Reiterado fracaso de la XVII Cumbre de las Naciones Unidas
Cada vez son más delirantes los acuerdos que surgen en las reuniones de Naciones Unidas para el Medioambiente
Ya se han realizado 17 reuniones de los países integrantes de la ONU en 17 diferentes países y se firmaron otros tantos acuerdos pero la temperatura del planeta sigue subiendo. Ahora se plantean firmar un compromiso en 2015 para empezar a cumplir con la reducción de emisiones recién en 2020.
El clima y sus consecuencias
El cambio climático, que puede medirse en aumento de la temperatura media del planeta, se debe fundamentalmente a la emisión de gases de efecto invernadero (GEIs) generados en casi todas las actividades productivas y de transporte. Se suele hablar de dióxido de carbono (CO2) como sinónimo de gas de efecto invernadero, debido a que los demás gases se relacionan mediante una equivalencia. En la primera Cumbre mundial realizada en Kyoto en 1997 se atribuyó el aumento de temperatura a la acumulación en la atmósfera de dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), óxido nitroso (N2O), hidrofluorocarbonos (HFCs), perfluorocarbonos (PFCs) y hexafloruro de azufre (SF6). Algunos de estos tienen un poder de calentamiento mucho mayor que el CO2, pero su producción es más pequeña.
Ahora se suma el trifloruro de nitrógeno (NF3), un gas utilizado en la fabricación de pantallas de plasma y de algunos paneles solares. El NF3 tienen un poder de calentamiento 17.200 veces superior al del CO2. Comenzó a usarse en cantidades muy pequeñas en combustible de cohetes. Según un estudio de 2008, publicado en Geophysical Research Letters, la producción en 2008 era ya de 4.000 toneladas y podría doblarse en 2010, con la eclosión de las pantallas de plasma.
Este aumento general de las concentraciones de gases en la atmósfera impide la salida de la radiación solar emitida por la tierra y, por lo tanto, se incrementa su temperatura. Este fenómeno provoca deshielos y consecuentemente aumento del nivel del mar. Por ejemplo, las islas Maldivas desaparecerán antes de que este siglo termine. Muchos territorios quedan expuestos a los tsunamis al quedar cubiertos por el agua los arrecifes que protegen sus costas. También se ha aumentado la frecuencia de procesos de intensas lluvias con inundaciones prolongadas y, contradictoriamente situaciones de sequía extrema.
Suele ocurrir que la población más pobre se asienta sobre los suelos más vulnerables.
Veinte años no es nada
El Protocolo de Kyoto firmado en 1997 es la consecuencia de la Convención de Naciones Unidas para el Cambio Climático (Río '92) que se planteó un lapso de veinte años para cumplir metas de reducción de emisiones.
Según la propuesta inicial de 1997, los países firmantes del Protocolo de Kyoto debían lograr que en el plazo que va de 2008 a 2012, las emisiones de GEIs descendieran un 5,2% por debajo de las registradas en 1990. Desde entonces las emisiones han crecido un 49%. Sin palabras.
En el Protocolo se dividieron los estados en dos anexos: lo países desarrollados (anexo 1) aportantes al sistema, dado que han sido los que más gases generaron desde la revolución industrial, y los subdesarrollados (anexo 2), receptores de los aportes. Este Protocolo tardó muchos años en entrar en vigencia, dado que países muy grandes no lo firmaron. Recién en 2005 lo suscribió Rusia y entró en vigor, y aunque USA nunca lo firmó se ve involucrada en el compromiso de reducción de emisión de gases. Se necesitaba de la ratificación de suficientes países desarrollados responsables de al menos el 55% de las emisiones mundiales para empezar a cumplirse el Protocolo.
Pero ya este tratado había sido un fracaso mayúsculo, y no sólo porque Estados Unidos se negó a suscribirlo. Para alcanzar la meta propuesta de reducción de emisión de gases, el tratado estableció los llamados "bonos verdes", que comenzaron a circular algún tiempo atrás. En la práctica, estos mecanismos habilitan a los países del hemisferio norte a contaminar en la medida en que inviertan bonos verdes en zonas captadoras de carbono, en los países del hemisferio sur.
Cada bono verde (o certificado de reducción de emisiones) se emite por tonelada de gases efecto invernadero que se evita liberar a la atmósfera. En lugar de reducir las emisiones, que pueden cambiar de un lugar a otro, crecía entonces un gran negociado financiero, con bancos que colocan títulos y cobran comisiones. Doce años después, las emisiones de dióxido de carbono de la industria y el transporte, más la deforestación, responsables del calentamiento de la atmósfera, no sólo no se han reducido sino que se han incrementado dramáticamente desde 2002, y nos acercamos al triple de la media anual de los noventa (El País, 15/11).
A medida que se veía la imposibilidad de cumplir los compromisos fue cambiado la jerga, ahora se habla de "adaptación" al cambio climático. Confesando la imposibilidad de influir sobre el aumento de temperatura global con el modo de producción del sistema capitalista.
Resultado de la reciente Cumbre de Durban
Después de dos semanas de intensísimas negociaciones, y en la sesión plenaria del 11 de este mes, para tratar de salvar la conferencia, los representantes de los 192 países participantes han acordado prorrogar los compromisos establecidos en el Protocolo de Kioto.
