Para una intervención revolucionaria en las próximas elecciones
Resolución de la Conferencia Extraordinaria del 28 de diciembre de 2014 del EEK (Partido Revolucionario de los Trabajadores de Grecia)
1- La bancarrota económica y desintegración social del país ha llevado a la más aguda crisis de poder. El colapsado gobierno de Samaras Venizelos, atado al memorando de la troika, ya no puede gobernar, y un gobierno de SYRIZA no es una opción viable ni para las clases dominantes ni para las masas que muy probablemente lo voten.
El precipitado intento de Samaras para poner fin al Memorando y la retórica del éxito terminó en una tragicomedia. La troika, y sobre todo el mismo FMI y Schäuble, le quitaron la alfombra debajo de los pies al gobierno de Samaras/Venizelos al demandar nuevas medidas devastadoras para la población, y, por lo tanto, acelerando las elecciones presidenciales y las elecciones parlamentarias adelantadas. No hay duda de que el ultimátum de la troika tiene como destinatario, no al gobierno de derecha saliente, sino al gobierno izquierdista que lo sucederá. El cínico chantaje de la UE es claro: o SYRYZA agacha la cabeza y refuta las expectativas populares o será aplastado por los mercados, un mensaje por elevación dirigido también a Podemos en España y Sinn Féin en Irlanda.
Del lado de la UE, no hay espacio para un compromiso, dado que se hunde en la recesión bajo el peso de la deuda y la deflación. La crisis sistémica del capitalismo en la periferia ahora amenaza al centro: a Italia, Francia y a Alemania misma. Por otro lado, la subordinación política del gobierno de la derecha a la troika y al capital excede ya todos los límites de la supervivencia popular. Pero la política de SYRIZA de reducir los recortes por medio de las negociaciones y los compromisos con la UE, el FMI y los capitales griegos e internacionales excede, por su parte, los límites impuestos por el empeoramiento de la crisis capitalista.
La reacción se prepara para la confrontación, reforzando sus posiciones en los aparatos del Estado, para-estatal, represivo, judicial e ideológicos y en las bandas fascistas, para hacer del gobierno de SYRIZA un “paréntesis izquierdista” antes de que la extrema derecha vuelva a tomar revancha con una contrarrevolución social.
Las próximas elecciones son,sin lugar a dudas, un episodio crucial en la nueva etapa de la lucha de clases. Sin embargo, cualquiera sea el resultado de la elección, no hay dudas de que no resolverá sino que exacerbará la crisis de poder y, finalmente, la crisis de dominación de clase. Los capitalistas gobernantes son incapaces de dirigir la sociedad para salir de la crisis del sistema. Sólo la clase obrera apoyada por las clases populares, que la crisis está destruyendo, puede dar respuesta a la crisis, organizando una salida del sistema, de la dominación burguesa e imperialista, y hacia el socialismo internacionalista, en Europa y el mundo.
Estando en el epicentro mismo de la crisis de poder, la cuestión de la estrategia revolucionaria es primordial; todas las tácticas de la lucha electoral y de clases, el programa de transición, la actitud hacia la deuda externa, las medidas de “austeridad y la UE, los frentes, las alianzas, etc., derivan y están conectadas a esta cuestión fundamental de la estrategia.
2- La próxima batalla política se dará en el terreno hostil del parlamentarismo burgués, controlado por el capital, los partidos del sistema y los medios, y condenando al silencio a las voces de la izquierda revolucionaria. Sin embargo, la pelea tiene lugar, precisamente, en avanzadas condiciones de decadencia del parlamentarismo burgués y bajo fuertes protestas populares, generando un importante ámbito para la intervención revolucionaria del EEK.
La elección presidencial adelantada, con el olor sofocante de los escándalos, las “transferencias”, los sobornos, la extorsión, las puñaladas en la espalda, aceleró la decadencia del sistema político. Desenmascaró completamente la convalidación por el parlamento-zombie de decisiones ya tomadas por el régimen burgués en estado de “emergencia”. En nombre de la decadente democracia burguesa, los gobernantes, ante las necesidades de la lucha de clases, construyeron prisiones tipo C no sólo para los criminales sino para encarcelar cualquier resistencia; para el confinamiento de toda la sociedad. Las elecciones no revivirán el parlamentarismo, aunque puedan crecer ilusiones parlamentarias junto a las expectativas en un “gobierno de izquierda”.
