Venezuela: el Socialismo del Siglo XXI es un mito
En nombre del socialismo se estrangula la vía
para ir hacia él
El socialismo no se conquista convenciendo por las bondades que nos traería, ni con buenas intenciones y menos aún mediante engaños. En los hechos, los salarios se alejan cada vez más de la cesta básica, aumentan la flexibilidad laboral, el desempleo y los servicios son deficientes y a veces inexistentes.
A través de los medios de comunicación sobran los charlatanes autorizados u “oficiales” que solo hablan de las maravillas del socialismo. Para estos medios no existen el abandono, la miseria, ni la inseguridad, mientras que para los medios de la derecha sólo existen las falencias que aprovechan para denunciar al gobierno y promover la prensa, radio y televisión privadas. Son dos caras del capitalismo, uno nacionalista incapaz de cumplir lo ofrecido ante su agotamiento en distribuir la ya insuficiente renta petrolera, el otro que representa a los capitales asociados al imperialismo y la oligarquía tradicionales empeñados en retomar el control del estado capitalista.
Como resultado de la política nacionalista son
cada vez más los trabajadores embaucados en empresas nacionalizadas como
Invepal, Invetex, Invetubo, Sideroca, Cerámicas Carabobo, y los provenientes de
empresas quebradas, como las de Guayana, o de proyectos frustrados y fracasados
como la fábrica de camiones vibradores para exploración petrolera y la fábrica
de celulares. Otros trabajadores son defraudados por los convenios colectivos impuestos
o no reconocidos o cumplidos a medias, como en los casos de CANTV, Corpoelec,
Pdvsa, Metro de Caracas (subterráneo), Aluminio, docentes, empleados públicos.
Tampoco se acatan las providencias administrativas de las Inspectoría del
Trabajo como sucedió con el reenganche de los trabajadores de Sanitarios
Maracay o de Fundimeca en Valencia y, por el contrario, se ejecutan fallos o
arbitrajes en contra de los trabajadores como sucedió en
La sociedad venezolana convive con una serie de mitos o slogans publicitarios, que invaden todos los espacios, para justificar las limitaciones del gobierno y alimentar una ilusión de conseguir las reivindicaciones sociales en el marco del chavismo. Estos mitos forman parte del discurso oficial y subsisten porque las clases oprimidas aún no vislumbran una organización alternativa con posibilidades de gobernar. Tales mitos son:
El Gobierno Revolucionario
Mientras se difunde un discurso socialista, de lucha contra la pobreza, y se menciona al pueblo como protagonista y “soberano”, se siguen nombrando ministros, viceministros, directores generales y jefes de división simplemente para hacer negocios; su currículo es la “vía castrense” o haber sido asiduo visitante de Chávez cuando estuvo en prisión en la cárcel de Yare. Son estos oportunistas los que ponen en práctica las políticas cotidianas alejadas y en contra de los intereses de los trabajadores y el pueblo. No es extraño entonces que tampoco cumplan con sus comunidades ni les suministren los servicios públicos para los que fueron designados.
El gobierno está lleno de burócratas. Desde los ministros, pasando por los gobernadores, parlamentarios, alcaldes y concejales, los directivos de las empresas e instituciones del estado de PDVSA hasta Mercal, todos conforman la llamada derecha endógena que dirige el país. Esto funciona así porque el gobierno es reflejo de la estructura del estado, los funcionarios cumplen mientras ayudan a la supervivencia de la sociedad capitalista y abogan por su permanencia. Intentan convencer a los capitalistas de que cedan unas miserias y permitan un desahogo para que los trabajadores y las comunidades mermen sus reclamos y se sustente la paz social. Por ejercer esta función los funcionarios cobran hasta 15 sueldos mínimos, valor que establece como tope la recientemente sancionada Ley de Emolumentos para Altos Funcionarios del Poder Público.
Esta gerencia asignada a dedo, generalmente, no conoce el servicio que debe prestar ni los procesos productivos de las industrias que debe dirigir. Muchas veces, estos funcionarios son enviados desde Caracas con su respectivo clan o mafia, incrementando aún más los costos por su incapacidad e ignorancia.
Esta situación sólo puede ser superada con el control obrero de las empresas, dado que los trabajadores son los que conocen las formas de producción y administración de cada planta. Son ellos los que pueden mejorar la actividad en beneficio de ellos mismos, de la localidad, de la región y del país.
