En el Tricentenario de Kant: Relevancia del imperativo categórico de Kant para la política revolucionaria
IV. Kant y Marx en el
camino del universalismo
(15) La actitud de Marx
ante la metafísica moral kantiana
Obviamente, aquí sólo
se mencionan los aspectos morales y sociales de ambos, y sólo se indican los
principales elementos de continuidad y discontinuidad.
Marx construyó una demostración
científica de la posibilidad/viabilidad de una alternativa comunista
al capitalismo. Y ésta era una teoría, que tenía orígenes teóricos diferentes.
En el dominio ético -aunque Marx no tenía artículos éticos- es Kant.2
Para un pensador
centrado en las condiciones objetivas y subjetivas de una
revolución proletaria, la reducción de la libertad y los derechos concretos a
los políticos y jurídicos, como hizo Kant, es una prueba de la inconsistencia
teórica del autor. Sin embargo, aunque Marx criticó el enfoque metafísico de
Kant sobre el derecho y la política, él vio tanto la crítica implícita de
sus formas modernas reales que esta metafísica permite como también, y
especialmente, los argumentos críticos de la metafísica moral.
Muy temprano, Marx
caracterizó la inclinación de la Ilustración, y por lo tanto de Kant, hacia la
metafísica como una muestra de escepticismo "con respecto a la
racionalidad de lo existente"3, justo en contraposición a la
negación de la racionalidad como tal por parte de los promotores del
"¡piensa en positivo!". --si se me permite esta alusión al presente--
por quienes consideran tanto que lo real es racional como que, aunque lo real
sea irracional, debe darse por descontado y como base de las formas jurídicas.
Así, si éstos son "irracionales" y "acríticos" y su punto
de vista es asumido por el Estado moderno oficial, Kant es racional y crítico4.
Justo lo que se necesitaba para un análisis crítico, por tanto fructífero, de
la organización moderna de la sociedad. El enfoque acrítico
"positivo" obsequioso --donde "el derecho del poder
arbitrario"5 es principio-- enfatizaba los argumentos de la
metafísica moral, del imperativo categórico: es el deber ser el que debe
regular las normas de las relaciones de poder si nos hemos alejado de reglas
caducas, como todo el mundo considera a la modernidad.
Kant demostró cómo se
pueden comprender los niveles de conocimiento y que el nivel de los conceptos
permite captar los fenómenos reales no como sucesos individuales y
particulares, sino como hechos universales y necesarios. Por su parte, Marx,
que sólo se interesaba por el aspecto metodológico de la epistemología, la
sucesión de conceptos (definidos según su contenido) en el desarrollo de la
teoría, relacionaba lo universal y necesario con el proceso histórico y las relaciones
sociales. El método crítico de Kant se ocupaba de lo teórico y lo metafísico,
los conceptos con sus significados y funciones de forma necesitaban ser
revisados; el método crítico de Marx se ocupaba del desarrollo de las
relaciones sociales reales, y sólo sobre esta base se enfrentaba a los
conceptos. No importa cuán mentalmente se conciban, las ideas universales y
necesarias no se desarrollan por sí mismas, sino sólo en conexión con la
realidad histórica y social. Por eso, el método crítico de Marx se ocupaba del
conjunto, de las interdependencias complejas y las retroalimentaciones de las
ideas -y de los diferentes tipos de ideas- y/o con la economía, la política, el
derecho, la cultura, la conciencia. Y el conjunto sólo puede captarse si las
formas se relacionan con los contenidos dados por la experiencia.
Marx criticó el
"idealismo" moral de Kant no desde el punto de vista de sus
consecuencias prácticas: al contrario, precisamente esta perspectiva del
idealismo moral se mostró y "debe ser considerada con razón como la teoría
alemana de la revolución francesa"6, precisamente opuesta a
quienes la ridiculizaban desde el punto de vista de encerrar lo real en
instituciones que obstaculizan su desarrollo.
Por tanto, para Marx la
base de la metafísica moral era válida, incluso muy necesaria; pero no la
"metafísica del derecho" que rechazaba la realidad social.7
Precisamente las normas jurídicas -y, por tanto, las instituciones y relaciones
políticas- deben corresponder a la realidad social. Si en la moral el bien
común se da cuando los seres humanos no son tratados sólo como medios, sino
siempre también como fines, éste puede manifestarse de manera real -no
sólo cuando las normas políticas y jurídicas se alejan de lo existente e
imponen la dominación, la asimetría estructural de la libertad- sino,
fundamentalmente, sólo en las relaciones económicas que anulan la asimetría
del poder para controlar los recursos de la vida, asimetría que hacía a los
seres humanos tan indefensos e ineficaces.
