Venezuela y la revolución permanente
¿Está Venezuela madura para el socialismo?
La sociedad capitalista está madura para el socialismo,
partiendo del hecho prominente de las relaciones capitalistas de producción
entrelazadas en todo el globo terráqueo, con una crisis de su economía en su
conjunto, en decadencia permanente, sistémica, estructural e histórica, este
período de agotamiento se agudizó desde su epicentro, en EEUU a partir de la
quiebra bancaria producida por las hipotecas sub prime en el 2007.
Hoy la base social material, la riqueza, separa la inmensa
mayoría de los trabajadores y las masas empobrecidas, cada vez más amplia, de
una minoría cada vez más estrecha que se apropia de los excedentes de la
producción. Esto no solo sucede en África centenariamente esquilmada, países
del oriente asiático o de América Latina, sino en el núcleo de EEUU y de
Europa, países donde el llamado estado de bienestar social se acabó.
El capital ficticio varias veces mayor que el capital
representado por el valor de activos y de la producción mundial, no beneficia a
la humanidad, como tampoco las inversiones en armas y en publicidad que expresa
el parasitismo, la improductividad de esa burguesía mundial dominante que vive
a expensas de doblegar a todo el mundo.
Ahora bien, en la extensa banda de países capitalistas de la
periferia a los centros de poder imperial, donde todos tenemos rezagos de
formas de producciones precapitalistas, suplementarias, sobre todo en el campo,
los venezolanos estamos entre los más alejados para alcanzar el socialismo,
pero este hecho se expresa en forma contradictoria y dialéctica. En estos
países las burguesías nacionales impotentes ante los propósitos del capital
financiero imperial, por su fracaso, ponen al orden del día a la clase obrera, para
tomar la riendas del país y así poder superar ese atraso, desplegando también los
intereses de otras clases oprimidas como los campesinos o sectores pequeñoburgueses
y en lo posible ir entrelazándolas con medidas de corte socialistas, lo cual solo
se puede realizar a través de un gobierno de los trabajadores.
En este sentido la revolución es permanente y no debemos
deponer nuestros intereses en una primera etapa apoyando alternativas de sectores
de una burguesía, ya decrépita en su conjunto.
Definitivamente en Venezuela la barbarie solo se le puede
oponer con el socialismo, en un país donde el problema del agro por su abandono
es el más urgente por emprender, donde el terreno improductivo o poco
productivo prevalece desde la colonia
Es indudable, uno de los ostensibles y más absurdos abortos
de desarrollo nacional burgués, a nivel mundial lo tenemos expresado acá,
producto de la riqueza petrolera, desde 1925. Un estado hipertrofiado, que
maneja hoy los ejes principales de la economía productiva y de servicios, desde
el petróleo, la generación de electricidad, totalmente, pero también de bienes
primarios en minería, hierro, aluminio y oro, de la producción de cemento para
la construcción, de manufactura de tuberías y accesorios sobre todo para la
industria petrolera, alimentos como la producción de lácteos, café, azúcar, de aceite vegetal y que asume la
importación del faltante como el trigo para el pan y las pastas.
Para completar, en estas casi dos décadas de dominio
chavista, se ha dado el mayor traspaso directo de la riqueza del país, a los monopolios
extranjeros y criollos, ligado al desmantelamiento de la incipiente
industria manufacturera nacional, a través de otorgarle dólares preferenciales
(baratos) mediante un “control de cambio” que tiene como resultado una atroz
escasez, especulación, hiperinflación, pulverización del salario, una devastación
de aparato productivo y de la gallina de los huevos de oro, la quiebra de
PDVSA. La casta militar es uno de los mayores beneficiados en este desastre.
La realidad supera a la ficción, el petróleo y el gas
generan más del 50% de la energía del mundo, Venezuela es uno de los países
exportadores de petróleo e inaudito tiene las reservas certificadas más grandes
del mundo, así como también una importante reserva de gas, pero su producción
disminuye mes a mes producto de la inacción y la corrupción en el gobierno.