El camino de la libertad no pasa por la “auto-confianza” electoral o en coaliciones parlamentarias y compromisos entre la izquierda y la centro izquierda o de la derecha nacionalista del tipo del ANEL (Griegos Independientes), sino por la auto-organización del pueblo trabajador y la lucha por el poder de los trabajadores, el poder de “los de abajo” contra el poder “de los de arriba”. El sistema llegó a su límite y, por lo tanto, debe ser derrocado.
3- El gobierno de Samaras y los partidos oficiales de la oposición se pelean por convencer al pueblo respecto de quién será, en febrero de 2015, “el negociador más confiable y efectivo con la UE, el BCE y el FMI”: o las “caras familiares” para Juncker, Moscivici y Merkel de la derecha, o los “duros negociadores izquierdistas”. En realidad, sin embargo, no hay lugar para negociaciones. Por un lado, las órdenes de Berlín, Bruselas y Washington no son negociables; por el otro, nuestras vidas, las vidas del pueblo han llegado a su límite -si no fue aún sobrepasado-, y no pueden ser negociadas por nadie.
¡No elegiremos negociadores por nuestras vidas! ¡El memorandum no será destruido por ningún gobierno burgués sino por el pueblo trabajador mismo a través de la Huelga General Política Indefinida, como arma hasta la abolición y repudio de la deuda externa usuraria!
Quienquiera que sea electo, la única alternativa es continuar la lucha de clases hasta la victoria de la clase obrera y todos los oprimidos. Si, como es altamente probable, el decadente gobierno de la derecha cae, no habrá ni un día, ni una hora de respiro, negligencia, inacción, espera o “período de gracia” para el nuevo gobierno. El poder del pueblo debe ser ejercitado inmediatamente en todas sus formas de movilización y auto-organización de sus fuerzas en los barrios, espacios públicos, lugares de trabajo y de estudio. Si la causa de nuestra liberación queda en manos de “negociadores”, la reacción local e internacional al acecho ganará. La victoria es una cuestión estratégica, la organización de la lucha por el poder de los oprimidos y desposeídos, trabajadores ocupados y desocupados, los pobres y empobrecidos por el memorandum.
4- El EEK no es indiferente a las masas que esperan una victoria de SYRIZA para obtener al menos un respiro de la “austeridad”. No mantenemos una posición de equidistancia o de disminuir las diferencias entre la derecha y SYRIZA, como hace el Partido Comunista (KKE). Compartimos el odio popular y nos unimos a su lucha. Estamos listos para unirnos en la acción contra la troika, el bloque del memorandum la derecha negra-azul-verde y los enemigos de clase en común.
Reconocemos las condiciones, y también los límites, del giro de las masas hacia la izquierda que desde 2012 tomó la forma de un apoyo político de masas a SYRIZA, no sólo como fuerza de oposición y grupo de presión sobre la burguesía, sino como alternativa de gobierno de la izquierda. Junto a las esperanzas de muchos, no ignoramos las aspiraciones de algunos ex pro-troika, ex PASOK, ex- demócratas de izquierda, de centro izquierda y otros oportunistas, que buscan en SYRIZA una forma de absolver sus pecados y acceder al poder. Sobre todo, no perdemos vista a los grupos capitalistas, los “círculos de negocios” y políticos burgueses promoviendo “alianzas necesarias con un gobierno de SYRIZA”, siempre dentro de los márgenes de la UE, y que mañana se moverán hacia políticas de colaboración de clases.
La colaboración de clases, que sólo puede ser en detrimento de los trabajadores y el pueblo, ya se aprecia en las declaraciones de lealtad de los líderes de SYRIZA a la “continuidad del Estado” en condiciones de crisis de poder del Estado capitalista, de mantenerse dentro de la UE y la OTAN, de aceptar las condiciones sofocantes de la dominación e intervención imperialista en los estallidos geopolíticos de nuestra región.
Llamamos a las fuerzas de la clase obrera, la juventud, los intelectuales que apoyan y ponen sus esperanzas en SYRIZA a exigir a su dirección que rompa con la burguesía, los políticos, los oportunistas y los pretendientes del poder del capital. Que rechacen la política de “continuidad del Estado” y los acuerdos con el imperialismo, el capitalismo en bancarrota, la UE, el FMI y la OTAN.