(16) Las formas de Kant
y los contenidos de Marx
La demostración
metafísica de Kant -es decir, la búsqueda de principios a partir de la
deducción de conceptos, ellos mismos definidos en el marco de significados
dados in abstracto- no es una rareza filosófica que podamos descartar.
Su alternativa no es el "realismo" cínico que afirma el status quo
como racional, y por lo tanto "bastante bueno". Por el contrario, la
insistencia de Kant en el deber ser alimenta el realismo de la creación del
bien común. Este espíritu kantiano fue continuado por Marx, mostrando ambos la
necesidad de reexaminar las estructuras esenciales de la sociedad moderna.
Ambos hicieron una "crítica trascendental" de la sociedad
-este adjetivo significa aquí un análisis altamente probado teóricamente- y,
además, Marx hizo una crítica desde sus raices.
Kant presentó la
formación de las ideas qua (en cuanto) ideas, como formas. Marx
señaló la formación de las ideas como contenidos y su dependencia tanto
de los contenidos concretos dados por la experiencia como, en este marco, de la
manera de pensar estos contenidos: esta fue la razón no sólo de su
explicación de la ideología sino también de su enfoque en la metodología
del pensamiento de los contenidos.
Kant no fue el primer
filósofo que puso de manifiesto lo determinante que es tener una conciencia
clara de las ideas a las que llegamos "naturalmente". Pero fue el
primero en explicar que esta conciencia clara de las ideas es la conciencia de
las ideas como formas, es decir, como nuestra síntesis mental
que, aunque parte de la información proporcionada por los sentidos, se aleja un
poco de ella porque los conceptos surgen del procesamiento de las nociones
empíricas y las ideas del procesamiento de los conceptos. Marx continuó el
enfoque en la conciencia clara de las ideas, porque sin este enfoque no se
entiende el papel cardinal de las ideas en la conciencia y las
acciones de las personas.
Y demostró que la
conciencia clara de las ideas siempre incluye sus contenidos: que
no son en absoluto copias neutrales del estado de los hechos, sino que reflejan
simplemente la experiencia de los seres humanos, su experiencia histórica y, en
lo que respecta a la experiencia social inherente, obviamente en el marco de
las relaciones sociales, su posición dentro de las relaciones sociales
concretas. Y, por supuesto, las ideas circulan, se emiten, se enseñan, se
aprenden, se asumen; así, en lo que respecta a las ideas sobre su experiencia
social, las personas adoptan, conscientemente o no, incluso ideas que no
corresponden a su propia posición social. Las personas interpretan los
hechos -dejando de lado que incluso la información que describe los hechos
refleja las relaciones de poder y se emite de acuerdo con la posición social/interés
de los gobernantes- solo en principio de acuerdo con su propia posición social,
en realidad sus ideas relacionadas con la sociedad están subordinadas a la
posición social dominante. Por tanto, una conciencia clara de las ideas implica
la conciencia de las "posiciones sociales" de las ideas/de su
carácter ideológico, porque sólo esta conciencia ayuda a los seres
humanos a comprender el desarrollo de estas ideas y sus consecuencias:
su telos/razón de ser tal como debe ser y su disuasión de ello, pero sin
embargo su continuación, su duración, por una inercia que hace enfermar a las
personas y a la realidad social en la que viven. La inercia de las ideas
conduce a la inercia de la realidad social.
Por lo tanto, para
sacudirla, es necesario sacudir las ideas mismas.
(17) La publicidad de
Kant como elemento principal en la construcción de las condiciones subjetivas
de la transformación comunista
La deducción que Kant
hace de la publicidad, y por tanto de la libertad de expresión, desde dentro de
su construcción metafísica, sus impulsos ilustrados y su compromiso de
contribuir a la osadía y al conocimiento de la gente común estaban en línea con
el objetivo de toda la vida de Marx de contribuir a las condiciones subjetivas
de una revolución proletaria -siendo los proletarios una clase mundial dentro
de un sistema mundial capitalista-: la razón humana8 no acepta
"Untermenschen (infrahumanos) cognitivos", fue la advertencia tanto
de Kant como de Marx.
(18) Los paradigmas de
Kant y Marx
Los principios (filosóficos)
presentados e innovadores rara vez aparecen; en general, las mismas ideas se
discuten y se explican según la nueva experiencia.
