Grecia: las
barbas de toda Europa en remojo
Como fue señalado incluso en los
pasillos de los buitres que se reunieron bajo la etiqueta del Eurogrupo, el
paquete económico que le fue impuesto a Grecia es sencillamente colonial. La
desmesura de sus términos lo convierte en inviable –mejor (o peor) aún,
conducen como por un tubo a la explosión social y a una crisis revolucionaria.
La conclusión es que el epicentro de la crisis es la zona euro, no Grecia –y
que todo el palabrerío acerca de un rescate de Grecia por parte de Europa no
tiene que ver con Grecia sino con el salvataje de la eurozona.
En plena crisis humanitaria, los
buitres de las finanzas capitalistas exigen que Grecia eleve aún más los
impuestos al consumo y que amplíe la base imponible; que reduzca los gastos de
asistencia y seguridad social, y que además agilice los desalojos –en un país
donde el derrumbe capitalista ha dejado a centenares de miles de familias sin
vivienda. Como broche, los buitres toman posesión de la totalidad del
patrimonio público, con excepción (por ahora) de los monumentos de la Grecia
antigua, para convertirlos en garantía del pago de la deuda pública o para
proceder a su privatización. Con estas medidas se proponen, por un lado,
confiscar una porción mayor de los escasos recursos que quedan a los griegos y
apoderarse de miles de viviendas como compensación por el impago de hipotecas
bancarias. Por otro lado, apunta a crear, con el patrimonio que se confisca, un
fondo financiero para recapitalizar a los bancos quebrados de Grecia. Por
último pero sumamente importante, el paquete compromete al parlamento heleno a
liquidar las negociaciones colectivas y los sindicatos.
Crisis
planetaria
Se trata de un monstruoso operativo de
rescate del capital europeo e internacional, de ningún modo de Grecia. Grecia
tiene una deuda pública de 350 mil millones de euros, el 180% del PBI. Los
bancos griegos, a su vez, deben 180 mil millones de euros al sistema de bancos
centrales de la zona euro (operatoria Target II); cerca de 100 mil millones al
BCE (préstamos de emergencia); y otros 100 mil millones a los clientes que aún
no retiraron sus depósitos. Todo sumado, tenemos 730 mil millones de euros de
una deuda imposible. Aunque el 90% de la deuda pública con los bancos
extranjeros ha sido transferida a los Estados respectivos, estos Estados han
financiado el ciento por ciento del rescate mediante la emisión de deuda
pública propia en el mercado de bonos. Los que aseguran, entonces, que la
bancarrota de Grecia no afecta a los fondos y bancos europeos, simplemente no
saben de lo que están hablando. ¡Es precisamente porque los fondos y bancos
acreedores están seriamente afectados que el paquete de los buitres prevé un
nuevo rescate por 85 mil millones de euros, que el FMI acaba de considerar
insuficiente, para pagarle a esos acreedores –en primer lugar a los acreedores
de los bancos de Grecia!
Cuando se considera el conjunto de la
situación, ¿qué queda claro? Lo que queda claro es que el rescate del Estado y
la banca de Grecia deberá ser pagado por los trabajadores de Grecia y de toda
la eurozona, como por otra parte es lo que ha venido ocurriendo. En ese ajuste
monstruoso no solamente se cuentan los salarios –también las inversiones;
Alemania, por ejemplo, no ha invertido, virtualmente, en toda la década, por lo
que la productividad del trabajo tampoco crece. Asistimos a un desarrollo del parasitismo.
El primer “contagio” de la bancarrota de Grecia se va a manifestar en una mayor
austeridad económica y social en toda la eurozona.
El gobierno alemán advierte que la
crisis griega es una amenaza para el conjunto de la estructura política y
financiera de la zona euro. En primer lugar porque golpea una creación reciente
del Eurogrupo –la llamada “mutualización” de deudas, que consiste en un fondo
constituido por todos los estados miembros, para rescatar a países en defol.
Este fondo tiene en su poder la mitad de la deuda pública griega (160 mil
millones de euros), que compró a los acreedores privados de Grecia y que Grecia
no puede pagar. No sólo se hunden las víctimas de la crisis sino también los
rescatistas. Los acreedores de ese fondo de rescate del conjunto de los estados
europeos corren el riesgo de no cobrar su parte. La otra creación de la
Comisión Europea es una suerte de ley de quiebras para bancos, con la intención
de socorrer a los que se encuentran en problemas o liquidarlos en forma
ordenada. Ocurre, sin embargo, que la banca de Grecia entera se va por las
alcantarilladas sin que aparezca un salvador financiero. La bancarrota de
Grecia, en efecto, ha tenido un efecto neutrónico en todo el sistema euro, lo
cual explica la envergadura de los choques políticos que describen los diarios.