Se da el caso que algunas empresas cierran, porque no
quieren mantener los comedores ni el transporte, porque es superior el gasto de
estos que el propio salario que pagan a un trabajador y el gobierno lo permite,
argumenta que prefiere importar el producto y que los trabajadores deben asumir
sacrificios en aras de mantener la producción.
Las importaciones, la restructuración de la deuda, la
venta de petróleo a futuro, nuevas entregas del patrimonio nacional sobre todo
a expensas de la destrucción ambiental y de recursos no renovables como la
minería, son las vías de este gobierno, los alaridos que dan contra las
sanciones económicas de EEUU y la UE, son en fundamento para conseguir nuevos
préstamos o refinanciamiento de deudas, no para generar producción nacional.
Todo esto demuestra que el Estado venezolano y sus
administradores, tanto los gobiernos anteriores como el actual han sido
incapaces de solucionar los problemas estructurales del país, la prodigiosa
renta petrolera junto a las inmensas riquezas se dilapidan a costa de los
trabajadores.
La Revolución Permanente
Para salir de esta hecatombe, se requiere un vigorosa
planificación a través de una gestión económica y política, se trata de qué
clase dirige al país y con qué métodos, cuáles relaciones de producción y cuáles
fuerzas productivas.
Ante una situación donde se requiere producir, en una economía
destruida, hay dos vías que se excluyen recíprocamente.
Una alternativa en beneficio de los patronos, con una economía
basada en las importaciones, parásita, especuladora, a partir de inmensos sacrificios
para los trabajadores a través del salario, de las condiciones de trabajo y un
aumento bestial del desempleo
La otra vía, sólo puede ser conducida con la toma del poder
la clase obrera como dirección de las masas populares o sea de todo el país. El
proletariado de todas las empresas del Estado, en especial el petrolero no
tiene una burguesía como patrono por delante, tienen a una casta burocrática
del gobierno a la cual le corresponde
una burocracia sindical designada y mantenida por ellos. Solo el ejército es
quién impide esta vía.
Por detrás de todo esto, los enemigos de la clase obrera, están
por privatizar de nuevo a la industria petrolera. Ante la cual hay que
responder con el control obrero auténtico y democrático de toda esa industria,
perforación, producción y refinación como única forma de salir de la bancarrota
en que nos encontramos.
La producción tiene que ser para nuestro beneficio, el
dinero, para que sea direccionado en función de esta necesidad, sale del
financiamiento que dan los bancos, por eso quienes producimos tenemos que
lograr la nacionalización de la banca. Las importaciones indispensables, no
las que piden para enriquecerse los comerciantes, solo se pueden realizar con la
nacionalización del comercio exterior. Estas nacionalizaciones junto a las
empresas estratégicas, comenzando con el petróleo, pero también las empresas
del hierro, el aluminio, y el oro para garantizar su funcionamiento, solo se
puede hacer bajo control democrático y autónomo de los trabajadores.
Para materializar esta vía, es necesario un Congreso de Trabajadores
con delegados elegidos en asambleas con mandato de ellas, primero regionales y
luego uno nacional, que resuelvan un plan de lucha por el salario, por el
empleo junto a la reactivación de la producción, todo en beneficio de los mismos
trabajadores y en contra de quienes llevaron al país a la quiebra, los patronos
privados y públicos.
Que la crisis la paguen quienes la provocaron y no los
trabajadores.
Por un salario igual a la canasta básica familiar y una
escala móvil de salarios de acuerdo a la inflación.
Nacionalización de la banca y del comercio exterior con control
obrero autentico y democrático.
No al pago de la deuda, que esos recursos sean invertidos en
el país.
Por un congreso de trabajadores, primero regionales y luego un
congreso nacional en función de reactivar el país para los trabajadores.
Oswaldo Ramírez
No hay comentarios:
Publicar un comentario