En cada paso que la base popular tome hacia esa dirección, estaremos a su lado, manteniendo nuestra independencia política, nuestra crítica y advirtiendo que los líderes reformistas no están preparados para la necesaria ruptura. Ya muestran su servilismo con las declaraciones de garantías al capital y a la UE, con sus acciones y especialmente con su programa.
Las medidas de austeridad no pueden ser abolidas sin la derogación unilateral de la deuda y sin salirse de la prisión de la UE, el BCE y el FMI. Las medidas de austeridad, la deuda y la troika son las tres cabezas de una hidra; no podemos cortar una y dejar las otras en su lugar. El totalmente inadecuado “programa de Thessaloniki” (propuesto por SYRIZA) quiere vaciar el océano de sufrimiento del pueblo con una cucharita. Y su lealtad a la “continuidad del Estado” abre las puertas a una tragedia como la de Chile en 1973.
Para obtener pan, trabajo, salud, educación, libertad, es necesario terminar con el sistema del hambre, el desempleo, la ignorancia y la represión. De otra manera, quedaremos enterrados bajo las ruinas de la bancarrota capitalista. Es necesaria una reorganización radical de la economía en un nuevo orden social, sobre bases socialistas, de acuerdo a un plan democrático que satisfaga las necesidades sociales; la nacionalización de los sectores estratégicos sin compensación para los buitres capitalistas, y bajo control obrero.
Y un poderoso frente único de todos los trabajadores y las organizaciones populares, movimientos y colectividades de todos los focos de resistencia social contra la crisis que existen o deben ser creados y desarrollados; de toda la izquierda y del movimiento revolucionario -del KKE, SYRIZA y ANTARSYA al EEK, las otras organizaciones de izquierda, anarquistas y el movimiento antiautoritario-; para aplastar a la reacción, la dominación imperialista, la policía del Estado y las bandas fascistas paraestatales, la esclavización social, para abrir una salida de emancipación universal de la humanidad que para el EEK no es otra que el comunismo libertario.
5- La crisis no es una particularidad griega sino un proceso mundial. En el epicentro de esta crisis capitalista mundial está Europa. Una salida a la crisis no es tal si queda circunscripta a un país, a través de una “autarquía” o un “atrincheramiento” nacional. El nacionalismo económico, que causó tragedias en el periodo de entreguerras y trajo aparejada la Segunda Guerra Mundial, florece de nuevo, especialmente en la UE, con características de ultra-derecha, de derecha o izquierdista, a partir del canibalismo social de las medidas tomadas por la UE y sus gobiernos. Si se probó que era ineficiente y destructivo en el pasado, hoy es una utopía reaccionaria, una receta para el desastre. El EEK declara, sin ambigüedades: ningún compromiso con el devastador nacionalismo económico, incluso bajo el signo de la “izquierda”. La salvación del pueblo requiere nada menos que la revolución social. La lucha revolucionaria puede empezar en Grecia o en otro país, pero su victoria no puede ser completa si no a escala internacional, con la unificación de todas las luchas revolucionarias, por la unificación socialista de nuestra región y de Europa sobre las ruinas de la imperialista UE.
6. Todos los requisitos, todas las oportunidades y los riesgos del momento histórico en que vivimos, exigen forjar y preservar la independencia política de la clase obrera de un nuevo Tratado de Varkiza (se refiere al tratado entre el imperialismo británico y los partisamos de ELAS traicionados por el stalinismo). Esto hace más que necesaria y urgente la intervención política independiente de las fuerzas revolucionarias, de la izquierda revolucionaria y el EEK, en la crucial batalla electoral que se viene.
Con este planteo en mente, organizamos el 15 de diciembre, en la Facultad de Derecho de la Universidad de Atenas, una reunión abierta-debate titulada “Por el camino de Diciembre, la respuesta revolucionaria a la crisis”, presentando la propuesta del EEK e invitando a otras organizaciones de la llamada “izquierda extra-parlamentaria” y del movimiento anti-autoritario. ANTARSYA (Cooperación Anticapitallista para el Derrocamiento) respondió con dos representantes, y las organizaciones NAR (Corriente de Nueva Izquierda) y SEK (Partido Socialista Obrero) participaron e intervinieron. El 18 de diciembre se realizó una reunión de representantes de ANTARSYA y el EEK (se puede ver el anuncio del Buró político del EEK del 20 de diciembre y el comunicado conjunto de ANTARSYA y el EEK del 22 de diciembre).