Después
del referendo
Lo que impacta a la opinión mundial es
el giro en apariencia descomunal que ha dado el gobierno de Grecia, que pasó de
promover un NO a los planes de rescate del Eurogrupo a la aceptación de otro
muchísimo más confiscatorio. Es que la victoria del NO desató una fulminante
polarización política, porque puso de manifiesto una rebelión popular contra el
conjunto del Eurogrupo e incluso la Unión Europea. De acuerdo al columnista más
destacado del diario inglés The Telegraph, el primer ministro de Grecia habría
convocado el referendo para obtener una victoria del SI de aceptación del
paquete del Eurogrupo, no la victoria del NO. Con este SI habría buscado
doblegar la oposición interna a una capitulación. Contra todas las
expectativas, el país no se dejó intimidar por el cierre de los bancos ni por
la amenaza de que una victoria del NO equivalía a una expulsión de la eurozona.
Los términos mismos del referendo eran tramposos, porque no mandataban a nada
concreto sino a rediscutir otro paquete, que ni siquiera seguía estando arriba
de la mesa. En resumen, el “premier” Tsipras se dejó arrastrar por una
tendencia popular que no podía contrariar sin el riesgo de hacer caer al
gobierno. Es lo que de todos modos ocurrirá ahora. El pasaje del método
parlamentario de gobierno al refrendario o plebiscitario, y de aquí al
bonapartismo, se ha agotado en un abrir y cerrar de ojos. La troika europea
hace tiempo que sabe que no existe una salida económica a esta crisis, por eso
no ha vacilado en desatar una blitzkrieg
(guerra relámpago) para producir un cambio de régimen político. La victoria del
NO ha precipitado los acontecimientos. Es lo que ocurre siempre con los
triunfos “a medias”; al impulsar el NO con consignas revolucionarias, los
partidos revolucionarios han comenzado a ganar una cierta autoridad para tallar
en los acontecimientos próximos. La Europa imperialista enfrenta la posibilidad
de una crisis revolucionaria en el bajo vientre del continente –el puente hacia
las arenas movedizas del Medio Oriente.
La crisis política ha alcanzado
alturas elevadísimas en apenas dos semanas. El FMI, que venía diciendo que
cualquier tentativa de cobrar la deuda de Grecia es inviable, decidió publicar
el informe completo en vísperas de la votación parlamentaria del paquete
colonial en cuestión. Es una forma de decir que un voto positivo no serviría
para nada y que mejor sería tumbar al gobierno. Es lo que ocurrirá de todos
modos si el paquete es aprobado por los votos favorables de la oposición. La
pelota de la crisis pasará a campo del parlamento y la política de Alemania,
que tendrá que lidiar con una crisis de alcance continental. Francia e Italia serían
las víctimas exquisitas de esta crisis. El llamado proyecto de unión fiscal,
bancaria y política de la eurozona se iría al diablo; una Europa unida no se
construirá por medio de una superación pacífica de los antagonismos nacionales.
Todo parece indicar que la vuelta
carnero de Syriza y el incremento vertiginoso de las presiones imperialistas,
han aguzado la tendencia a la rebelión popular. La evolución política de las
grandes masas griegas ha tenido un desarrollo aceleradísimo en cuatro años; solamente
en cuatro meses pasó de un 38% de votos a Syriza a un 62% por el NO, y al
repudio al gobierno que había acabado de votar. Obviamente, no existe un
partido revolucionario que haya conquistado una autoridad política en el
período precedente. Grecia tiene, no hay que olvidarlo nunca, una fuerte
tradición revolucionaria y contra revolucionaria.
China y Rusia han asistido a esta
crisis desde afuera, porque no tienen los recursos ni el interés de
obstaculizar al Eurogrupo. China sería la mayor beneficiaria de la
privatización de los puertos de Grecia, y por lo tanto la primera aportante al
fondo de rescate que busca crear Alemania con las privatizaciones. Rusia está
paralizada por su propia declinación. Las fantasías acerca del rol mediador de
los BRICS, ha durado un suspiro.
¡Heraus!
Todo indicaría que el ministro de
finanzas de Alemania, Schaube, estaría impulsando la salida temporaria o
definitiva de Grecia de la zona euro. Para la inmensa mayoría de los
comentaristas, esto provocaría un caos tremendo, incluso si fuera pactada. En
este caso, circularían en Grecia dos monedas –una de cuenta, el euro, y otra
comercial, la dracma u otro papel que funcione como medio de pago. Alemania
principalmente fijaría el cobro de una cuota regular de la deuda de Grecia,
como la que le impusieron a ella los vencedores de la Primera Guerra Mundial.
Sería una forma modificada brutal del ajuste, pues su consecuencia sería una
desvalorización de gran magnitud de los ingresos de la población y de la
recaudación fiscal. El Estado financiaría el pago de la deuda pública con los
euros que ingresen de un saldo favorable del comercio con el exterior y con
inversiones internacionales.
La "catástrofe que amenaza"
a Grecia solamente puede ser "combatida" por un gobierno de
trabajadores que tome bajo su dirección la totalidad del proceso económico y en
primer lugar la banca y que declare el repudio unilateral de toda la deuda
exterior. A partir de aquí sería capaz de introducir una reglamentación
estricta de la economía, para garantizar los derechos básicos sociales de los
trabajadores y reactivar la producción sobre la base de los recursos
existentes. El desarrollo ulterior del plan económico dependerá del desarrollo
de esta misma crisis a nivel mundial.
Jorge
Altamira
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