Opción Obrera es la sección venezolana de la CRCI (Coordinadora por la Refundación de la IV Internacional)

Propulsamos el desarrollo de una política proletaria al seno de los trabajadores tras su independencia de clase y una organización de lucha para su liberación de la explotación e instaurar El Gobierno de los Trabajadores, primer paso hacia el socialismo.

Ante la bancarrota capitalista mundial nuestra propuesta es que:


¡¡LOS CAPITALISTAS DEBEN PAGAR LA CRISIS!
¡LOS TRABAJADORES DEBEN TOMAR EL PODER!



Comunícate con nosotros por los siguientes buzones de correo:

info@opcionobrera.org
opcionobrera@yahoo.com
opcionobrera@hotmail.com





viernes, 18 de febrero de 2011

Túnez y la Revolución Árabe

Prensa Opción Obrera 18 - Febrero 2011

Internacionales
Túnez y la Revolución Árabe
Resumen de un articulo de Oswaldo Coggiola* brevemente comentado por Roberto Yépez

En Túnez asistimos, con la “Revolución de los Jazmines”, después de 40 días de movilización popular con más de cien muertos, no sólo a la caída de una dictadura familiar, sino a la descomposición de un régimen político, y potencialmente, de un régimen social; y al inicio de un proceso revolucionario de vasto alcance en el Maghreb y en todo el Medio Oriente.

La caída de Ben Ali y su familia fue producto directo de un golpe palaciego, condicionado por la revuelta popular, cuando el jefe del ejército no sólo se negó a reprimir al pueblo en la calle, sino que también le indicó la salida al ex presidente, que había sido recientemente rereelecto con votación récord, en "el país que gozaba del más alto nivel de vida de la región, y había además aniquilado a los islamitas", según el comentario sorprendido de la prensa burguesa.

El nuevo auto-designado gobierno, pese a declarar su carácter transitorio (prometió convocar a elecciones en seis meses) no desactivó, sino que fortaleció la movilización popular, que pasó a reclamar la completa extinción del régimen y la disolución del "partido" gobernante (el RCD, una verdadera mafia), y continuó más que nunca en la calle, ahora apoyada en la huelga general por tiempo indefinido de diversos sectores (en especial, de maestros y profesores). "Ni un Estado policial, ni un Estado militar" era la consigna más entonada. Los vecinos se pusieron a defender sus barrios por cuenta propia, contra los matones y la guardia pretoriana del régimen mafioso depuesto. La clase trabajadora en Túnez ha comenzado a armarse por sí misma, con lo poco que tiene, para proteger sus barrios y establecer comités de autodefensa, creando embriones de núcleos de poder de los trabajadores.

El gobierno del Partido Socialista Destourien (renombrado como Rassemblement Constitutionnel Démocratique, RCD, en 1988), durante la década de 1970 abrió la economía a la inversión extranjera en todos los sectores, y permitió el desarrollo del sector privado capitalista. Los que se beneficiaron en primera instancia de las privatizaciones fueron los familiares y amigos del propio presidente depuesto. Los monopolios extranjeros se asociaron alegremente a esa economía criminal, explotándola hasta el fin para obtener monstruosos superbeneficios. La expropiación los espera, no sólo a los criminales tunecinos, sino también a sus padrinos internacionales. Deberían ser puestos frente a un tribunal penal independiente y pagar por sus crímenes contra el pueblo árabe y tunecino.

Pero la Unión Europea no se queda atrás. Debido a los bajos salarios y a la flexibilidad laboral del Maghreb, la UE desplazó crecientemente, en las últimas décadas, su producción industrial hacia Túnez y Marruecos. El apoyo de la UE a los clanes dictadores del noroeste africano nada tiene de "ceguera política", es, al contrario, una exigencia de la burguesía europea en su conjunto, incluida la alemana. Tanto era considerada Túnez como la tasita de plata de los capitalistas europeos que hasta la consideraban el 28ª miembro de la UE. Y no es para menos, en 2001 la Unión Europea firmó acuerdos con Túnez para controlar la "emigración clandestina", que se concretarían en el Grupo 5+5 en 2002 (Portugal, España, Francia, Italia, Malta y Mauritania, Marruecos, Argelia, Túnez y Libia).