Tanto en el evento público como en la reunión de delegaciones, más allá de acordar en puntos programáticos individuales (como la cancelación de la deuda, la nacionalización sin pago, el control obrero), el EEK insistió en poner por delante la perspectiva del gobierno obrero como una respuesta anti-sistémica a la crisis de poder y en confrontación con la propuesta de gobierno de SYRIZA, y rechazar categóricamente cualquier compromiso con cualquier nacionalismo izquierdista y por lo tanto de frente con formaciones tales como “Plan B” y PAMES (Iniciativa por una Coalición de Izquierda), que también se reunió con conocidos representantes del “movimiento patriótico de izquierda” de la Francia imperialista (Nikonoff) e Italia (Campo Antiimperialista).
Desafortunadamente, la mayoría de ANTARSYA, por responsabilidad de NAR y ARAN (Recomposición de Izquierda) y ARAS (Grupo de Izquierda Anti-Capitalista), agrupados todos en PAMES, no sólo no tomó en cuenta los comentarios críticos hechos por el EEK, sino que firmó una alianza politico-electoral con PAMES. “Plan B” también está involucrada en esta coalición, desde el principio. Mientras le da la mano a ANTARSYA, no tiene problema en levantar provocadoramente su fetiche nacionalista por el dracma. El 19 de diciembre (el día posterior a la reunión con ANTARSYA) los dirigentes de “Plan B” firmaron un comunicado público “por la creación de un polo patriótico democrático con el EPAM (Frente Unido Popular) de Kazakis y el invisible a los ojos “Darcma, Movimiento griego Democrático Cinco Estrellas” de Katsanevas (un ex funcionario corrupto de PASOK!).
Por supuesto, el EEK no podría jamás asociarse con tal denigración siquiera del nombre de la izquierda revolucionaria, con el pretexto de ganar a “las corrientes que tienden a distanciarse del reformismo e ir hacia la izquierda”. No es difícil ver que los “patriotas” de “Plan B” no rompen con el reformismo y están definitivamente a la derecha del Partido Comunista, pero también, de fuerzas dentro de SYRIZA que no ocultan su actitud crítica.
Sin que nos acusen de intervenir en los “asuntos internos” de ANTARSYA, con responsabilidad y compañerismo forjado en las décadas de lucha en común, llamamos a los compañeros de ANTARSYA, especialmente a los compañeros de NAR y su organización juvenil, NKA (Juventud Comunista de Liberación), a rechazar esta alianza político-electoral oportunista y la caída en el pantano del nacionalismo “de izquierda”.
7- Dentro de los extremadamente ajustados tiempos y condicionamientos financieros que plantean las circunstancias, el EEK debe ponerse a los hombros la lucha por la independencia política de la clase obrera y del internacionalismo proletario y participar independientemente en las elecciones. La voz del EEK debe ser la de la revolución social, una voz minoritaria pero igualmente combativa e insubordinada. Debemos mostrar cuál es la única salida; abrir la discusión en las filas de los trabajadores tanto como podamos, movilizar, desde este mismo momento, al pueblo para intervenir frente a las secuelas que dejará la derrota de los que apoyan el memorándum; reclutar y organizar a las fuerzas revolucionarias, entrenar y educar a las masas y a nosotros mismos, como luchadores de vanguardia para las batallas históricas que se vienen. La razón de ser del EEK es la incansable lucha por la revolución permanente internacional bajo las más diversas, y a veces excepcionalmente desfavorables, condiciones, desafiando obstáculos y adversarios en el camino de la liberación social y el comunismo.
¡Atrevámonos de nuevo, actuemos decididamente, tomemos el guante de este desafío histórico!
Conferencia de emergencia del EEK, 21 de diciembre de 2014
miércoles, 14 de enero de 2015
Je suis Charlie?
Je suis Charlie?
