Opción Obrera es la sección venezolana de la CRCI (Coordinadora por la Refundación de la IV Internacional)

Propulsamos el desarrollo de una política proletaria al seno de los trabajadores tras su independencia de clase y una organización de lucha para su liberación de la explotación e instaurar El Gobierno de los Trabajadores, primer paso hacia el socialismo.

Ante la bancarrota capitalista mundial nuestra propuesta es que:


¡¡LOS CAPITALISTAS DEBEN PAGAR LA CRISIS!
¡LOS TRABAJADORES DEBEN TOMAR EL PODER!



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viernes, 25 de septiembre de 2015

Francisco, en arenas movedizas


Francisco, en arenas movedizas

La visita del Papa a Cuba y Estados Unidos es una tentativa por dar un nuevo envión al proceso de deshielo, que, sigue transitando por arenas movedizas. La gira papal cuenta con el beneplácito y el aval favorable de los gobiernos de ambos países, que  por distintas razones, apuntan a su propio frente interno.

Transcurrido más de un año desde el anuncio del acercamiento diplomático entre Estados Unidos y Cuba, el bloqueo norteamericano sigue en pie. La reapertura de las embajadas, dos meses atrás, así como otros pasos en la aproximación entre ambas naciones no pueden omitir esta circunstancia.

Francisco, en su estadía, no condenó el embargo. "El bloqueo –afirmó– es parte de una negociación, ya que ambos presidentes están hablando de eso" y dijo que su deseo era "que se alcance un acuerdo que satisfaga a las partes" (Clarín, 23/9).

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Mientras el embargo persiste, las medidas de acercamiento diplomático se limitan a las prerrogativas ejecutivas de Obama.

Washington acaba de anunciar una serie de disposiciones que están diseñadas "para apoyar al sector privado cubano emergente", según palabras de la secretaria de Comercio de Estados Unidos.

Bajo las nuevas reglas, los estadounidenses podrán establecer y mantener presencia física en Cuba, como una oficina o un almacén, en sectores como el periodístico, agrícola y de la construcción, correo y envíos postales, telecomunicaciones y empresas de viajes, entre otros. Además, los negocios que se instalen en la isla podrán contratar a ciudadanos cubanos y mantener cuentas bancarias allí. En el sector de las telecomunicaciones e Internet, los estadounidenses podrán prestar servicios en asociación con entidades cubanas. En cuanto a los viajes, el transporte marítimo entre Estados Unidos y Cuba será autorizado por licencia general, y no caso por caso como antes. Además, se amplían las categorías que permitirán a familiares cercanos viajar a Cuba y quedan eliminados los límites a las remesas en favor de los cubanos residentes en la isla con parientes en el exterior.

Extorsión

Algunos analistas han señalado que, mediante estos avances, la Casa Blanca pretende terminar la resistencia de sus opositores en el Congreso y colocarlos ante un hecho consumado. Pero lo cierto es que las negociaciones proceden en un marco de extorsión: el levantamiento del bloqueo está condicionado a las concesiones que el imperialismo arranque a Cuba. Obama no se priva de usar los obstáculos que enfrenta internamente, para reclamar a las autoridades de la isla una aceleración en la apertura cubana a las finanzas y el comercio norteamericano. De acuerdo con las informaciones conocidas, Obama reclama la libre instalación de bancos norteamericanos en Cuba y, del mismo modo, de inversiones en sectores estratégicos de la economía.

Entre tanto, el acercamiento cubano-norteamericano progresa en las relaciones internacionales y en especial en el convulsivo escenario latinoamericano. El régimen de los Castro ha tenido y sigue teniendo un papel clave en las conversaciones de paz entre las FARC y el gobierno colombiano. Asimismo, La Habana viene interviniendo activamente, con el guiño de la Casa Blanca, para pilotear la crisis en Venezuela, y evitar que la situación se desmadre y encausar una transición del chavismo que es terminal.

El gobierno de Obama aspira a llevar esta colaboración a un plano superior, reincorporando a Cuba a la OEA. La integración cubana a los foros y organismos internacionales dominados por el imperialismo apunta a la cuestión estratégica de un cambio en la naturaleza social del régimen castrista.