Aun así, con sus diez millones y medio de habitantes, una economía "moderna y liberal", elogiada y respaldada por el FMI y el Banco Mundial, en que los servicios ocupan 54% del PIB (el turismo emplea a más de 400 mil personas), un sector médico avanzado (no para el pueblo, sino en cirugía estética prolongadora de la ilusión capitalista de la "juventud eterna" a las clientelas francesa e italiana), y un estatuto de libertad para las mujeres "avanzado" con relación a los otros "países islámicos" (las mujeres no usan, si no lo desean, velo, tchador o burka), Túnez era considerada la "perla (imperialista) del Mediterráneo", como otrora Cuba era la "perla" (burdel) imperialista del Caribe. En tiempos recientes, sin embargo, Túnez ostentaba un crecimiento anual del 5%, el más alto de la región. Pero la crisis derribó el castillo de naipes, acentuando los bajos salarios y los índices de desocupación, oficialmente situados entre el 20% y el 30%, en poblaciones en que el 75% son jóvenes de menos de 30 años (el desempleo entre los jóvenes llega al 60%, estiman los analistas).

Los Efectos de la Bancarrota del Capital Mundial

La chispa inicial de la revolución tunecina tuvo sus raíces en la crisis capitalista mundial, que volvió a provocar, como en el 2008, una fuerte especulación sobre las materias primas, en especial sobre los granos. En India los precios de los alimentos de primera necesidad aumentaron el 18%, en China en 12%. 29 países se encuentran, oficialmente (FAO), en situación de emergencia alimentaria.

En los países del Maghreb los aumentos de precios alcanzaron el 30% promedio en los ingredientes principales, pan (trigo), aceite, azúcar y sémola; el costo de la harina y del aceite dobló en los últimos meses, hasta alcanzar precios récord, mientras que el kilogramo de azúcar, que hace pocos meses apenas costaba 70 dinares, unos 0,7 euros, ha llegado hasta los 150 dinares, 1,5 euros. Las devaluaciones sucesivas practicadas por los gobiernos, para equilibrar presupuestos arrasados por las concesiones realizadas al gran capital (nacional y extranjero) colaboraron para la catástrofe del Maghreb.

Una Crisis Revolucionaria

Con la caída de Ben Ali, se formó un gobierno substituto, encabezado por Mohamed Ghannouchi (primer ministro de Ben Ali desde 1999 Ghannouchi, repudiado en las calles, fue forzado a dimitir por el Consejo Constitucional tras ejercer 16 horas el cargo. Le relevó el jefe del Parlamento, Fuad Mebaza, obligado por ley a convocar elecciones en 60 días.

El nuevo "gobierno de unidad", encargado por Fuad Mebaza, conservó los titulares de cuatro importantes ministerios del antiguo Ejecutivo: Defensa, Finanzas, Asuntos Exteriores e Interior, este último nombrado una semana antes de caer por Ben Ali. 12 de los 20 nuevos ministros son miembros del partido del depuesto presidente.

La oposición burguesa, "comunista" e islámica, no obstante, reclama del gobierno continuista "un acuerdo con la oposición real" y la organización de un proceso politico democrático. La izquierda y el nacionalismo "radical" reivindica, al máximo, la expropiación de los bienes de Ben Ali y su familia (lo principal de éstos ya estaba depositado en bancos extranjeros) o, como en el caso del PC tunecino, una asamblea constituyente convocada por el "gobierno de unidad nacional", en vez de la completa destrucción del antiguo régimen y el establecimiento del control obrero y popular de toda la producción (principalmente de los monopolios extranjeros), el control de cambios y la nacionalización del sistema financiero, como medidas elementales de salvaguardia de la economia nacional y popular.

La Revolución Árabe

Pero es la explosión de Egipto el inevitable paso siguiente de la revolución árabe, con consecuencias para todo Oriente Medio y la política mundial. El dictador de 82 años que con el beneplácito del imperialismo gobierna Egipto desde hace 30 años bajo una Ley de Emergencia, ha sido puesto en el punto de mira desde que su homólogo tunecino embarcó en un avión; el imperialismo ya se ha puesto a preparar su recambio. En el último año en Egipto la inflación de los productos básicos disparó los precios de la carne y aves de corral que han aumentado un 28,7%; los de los productos lácteos, un 8,1%; los de la fruta y hortalizas, un 16,2%, y los del azúcar, un 16,3%.

Pero ahora la movilización egipcia es directamente política, contra el régimen dictatorial, represivo y corrupto. "Escuchen a los tunecinos, ahora les toca a los egipcios", corean los manifestantes. El camino de Túnez, sin embargo, brilla en contraste con "el ejercicio de la democracia" en Irak por parte de los imperialistas. Las masas egipcias han comenzado a ganar las calles. Los movimientos opositores como Kifaya, Jóvenes del 6 de Abril o Todos Somos Khaled Said (un joven torturado hasta la muerte por la policía en 2009) están tratando de organizar una revuelta popular que ya se está manifestando en sus calles que acabe con el gobierno de Mubarak, mientras la represión y detención masiva por parte de los cuerpos de seguridad burgueses se hace con total impunidad.