El principio del
imperativo categórico es, para la ética, lo que la teoría de Darwin es para la
biología. Son paradigmas para el desarrollo de la
ciencia y el conocimiento humano: y el conocimiento nunca se queda sólo en
pensar.
Marx, también, fue un
creador de principios paradigmáticos:
• el resultado de la
historicidad de la lucha de clases,
• la necesidad de la
"dictadura del proletariado" - en realidad, la toma del poder
político por el proletariado - como condición esencial, absolutamente necesaria
para
• la abolición de la
propiedad privada como relación social estructural de la sociedad moderna (y
que nunca debe confundirse con la propiedad personal).
De hecho, la condición
social - la que es el marco de las relaciones interhumanas - de tratar a
los demás no sólo como medios sino siempre como fines es precisamente la
abolición de la propiedad privada. Éstos son los principios fundadores,
pero hay mucho más. Y desde este punto de vista de los principios
paradigmáticos en la sociedad, entre los humanos, Kant y Marx se completan
mutuamente.
El imperativo
categórico como fórmula ética y la toma del poder político
por el proletariado para abolir la propiedad privada son las condiciones más
concretas, más funcionales, más claras y reveladoras, como criterios últimos
del valor real de cada ser humano y de todos. Pero la realización del
imperativo ético está condicionada por la realización de los principios
marxistas. Como vemos hoy, aparte de estos principios, todas las consignas
y "reformas" son impotentes y, concretamente, nocivas; desperdician
el tiempo y la vida de los hombres. Tenemos derecho a decir que, así como el
imperativo categórico es una idea reguladora de la moral, la idea
comunista -como síntesis de los principios antes mencionados- es una idea
reguladora de la vida práctica.
(19) El carácter
universalizable de Kant y Marx
Kant planteó la
exigencia -y el principio, puesto que es sinónimo del imperativo categórico- de
la universalizabilidad, de lo universalizable. Por su parte, al enfatizar
en las clases sociales, Marx no defendió la división y la discordia de la
sociedad: por el contrario, demostró el estatuto proletario de la gran
mayoría de la población mundial, independientemente de las "connivencias"
populares distribuidas como migajas arrojadas por el control privado
restrictivo de los recursos y de la vida. Este estatuto proletario es el
negativo del comportamiento humano según el imperativo categórico, es el universal
negativo. "A través de Kant", Marx promovió la universalización
concreta. "A través de Marx", Kant señaló que la universalización no
es una utopía.
Sí, no debemos olvidar
los significados kantianos de seres racionales como personas con derechos y
seres sin derechos, o de estados con sociedad civil y sin ella (colonias);
así como debemos considerar la federación cosmopolita de estados con sociedad
civil solo como un modelo para una integración mundial de todos los estados; y
si es así, Kant mismo se desvió de su principio epistemológico para considerar
los principios solo como formas que contienen prescripciones universales y
necesarias: ¿sería acorde una federación que solo apunta a prohibir un ataque
mutuo de estados con un imperativo categórico?
Más aún: el imperativo
categórico como universalizable es discordante con los derechos
kantianos de los estados, porque estos estados, o naciones, son grupos. No
podemos postular derechos de cualquier tipo de grupos por encima de los
derechos universalizables en su significado moral. Una toma de poder
proletaria no es en absoluto una institución de los derechos de un grupo sobre
los derechos de otro. Porque el proletariado, que denota el rasgo proletario
de todos los trabajadores del mundo, su dependencia del control privado de los
recursos del mundo entero, es universal: no en el sentido simple de que es
una clase mundial, sino en el sentido sustantivo de que su propósito es
universal, la abolición de la propiedad privada y el establecimiento del control
público de los recursos y objetivos sociales en todo el mundo.
En este sentido, el internacionalismo
de Marx está en consonancia con el imperativo categórico: es el imperativo
político que corresponde a una moral. Todos los seres humanos del mundo son
fines unos de otros si y sólo si se deshacen de las relaciones estructurales
internas e internacionales que los determinan a considerarse unos a otros sólo
como medios. Dicho de otra manera, si y sólo si construyen relaciones
estructurales internas e internacionales que permitan su igualdad social real y
alimenten su participación activa en el control de los recursos y los objetivos
sociales. Sobre esta base, los seres humanos tienen la libertad de actuar de
acuerdo con sus pensamientos como aspiraciones para manifestar el poder
creativo único de cada uno. Sobre esta base, todas las relaciones y
sentimientos interhumanos pueden evolucionar en su complejidad marcada por el
par de valores bien-mal, que, sin embargo, se ven obstaculizados por la
profunda restricción de no tratar a los demás sólo como medios. De todos modos,
el universalismo se aprende, el encierro en grupos lo impide.
