Grecia: un retrato del futuro de la Unión Europea
Mientras los líderes de la Unión Europea, en particular los de Alemania y Francia, divididos por antagonismos nacionales irreconciliables y paralizados por el terror frente a la bancarrota -no solamente de Grecia, sino de sus sistemas bancarios y de todo del proyecto de la Unión Europea con su euro- han debido posponer su cumbre. En el epicentro de la crisis, en Grecia, todo el país fue conmovido por una tremenda movilización de la clase obrera y de los sectores populares rápidamente pauperizados. Fue la más grande desde 1974, el año en el que colapsó la dictadura militar impuesta por la CIA.
La huelga general convocada por la burocracia sindical de la GSEE (Confederación General del Trabajo), inicialmente para el 19 de octubre, se transformó por la presión de la Adedy (Federación Nacional de Empleados Públicos) y de los sindicalistas de base en una huelga general por 48 horas, los días 19 y 20 de octubre, contra el nuevo paquete de medidas de canibalismo social impuestas por la troika del FMI, la UE y el Banco Central Europeo, el cual también es empujado por la leve mayoría parlamentaria que sostiene, en su agonía mortal, al gobierno del Pasok.
La participación en la huelga no tiene precedentes: entre el 80 y el 100 por ciento de los trabajadores y empleados de los sectores público y privado, de las fábricas y los servicios públicos fueron a la huelga. Los comerciantes cerraron sus negocios en solidaridad y en protesta contra la austeridad y el peso de los impuestos que los condenan a la bancarrota. Los propietarios de taxis y los conductores se unieron a la huelga de los trabajadores del transporte público y de los marineros, que paralizaron todos los barcos en los muelles. Incluso en la cárcel central de Korydalos (Atenas), el patrullaje externo de los guardias se transformó la mañana del 19 de octubre en una demostración contra el gobierno y la troika.
Casi todos los ministerios, intendencias y edificios públicos fueron ocupados, un hecho totalmente nuevo en la vida social de Grecia.
Todas las manifestaciones y marchas durante los dos días de la huelga general fueron masivas e impactantes. El 19 de octubre marcharon en Atenas más de medio millón de trabajadores y sectores populares. Decenas de miles marcharon en todas las ciudades y pueblos de todo el país, incluso en lugares donde nunca antes había tenido lugar una marcha.
El 20 de octubre, una cantidad similar de personas se reunió en la plaza Syntagma, frente al Parlamento, el cual votó el infame nuevo decreto que incluye nuevas reducciones a los salarios y jubilaciones de los trabajadores, nuevos impuestos para la clase media baja y que condena a cientos de miles de empleados públicos al desempleo.
Fue claro para todos, incluso para los miembros del Parlamento y el poder, que las masas furiosas se están moviendo mucho más allá de los límites impuestos y resguardados por la mayoría de las burocracias sindicales que tiene el Pasok en la GSEE y la Adedy. Por lo cual, en un acuerdo tácito, informal -pero obvio- con el KKE, el partido estalinista de Grecia y su fracción sindical el Pame, se hizo cargo de la protección del Parlamento ante la rebelión de las masas. La guardia del Pame/KKE formó una cadena alrededor del Parlamento, armados con estandartes y banderas con grandes estacas, impidiendo a todos, no solamente a aquéllos no controlados por los sindicatos del KKE u otras organizaciones políticas o comités de ciudadanos, sino a los simples ciudadanos no organizados, jóvenes y viejos acercarse al Parlamento.
En algún momento, un grupo de jóvenes anarquistas chocó con los guardias del Pame/KKE, quienes luego de un fallido contraataque repelido por un combate cuerpo a cuerpo con los anarquistas, debieron retirarse bajo una lluvia de piedras y cócteles molotov. La policía antidisturbios no intervino hasta que se generalizó la refriega y, mediante la utilización en forma masiva de gas lacrimógeno, transformó la plaza Syntagma en una gran cámara de gas.
Una víctima de esta brutalidad policial fue un militante del Pame, de 53 años, quien murió de un ataque cardíaco provocado por el gas lacrimógeno policial.
