Venezuela ante una crisis capitalista terminal, los
trabajadores debemos responder
Plataforma Revolucionaria de Lucha Aragua
Septiembre 2019
Con la llegada de Chávez a la presidencia en 1999 se dio
inicio a la llamada revolución bolivariana, un gobierno nacionalista en el
marco burgués que tenía como objetivo principal construir un sistema
capitalista productivo distinto al orden parasitario que tras 20 años de
período histórico, y bajo la peor de las crisis que el Estado venezolano haya
vivido en más de un siglo, aún persiste.
En su devenir se planteó desde un capitalismo con rostro humano hasta el
socialismo del siglo XXI, hoy muy lejos de esa realidad, pues Venezuela transita
por una crisis histórica integral.
La bonanza petrolera le permitió a Chávez salvar capitales,
tanto nacionales como extranjeros, con el sostenimiento y nacionalización de
una cantidad de empresas de producción y servicios, entre ellas la
electricidad, petróleo, refinación, petroquímica, gas, minería, siderurgia,
aluminio, agua potable, fábricas de cemento, tubería, buena parte de la
telefonía, medios de comunicación como prensa, radio, tv, muchas de ellas
canceladas con generosas indemnizaciones, otras con deudas pendientes y ahora
demandadas por parte del capital extranjero. Hoy se intenta reversarlas hacia
la privatización, de forma oculta fundamentalmente, con la participación
parcial o total de empresas chinas, rusas, pero también con testaferros de
connacionales privados, así como personajes del mismo gobierno.
Por otra parte, las nacionalizaciones tuvieron como su
característica principal, tan solo un cambio de dueño, no generó beneficios
para el país y sí una fuente de funcionarios alcahuetes, burócratas, corruptos,
fomentadores de viejos y nuevos sectores empresariales, y como marca de fábrica
ahora, una casta militar enriquecida y con poder.
Toda la estructura de la economía capitalista de Venezuela
se vino abajo, a partir de la crisis mundial iniciada en el 2007-2008. Precisamos,
respecto a la economía, esta nada tiene que ver con el término socialista, pues
sólo es un andamiaje retórico, declamatorio, grandilocuente y nada más. Luego
de 20 años de “revolución bolivariana”, el país transita por las siguientes
condiciones:
2) Los salarios pulverizados, por lo tanto, sus prestaciones
sociales: vacaciones, utilidades y antigüedad. El poder adquisitivo no permite
adquirir la canasta alimentaria.
3) Las condiciones de trabajo son precarias, fundamentalmente
en el sector público. Los trabajadores no cuentan con seguridad laboral mínima
que garantice su salud o su vida, a eso el gobierno le llama popularmente
“resistencia”.
El gobierno para calmar el descontento, deposita “regalos”
en dinero llamados bonos, además vende bolsas de comida de forma aleatoria, es
irregular su entrega, sus destinatarios, cantidades, lapsos, tipos de
alimentos, sobre todo carbohidratos, muchas veces importados o nacionales
fabricados por compañías de los adversarios políticos al gobierno.
Por otra parte, los trabajadores están sometidos a un
comercio de rapiña, especulativo, se vive por la subsistencia, ante los
disparates del gobierno, lo hoy imposible será inevitable, un desbordamiento
social, el imperialismo lo sabe y trata de adelantarse. La situación de
Venezuela amerita toda una entente, reuniones del consejo de seguridad de la
ONU, de la OEA, del grupo de Lima, con sanciones económicas y movilización de
equipos militares y tropas desde los países vecinos. Son demasiados los
recursos naturales en condición de despilfarro a los cuales el imperialismo
necesita sacar el máximo provecho, en particular el petróleo.
Ahora bien, para entender la crisis venezolana es necesario
mencionar lo tardío que fue el desarrollo industrial, la forma como se hizo, y
por ello una economía artificial producto de casi 100 años de vivir de la renta
del petróleo, con una burguesía parásita improductiva enriquecida por subsidios
en dólares suministrados por el Estado, en todos sus gobiernos, donde el
período de Chávez llegó al cenit, se demolió la débil estructura industrial al
suministrar los dólares ingresados por la venta de petróleo a las empresas
privadas de todo tipo que se convirtieron en importadoras favorecidas por CADIVI
y luego de CENCOEX (organismos administradores de las divisas). El control de
cambio, lejos de salvaguardar las reservas internacionales y planificar con
ellas una economía productiva, fue la mejor garantía para su fuga indiscriminada
por los dueños del capital.