Las universalidades
marxistas -es decir, no sólo los marxianos (es decir, creados por Marx y
Engels) sino también los creados a su paso- no anulan el pluralismo de las
culturas. En realidad, precisamente este pluralismo y su necesidad dependen de
estas universalidades. ¿Podemos concebir el desarrollo de la cultura específica
de cada pueblo del mundo y de cada ser humano sin la abolición de
la propiedad privada, la emancipación de los pueblos de las colonias y
semicolonias, el rechazo del principio de los grupos "elegidos" y su
"justificación" "histórica", así como la justificación
"social", y sin la ampliación de los derechos sociales sobre la base
de grandes gastos sociales del Estado? ¿Podemos considerar los hechos
históricos y los mitos como más importantes que el imperativo categórico?
(20) Las relaciones
prácticas de Kant y de Marx
Kant describió las
relaciones prácticas, moralmente reguladas, como relaciones políticas y jurídicas.
Marx demostró que las
relaciones prácticas son, en primer lugar y obviamente a través de las
actitudes de las personas que son morales en su esencia9, económicas.
Al analizar la economía de mercado moderna, esto es,
• economía basada en la
propiedad privada y no en la "posesión de los ricos" o de un
ciudadano abstracto que predica la adquisición privada como un derecho natural;
• objetivo/ley de maximización
del beneficio privado;
• competencia
entre los propietarios privados y las estructuras, y por lo tanto, competencia
también entre los asalariados;
• dominación y
explotación del mundo por los estados que representan las estructuras de
propiedad privada más poderosas y avanzadas, o colonialismo moderno (más tarde
llamado imperialismo o dominación Centro-Periferia),
Marx no lo consideró
como una desviación de las "antiguas" sociedades de "control
social de la economía"10. Y tampoco evaluó el capitalismo como
un buen arreglo social como tal, mejor que los sistemas anteriores, como
Polanyi creía que Marx habría pensado de esta manera, pero destacó el papel histórico
del sistema moderno:
• desarrollar las
fuerzas productivas a un nivel no sólo superior a las antiguas relaciones
productivas sino también y por lo tanto a un nivel que ya no apoya las
relaciones productivas capitalistas, o a un nivel en que las relaciones
productivas obstaculizan el desarrollo de las fuerzas productivas,
• globalizar la
economía y la civilización como tales -generalizando a nivel mundial la
economía de mercado, la ciencia, la tecnología y la cultura de masas- y así
crear la base objetiva para una sociedad comunista.
Y como esa
globalización es capitalista, subordinada a la búsqueda capitalista del
beneficio privado, es obvio que se desarrolla de una manera contradictoria
y autodestructiva tanto para la economía como para la sociedad.
(21) Juzgando el
capitalismo maduro y la transición socialista a través de los lentes de Marx
El capitalismo
separó la economía de los arreglos sociales y consideró la economía como el
dominio donde la regla es exclusivamente el beneficio privado y que está
regulado exclusivamente por sus propias reglas. Incluso los gastos sociales del
Estado eran sólo el resultado de la lucha de clases interna y de la práctica
socialista internacional –como en la URSS y más tarde, en los países
socialistas de Europa del Este y Asia– a los que temía y odiaba, implementando
los gastos sociales sólo en función de los intereses del beneficio privado,
obtenidos mediante la extorsión internacional y la expansión interna del
consumo. Así, la idea de la economía autorregulada se convirtió en el
principio del capitalismo, aunque la economía capitalista misma necesitaba
y necesita la intervención del Estado en la economía, y aunque la
“autorregulación” determinaba el ataque a la economía sustantiva, drenando las
inversiones hacia el “sistema Ponzi” financiero (es la llamada financiarización).
La financiarización en sí misma es una eliminación de las finanzas de la
lógica de la economía sustantiva, determinando también altos desequilibrios
financieros (aumento de la deuda, etc.). Así, ese drenaje determina el
debilitamiento de las antiguas economías sustantivas desarrolladas y acentúa
los desequilibrios sustanciales de las colonias que, después de la
descolonización formal, se convirtieron en “países en desarrollo”. Si con el
surgimiento del capitalismo se produjo “una dislocación social de proporciones
tremendas”: de la explotación de los trabajadores pobres del campo a la de los
urbanos, la globalización de la economía socialmente desregulada condujo y
conduce a otra dislocación, no asombrosa pero sí épica, a escala global.