Enero 10, 2015 en Análisis político Por Alejandro Guerrero (@guerrerodelpo)
http://revistaelotro.wordpress.com/2015/01/10/je-suis-charlie/
José Antonio Gutiérrez Díaz es un historiador anarquista, colombiano. Desde su residencia en Dublín ha escrito un artículo sobre la masacre parisina. Lo tituló “Je ne suis pas Charlie” (“Yo no soy Charlie”, el mismo titular que usó para una declaración el fascista francés Jean-Marie Le Pen).
Sobre las características de Charlie Hebdo, dice Gutiérrez:
“No se trata de inocentes caricaturas hechas por librepensadores (…) se trata de mensajes, producidos desde los medios de comunicación de masas (…) cargados de estereotipos y odios, que refuerzan un discurso que entiende a los árabes como bárbaros a los cuales hay que contener, desarraigar, controlar, reprimir, oprimir y exterminar”.[1]
Dejemos por un momento a un lado que, desde ese punto de vista, solo podrían publicarse “inocentes caricaturas hechas por librepensadores” porque, caso contrario, resultaría muy explicable que una horda armada entrara en la sala de dibujo y ametrallara a todo el mundo. En todo caso se trataría, como ha dicho alguien, de la “cosecha bárbara” de “la provocación”. La decana de la facultad de Periodismo de La Plata, Florencia Saintout, dijo que “ningún homicidio se justifica, pero tienen su contexto”. Una perogrullada, una obviedad poco inocente en este caso. El contexto (ella no lo dice) debe ser, quizás, el que desarrolla Gutiérrez.
Gutiérrez Díaz dice en su artículo que le parece “una atrocidad” el atentado por una razón, entre otras, peculiar: una redacción periodística, según él, no puede ser “un objetivo militar”. Es una postura de anarquista light, de anarquismo devaluado, separado por completo del viejo anarquismo obrero de hace un siglo que, de algún modo, se vinculaba incluso con la dictadura del proletariado.
En verdad, los medios de comunicación han sido objetivos militares en todas las guerras modernas. Por ejemplo, en julio de 2006, cuando Israel invadió el Líbano, sus objetivos iniciales fueron blancos civiles: el aeropuerto de Beirut… y el canal de televisión de Hezbollah, destruido en el primer bombardeo. El fracaso de esa invasión empezó cinco minutos después, cuando la emisora atacada reanudó sus trasmisiones desde una banda de emergencia. Los bombardeos de la aviación cubana de Fulgencio Batista, que batieron la Sierra Maestra en 1958 con una intensidad que solo se vería después en Vietnam, tenían el propósito explícito de matar a la conducción guerrillera y acallar Radio Rebelde. La emisora insurgente no cesó nunca sus trasmisiones, lo cual indicaba que Batista estaba perdido. Más tarde, la vitalidad de las guerrillas salvadoreñas del Frente Farabundo Martí se comprobaba porque los militares fracasaban una y otra vez en sus intentos de suprimir las emisiones de Radio Venceremos.
Ahora bien ¿tiene algo que ver con esos antecedentes el ataque a Charlie Hebdo? ¿Se trató de una respuesta defensiva, bárbara pero explicable desde ese punto de vista, de los oprimidos contra los opresores, como sugieren Gutiérrez Díaz y Saintout, entre otros?
Debe admitirse que las tapas de Charlie Hebdo han alcanzado un grado de provocación inaudito, con caricaturas del Papa haciéndose arrumacos con un guardia suizo mientras exclama “¡al fin libre!”. O esa otra que muestra a la Santísima Trinidad en un trío sexual, en el cual, como en aquellos trencitos del marqués, el que va atrás se la pone al de adelante. U otra caricatura magnífica de Francisco, vestido de prostituta mientras ofrece servicios sexuales en la calle. Y los dibujos del profeta Mahoma, claro está, usados de excusa por los masacradores.
Corresponde defender intransigentemente esas provocaciones, sobre todo porque, en este caso, la creación artística está al servicio de la desmitificación satírica de los extremismos religiosos, de ese opio con el cual los reaccionarios intentan dividir a los pueblos explotados, a los trabajadores. Un párrafo aparte merecen los gobernantes que hablan de libertad de expresión. Esa libertad es una abstracción ficticia del liberalismo. Conquistarla es tarea de los trabajadores, en las redacciones y fuera de ellas.
No obstante, aún no llegamos a la sustancia del problema, que radica en lo siguiente: esta no fue una acción defensiva, bárbara o lo que fuese, de oprimidos contra opresores. Esta fue la acción de un grupo fascista, de una organización terrorista que opera con sus crímenes, ante todo y sobre todo, contra la propia población árabe y musulmana en Oriente Medio.