Los trabajadores venezolanos debemos comprender que, en una
economía mundial interdependiente, ningún país de la periferia puede
desarrollarse contra los acuerdos o limitaciones que imponen los países que
dominan al mundo a través del capital financiero, a menos que para su inicio,
se rompan las relaciones de producción capitalista locales, de lo contrario, a
pesar de las mejores intenciones, como nos está sucediendo en Venezuela, es
“socializar” la pobreza, la carestía, la miseria. Nuestra tarea fundamental es
representar la auténtica soberanía, y solo a través de un Gobierno de los
Trabajadores es como podemos imponer nuestros intereses porque son los mismos
de Venezuela, y para la sobrevivencia de tal gobierno la unión de los
trabajadores de todo el continente, es fundamental.
Las ilusiones y la izquierda
En la Plataforma Revolucionaria de Lucha Aragua,
consideramos que el antiimperialismo real y consecuente sólo lo representa la
clase trabajadora, sin embargo hoy, el gobierno producto de un profundo intento
nacionalista fracasado, apoyado no sin restricciones, por Rusia y China,
respaldado por Cuba y otros países, resiste en medio de una crisis atroz a las
intenciones de EEUU y de la UE, la reacción en toda la línea. Nos situamos en
contra de la agresión imperialista, con nuestros métodos, organización y
herramientas en esta lucha[1], lucha que no es
nacional, por la cual recurrimos a la solidaridad, apoyo y participación como
el conjunto de la clase trabajadora de América Latina en contra de la
pretensión de Trump y sus aliados. Con la derrota en esta lucha encarnizada de
Trump contra Venezuela, podemos avanzar en las luchas de los trabajadores por
la revolución mundial.
Por otro lado, la política, que aún le llaman obrerista
muchos seguidores del presidente Nicolás Maduro, terminaron condenando a los
trabajadores al salario más bajo de toda América, siendo éste de tan sólo 2
dólares mensuales para estas fechas y sin perspectivas que se eleve, al menos
no en el sector público que contrata hoy a la mayor cantidad de trabajadores.
Debido a la hiperinflación, aupada esta última por el proceso de reconversión
monetaria (20 de agosto 2018), el cual logró un verdadero saqueo por parte del
Estado a las prestaciones sociales, vacaciones, aguinaldos, bonos de
alimentación y como guinda del pastel, días después se emitió por parte del
Ministerio del Trabajo (MPPPST) un notorio memorando # 2792 que significa un retroceso histórico de las convenciones
colectivas públicas y privadas de todos los trabajadores a nivel nacional,
prácticamente su eliminación junto a darle rienda suelta a los despidos por
parte de la industria privada.
Perspectivas
Hay que dejar en claro a todo el movimiento laboral y a la
juventud que se nos imponen nuevas tareas para enfrentar al capital, el cual no
sale de su marasmo. Por el contrario, se hunde más y enfrenta un nuevo ciclo
recesivo 2019-2020 en los centros capitalistas más importantes del mundo. En
EEUU, en Alemania, el sistema bancario ya afectado por la crisis se hunde en el
caos de la deuda pública y privada.
El programa tanto del gobierno como de la oposición, avizora
una gran cantidad de planes y medidas contra el trabajo, en todo el espectro de
salud, educación, seguridad social y ecológica de desastres.
Ante el derrumbe del capitalismo, el Gobierno de los
Trabajadores es la alternativa de poder.
[1]Estamos por la
nacionalización de la banca y del comercio exterior, control obrero sobre todas
las empresas estratégicas, no pago de la deuda externa, salario mínimo vital
igual al monto de la canasta básica y escala móvil de salarios, todo esto
publicado y precisado en otras declaraciones