El gobierno se considera obrerista pero suele
militarizar para prevenir, o directamente reprimir
La Derecha Endógena
La
inmensa base esperanzada que expresa su apoyo en las elecciones puede
pensar que no se avanza en las reivindicaciones sociales por culpa de la “derecha
endógena”. Así se llama el sector del chavismo conservador o procapitalista sin
rodeos que dirige el país desde el principio. La derecha endógena salió de
adentro del chavismo, indicando que internamente algo comenzó podrido. La única
alternativa es la organización de la clase obrera en forma independiente.
Las estatizaciones de sectores de servicios o
fábricas no son medidas socialistas, el socialismo es contrario a todo vestigio
del estado actual. Poner en manos de unos burócratas del gobierno sectores de
la producción como la electricidad o empresas de servicios para la producción
petrolera, ferrosa y del aluminio no redunda en beneficios para los
trabajadores. Por el contrario, las nacionalizaciones agravan la hipertrofia de
la maquinaria estatal y, en la práctica, frenan o paralizan
Expropiar pagándole con creces a la burguesía es una manera de intentar comprar el socialismo y a un precio muy caro.
Desde la dictadura de
El aparato mismo del Estado durante los 11
años de gobierno ha sido incapaz de solucionar problemáticas como la vivienda,
los servicios básicos o
Llamando Revolución Bolivariana a la gestión del gobierno se apropian de algo muy caro para los revolucionarios como es el cambio de una sociedad a otra. Hoy la sociedad capitalista está vigente y está estructurada en relaciones de producción basadas en la explotación y la enajenación del trabajo. La revolución auténtica tiene por delante la liberación de la opresión extranjera, el desarrollo del mercado interno, la producción de la tierra, la diversificación de bienes y la industrialización del país.
Con la democracia en una sociedad de clases controlada por una minoría, es decir, burguesa, no se llega al socialismo. Por el contrario, con el socialismo se alcanza la auténtica democracia de las mayorías (de los trabajadores) para en una etapa superior instaurar una sociedad sin clases, pero primero es menester conquistar un gobierno revolucionario un gobierno obrero para inmediatamente comenzar a construir el socialismo. La democracia burguesa y su constitución establecen libertades para todas las clases sociales, con las cuales los trabajadores pueden defenderse, pero tales libertades también le garantizan a la burguesía el derecho de explotarlos.
Chávez al referirse al pueblo le dice El Soberano. Veamos si lo somos: ¿quien conoció las conversaciones entre Techint y el gobierno para nacionalizar a Sidor? ¿Cuanto se ofreció y cuanto pidieron los argentinos? ¿Cuánto se pagó? ¿Quién designó la directiva de Sidor? Lo mismo sucede con los convenios para subastar la faja petrolífera del Orinoco, la diplomacia es secreta con nosotros y no con el enemigo. Otro ejemplo es la compra del Banco de Venezuela: nacionalización paga generosamente con el dinero de todos los venezolanos.
Otro caso, menos importante pero patético, sucedió en Valencia con Hielomatic, una pequeña empresa privada de refrigeradores que fue vendida a PDVAL (Productora y distribuidora venezolana de alimentos). Previamente fue cerrada, se dio la lucha, derrotaron a los trabajadores, liquidaron el sindicato, despidieron a todo el personal y luego pasó a manos del gobierno. Los directivos de PDVAL negaron haber comprado la empresa mientras duró el conflicto.
Otra situación muy reciente se manifiesta en
forma atroz en la pérdida de 70.000 toneladas de comida en depósitos de PDVAL.
Invetex era una empresa textilera en Tinaquillo, Cojedes, que quebró por las
políticas que favorecen la importación de ropa y telas de China e India y sus
trabajadores despedidos. PDVSA la compró para reactivarla con una cooperativa
de textiles que nunca cuajó. Sus instalaciones fueron usadas entonces como un
centro de acopio de PDVAL para almacenar 400 contenedores con alimentos
importados que nunca llegaron al pueblo porque se pudrió su contenido.