Estado Islámico, que declaró “combatientes heroicos” a los atacantes de la redacción de Charlie Hebdo, no es una organización musulmana sino un grupo fascista, terrorista, que ha provocado miles de muertos y un millón de desplazados entre la población árabe y musulmana de los territorios que controla en el este de Siria y en el norte y el oeste de Irak. La televisión occidental les ha dado fama por el decapitamiento filmado de tres o cuatro periodistas de Estados Unidos o Europa, pero el gran terror lo ejerce EI contra los árabes.
El líder de EI es el califa Abu Bakr al-Baghdadi, un jeque multimillonario que ahora exporta gas y petróleo del territorio que tiene ocupado. Es, al igual que sus rivales imperialistas, un rapiñero lanzado al asalto de los recursos naturales de Oriente Medio. Por eso está en guerra abierta contra las tribus musulmanas sunnitas, porque ellas son mayoría en esos territorios. De ahí que la sharia, o “ley islámica”, tiene para EI una utilidad práctica bien material y mundana: no es una herramienta religiosa sino una ley del terror contra la población de los territorios ocupados. Para eso le sirven las crucifixiones y decapitaciones en masa… de musulmanes, no de periodistas y dibujantes franceses. Ocho millones de personas viven bajo la ocupación terrorista del califa. Ahora, incluso el jefe de Al Qaeda, Ayman al-Zawahiri, le ha advertido que semejante terror contra la población árabe le hará perder “el corazón y la cabeza de los musulmanes”. Ese es el “contexto”, señora Saintout…
El poder de fuego de esos fascistas es enorme. Tienen artillería pesada, ametralladoras, lanzaderas de cohetes, baterías antiaéreas, tanques y vehículos blindados. Medios norteamericanos denuncian abiertamente que EI recibe financiamiento de jeques árabes de Qatar y Arabia Saudita, aliados de los Estados Unidos. Los yanquis (también los franceses) los dejan hacer, los contienen con cuentagotas. En cambio, el avance de EI en Irak ha sido detenido, a veces en combates cuerpo a cuerpo y casa por casa, por las milicias del Partido Revolucionario de los Trabajadores del Kurdistán, el PKK, que han tenido en este caso un comportamiento heroico contra una fuerza muy superior en armamento.
El ataque en París ha tenido el objetivo de provocar más terror, sobre todo a los trabajadores franceses, sean cristianos, ateos o musulmanes (era musulmán el policía que remataron en el piso cuando escapaban). Para la derecha francesa esto es una fiesta: Marine Le Pen ya pidió un plebiscito para reinstaurar la pena de muerte; el presidente “socialista” Francois Hollande se ha juntado con su antecesor, Nicolás Sarkozi (el que llamó “escoria” a los habitantes de los suburbios pobres de París), para proclamar la “unidad nacional”, pero una unidad entre ellos solo puede operar contra los trabajadores; al mismo tiempo, fascistas de un signo y de otro (o del mismo) atacan mezquitas o supermercados de comida kosher.
Esa sensación, agitada por los medios, de que Francia está “bajo fuego”, apunta a paralizar a los trabajadores que enfrentan la crisis capitalista. Y, sobre todo, intenta preparar a la opinión pública para que acepte nuevos bombardeos contra la misma población árabe a la que Estado Islámico aterroriza. La “unidad nacional” de una potencia imperialista significa represión contra sus propios trabajadores, contra sus minorías, y nuevas masacres contra los oprimidos de la periferia. Es una lisa y llana traición, por ejemplo, el bochorno de Evo Morales cuando le hace llegar su solidaridad “al gobierno de Francia”. Esa es una solidaridad con el imperialismo y contra los explotados franceses, contra el pueblo palestino, contra la revolución árabe en curso. Es, también, una pleitesía canallesca para con los opresores de Bolivia.
Por todo eso, frente al ataque fascista, sí, je suis Charlie.