Transición

Por lo pronto, la Iglesia trabaja activamente en esa dirección, ayudando a lubricar las tensiones sociales de una transición. Este papel que se reserva la Iglesia cuenta con el aval de la propia dirección cubana. En Cuba, la diferenciación social que se ha desarrollado con el sistema burocrático es el factor histórico fundamental del convite al capital extranjero. La apertura es la salida social ascendente para esta casta privilegiada de funcionarios. Como Estado que ha expropiado al capital, Cuba reivindica un gran sistema de salud y de educación, pero su régimen laboral se asemeja al de los sistemas de mayor explotación social. Se trata de un campo orégano para el capital internacional.

Esto es lo que explica que las relaciones entre el régimen castrista y la jerarquía eclesiástica estén en su punto más elevado. El Papa no recibió en su estadía a los disidentes. Raúl Castro acaba de anunciar la devolución a la Iglesia Católica de los 80 templos expropiados durante la revolución, lo que va de la mano con una generosa libertad para el accionar de la curia con la que no cuentan, en cambio, otras franjas opositoras.

Final abierto

La burocracia cubana aspiraba a emular el "modelo chino". Esa expectativa ha quedado definitivamente pulverizada cuando se asiste al derrumbe del gigante asiático. Las esperanzas de un torrente de capitales a la isla son fantasiosas porque estamos viendo una persistente fuga de capitales de los países emergentes y hay una retracción de las inversiones y negocios, consecuencia de la actual bancarrota capitalista mundial. Las concesiones económicas y sociales que el capital reclama no irán de la mano de las supuestas ventajas que se pregonan al llamar a abrirle paso a la apertura. Cuba enfrenta, por lo tanto, una transición tormentosa.

En el plano inmediato, la extorsión actual a la que Cuba es sometida en el marco de las negociaciones, pone a la orden del día la necesidad de un programa, que permita a los explotados cubanos hacer frente al chantaje capitalista y defender sus intereses: por el levantamiento incondicional del bloqueo, por sindicatos independientes libremente elegidos para defender los derechos de los trabajadores, por la defensa de la salud y la educación gratuitas mediante una gestión directa de los trabajadores. La defensa, asimismo, de una economía que aún es planificada, supone el monopolio del comercio exterior y de los bancos.

Pablo Heller

viernes, 11 de octubre de 2013

Otra masacre: más de 300 muertos en las costas de Lampedusa


El capitalismo es una catástrofe humanitaria
Otra masacre: más de 300 muertos en las costas de Lampedusa


Los ataúdes de las víctimas de un naufragio cerca de Sicilia se ven en un hangar del aeropuerto de Lampedusa
Cuando esta edición de Prensa Obrera esté en la calle, todavía habrá cadáveres flotando cerca de las costas de Lampedusa, esa isla italiana del archipiélago de las Pelagias, la cual geográficamente es africana y está más cerca de Túnez que de la Europa continental. Mientras tanto, centenares de otros cadáveres sin identificación se amontonan en el puerto de un lugar en el cual, según su alcaldesa, “ya no hay sitio donde poner a ni a los muertos ni a los vivos”. Lampedusa es la llamada “puerta de Europa” para la inmigración procedente del Africa subsahariana, para gente llegada desde Eritrea o Somalia -en el Cuerno africano asolado por mafias internacionales de piratas, dictaduras infames, pestes, hambrunas y la extrema miseria, moral y material. Más de 20 mil han muerto en los últimos 25 años en el intento de atravesar esa puerta y más de 50 mil se hacinaron, sólo en 2011, en ese campo de concentración en que se ha convertido Lampedusa.

Cuando estas tragedias ocurren, el Papa, las Naciones Unidas y los gobiernos europeos claman contra las mafias dedicadas al tráfico de personas, las que a cambio de un elevado pago en dólares sobrecargan embarcaciones precarias en el norte de Africa para llevar migrantes hacia las costas de Europa. Son barcos que no tienen registro en puerto alguno, como el que se hundió la semana pasada, cuyo patrón había sido contratado por los traficantes de carne humana en Trípoli y se hizo a la mar desde el puerto de Misrata, también libio.

