Prensa Opción Obrera 27 Enero - Febrero 2014
“CONTRAOFENSIVA
ECONÓMICA” DE LA MANO DE LOS DUEÑOS DEL CAPITAL
Una nueva
devaluación ya desnuda la realidad económica venezolana para 2014
El
pasado noviembre desde un medio digital del gobierno se difundió una lista de
las empresas que habrían recibido más de 300 millones de dólares por parte de
CADIVI entre 2004 y 2012. Monopolios extranjeros, pero también algunos
nacionales, ostentaban cuantiosas sumas de divisas en áreas tan diversas como
automotrices, alimentos, químicos y farmacéuticos, y electrodomésticos. De ese
grupo de empresas, 71 de 10.374, el 0,68% de todas ellas, el Estado, por
intermedio de CADIVI y con la aprobación formal del gabinete económico en vida
de Chavez, les otorgó 65.000 millones de dólares, un 36% del gran total de 180.500
millones de dólares que CADIVI repartió sólo a
empresas en 9 años de dilapidación de la renta petrolera.
La data completa se consigue en la web
de CADIVI[1],
pero sólo hasta diciembre de 2012. CADIVI fue cuestionado por el gobierno con
la devaluación de febrero de 2013. Las razones estaban en el incremento descontrolado de las importaciones
durante 2012 respecto al año anterior, signadas en muchos casos, y así lo
reconoció el gobierno, por la corrupción que implicaba importar chatarra,
contenedores vacíos o tan sólo piedras en ellos; también en la caída del 55% en
el saldo de la cuenta corriente de la balanza de pagos de 2012 respecto al 2011
aunque las exportaciones petroleras tuvieran un repunte de 6%. El INE, sin
embargo, informa[2] que
hasta septiembre de 2013 las importaciones fueron equivalentes a igual período
en 2012, pero con otra caída del saldo de la cuenta corriente de 36% mientras
las exportaciones petroleras en vez de aumentar cayeron en 8%[3],
respecto al mismo período de 2012.
Para el gobierno de Maduro, su
“contraofensiva económica” no es la de hacer pagar a los dueños del capital por
sus desafueros mientras Chavez vivía o a casi un año de su desaparición física.
Conlleva un efectismo que no resuelve el problema de fondo: el usufructo de la
todavía muy alta renta petrolera por parte de la burguesía. Maduro nos recuerda
a cada instante lo parasitario de la burguesía, las cifras lo demuestran, pero
para terminar reconociendo que hay que seguirles entregando todas las divisas
que pidan mientras “realmente” las inviertan en bienes y servicios a ser
importados. Como cuando Chavez vivo, las “intenciones” son las de convencerlos
a que se porten bien aunque con ello sostengan la acumulación del capital a
costa de su parasitismo.
La burguesía se ha portado tan bien
que el “crecimiento” se sustenta en rubros que en lo absoluto indican
desarrollo productivo nacional y sí mucho del llamado parasitismo que proclama
Maduro a cada instante pero para nada osa tocar. El PIB al tercer trimestre de
2013[4],
comparado con igual período de 2012, “creció” 1,42% para un valor a precios
constantes de 1997 de 635 millones de bolívares (45.327 millones de bolívares
de enero a septiembre de 2013 respecto a 44.692 millones de bolívares en igual
período de 2012), pero los sectores económicos que aportan a esa magra cifra
son Instituciones financieras y seguros con un 24,53% y Servicios de
intermediación financiera con 20,41%, en otras palabras, la banca. Muy atrás
está Comunicaciones con 6,53%, Electricidad y agua con 4,66%, Serv.
comunitarios, soc. y personales y produc. de serv. priv. no lucrativos con
3,88%, Comercio y servicios de reparación con 3,54%, Produc. servicios del
Gobierno General con 2,96% y Servicios inmobiliarios, empresariales y de alquiler
con 2,60%. La Construcción se redujo en -3,47% mientras en la Actividad
petrolera y la Manufactura sus aportes fueron de 0,98% y 0,11% respectivamente.