Además, el capitalismo ha
subordinado la sociedad a esta economía y ha aplicado las reglas del mercado
capitalista a la comprensión y valoración de los valores sociales intangibles.
En esta sociedad, las reglas sociales ya no son reguladoras, ni para la
sociedad ni para la economía. Por eso, condenar al capitalismo desde un punto
de vista ético –el de las economías precapitalistas basadas en gran medida en
la reciprocidad y en las ganancias simétricas del intercambio– no es en
absoluto eficaz para explicar por qué y cómo las reglas capitalistas se han generalizado
y son generales. El hecho de que la economía deba ser controlada por la
sociedad no se cumple espontáneamente por la sociedad. Y el control por parte
del Estado subordinado al beneficio privado representa, aunque un alivio a la
condición de la mayoría, sólo un instrumento para ayudar al desarrollo del
capitalismo como tal.
Por esta razón, aunque
la ex URSS nació como un país atrasado y tuvo que desarrollarse en el marco de
un mercado capitalista mundial, en realidad ella y los demás países socialistas
no eran “capitalismo de Estado”. Tanto la URSS como los demás países
socialistas tuvieron que actuar internacionalmente según las reglas del mercado
capitalista, mientras que en el interior mezclaban esta lógica con el objetivo de
desarrollar una economía subordinada no sólo a la modernización de las
estructuras económicas –y este objetivo implicaba reglas de mercado y de no
mercado– sino también a la implementación de los valores socialistas,
incluso en su sentido comunista, y de actitudes como la valoración mutua de los
hombres según su dignidad humana inherente y su igualdad social: porque “la
condición de la política” lo aseguraba.
Porque los valores
legitimadores del sistema socialista no eran la santidad de la propiedad
privada y la dominación del “más apto”, sino simplemente la justicia social y
la igualdad: este sistema fue, de hecho, la primera fase de la construcción de
la sociedad postcapitalista, como mostró Marx, desde los Manuscritos Económicos
y Filosóficos de 1844 hasta la Crítica del Programa de Gotha. Simplemente,
socialismo. No “socialismo de Estado”. ¿No podemos ver que la enorme
intervención económica del Estado en las sociedades capitalistas –incluso
mediante el patrocinio de la cultura y la educación de masas– no fue y no es
equivalente al “socialismo”, sólo por los valores y fines de estos diferentes
tipos de intervencionismo estatal? ¿Y no podemos ver que la intervención
estatal capitalista no resolvió el problema de la vida significativa de su
población? ¿Puede una vida significativa ser la del consumo y la
“supervivencia” egoísta?
Los valores socialistas
tenían tanto un aspecto socialista –respondiendo a las exigencias objetivas de
la construcción de una nueva sociedad dentro de la antigua– como un
aspecto comunista: donde la igualdad significaba –como en Kant– igualdad en
cuanto ser humano. Por supuesto, no tenemos que idealizar la primera
experiencia práctica socialista y, dejando de lado la evolución concreta de
esta experiencia, la mezcla de valores en sí en la vida real. Pero sólo
siguiendo los nuevos valores legitimadores, la justicia social era –y no como
un deseo o una prescripción para el futuro– “una política igualitaria en
acto”. Y la política socialista era sólo eso: con todos sus defectos. Por
lo tanto, la “condición” de una política socialista reflejaba la igual dotación
de razón de todos los seres humanos, tanto cartesiana como kantiana.
En esto, la política
socialista –fundamentada por Marx– es a la vez la superación de la
imagen kantiana sobre la posibilidad de la justicia (como derechos sociales
iguales) en una sociedad basada en la libertad política y jurídica capitalista
de los ciudadanos, y la continuación de sus exigencias morales como fundamento
real de la política y la sociedad. Una continuación muy difícil, debido a la
oposición de las fuerzas capitalistas en todo el mundo mediante un modelo en el
que nadie es responsable y en el que el “horror indescriptible” (Mazin Qumsieh,
http://www.defenddemocracy.press/please-end-extermination-campaign/) está
cubierto por el consumo y el espectáculo que aniquilan la conciencia de los
privilegiados reales y falsos, y en el que incluso la “neolengua” de Orwell es
increíblemente superada.
Pero los límites
históricos de Kant no afectan al valor del imperativo categórico. Al contrario,
lo enfatizan.