Es un clamor de una hipocresía aberrante, porque ellos toleran y alientan a esas mafias por su necesidad económica de importar fuerza de trabajo, a la que explotarán en condiciones peor que precarias para empujar a la baja las condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera de Europa -una necesidad reforzada hasta extremos de catástrofe humanitaria en tiempos de crisis.

Las mafias y el trabajo sucio

Gonzalo Fanjul, columnista del diario español El País (4/10), escribió que “nuestros gobiernos han contratado a los Estados del norte de Africa para que hagan el trabajo sucio que sus votantes no admitirían aquí”. Migrantes de todo el subsahara -y aún de más al sur- llegan a Marruecos, Argelia o Libia, donde deambulan por los puertos, hostigados y acosados por el racismo y la violencia policial, hasta que caen en manos de los mercaderes, quienes se quedarán con sus ahorros a cambio de embarcarlos en un viaje tenebroso.

La reaccionaria revista española La ilustración Liberal ha escrito recientemente sobre las razones de esta catástrofe. “Un gran número de países industriales -dice esa publicación- necesita importar mano de obra con el fin de cubrir puestos de trabajo (y) de financiar sus costosos sistemas de protección social”. Añade que el gran problema consiste en “reconciliar la necesidad económica de importar capital humano con las resistencias políticas y sociales” que esa necesidad genera en Europa.

La respuesta es de una sencillez atroz: Lampedusa “reconcilia” esa necesidad y esas resistencias. Por un lado, provee fuerza trabajo, no calificada y también calificada (los diarios publican, por ejemplo, el testimonio de un sobreviviente del último naufragio, un joven eritreo electrotécnico), que contribuirá al derrumbe de las condiciones salariales y laborales europeas y, por otro, alimenta el nacionalismo y la xenofobia, que también constituyen necesidades políticas y económicas de la burguesía imperialista europea (Amanecer Dorado, en Grecia, es una excrecencia extrema de esa tendencia burguesa).

El papa Francisco se declaró “avergonzado” por la masacre de Lampedusa y ha convocado a “rezar en silencio” por los muertos. Pero el silencio es, precisamente, lo que necesitan las mafias de tratantes y los gobiernos imperialistas que se aprovechan de ellas. Se necesita exactamente lo contrario: el ruido ensordecedor de la movilización popular, de las huelgas que recorren Europea, contra estas lacras. Para que la crisis la paguen los capitalistas, no los trabajadores. El capitalismo y su supervivencia ya son una catástrofe humanitaria que resulta indispensable detener.

A. Guerrero
10/10/2013

jueves, 25 de julio de 2013

Un Papa militarizado (la soga y el ahorcado)


Un Papa militarizado (la soga y el ahorcado)

Es bajo una protección bastante poco divina que Francisco inició su visita a la bella Rio de Janeiro. Las crónicas dan cuenta de que la “cidade maravilhosa” recibió al Papa “absolutamente militarizada”. El cuadro es el de un “escenario de guerra”: a los 13.700 efectivos de las Fuerzas Armadas y federales se agregaron otros 14.000 soldados de la policía militar “estadual” (provincial).

Se ve que el mensaje que el obispo de Roma dijo aportar requiere una custodia bastante poco celestial: “Semejante emplazamiento de hombres armados hasta los dientes tiene como objetivo la ‘disuasión’ no tanto de los eventuales terroristas como de los manifestantes que se pueden animar a aparecer en los actos que protagonice el líder católico” (Clarín, 20/7). No se trata de una improvisación: el secretario de Seguridad carioca planteó que las fuerzas de seguridad implementaron una “nueva estrategia” a partir de las multitudinarias protestas recientes en el país vecino. En estas movilizaciones, en particular en Río, la novedad fue que muchachos y chicas de la clase media manifestaron con jóvenes de las favelas, “unidos en la bronca común contra el gobernador por la brutal represión que descargara contra la movilización popular” (ídem). Nada improvisado: un habitante de la mayor favela de Río que visitará Francisco en estos días declaraba a la prensa que el temor por la dictadura de los narcos había sido sustituido, hace tiempo, por la dictadura de la policía que ocupó el territorio (rediseñando los acuerdos entre narcos y uniformados).