La colocación del mecanismo de funcionamiento del Fondo verde, destinado a "ayudar" financieramente a los países en "vías de desarrollo" que tienen que hacer frente al cambio climático, también ha sido ratificada en Durban. Sin embargo, la cuestión central de la alimentación de este fondo se queda a este día ampliamente sin respuesta, mientras que el compromiso tomado en Copenhague, hace dos años, es acabar en 100 mil millones de dólares al año a partir de 2020. Una verdadera limosna, además, si se tienen en cuenta los billones destinados al salvataje de los bancos.
En síntesis, la cumbre ha decidido posponer para el próximo año la decisión de definir el periodo de tiempo en el que estará en vigor de nuevo el Protocolo. Asimismo, los países han acordado que seguirán trabajando para aprobar en el 2015 un documento que sea válido para todos los países (no sólo los del anexo 1) a partir del 2020.
Cabe recordar que el status de China, India y Brasil países subdesarrollados (anexo 2) ha ido cambiando en el transcurso de los 20 años.
La anfitriona de la cumbre, la ministra de Asuntos Exteriores de Sudáfrica, Maite Nkoana-Mashabane, se ha felicitado por el resultado final. "Hemos venido aquí con un plan A y hemos concluido este encuentro con un plan A para salvar el planeta por el futuro de nuestros hijos y nietos", ha señalado. En fin ... de esto vive la casta de burócratas de los organismos internacionales y también nacionales, y algunos capitalistas "adaptados al cambio climático".
Más crisis, más emisiones
La crisis financiera global no ha reducido las emisiones totales de CO2 en el planeta, como muchos esperaban. Tras una ligera caída de las mismas en 2009 (del 1,4%), se ha retomado la tendencia al crecimiento en 2010 (incremento del 5,9%), hasta el punto de que el año pasado se llegó a los 10.000 millones de toneladas, todo un récord. Son los datos de un análisis científico presentado en la revista Nature Climate Change. Las emisiones globales de dióxido de carbono generadas por la utilización de combustibles fósiles han aumentado un 49% en las últimas dos décadas (El País, 12/12).
El crecimiento hay que apuntárselo tanto a los países desarrollados como a los países en desarrollo, o algunos de ellos. "El impacto de la crisis financiera de 2008-2009 en las emisiones globales ha sido breve debido a los fuertes incrementos en las economías emergentes, al retorno al crecimiento de las emisiones en los países desarrollados y al incremento de la intensidad de los combustibles fósiles en la economía mundial", dicen los científicos en el informe.
El incremento global del año pasado "fue debido a las altas tasas de aumento de unas cuantas economías en desarrollo como China (10,4%) e India (9,4%), aunque la contribución de algunos países desarrollados fue también sustancial en términos absolutos: por ejemplo, Estados Unidos, 4,1%, Federación Rusa, 5,8% y los 27 países de la Unión Europea, 2,2%".
Otra particularidad del modo de producción actual es la incidencia del transporte en las emisiones de gases. Los países subdesarrollados aumentan su producción de comodities. El traslado de estas producciones primarias a los centros mundiales de consumo genera emisiones en el transporte. Tanto es así que en una de las convenciones se propuso un aumento del impuesto al transporte marítimo, aunque también incide mucho el aéreo y el terrestre.
Para el capitalismo no se trata de un problema ambiental, sino de ganancias. Para los pulpos petroleros, la crisis energética es una oportunidad: si no hay consenso sobre un cambio en la matriz energética mundial, el barril del petróleo podría aumentar.
Las expectativas en la energía nuclear se desvanecieron con la mayor catástrofe nuclear mundial ocurrida en Fukushima, Japón, que dejó un tendal de 70.000 refugiados permanentes y una zona de exclusión de 30 km alrededor de la Central (National Geografic en Español, diciembre 2011).
Conclusiones
La realidad del calentamiento global, y la imposibilidad de que se llegue a un acuerdo entre los países capitalistas, ha llevado a que se plantee que estamos ante el borde de una crisis civilizatoria, provocada por una suerte de "exceso" productivo e industrializador. La solución sería entonces detener el desarrollo de las fuerzas productivas? O el de las fuerzas destructivas del capital?
Y esto, cuando ya existen las condiciones científicas y técnicas para evitar la destrucción del medio ambiente mediante el desarrollo de técnicas de conservación de la energía y de mejora de la eficiencia energética, junto con tecnologías de energías limpias (eólica, solar, biomasa, vehículos a hidrógeno, etc). Los científicos hasta han calculado su costo económico: se requeriría el mismo nivel de inversiones que hoy se destina a la investigación en energía nuclear o por el uso de combustibles fósiles, unos 10 billones de dólares durante las próximas décadas (El Cronista, 16/11/09). Las conclusiones de los científicos, por más intergubernamentales que sean, no llevan a ningún resultado práctico. El fracaso de las sucesivas "cumbres" intergubernamentales no es casual: en el cuadro de la decadencia capitalista, cuando los capitales buscan desesperadamente evitar la caída de su tasa de beneficio, las rivalidades entre los monopolios capitalistas y entre sus Estados impiden cualquier acción conjunta. La resolución de los problemas ambientales requiere de una acción concertada y planificada del conjunto de la humanidad, pero el mercado es el reino de la anarquía en la búsqueda de ganancias y opuesto a una asignación racional de recursos (Pablo Rabey, Prensa Obrera diciembre 2009).
La crisis climática pone en cuestión la organización misma de la sociedad; junto con la crisis alimentaria mundial, es un aspecto más de la decadencia del capitalismo. El avance de la ciencia posibilita el desarrollo de las fuerzas productivas en forma sustentable; pero, para ello, los trabajadores del mundo deben tomar la palabra. (igual fuente, igual vigencia).
Alicia Rodríguez