Un país no puede salir adelante
apoyándose en el sector terciario de la economía (banca, comercio y servicios),
menos si lo que oferta para el consumo nacional tiene como fuentes las
importaciones indiscriminadas. Por otro lado, la banca (con sus dos rubros
mencionados al principio), en valor absoluto a precios constantes de 1997,
aportó al “crecimiento” casi lo mismo que la actividad petrolera o la
manufactura, 6.363 millones de bolívares versus 5.058 millones de bolívares y
6.424 millones de bolívares respectivamente. El aporte de la banca no es otra
cosa que el traslado de la renta petrolera a sus cuentas así como del
endeudamiento externo a que recurre el gobierno para paliar el déficit fiscal. Caicedo,
J. y Muñoz, N. (2013)[5],
expresan de manera cruda esta realidad cuando grafican tal traslado en función
del crecimiento explosivo de la liquidez monetaria versus la disponibilidad de
las reservas internacionales (que no incluyen el oro monetario en el BCV).
Los efectos de la bancarrota mundial
del capital a lo interno del país se reflejaron no sólo en la merma abrupta de
los ingresos petroleros a partir de finales de 2008, también se observa en la
caída casi que abrupta de las reservas internacionales de 42.300 millones de
dólares para ese año a 22.670 millones de dólares para septiembre de 2013, pero
en contrapartida esa masa monetaria fue convertida a bolívares para que la
banca tuviese su impresionante crecimiento en forma de captación de liquidez
monetaria. Aparte queda el tema de la fuga de divisas donde un maltrecho
control de cambios fue violentado por el propio gobierno con alternativas para
los grandes capitales de captarlo para provecho propio y que el propio Maduro
estimó en 250.000 millones de dólares hasta el 2012. Una aceptación que
pretende librarlo de culpa siendo integrante del gobierno de Chavez desde el
principio sin que a la fecha estén tras las rejas ni uno solo de los ladrones
del erario público. Y es que resulta imposible para Maduro ir tras uno de los
sectores económicos que le da sostén a su gobierno (de la misma forma como
cuando Chavez) como lo es la banca, responsable directo de tan gigantesca fuga
de divisas.
La banca resulta el cómplice ideal en
dilapidar el tesoro de la nación, cuando para ejecutar el gobierno los pagos
del gasto corriente aquella acepta comprar todas las letras del tesoro y bonos
de la deuda pública nacional que éste emita, mermando las reservas
internacionales y transfiriéndola como aumento de la liquidez en el mercado
financiero. También cuando sirvió de intermediario del BCV para que 20.000
millones de dólares “subastados” a través del SITME se fugaran impunemente,
denuncia también surgida desde el propio gobierno cuando la devaluación de
febrero de 2013. Sin poner un céntimo de su capital la banca paga y se queda
con el vuelto, de allí sus cada vez mayores utilidades netas año tras año, un
comportamiento clásico de lo que es la acumulación del capital aunque
exacerbado en el modelo capitalista venezolano. Pero detrás de esto está
también implícita su capacidad de asumirse los dueños del Estado si la
tendencia a la quiebra, al ritmo que vamos, se acelera. La banca no dejará de
exigir que le honren con activos de la nación toda la deuda pública en su poder
que no le puedan cancelar.
Cuando se contrastan las cifras del
PIB desde 2008 hasta la fecha, siempre en períodos equivalentes enero septiembre, y se contraponen las de la banca
con la actividad petrolera y la manufactura, se observa este exabrupto de
ofertar desde el gobierno una “contraofensiva económica” de la mano de los
dueños del capital y sin ir al fondo del asunto para el país, que no es otro
que el desarrollo sustentable de sus sectores primario (materias primas,
agricultura, ganadería) y secundario (transformación en bienes y productos de
primera necesidad). La burguesía tiene así de “nacional” lo que el capital mundial
le deje como sobras.
En el cuadro
anexo es pasmoso ver que mientras dos de los sectores más importantes para el
país se estancan, el peso de la banca en el PIB se expande. Para el gobierno de
Maduro no hay interés alguno en cambiar esta cruda realidad. Hablar de
contraofensiva económica implicaría definir qué carácter de clase defiende y para
Maduro lo es con la única clase social en la que confía, la misma burguesía
parasitaria representada en las grandes empresas y en la banca a la que, de la
boca para afuera, pretende defenestrar.
Aumento
de 10% al salario mínimo a partir de enero
Maduro responde con dádivas a este
patético cuadro que ha conducido a la extraordinaria pérdida del poder
adquisitivo en los asalariados. Ha anunciado el aumento en 10% del salario
mínimo, 300 bolívares de incremento al mes, 10 bolívares más por día, que en lo
absoluto repone su muy disminuido poder de compra si un kilo de cebolla está en
100 bolívares o el del pimentón está en 65, o un desayuno de una empanada y un
jugo está en 20 cuando barato. Maduro pretende que los trabajadores repongan la
fuerza de trabajo para la siguiente jornada con 10 bolívares más por ese día.