Chávez, su canciller y sus embajadores
pretenden una integración latinoamericana con países donde tampoco existe la
soberanía ni la autodeterminación de los pueblos. Por el contrario, se reprime
y se criminaliza
Lo que llaman la solidaridad y complementariedad social, política, económica y cultural; la cooperación con otros pueblos del Sur; la promoción de un escenario multipolar y plural, en realidad son acuerdos con las burguesías locales y su puja por competir en los mercados. En ningún momento están representados los trabajadores, las comunidades y los campesinos, tampoco los pueblos originarios. Toda una mentira la defensa del ambiente, enmascarados en supuestos modelos de desarrollo, en fin de cuentas es la redistribución de la economía regional pero en las manos de sus burguesías.
El BID, el ALBA, junto al MERCOSUR, el Pacto Subregional Andino, unos inclusive ya inviables, otros todavía en proceso, son barreras arancelarias, convenios financieros, promociones comerciales, subsidios entre las burguesías locales. Dentro de los negocios hay acuerdos militares como el UNASUR, pero detrás de todo esto, están también las compañías extranjeras norteamericanas, europeas y asiáticas. Nada funciona a favor de los intereses de los pueblos. El MERCOSUR tiene un tratado de libre comercio con el Estado sionista de Israel (que acaba de atacar criminalmente la ayuda humanitaria a Gaza), además mucho de los países que lo integran participan en la fuerza militar de ocupación en Haití. La MINUSTAH es integrada por soldados de los países de Sudamérica a pedido del imperialismo yanqui, los cuales reprimen a ese pueblo en el peor estado de pobreza antes, durante y después del devastador terremoto.
En ese contexto, Correa en Ecuador, Morales en
Bolivia, Ortega en Nicaragua, hacen maravillas para ayudar a sostener el
sistema capitalista. Todos los gobiernos latinoamericanos, cada quien según su
peculiaridad y su relación de fuerzas, tiene como objetivo este papel. Las tesis
de la Coordinación para la Refundación de
El complemento: El PSUV (Partido socialista unido de Venezuela) y los militares
Los militares son intocables y están incluso
al margen del control partidario, por lo que se podría decir que la corrupción
y los militares van de
Para que no hubiera equivocaciones, Chávez negó el marxismo como herramienta del PSUV desde su fundación, luego se realizó una selección “mixta” de las direcciones nacionales y regionales, una parte “democrática”, previamente filtrada, y otra seleccionada a dedo.
No obstante, las bases --una vertiente potencialmente revolucionaria-- son el fundamento del PSUV pero dominadas por su líder Chávez, quien a su vez sostiene y defiende a la casta de burócratas.
El PSUV, los militares y Chávez como caudillo principal constituyen un gobierno improvisado, arbitrario y un poder económico y político al servicio de una sociedad donde la propiedad privada para explotar al trabajador es lo fundamental. Dentro de las cabezas predominantes están Diosdado Cabello, represores de trabajadores en Guayana como Sanz en la CVG y Rangel Gómez en la gobernación, súper ministros como Ali Rodrigues, directivos de la política económica como Merentes en el BCV, Giordani en el Ministerio de Finanzas, hasta los redomados burócratas sindicales de la FSBT con Vera, Machuca y Rondon. Como producto de la quiebra de los bancos y sociedades financieras y por la crisis económica cayó el ministro Jesse Chacón.
El Estado y el partido, ambos de la mano de Chávez, sus segundones y una inmensa capa de arribistas con la venia del “líder”, son un fardo pesado imposible de sacar a flote. El PSUV con su orientación clientelar y electoral impide construir un verdadero partido revolucionario. Su composición social es algo desconocida, pero sin duda alguna los trabajadores están poco representados.
La política del gobierno es antiobrera. Ni siquiera cumple formalidades legales, se
viola
Para una política revolucionaria hay que superar el chavismo. Algunas personas se consideran revolucionario-chavistas, pero dicen que hay chavistas no revolucionarios. Entonces para apuntalar una política revolucionaria habría que derrotar a esos chavistas, pero eso es imposible en el partido chavista, esa es su organización y su fin, es decir su dirección y su estrategia. Como conclusión es necesario implementar una política independiente y nuclear a los trabajadores en una organización revolucionaria y para esto es indispensable superar las ilusiones en un caudillo.