(22) El imperativo
categórico de Kant como una llamada para Marx
Sin embargo, este
principio exige ser superado. En ética, Kant hizo una revolución, pero en moral
Kant es sólo una llamada a Marx: para la comprensión real del valor de cada ser
humano, se necesita una teoría explícita del desarrollo integral concreto de la
sociedad. Kant no subordinó las múltiples dimensiones del ser humano a la
racionalidad (como dicen sus críticos), sino que explicó la base cognitiva de
estas dimensiones y su base moral. Marx no es superior a Kant porque considere
todas estas dimensiones, sino porque explica su interdependencia y su
dependencia de las relaciones estructurales económicas. Y porque sus principios,
conclusiones de las indagaciones de lo real, resaltan marcos (“formas”)
realizados y cumplidos por todas las personas y por todos los pueblos.
Dan los contenidos de la idea reguladora del comunismo, trazando también
sus formas. En esencia, estos contenidos con formas no pueden anular los
paradigmas marxistas porque, en efecto, “el contenido de todo acto humano tiene
que ver, en última instancia, con la producción-reproducción de la vida humana
en comunidad”11.
Pero, concretamente,
las condiciones reales determinan los problemas, su comprensión y, por tanto,
los ritmos, las prioridades, las escalas, las fases, los medios, las
correlaciones entre movimientos tácticos y tendencias estratégicas, en una
palabra, la metodología. Por ejemplo, según la demostración teórica
original marxista, donde las contradicciones son más agudas, allí se sienten
más intensamente y, por tanto, se produce la revolución. Sin embargo, como lo
ha demostrado la historia, no ha sido así, porque Occidente no es sólo la
“patria” de la modernidad y su desarrollo como amo del capitalismo mundial,
sino también su vitrina, el bienestar y la ideología dominante pagada
por el capitalismo occidental que frena el proceso de toma de conciencia
social.
Por lo tanto, no fueron
las contradicciones estructurales más agudas entre las relaciones
productivas, que son privadas y restrictivas –que requieren la socialización de
los medios de producción, que están significativamente socializados y son
globales– y las fuerzas productivas, incluidas la ciencia y la tecnología, que
están altamente socializadas y son globales, las que condujeron a la
revolución, sino, por el contrario, las contradicciones principales más
agudas entre los pueblos colonizados y semicolonizados y los colonizadores
occidentales que se desarrollaron en las semiperiferias y periferias. Pero
todas estas contradicciones se entremezclan. Tanto más cuanto que el
capitalismo occidental es el espejo de las contradicciones estructurales
y sus resultados: el nivel de descubrimiento científico y tecnológico es enorme
y, al mismo tiempo, su aplicación está pervertida, los que toman las decisiones
occidentales generan guerra, hambruna y desnutrición, destrucción, crisis
ecológica compleja hasta el punto de no retorno, aumento de creencias
irracionales y absurdas, ignorancia, miedo y reducción a la “lucha por la
supervivencia”. Hoy, el mundo se enfrenta al capitalismo globalizado en su
etapa neoliberal y de crisis sistémica. Es obvio que las dificultades
son mucho mayores que hace un siglo. En primer lugar, lo que hay que desafiar
es su papel hegemónico en la conciencia de los proletarios del mundo. Y en este
proceso, el imperativo categórico de Kant es un faro.
(23) Kant y Marx frente
a la necesidad
Tanto Kant como Marx
anunciaron el futuro, una sociedad à venir, si usamos la expresión de
Derrida para la democracia. Ambos eran moderadamente optimistas. Pero mientras
que la metafísica moral de Kant puede ser vista por un no filósofo común como
un deseo abstracto, la teoría de Marx es, de hecho, la clave de su propensión
activa: más que una esperanza, un método práctico. Esto es sólo un
boceto, continuamente evolucionado en la realidad por todos los humanos à
venir (que vendrán).
El imperativo categórico moral de Kant señaló
un nuevo momento del concepto de necesidad: para tratar a todos los
humanos como fines, y no sólo como medios, es la condición sine qua non
de la persistencia de la humanidad. El principio de revolución política de Marx
para destruir la causa de considerar a los humanos como medios y no como fines,
fue y es la condición sine qua non de la realización de la necesidad
moral. Kant dio el marco de la necesidad. El principio de Marx mostró la
posibilidad del marco.