El salario mínimo adquiere así toda su
relevancia en función del capital porque desde mayo de 2013 ni alcanza para
cubrir la escuálida cesta alimentaria normativa (CAN) del INE de 50 bastante
escasos productos. La CAN surgió a partir de febrero de 2008 como un paliativo
a una exigencia constitucional plasmada en la constitución de 1999. Resultó ser
un paliativo porque no había interés alguno por parte del gobierno de Chavez en
reconocer como derecho de los asalariados la máxima que reza en el segundo
parágrafo del artículo 91, “El Estado
garantizará a los trabajadores y trabajadoras del sector público y del sector
privado un salario mínimo vital que será ajustado cada año, tomando como una de las referencias el
costo de la canasta básica. La ley establecerá la forma y el procedimiento”.
Canasta básica es el conjunto de obligaciones y necesidades a los que estaría
sujeto un asalariado, no sólo adquirir los alimentos para sobrellevar la
jornada de trabajo. Con la CAN el INE hace una suplantación de una norma
constitucional, “la forma y el
procedimiento”; además de un retraso de 7 años, significa estimar por menos
para decretar anualmente lo que con el salario mínimo es fijado como precio a
la fuerza de trabajo.
Nuestro gráfico, actualizado a
diciembre 2013, sobre la variación del salario mínimo normalizado (a mayo 1999
y ajustado a favor por incrementos por decreto y en contra con los valores de
inflación mensual), también refleja la tendencia exponencial tanto del salario
mínimo por decreto como el valor de la CAN del INE. Se observa cómo el valor de
la CAN se separa del valor del salario mínimo, aún y con la disminución,
ficticia, para diciembre. El aumento de 300 bolívares por decreto para enero de
este año en el mínimo pretende ajustar la brecha con la CAN a diciembre de
2013, todo por un acto de magia como vimos con las cifras de inflación a ese
mes, sacadas de la manga tanto por el BCV como por el INE. El salario mínimo
normalizado da cuenta que ni con los tres aumentos decretados en el 2013 se
logra superar la banda de 120 bolívares de mayo 1999. La dádiva es suficiente
porque, según Maduro, el ingreso bruto aumentará cuando el SENIAT proponga el
nuevo valor de la Unidad Tributaria para el 2014, todavía en 107 bolívares, lo
que haría aumentar el monto a recibir por concepto de bono de alimentación.
Toda una maniobra propagandística para ocultar la devaluación que ya está
acordada.
Las monsergas de la propaganda
oficialista dirán que con 3.270,30 de salario mínimo a partir de enero y un
bono de alimentación estimable en 1.540 (0,5 de UT a 140 bolívares, ± 30% de
incremento respecto a 2013, en 22 días hábiles de trabajo) para un total de
4.810,30 al mes, además que por lo menos dos personas por familia aportan al
ingreso familiar, según los magos del INE, para un gran total de menos de
10.000 bolívares al mes, serán más que suficientes para sobrellevar el
eufemismo que como Convenio Cambiario No. 24 ahora tiene la devaluación como
consecuencia de vender PDVSA sus dólares (el 97% de los que ingresan al país)
al BCV a razón de la tasa SICAD de 11,30 bolívares por dólar menos 0,25%
(11,27175 bolívares).
El gobierno de Maduro dirá que con los
dólares de PDVSA el SICAD será el mecanismo esencial de las importaciones
distintas a alimentos y medicinas y que éstas CADIVI las aprobará a razón de
6,30 y así continuar “garantizando” la “soberanía alimentaria” con los 16
monopolios extranjeros y nacionales que se chulearon más de 300 millones de
dólares cada una en 9 años. Será un refrito de lo que ya dijo Arreaza en
octubre de 2013[6].
PDVSA dirá que ahora puede, con más
bolívares, atacar los retrasados planes de desarrollo de la Faja del Orinoco que
terminen de incrementar su alicaída producción petrolera y ahora sí aprobar la
vencida pero “justa” convención colectiva petrolera para sus trabajadores; en
realidad le transferirá a estos la devaluación del mismo modo como se hizo en
2010 cuando se apresuran a aprobar la de ese momento, vencida un año, antes que
Chavez formalizara el convenio cambiario de 2,15 para alimentos y medicinas y
el de 4,30 para todas las demás importaciones.