Chávez esta atrapado, no tiene salida para zanjar las tareas democráticas pendientes que la burguesía criolla no pudo resolver: la soberanía, la reforma agraria, el fortalecimiento del mercado interno. El populismo nacionalista es incapaz de resolver estos problemas. Para que cambie esta situación a favor de la mayoría se debe destruir el Estado burgués. Chávez representa y defiende al Estado, engaña al pregonar que con su política y su gobierno se conduce a socialismo.
El presidente dice que su gestión de gobierno está sustentada en la sabiduría del árbol de las tres raíces: Bolívar, el libertador, Zamora, el luchador agrario y Simón Rodríguez, el maestro. En la práctica, defiende a los militares, paga la deuda y nos endeuda más y permite ganancias descomunales a la banca privada. Ahora, ante la bancarrota económica mundial, actúa con las mismas medidas que cualquier gobierno neoliberal: devaluación, aumento del IVA y préstamos a los empresarios. Además entrega la Faja del Orinoco y las reservas de gas costa afuera, criminaliza la protesta y sacrifica los convenios colectivos de trabajo.
Chávez está definido, a la que hay que ayudar a definir es a la clase obrera, a organizarse a construir su herramienta, su partido, a no creer en líderes que no los representan.
La verdadera revolución conduce al socialismo, para profundizarla hay que conquistar el poder, formar un gobierno obrero. Lo que está sucediendo no conduce al socialismo, para sí tender a eso hay que desenmascarar a quienes en nombre de la revolución se enriquecen a costa del hambre, el desempleo y la falta de servicios plenos para las comunidades y para el país.
Estado popular y comunitario el desarrollo del
Poder Popular
Toda esta creación institucional alrededor del
llamado Poder Popular, pretende regimentar la organización popular. Si seguimos
la farsa, luego de creado el “Poder Popular” mediante el Consejo Comunal se
ejerce el gobierno comunitario y la gestión directa de las políticas públicas.
Se manipula con términos como “gobierno comunitario” o “gestión directa de políticas públicas” pero la ley impide el cómo se ejerce esa competencia que en realidad supeditada a una superestructura del propio Estado. Comienzan creándose paralelamente a los organismos tradicionales del Estado debido a una necesidad de la comunidad y luego terminan siendo dependientes de su estructura burocrática. Por esto, frases como la de “contraloría social” terminan siendo huecas, las denuncias se desvanecen ante los cuerpos de investigación criminal.
Ante los proyectos paralelos promovidos por el gobierno debido a la incapacidad de sus organismos regionales, debemos orientar las juntas parroquiales, junta de vecinos o consejos comunales para enfrentar la opresión de clase del Estado capitalista. El gobierno de los trabajadores es quien puede garantizar que los distintos niveles de ejecución de las políticas públicas tengan correspondencia desde las comunidades.
Transición hacia el socialismo
Para la gran mayoría de la humanidad no hay posibilidad de progreso económico, tampoco cultural y en salud dentro del sistema capitalista. Sin embargo, no hay propuestas para echar a andar una tentativa de transformación social. Por el contrario, las medidas económicas decretadas por el gobierno son para mantener vivo el sistema capitalista.
Merentes, el presidente del Banco Central, se
ufana diciendo que tenemos una banca sólida, que el sistema financiero es estable,
Rodríguez Araque, exministro de finanzas y ahora de Energía Eléctrica, reafirma
su esperanza en la fortaleza del socialismo venezolano junto a
Es triste oír que la salida es esperar precios
altos del petróleo, como toda
En el sector petrolero los nuevos planes de inversión se limitan a producir y vender más crudo. La refinación del petróleo, el gas y sus derivados, desarrollar la petroquímica, su distribución a la industria nacional es incipiente. El Proyecto de Gas Anaco PGA tiene más de cuatro años de iniciado y todavía no arranca siquiera una de las siete plantas. La primera plataforma que se está fabricando en Venezuela para producción de gas desde hace cuatro años, esta retardada. Se adeudan más de 7.000 millones de dólares por servicios de las contratistas y por la indemnización acordada por las nacionalizaciones de las mismas. Venezuela como estado capitalista está subordinado las leves de la economía mundial en bancarrota, a pesar que Chávez se hiciese el desentendido hasta que le fue imposible negarlo. La salida fue paliar la crisis con más endeudamiento emitiendo petrobonos.