En tal caso, “Marx” no sólo significa el descubrimiento teórico marxista, sino también y esencialmente para los pensadores Marxistas que lo prosiguieron: y en primer lugar, a Lenin, porque fue el primero en poner en práctica el principio de la revolución comunista, demostrando que es posible. El proceso práctico enfatiza otra relación entre los conceptos filosóficos de posibilidad y necesidad: revela que la necesidad exige una desviación de eso, sólo para poder cumplirse. La necesidad es estricta, la posibilidad es abierta, porque de otro modo no se puede cumplir el marco necesario. Ésta es la originalidad de la creación de la posibilidad: El Leninismo y Estalinismo “socialismo en un país”, el “experimento único en América Latina” Cubano, las “repúblicas populares” China, Norcoreana y Norvietnamita, el actual “socialismo con características Chinas”, son la creación original de la posibilidad. La realización y sostenibilidad del comunismo requiere e implica la conciencia e implica la conciencia de su necesidad por parte de los proletarios de todo el mundo. La posibilidad es positiva12, muestra cómo la necesidad se cumple, a pesar de todos los obstáculos, mientras que los proletarios del mundo están sólo en la fase negativa en la que todavía no critican el “uso de la razón” dominante y se conforman con este uso, viendo sólo lo que no es pero que se les presenta como conocimiento: por lo tanto, sólo aprenden a reconocer a estos.
Este desfase/disyunción
de fases entre lo negativo que priva de posibilidad y la lucha
original por la necesidad es la marca de nuestra época. Teóricamente, la
necesidad hace, en última instancia, el mundo. Prácticamente, su proceso está
abierto: incluso a su destrucción, a causa de la destrucción de tantas vidas. Teóricamente,
la vida humana es sagrada, y este principio asumido por todos lo es y conduce
al principio moral de universalización. Esto significa, según Kant, que no
es la razón lo específico de los seres humanos –hay otros seres en la Tierra
que también piensan– sino la razón moral. Y la razón moral es lo que da la
especificidad única a todos los seres racionales del universo13. Pero
en el entorno práctico que nos rodea, vemos que la vida humana no es sagrada.
Notas
[2] Para las relaciones entre Kant y Marx, véase: Harry van der
Linden, Kantian Ethics and Socialism, Indianápolis/Cambridge, Hackett
Publishing Company, 1988, Butler University Books. 17; Howard Williams, “Karl
Vorlaender’s Kantian Synthesis of Marx and Kant”, Kant Yearbook, Volumen 13,
Número 1, 2021, págs. 129-152;
Discutiendo a Hermann Cohen en la Escuela neokantiana de Marburgo, Elisabeth
Widmer, “‘Kantismo de izquierda’ y la ‘disputa científica’ entre Rudolf
Stammler y Hermann Cohen”, Archiv für Geschichte der Philosophie, 18 de
octubre de 2023.
[3]
Karl Marx, “El manifiesto filosófico de la escuela histórica del derecho”
(1842), Marx Engels Collected Works, Volumen 1, Lawrence & Wishart,
(1975), 2010 Electric Book, pp. 203-210 (aquí, p. 205, subrayé). (Marx-Engels, Gesamtausgabe,
I, pt. 1, 251-259).
[4]
Ibidem (2010), p. 204.
[5]
Ibidem (2010), p. 210.
[6]
Ibidem, p. 206.
[7]
Véase el análisis del análisis de la jurisprudencia del jovencísimo Marx, su
punto de partida, en Donald R. Kelley, “La metafísica del derecho: un ensayo
sobre el jovencísimo Marx”, The American Historical Review, vol. 83,
núm. 2 (abril de 1978), pp. 350-367
[8]
Y también los sentimientos –como sufrimiento, en primer lugar–. Kant demostró
que, en último término, los sentimientos tienen una base y una justificación en
el pensamiento, en la razón, y su objetivo era formalizar esta base racional.
Esta base era obvia también para Marx. Pero su objetivo era cambiar los
acuerdos sociales que generan crueldad y sufrimiento. Los sentimientos son
individuales y aleatorios. ¿Pueden justificar nuestro conocimiento que implica
y busca lo universal y lo necesario? No, para llegar a lo universal y lo
necesario, las condiciones de los sentimientos deben ser tomadas en cuenta por
el conocimiento. Solo analizando estas condiciones podemos llegar a lo que es
universal y necesario, es decir, al conocimiento objetivo. Precisamente porque
los sentimientos revelan el carácter mediado de la objetividad, Marx se centró
en la descomposición científica de las relaciones sociales en su desarrollo.