Nada de esto es desconocido por Bergoglio. Los hombres del Vaticano que diseñaron el viaje admitieron que el Epsicopado brasilero trazó la “línea”: buscar un “equilibrio” que evite ahondar el abismo abierto entre las masas y el gobierno de Dilma. Este papel de “rescatista” del Papa no es un favor gratuito: los hombres del clero necesitan del poder político para rescatar a una Iglesia que reúne en Brasil a la mayor cantidad nacional de feligreses del mundo, pero que se encuentra en un feroz retroceso. En las tres últimas décadas, el porcentaje de los que se declaran católicos cayó de más de un 90% de la población a menos de un 70. Bergoglio fue a Brasil a “intentar darle nueva vida a la Iglesia”, admitió su biógrafo y amigo connacional Sergio Rubin. Detrás de la fastuosa cobertura mediática se oculta, por lo tanto, el derrumbe que deben pilotear los dos “actores” de este encuentro: el jefe de la Santa Sede y la devaluada sucesora de Lula, temerosa de aparecer en público para no quedar expuesta al repudio. Hay algo en este escenario que recuerda el aforismo sobre la soga que sostiene al ahorcado.

Vaticano

Es que son tiempos de crisis. No había puesto Bergoglio el pie en el vuelo de Alitalia a Brasil cuando un renombrado vaticanista italiano –Sandro Magister– del semanario L’Espresso puso en blanco sobre negro los oscuros antecedentes de monseñor Batista Ricca, un amigo de Bergoglio, nombrado semanas atrás para poner orden en los criminales negocios del IOR, el Banco Vaticano. Resulta que Ricca fue embajador del Vaticano en Uruguay desde 1999, a donde llevó a su pareja, un capitán suizo llamado Haari. “La intimidad entre Ricca y su amante escandalizaba a obispos, sacerdotes y laicos; incluso a las monjas que se ocupaban de la Nunciatura rioplatense”. Para tapar el caso, don Ricca fue transferido a Trinidad Tobago, desde donde más tarde regresó al Vaticano. Mientras tanto, la “curia romana” se encargó de limpiar el prontuario del hombre y ahora se dice que todo fue un “complot” contra Francisco. Ay, mi Dios (si existiera). El colapso vaticano tendrá proporciones gigantescas. Tan grandes como las concentraciones que se anuncian ahora en las playas, por donde anduvo la garota de Ipanema.


Pablo Rieznik

Brasil: lo que está y lo que se viene


Brasil: lo que está y lo que se viene

El paro general del 11 de julio no fue una continuidad de las masivas movilizaciones populares de junio. Muy parcial en la mayoría de las grandes ciudades, casi inexistente fuera de ellas, no consiguió parar –con excepción de Porto Alegre– el sistema de transportes. Los pocos cortes de rutas y avenidas fueron realizados por un número pequeño de personas. Las manifestaciones callejeras fueron muy bajas en relación a las multitudinarias marchas de junio: 8 mil personas, como máximo, en la Av. Paulista (San Pablo). Buena parte de los manifestantes había recibido dinero para participar y hasta un extra si ayudaba a cargar una bandera o cartel. La jornada, sin embargo, había sido convocada por las siete centrales sindicales del país, algunas (CUT, Fuerza Sindical) con enormes recursos financieros. En los pocos lugares en que hubo actividades combativas (Fortaleza, Porto Alegre, San José dos Campos, Belém, Natal), fue notoria la actividad de la CSP-CONLUTAS, a pesar de que sólo representa el 2 por ciento del movimiento sindical.

El PSTU, sin embargo, concluyó que “el 11 de julio fue la continuidad de las manifestaciones de junio” (Opinión Socialista, 17/7), lo que ni el estudiante menos informado se atrevería a decir. Los movimientos responsables de las jornadas de junio, el MPL en primer lugar, ignoraron el paro. La CUT, a su vez, pagó a sus “manifestantes” para que cargaran banderas (industrialmente confeccionadas) de apoyo al gobierno, las que dominaron los actos públicos (en junio, no se vio ninguna siquiera parecida).