Debido al escaso desarrollo de la burguesía,
Chávez utiliza la vía bonapartista designando a sus compañeros de armas en los
puestos claves de la economía para dirigir este proceso capitalista erigiéndose
por encima de
El aluminio se desarrolló solamente como materia prima y para ello contó con fuertes subsidios del Estado. Los monopolios extranjeros se llevan el recurso y luego traen productos finales donde el valor agregado se recupera rápidamente. Las industrias básicas no son competitivas por falta de inversiones. La industria del hierro y del acero está destinada fundamentalmente a la construcción, no como insumo de otras industrias.
El aparato administrativo tiene muchas
limitaciones, el centralismo abortó el desarrollo regional autónomo, necesario
hasta desde el punto de vista burgués. Se desestimó el agro. El azúcar y el
café, tras la política agraria de grandes financiamientos y subsidios para
lograr el abastecimiento interno, condujo por el contrario a la caída de
Ante el caos económico cabe la nacionalización del comercio exterior para atender las necesidades alimenticias y la producción local. En general, se importa lo que es “negocio”, sea necesario o no. Si es necesario se le pone sobreprecio.
Todas las propuestas alternativas al control de cambio o modificaciones al mismo, mercado dual oficial, supervisiones, ya sea por el BCV o los privados que lucran con las importaciones y la bolsa, favorecen al gran comerciante o al capital financiero. Se quiere hacer ver que el país es un conjunto de venezolanos con intereses comunes, mientras la realidad es que el desastre creado por los dueños de la economía lo paga la inmensa mayoría de la población.
Ya decía Bujarin en 1918, el capitalismo moderno es un capitalismo mundial. Esto significa que las relaciones de producción capitalistas dominan en todo el mundo y ligan todas las partes de nuestro planeta con un ajustado cordón económico. En cierta forma esto también significa que estrictamente no existe economía nacional, y mucho menos, como economía mixta socialista y privada.
Chávez concertó negocios ventajosos para los
capitales asiáticos tanto nipones como chinos en sus últimos viajes. En
particular, el acuerdo con Japón fue entre otros con
El último mito: el control obrero
En 2008, cuando se renacionalizó Sidor, los trabajadores tomaron la iniciativa de desarrollar el control obrero. En asambleas masivas sometieron a los gerentes y directivos a disposición del colectivo llegando hasta elegir democráticamente a sus jefes previa exigencia a éstos de presentar planes concretos de producción y mantenimiento así como de disponibilidad de insumos y presupuestos. El gobierno bolivariano en aquel momento consideró que esas iniciativas no eran procedentes y saboteó la gestión nacida de la autonomía de los propios trabajadores.
Tuvo que ocurrir la quiebra capitalista mundial en Septiembre de ese año para que se evidenciara que las empresas de Guayana no se sostenían por su productividad o eficiencia si no por el dinero suministrado por el gobierno proveniente de la renta petrolera. Al deterioro de los equipos y las plantas, ahora sin dinero suficiente para inyectarles y con la corrupta e ineficiente gerencia, los salarios cayeron y los pasivos laborales aumentaron. Fue entonces que los trabajadores con su lucha llegaron a provocar la caída del ministro de industrias básicas y minería.
Recientemente la respuesta de Chávez ante la radicalización obrera, de la misma forma que cuando decidió nacionalizar SIDOR, fue implantar el “control obrero” en las empresas básicas (producción de Aluminio, hierro y acero). Sólo esto se dio en Guayana, ya que no hay decreto de control obrero en PDVSA ni en las empresas nacionalizadas del cemento, lácteos o en muchas otras que ahora son propiedad del Estado. En éstas sus trabajadores aún no dan muestras de radicalidad y autonomía aunque sin duda de igual forma están sujetos a la ineficiencia de sus gerentes.
Esta medida, ante la situación de quiebre económico y radicalidad obrera en las empresas básicas del Estado en Guayana, impone en nombre del “socialismo”, la designación de los directivos de las empresas. El llamado control obrero consistió en unos acuerdos con una minúscula representación de trabajadores. No hubo asambleas de trabajadores ni elecciones de los cargos. Incluso, como en el caso de Alucasa, impusieron a un extraño, en este caso a un general retirado.
