos principales ciudades (Sao Paulo y Río de Janeiro) y oscilaron en torno
de los 50 mil en las otras ciudades. O
Estado de Sao Paulo publicó un mapa de las manifestaciones (http://protestosbr.marcogomes.com/).
Los
manifestantes en Sao Paulo marcharon compactos y en perfecta calma, acabaron con
un par de miniprovocaciones de grupejos anarcos infiltrados, sabían que tenían
a toda la población explotada de su lado. Cuando nos encaminábamos encolumnados
al punto de encuentro inicial (Largo de Pinheiros), la gente saludaba desde las
ventanas de los edificios, los choferes de los ómnibus hacían sonar sus bocinas
en solidaridad, los pasajeros de los mismos ómnibus aplaudían desde las
ventanas.
El
PT (gobierno nacional e intendencia de San Pablo), el PSDB (gobierno del Estado
de San Pablo y Minas Gerais) tuvieron que recular: la semana pasada llamaban a
los manifestantes “vándalos” y mandaron a la policía militar a reprimir con
violencia. Esta semana, ya son “manifestantes que usan un derecho legítimo”. La
policía, este lunes, mantuvo en Sao Paulo una prudente distancia y se limitó a
controlar las rutas de paso. No hay datos claros sobre la represión en Río de
Janeiro (gobierno del PMDB, que comparte el gobierno nacional con el PT), que
ha sido violenta. Aún así, hay un recule político general del gobierno nacional
y de los estaduales frente a la fuerza de la movilización, organizada por
estudiantes y jóvenes (Movimiento por El Pasaje Libre), la cual hoy (lunes) ya
contó con la participación organizada de sindicatos obreros, en especial de
CONLUTAS. La organización de los jóvenes es espectacular. En la manifestación
paulista, uno de cada tres manifestantes llevaba una pancarta improvisada, con
su protesta antigubernamental y con reivindicaciones de todo tipo.
Es
una revuelta general contra las condiciones de vida (salario, condiciones de
trabajo, medios de transporte incluidos, estado policial y represión en
escuelas, barrios y universidades). Es una revuelta contra la complicidad y
corrupción de todos los partidos burgueses y del PT. Es una revuelta contra los
favores sistemáticos al gran capital del gobierno petista. Ha puesto en crisis
galopante al PT, partido de gobierno (la juventud del PT estuvo en las
movilizaciones, aunque sea sólo un aparato). Ya está teniendo un impacto internacional
impresionante, en los países más diversos. Es la “revuelta del vinagre” (usado
para combatir los efectos del gas lacrimógeno y de las bombas de efecto moral)
y está dando apenas sus primeros pasos. Brasil ha entrado en el camino marcado
por Turquía, Grecia y los países árabes. Su impacto en América Latina será
decisivo.
Osvaldo
Coggiola
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