[1] En http://www.semanariovoz.com/2015/01/07/je-ne-suis-pas-charlie-yo-no-soy-charlie/
Enero 10, 2015 en Análisis político Por Alejandro Guerrero (@guerrerodelpo)
http://revistaelotro.wordpress.com/2015/01/10/je-suis-charlie/
José Antonio Gutiérrez Díaz es un historiador anarquista, colombiano. Desde su residencia en Dublín ha escrito un artículo sobre la masacre parisina. Lo tituló “Je ne suis pas Charlie” (“Yo no soy Charlie”, el mismo titular que usó para una declaración el fascista francés Jean-Marie Le Pen).
Sobre las características de Charlie Hebdo, dice Gutiérrez:
“No se trata de inocentes caricaturas hechas por librepensadores (…) se trata de mensajes, producidos desde los medios de comunicación de masas (…) cargados de estereotipos y odios, que refuerzan un discurso que entiende a los árabes como bárbaros a los cuales hay que contener, desarraigar, controlar, reprimir, oprimir y exterminar”.[1]
Dejemos por un momento a un lado que, desde ese punto de vista, solo podrían publicarse “inocentes caricaturas hechas por librepensadores” porque, caso contrario, resultaría muy explicable que una horda armada entrara en la sala de dibujo y ametrallara a todo el mundo. En todo caso se trataría, como ha dicho alguien, de la “cosecha bárbara” de “la provocación”. La decana de la facultad de Periodismo de La Plata, Florencia Saintout, dijo que “ningún homicidio se justifica, pero tienen su contexto”. Una perogrullada, una obviedad poco inocente en este caso. El contexto (ella no lo dice) debe ser, quizás, el que desarrolla Gutiérrez.
Gutiérrez Díaz dice en su artículo que le parece “una atrocidad” el atentado por una razón, entre otras, peculiar: una redacción periodística, según él, no puede ser “un objetivo militar”. Es una postura de anarquista light, de anarquismo devaluado, separado por completo del viejo anarquismo obrero de hace un siglo que, de algún modo, se vinculaba incluso con la dictadura del proletariado.
En verdad, los medios de comunicación han sido objetivos militares en todas las guerras modernas. Por ejemplo, en julio de 2006, cuando Israel invadió el Líbano, sus objetivos iniciales fueron blancos civiles: el aeropuerto de Beirut… y el canal de televisión de Hezbollah, destruido en el primer bombardeo. El fracaso de esa invasión empezó cinco minutos después, cuando la emisora atacada reanudó sus trasmisiones desde una banda de emergencia. Los bombardeos de la aviación cubana de Fulgencio Batista, que batieron la Sierra Maestra en 1958 con una intensidad que solo se vería después en Vietnam, tenían el propósito explícito de matar a la conducción guerrillera y acallar Radio Rebelde. La emisora insurgente no cesó nunca sus trasmisiones, lo cual indicaba que Batista estaba perdido. Más tarde, la vitalidad de las guerrillas salvadoreñas del Frente Farabundo Martí se comprobaba porque los militares fracasaban una y otra vez en sus intentos de suprimir las emisiones de Radio Venceremos.
Ahora bien ¿tiene algo que ver con esos antecedentes el ataque a Charlie Hebdo? ¿Se trató de una respuesta defensiva, bárbara pero explicable desde ese punto de vista, de los oprimidos contra los opresores, como sugieren Gutiérrez Díaz y Saintout, entre otros?
Debe admitirse que las tapas de Charlie Hebdo han alcanzado un grado de provocación inaudito, con caricaturas del Papa haciéndose arrumacos con un guardia suizo mientras exclama “¡al fin libre!”. O esa otra que muestra a la Santísima Trinidad en un trío sexual, en el cual, como en aquellos trencitos del marqués, el que va atrás se la pone al de adelante. U otra caricatura magnífica de Francisco, vestido de prostituta mientras ofrece servicios sexuales en la calle. Y los dibujos del profeta Mahoma, claro está, usados de excusa por los masacradores.
Corresponde defender intransigentemente esas provocaciones, sobre todo porque, en este caso, la creación artística está al servicio de la desmitificación satírica de los extremismos religiosos, de ese opio con el cual los reaccionarios intentan dividir a los pueblos explotados, a los trabajadores. Un párrafo aparte merecen los gobernantes que hablan de libertad de expresión. Esa libertad es una abstracción ficticia del liberalismo. Conquistarla es tarea de los trabajadores, en las redacciones y fuera de ellas.