El fin de esta patraña, ante la imposibilidad de sacar a flote unas empresas con saldo en rojo desde hace varios años, es en un futuro imponerles a los trabajadores la responsabilidad de colocar en manos de los capitales extranjeros –los chinos en particular– las empresas básicas. Estos capitales chinos están dispuestos a poner el dinero siempre y cuando no esté permitido la protesta laboral.
Así entendido el control obrero sin las inversiones necesarias y programadas bajo una planificación centralizada en función de las prioridades nacionales –en vez de la tradicional capitalista destinada a entregar materias primas a los países industrializados– va a fracasar. Tal será el fracaso que lo que no pudieron lograr los gobiernos de la cuarta república con la excepción de Sidor (renacionalizada para salvarle el capital al pulpo Techint ante el impasse de éste por no aceptar un aumento en los costos por la firma de un contrato colectivo), lo terminará asumiendo el desgastado nacionalismo burgués en nombre del socialismo.
El control obrero significa elegir o remover a
sus gerentes o directores; con un objetivo común escogido por los trabajadores
en torno a cómo, cuándo y por qué producir y para quién; disponer el control
sobre la administración de los recursos financieros necesarios; con la garantía
de la cancelación de todas las deudas y pasivos laborales pendientes, así como
el reconocimiento de sus contratos colectivos vigentes o la discusión de los
vencidos. Lo que se montó es una burla descarada a los trabajadores a pesar que
en ella se vean sus ilusiones representadas.
Triste sería que en nombre del socialismo y el control obrero, los trabajadores cooptados terminen renunciando a sus reivindicaciones y reduciendo sus beneficios logrados a lo largo de incontables luchas, así como de continuar la norma laboral de mano de obra superexplotada como son la inmensa cantidad de trabajadores tercerizados.
La alternativa vuelve a comenzar por Sidor. A diferencia de lo que pasó en el 2008 donde los trabajadores no lograron superar el sabotaje gubernamental a sus iniciativas de autonomía, hoy empiezan a ver el trasfondo de las decisiones asumidas por Chavez con el control obrero y, en vez de permanecer pasivos, ponen sobre el tapete su verdadero sentido para orientar la producción mediante decisiones democráticas y autónomas. Recientemente los trabajadores imponen asambleas masivas para elegir 47 gerencias de la empresa.
Conclusión
Detrás del gobierno se amparan grupos económicos –donde sectores castrenses tienen una participación importante– que realizan proyectos subordinados a sus intereses financieros, creando una anarquía y un desastre mayor a la economía del país. Las camarillas emergentes y dominantes intentan servirse del Estado para asegurarse sus privilegios. En este juego de fuerzas sociales, el poder del Estado para salvar al capital en su conjunto tiene un papel interventor superior a la llamada democracia puntofijista de los años sesenta hasta finales del siglo pasado. Entre las comitivas de las giras presidenciales son imprescindibles los empresarios, ellos van en busca de algún provecho entre las alianzas comerciales y de inversión industrial que se establecen con grupos económicos de las regiones visitadas. Este intercambio de ayudas mutuas entre el estado y los grupos sociales capitalistas, se realiza a expensas del pueblo trabajador.
La clase obrera no la tiene consigo, solo le queda luchar. Los trabajadores venezolanos necesitan organizarse con un programa que contemple salarios mínimos iguales a la canasta familiar, abolición del trabajo tercerizado, nacionalización de la banca, de los monopolios y de las empresas aseguradoras bajo control obrero y comunal, nacionalización de la gran industria y las empresas estratégicas con control de sus trabajadores, expropiación de todas las empresas cerradas para ponerlas a funcionar bajo control de los trabajadores y en beneficio de las comunidades, nacionalización de todos los edificios abandonados, creación de una empresa nacional de construcción de viviendas y obras públicas, nacionalización de la tierra y desarrollo de una reforma agraria que acabe con el latifundio y desarrolle la producción agraria, formación de consejos de campesinos pobres para controlar las cooperativas y para participar en la gestión de las empresas y explotaciones agropecuarias de propiedad estatal, elegibilidad y revocabilidad de todos los jueces, no al pago de la deuda externa, monopolio estatal del comercio exterior para garantizar la soberanía alimentaria y tecnológica.
Oswaldo Ramirez Opción Obrera Venezuela
Con la colaboración de Roberto Yepez Opción
Obrera y Alicia Rodríguez Partido Obrero Argentina
2009
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