La historia se repite, ahora como
farsa, ante la tragedia de una nueva devaluación que pecha el bolsillo de los
trabajadores para que los costos de la crisis la paguen ellos y no los
causantes, los capitalistas, luego de habérseles esquilmado 56 céntimos de cada
bolívar conseguido en el año bajo las más aberrantes condiciones de explotación
sustentadas por este gobierno en su irrestricta defensa del capital, y que para
poder reponer la fuerza de trabajo con los alimentos dispongan de apenas 20
céntimos de cada bolívar de hace un año luego de una inflación anual de casi 80%
en ese rubro.
La magnanimidad de Maduro respecto a
los asalariados habrá que esperarla a mayo de 2014, total, deberán estos ahorrar
ante la continuada y manifiesta ausencia de bienes y artículos de primera
necesidad luego de la marabunta que han dejado peladas las tiendas luego de los
precios “justos” de noviembre y diciembre de 2013, una falacia que esconde la
incapacidad de los comercios para reponer las mercancías a ser adquiridas bajo
una constricción de las divisas sólo otorgables ahora a los grandes monopolios
importadores. Como los trabajadores habrán ahorrado a la fuerza, si no lo
gastaron en alimentos a precios nada “justos”, el salario mínimo de mayo 2014
será el peor de los “justos” que los capitalistas quieran dar.
Perspectivas
para los trabajadores y el pueblo
La devaluación de febrero de 2013 fue
un duro hueso de roer para las bases sociales que sustentan el chavismo. A la
chita callando el rechazo manifiesto a la devaluación se expresó en las urnas
electorales de abril de ese año. Maduro, y también los militares en función
gobierno tras bambalinas, lo saben, de allí que la devaluación la pretendan
enmascarar con una parcial que no afectaría alimentos ni medicinas, pero que en
la potente economía de puertos que nos gastamos representará una depreciación
de la moneda venezolana, y del salario de los trabajadores, de 78,92%, 32,04
puntos más que la de febrero de 2013.
Ni somos bestias de carga obligadas a
caminar a fuerza de palos ni esclavos de un amo que dictamine lo que nos
conviene. Mucho menos si nos lo venden en aras de un inexistente socialismo
para que una minoría social saque el provecho. La respuesta social debe ser la
de organizarse desde ya para ponerle un parao a la debacle a que nos llevan los
capitalistas y sus acólitos en el gobierno, y expresarla en las calles en
manifestación de repudio bajo la forma de un paro general de trabajadores de
todo el país y levantar un plan de luchas que tenga como exigencias:
POR UN SALARIO MÍNIMO IGUAL A LA CESTA BÁSICA
FAMILIAR DE 5 PERSONAS
POR UN AUMENTO GENERAL DE SUELDOS Y SALARIOS YA DE
60%
POR LA APLICACIÓN INMEDIATA Y MENSUALMENTE DE LA
ESCALA MÓVIL DE SALARIOS
POR LA REAPERTURA DE TODAS LAS CONTRATACIONES
COLECTIVAS ACTIVAS PARA REVALUAR SUS CLÁSULAS ECONÓMICAS
POR LA DISCUSIÓN Y APROBACIÓN INMEDIATA DE TODAS
LAS CONTRATACIONES COLECTIVAS VENCIDAS O POR VENCERSE EN LOS PRÓXIMOS 3 MESES. ¡QUE
LAS BASES SE PRONUNCIEN!
QUE LA CRISIS LA PAGUEN LOS CAPITALISTAS, NO LOS
TRABAJADORES
NACIONALIZACIÓN SIN PAGO DE LA BANCA Y DE LAS
GRANDES EMPRESAS BAJO CONTROL DE SUS TRABAJADORES
POR LA ESTATIZACIÓN DEL COMERCIO EXTERIOR BAJO
CONTROL DE LOS TRABAJADORES Y EL PUEBLO
POR LA INDEPENDENCIA POLÍTICA DE LA CLASE OBRERA,
POR UN FRENTE DE IZQUIERDA Y LOS TRABAJADORES QUE LA LLEVE A CABO, POR EL
GOBIERNO DE LOS TRABAJADORES
Roberto Yépez