Saqueadores imperialistas (en Irak y el Líbano) de la gran civilización árabe, y sus lacayos; reyes, jeques, emires (de los países del Golfo); dictadores (de Egipto, Siria, Argelia, Sudán y Libia) y burócratas (de Palestina) están con las barbas en remojo. En Israel, el vice-primer ministro (Shalom) declaró que los acontecimientos tunecinos constituyen una amenaza para el Estado sionista...

La revolución en Túnez es una respuesta de masas a los efectos de la bancarrota capitalista internacional, en un continente donde el crecimiento en las cifras económicas se traduce en una mayor explotación del territorio por parte de las potencias imperialistas y en un agravamiento de las condiciones de vida de las masas. La crisis social, política y humanitaria que atraviesa Africa es la consecuencia de siglos de explotación y saqueo brutal por parte de las potencias imperialistas que han utilizado el continente africano según sus propios gustos y necesidades, como en pocos lugares. Esta tendencia histórica no puede más que agravarse en el marco de la crisis capitalista, que pone al rojo vivo las viejas y nuevas contradicciones. El comienzo de un proceso de respuesta obrera y popular a la crisis que ya derribó a una dictadura de un cuarto de siglo marca una perspectiva para salir del abismo.

Como afirma el DIP (Iniciativa por un Partido Revolucionario de los Trabajadores) de la sección turca de la CRCI[1]: "La revolución tunecina es, por lejos, la consecuencia más importante de la lucha de clases en la gran depresión que sacude el mundo desde 2008. La causa inmediata del largo mes de lucha que desembocó en la revolución fue el aumento del desempleo a un nivel insoportable, como resultado del golpe propinado al turismo por la crisis económica que se ha extendido por el mundo y sacudido a Europa, el rico vecino de Túnez y la fuente principal de ingresos de la economía tunecina. Además, las duras medidas impuestas por la UE para evitar la inmigración de trabajadores en el contexto de la crisis, han destruido la esperanza de la juventud del norte de Africa en una salvación individual. En este sentido, la revolución tunecina ha sido marcada por la misma dinámica que llevó a la rebelión en Grecia en 2008 y la formidable lucha de clases en este país en 2010, la lucha de Tekel en Turquía en 2010, las huelgas generales y las rebeliones estudiantiles que tuvieron lugar en Francia, España, Italia, Portugal, Irlanda y Gran Bretaña durante todo 2010. Haciéndose eco de las contradicciones acumuladas y de las tradiciones de la lucha de clases de los países europeos de la costa del Mediterráneo, ahora se levantan los pobres, los desocupados y la clase obrera del norte de Africa. El Mediterráneo se está transformando en una cuenca de la revolución"[2].

Vernos Como Latinoamericanos en ese Espejo Africano

En el último mes del año pasado dos países contrapuestos en sus políticas gubernamentales, Bolivia y Chile, intentaron aplicarle a las masas en forma parecida los costos de la bancarrota capitalista mundial. Venezuela estuvo a punto de seguir la misma senda con los anuncios de aumento del IVA y las tarifas eléctricas por parte del propio Chavez. Luego de una movilización masiva en rechazo a los aumentos de la gasolina en Bolivia, y del gas en el sur de Chile, que lograron evitar su aplicación y pusieron en la picota la propia estabilidad política de esos países, Chavez tuvo que poner también las barbas en remojo, como lo están haciendo los otros países del norte de África, y desistió de su aplicación a cambio de una devaluación parcial del bolívar fuerte con que se compran en el exterior alimentos, medicinas y otros bienes importados. La aplicación parcial del paquete incidirá en los precios de la cesta básica y por tanto en un incremento de la inflación y el alto costo de la vida mientras el empleo se torna cada vez más escaso y el salario es insuficiente. Es tiempo de considerar la experiencia tunecina y hacer la verdadera revolución política que ponga en manos de los trabajadores y el pueblo que nada tiene un verdadero gobierno obrero y campesino, único paso real para la construcción del socialismo.

*Túnez y la Revolución Árabe - Osvaldo Coggiola - http://www.kaosenlared.net/noticia/tunez-y-la-revolucion-arabe
[1]CRCI: Coordinadora por la Refundación de la Cuarta Internacional - http://crciweb.org/es

No hay comentarios:

Publicar un comentario