La respuesta de Dilma Rousseff a “la voz de las calles” quedó reducida a la nada. La promesa de consagrar el 100 por ciento de los royalties del petróleo de alto mar (menos del 8 por ciento de la renta petrolera, en manos del capital privado internacional) fue mutilada y postergada por el Parlamento. La “reforma política”, anunciada como asamblea constituyente y después reducida a una modificación reaccionaria de un par de mecanismos electorales, fue simplemente enterrada en el Congreso Nacional. Dilma, que no tuvo tiempo para ir a la reunión de la Dirección Nacional del PT, lo tuvo para recibir públicamente a un representante parlamentario del PSOL, quien le manifestó su apoyo. Frente al obvio vendaval de críticas, el PSOL emitió un comunicado distanciándose de su diputado, pero apoyando la (enterrada) reforma política. Los principales partidos de izquierda se han puesto en la ruta de la divergencia o la colisión con el movimiento popular.

Lula salió de su mutismo (desde las páginas del New York Times), para caracterizar las movilizaciones como producto del progreso de la última década: los coches particulares habrían invadido las calles, entorpeciendo el transporte público. Ni una palabra sobre los lucros y los monopolios del transporte privatizado. Llamó también –era necesario– a una “renovación del PT”. La reunión de la dirección de éste, a mediados de julio, fue un episodio de crisis: manifestó su insatisfacción por la ausencia de Dilma y oficializó nueve listas para las elecciones internas del 10 de noviembre, con seis candidatos a presidente del partido. La izquierda del PT, un aparato ajeno al movimiento popular, apostó todas sus fichas en ese proceso.

Toda la porquería acumulada del Estado (régimen) brasileño está ahora apareciendo. Los poco más de 5.500 municipios del país usan nada menos que 510 mil “cargos de confianza” (ñoquis), muchos con salarios mensuales superiores a los 10 mil dólares. Mientras tanto, profesores y médicos municipales padecen salarios de hambre, para no hablar de la infraestructura. La corrupción y la crisis económica se cruzan en el BNDES, el banco estatal cuya cartera de créditos al sector privado aumentó de 25,7 mil millones de reales (12 mil millones de dólares) en 2001 a 168,4 mil millones de reales (84 mil millones de dólares) en 2010, con una tasa decreciente de la inversión privada, actualmente igual a cero. La mayoría de las empresas beneficiadas registra pérdidas o se encuentra en quiebra. La más importante es la EBX de Elke Batista, el “capitalista de Lula”, beneficiaria de 10,5 mil millones de reales de dinero público. La crisis capitalista está iluminando el agujero negro de la corrupción brasileña.

El papa Francisco viene al “más grande país católico del mundo”, en el que la proporción de católicos cayó del 92% en 1970 al 65% en 2010, en beneficio de las mafiosas sectas evangélicas que han gobernado el país en la última década junto al PT. Viene también a contener el movimiento juvenil, desviándolo. También para llamar al gobierno petista a “escuchar la voz de la calle” –abriendo más espacio para la Iglesia católica y reduciendo el de los evangélicos. Los “teólogos de la liberación” (los hermanos Boff, Frei Betto) se sumaron calurosamente a esa operación político-religiosa. El Vaticano le metió la cuenta de los inmensos gastos papales en Brasil al Estado y los evangélicos presionaron al gobierno para que los redujera, en una contienda pública. La izquierda, aquí, mira para otro lado.

Frente al inmovilismo político, el PMDB busca transformarse en el eje del régimen, reafirmando su alianza con el PT y el apoyo a Dilma, al mismo tiempo que bombardea en el parlamento todas sus iniciativas políticas. En las actuales condiciones, es casi un juego de ruleta rusa. Las centrales sindicales han marcado un nuevo paro general para el 30 de agosto. Aislado y sin conexión con cualquier plan de lucha de conjunto, la jornada será un nuevo saludo a la bandera. La juventud en lucha anda por otros caminos. Después de Belo Horizonte, los jóvenes de Porto Alegre –organizados en un “Bloque de Lucha” –, ocuparon la alcaldía, de la que sólo se retiraron mediante un compromiso escrito de pasaje gratuito en ómnibus y trenes para estudiantes y desempleados, sin desgravación impositiva de las empresas concesionarias. El caldo está fermentando. La victoria por puntos en el primer round puede transformarse en nocaut del gobierno en los próximos asaltos.


Osvaldo Coggiola