La policía, el Estado y el gobierno del Pasok son los únicos responsables y culpables de este crimen. Pero la muerte de este trabajador fue nuevamente utilizada, tanto por el KKE como por el gobierno, para acusar a los anarquistas y también a todas las otras organizaciones de izquierda de “provocadores”. La prensa de derecha (por ejemplo Mandravelis, un periodista de derecha del diario Kathimerini y notorio propagandista de la troika), incluso algunos diputados de la derecha fascista de Laos han felicitado al KKE y a su secretaria general, Aleka Papariga ¡por su “responsabilidad” y “espíritu cívico”! No es la primera vez: durante la revuelta juvenil de diciembre de 2008, el gobierno de ultraderecha de Karamanlis y el líder del ultraderechista Laos, Kartzaferis, felicitaron a KKE y a Papariga por su “posición responsable”, cuando se opusieron a la revuelta y tildaron a la juventud rebelde de provocadora. Por otra parte, el maoísta KOE, la coalición centrista Antarsya y sus principales componentes -NAR (un grupo que se separó del KKE en 1989) y SEK (organización hermana del SWP británico)- se unieron a la campaña contra los anarquistas, llamándolos “agentes provocadores”, halagando a los estalinistas, sin hacer ninguna crítica por la protección política del Parlamento y la legalidad burguesas.
El trotskista EEK, en un comunicado de prensa, atacó en primer lugar a la policía y al gobierno del Pasok por la represión estatal que llevó a la muerte del militante del Pame, expresando sus condolencias a su familia y a sus camaradas. Criticamos a los anarquistas, subrayando que las diferencias políticas dentro del movimiento obrero deben resolverse por medios políticos de lucha y no mediante la violencia física. Pero también criticamos fuertemente el papel político del KKE, que actuó como guardia del Parlamento y su posición política para controlar la legítima ira de la gente contra aquéllos que transforman su vida en un infierno siguiendo los dictados del FMI, la UE y el BCE.
Si en el año 2010 existían aún ilusiones acerca de las posibilidades de una rápida salida de la crisis, las que fueron utilizadas por la burocracia sindical para desactivar el descontento de las masas mediante huelgas generales de 24 horas que resultaron poco efectivas, el 2011 fue el año de la gran desilusión. La emergencia del movimiento de los “indignados” en mayo, más allá de sus fuertes limitaciones pequeño burguesas, significó un nuevo impulso. Muy pronto, especialmente durante en las huelgas generales de junio, hubo una convergencia entre el movimiento de los “indignados” y el movimiento obrero. La salvaje brutalidad policial desencadenada por el gobierno contra la huelga general del 28/29 de junio contribuyó, en gran medida, a esta convergencia. Pero, sobre todo, el dramático deterioro de la situación socio-económica en Grecia y, a nivel internacional, los últimos tres meses, los que resultaron un absoluto callejón sin salida de la UE, la crisis bancaria internacional y la aceleración del deslizamiento hacia un colapso mundial peor que el de 1930, por lo que se crearon todas las condiciones para un conflicto social incontrolable. Luego del fracaso de la burocracia sindical para actuar como freno del movimiento de masas, la burguesía debió dirigirse a la fuerza política burocrática, es decir el estalinismo que salvó su gobierno en 1944/45 con los acuerdos en el Líbano, Gazerta y Varkiza, los que desarmaron a los partisanos comunistas y traicionaron la revolución nacida de la resistencia anti-nazi.
No es casual que uno de los principales lemas de la revuelta de diciembre de 2008 fuera: “¡Nunca más Varkiza!”.
Las condiciones históricas en la actualidad han cambiado totalmente. No solamente el estalinismo ha colapsado, llevando al desmembramiento de la Unión Soviética y abierto la salida hacia la restauración capitalista; también el capitalismo mundial se ha sumergido en un abismo. Las generaciones jóvenes, con fuertes tendencias antiburocráticas, lideran una lucha contra el sistema que los condena de por vida a la miseria, sin ningún futuro. Todavía existe mucha inmadurez y una persistente falta de la necesaria organización revolucionaria de las masas de la vanguardia de los trabajadores a nivel nacional e internacional. Pero confiamos en que podamos superar rápidamente esas serias limitaciones.
La irrupción de las masas en las calles de Atenas y en toda Grecia es el retrato del futuro de todos los países europeos. Preparémonos política, programática y organizativamente para una batalla de vida o muerte, para una revolución permanente, para ganar un futuro de libertad para todos los oprimidos y justicia para todos los explotados y marginados del mundo: para una sociedad comunista.
Savas Michael-Matsas
(22 de octubre)
(22 de octubre)