[9]
Las actitudes son morales porque implican la consideración tanto
de los sujetos que piensan y actúan como de los que están en cualquier tipo de
relación con los primeros, y de los pensamientos y acciones como tales, según
significados más allá de la causalidad y eficacia estrictas y directas, es
decir según el telos preguntando para qué esos pensamientos,
acciones, actitudes y relaciones. Así, el carácter moral duplica el
carácter práctico que consiste justamente en el despliegue de la
evaluación causal y de eficacia de los pensamientos, acciones, actitudes,
relaciones, instituciones, valores. La evaluación moral según el para qué
es práctica, también, porque es el nivel de contenido de la razón, pero
es especial en cuanto que es el trasfondo de las actitudes humanas; sin
embargo, su propio despliegue en la mente humana se produce conscientemente y,
por tanto, no se superpone exactamente a la práctica. La evaluación moral
pregunta, impone, exige, pero si la organización social impone prioridades
prácticas que no son adecuadas a la “voz moral” de la conciencia, ésta es
silenciada (postergada, pervertida, etc.). Esta división entre moral y práctica
es una cuestión de contenidos de los fines, medios, valores y formas
sociales, y fue enfatizada por Marx.
Los
humanos adquirieron las capacidades de evaluación moral como restricciones. Las
restricciones mismas tienen una base instintiva de interdependencia entre
humanos y, por lo tanto, la restricción de matar a otros humanos, etc. Véase
Konrad, Lorenz, On Aggression (1963), Traducido por Marjorie Kerr
Wilson, Nueva York: Harcourt, Brace & World, 1966.
[10] Como Karl Polanyi, The Great Transformation,
Boston, Beacon Press, 1944, consideró. Y
como él pensaba que Marx habría pensado de esta manera.
[11]
Enrique Dussel, “El reto actual de la ética: detener el proceso destructivo de
la vida”, pp. 143-152, en Heinz Dieterich, Enrique Dussel, Raimundo Franco,
Arno Peters, Carsten Stahmer, Hugo Zemelmann, Fin del Capitalismo Global. El
Nuevo Proyecto Histórico, México, Txalaparta, 1999, p. 143.
[12]
Kant señaló medios positivos para aplicar el conocimiento a la práctica, “para
extender los límites de la sensibilidad… más allá de todo, y así incluso
desalojar el uso de la razón pura (práctica)”, mientras que negativo es
permanecer sólo dentro de los límites del conocimiento teórico, o de la
sensibilidad, Immanuel Kant, Crítica de la Razón Pura, Prefacio a la
segunda edición, Bxxiv, p. 114.
[13]
Por esta razón, la ideología dominante contemporánea que difunde el miedo a la
“invasión extraterrestre de la Tierra” es ridícula: ¿podemos imaginar
civilizaciones extraterrestres capaces de emprender viajes intergalaxias pero
desprovistas de “la ley moral interior” de cada ser individual que constituye
estas civilizaciones? Dado que la ley moral eleva simplemente “el valor como
inteligencia” que se obtiene mediante la búsqueda por parte de todos de la
razón de ser de la inteligencia como tal, es decir, mediante la búsqueda por
parte de todos del bien común de todos los seres morales del universo, ¿podemos
imaginar las civilizaciones extraterrestres como semejantes a la lógica
capitalista de supervivencia del “más apto”, es decir, del más fuerte? ¿No
entendemos más bien que el miedo a los extraterrestres es la transferencia de
las relaciones del homo homini lupus para desviar la atención general
precisamente de estas relaciones? Las citas de Kant son de Crítica de la
Razón Práctica (AA 5: 162), p. 129.
Referencias
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[7] Dussel, Enrique. “El reto
actual de la ética: detener el proceso destructivo de la vida”, pp. 143-152.
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[10] Kant, Immanuel. Toward
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by Pauline Kleingeld, Translated by David L. Colclasure with essays by Jeremy
Waldron, Michael W. Doyle, Allen W. Wood, New Haven and London, Yale University
Press, 2006.
[11] Kant, Immanuel. The Metaphysics of Morals (1797), Introduction,
translation and notes by Mary Gregor, Cambridge University Press, 1991.
[12] Kant, Immanuel. The Conflict
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Writings on Politics, Peace and History, Edited and with an Introduction by
Pauline Kleingeld, Translated by David L. Colclasure with essays by Jeremy
Waldron, Michael W. Doyle, Allen W. Wood, New Haven and London, Yale University
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Publicación de la Revista Marxismo Revolucionario del DIP (Partido Revolucionatio de los Trabajadores de Truquía) Edición del 2025
Traducción al español por Opción Obrera Venezuela
2025



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