No obstante, aún no llegamos a la sustancia del problema, que radica en lo siguiente: esta no fue una acción defensiva, bárbara o lo que fuese, de oprimidos contra opresores. Esta fue la acción de un grupo fascista, de una organización terrorista que opera con sus crímenes, ante todo y sobre todo, contra la propia población árabe y musulmana en Oriente Medio.
Estado Islámico, que declaró “combatientes heroicos” a los atacantes de la redacción de Charlie Hebdo, no es una organización musulmana sino un grupo fascista, terrorista, que ha provocado miles de muertos y un millón de desplazados entre la población árabe y musulmana de los territorios que controla en el este de Siria y en el norte y el oeste de Irak. La televisión occidental les ha dado fama por el decapitamiento filmado de tres o cuatro periodistas de Estados Unidos o Europa, pero el gran terror lo ejerce EI contra los árabes.
El líder de EI es el califa Abu Bakr al-Baghdadi, un jeque multimillonario que ahora exporta gas y petróleo del territorio que tiene ocupado. Es, al igual que sus rivales imperialistas, un rapiñero lanzado al asalto de los recursos naturales de Oriente Medio. Por eso está en guerra abierta contra las tribus musulmanas sunnitas, porque ellas son mayoría en esos territorios. De ahí que la sharia, o “ley islámica”, tiene para EI una utilidad práctica bien material y mundana: no es una herramienta religiosa sino una ley del terror contra la población de los territorios ocupados. Para eso le sirven las crucifixiones y decapitaciones en masa… de musulmanes, no de periodistas y dibujantes franceses. Ocho millones de personas viven bajo la ocupación terrorista del califa. Ahora, incluso el jefe de Al Qaeda, Ayman al-Zawahiri, le ha advertido que semejante terror contra la población árabe le hará perder “el corazón y la cabeza de los musulmanes”. Ese es el “contexto”, señora Saintout…
El poder de fuego de esos fascistas es enorme. Tienen artillería pesada, ametralladoras, lanzaderas de cohetes, baterías antiaéreas, tanques y vehículos blindados. Medios norteamericanos denuncian abiertamente que EI recibe financiamiento de jeques árabes de Qatar y Arabia Saudita, aliados de los Estados Unidos. Los yanquis (también los franceses) los dejan hacer, los contienen con cuentagotas. En cambio, el avance de EI en Irak ha sido detenido, a veces en combates cuerpo a cuerpo y casa por casa, por las milicias del Partido Revolucionario de los Trabajadores del Kurdistán, el PKK, que han tenido en este caso un comportamiento heroico contra una fuerza muy superior en armamento.
El ataque en París ha tenido el objetivo de provocar más terror, sobre todo a los trabajadores franceses, sean cristianos, ateos o musulmanes (era musulmán el policía que remataron en el piso cuando escapaban). Para la derecha francesa esto es una fiesta: Marine Le Pen ya pidió un plebiscito para reinstaurar la pena de muerte; el presidente “socialista” Francois Hollande se ha juntado con su antecesor, Nicolás Sarkozi (el que llamó “escoria” a los habitantes de los suburbios pobres de París), para proclamar la “unidad nacional”, pero una unidad entre ellos solo puede operar contra los trabajadores; al mismo tiempo, fascistas de un signo y de otro (o del mismo) atacan mezquitas o supermercados de comida kosher.
Esa sensación, agitada por los medios, de que Francia está “bajo fuego”, apunta a paralizar a los trabajadores que enfrentan la crisis capitalista. Y, sobre todo, intenta preparar a la opinión pública para que acepte nuevos bombardeos contra la misma población árabe a la que Estado Islámico aterroriza. La “unidad nacional” de una potencia imperialista significa represión contra sus propios trabajadores, contra sus minorías, y nuevas masacres contra los oprimidos de la periferia. Es una lisa y llana traición, por ejemplo, el bochorno de Evo Morales cuando le hace llegar su solidaridad “al gobierno de Francia”. Esa es una solidaridad con el imperialismo y contra los explotados franceses, contra el pueblo palestino, contra la revolución árabe en curso. Es, también, una pleitesía canallesca para con los opresores de Bolivia.
Por todo eso, frente al ataque fascista, sí, je suis Charlie.
[1] En http://www.semanariovoz.com/2015/01/07/je-ne-suis-pas-charlie-yo-no-soy-charlie/
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