Opción Obrera es la sección venezolana de la CRCI (Coordinadora por la Refundación de la IV Internacional)

Propulsamos el desarrollo de una política proletaria al seno de los trabajadores tras su independencia de clase y una organización de lucha para su liberación de la explotación e instaurar El Gobierno de los Trabajadores, primer paso hacia el socialismo.

Ante la bancarrota capitalista mundial nuestra propuesta es que:


¡¡LOS CAPITALISTAS DEBEN PAGAR LA CRISIS!
¡LOS TRABAJADORES DEBEN TOMAR EL PODER!



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miércoles, 21 de agosto de 2013

Los trabajadores aceptan al general Dester Rodríguez


Prensa Opción Obrera 26 Agosto - Septiembre 2013

En Industrias Diana nuevo gerente impuesto por el gobierno bolivariano
Los trabajadores aceptan al general Dester Rodríguez

El mayor general Wilmer Barrientos, ministro del despacho de la presidencia de la república, designó al general Dester Bryant Rodríguez gerente general del conglomerado de plantas que es Industrias Diana. El gobierno bolivariano primero difamó a los trabajadores y la dirección de Diana con denuncias sin sustento de corrupción usando los medios públicos y las redes sociales con el apoyo de acólitos y tarifados, les impidió la salida a la venta de las mercancías al negarles las guías de despacho desde el SADA, les retuvo desde CASA, PDVAL, Bicentenarios los pagos de las facturaciones con más de 3 meses emitidas, se les amedrentó y coaccionó a algunos trabajadores a abandonar la lucha con “declaraciones” ante el SEBIN por más de 5 horas, y por último, les bloquearon las cuentas bancarias de la empresa para que no se pudieran pagar los salarios o depositar en ellas el efectivo por ventas al detal, todo por oponerse en firme a las imposiciones del ministro de alimentación Félix Osorio de nombrar como nuevo gerente general a un empresario privado quebrado y ex-funcionario público que tiene en sus hazañas el haber despedido a los trabajadores de la división de tributos del SENIAT que querían sindicalizarse.

Esta vez, a diferencia de la resistencia de los trabajadores al primer intento de intervención por medio de efectivos armados de la GNB, fue aceptado el nuevo gerente, inclusive con loas en las páginas de Aporrea.org considerándolo una victoria popular o como con más claridad definen en un comunicado que han hecho circular luego de otras declaraciones de Félix Osorio el 19 de agosto al “entender y aceptar disciplinadamente la designación de un nuevo Gerente General por parte de nuestro Presidente Nicolás Maduro”. De esta forma se les permite continuar el control obrero condicionado por arriba por “quien es quien manda”.

El nuevo intento con mano zurda, desbloqueando las cuentas bancarias y de que el SADA restituya la entrega de guías de despacho –queda aún pendiente el tema del pago de las deudas por cobrar–, sigue siendo la privatización con el compromiso de los empresarios privados en darle apoyo político al gobierno. Más evidente si el general desde el lunes 19 de agosto les plantea que él será quien designe los funcionarios de las gerencias de administración y finanzas y recursos humanos y de personal. Con la primera los fondos quedan a su entera discreción y con la segunda se atacará a los trabajadores que luchen.

La lucha de los trabajadores de Diana refleja abiertamente la lucha de clases. Resulta contradictorio que una empresa que, sin ninguna duda, era el ejemplo como productora de alimentos y como industria estatizada y productiva, en cuestión de meses los trabajadores tengan que enfrentar duras medidas impuestas por parte del gobierno nacional.

Nuevamente estamos frente a una  contradicción en lo que se supone es un proceso democrático, al tratar de frenar la gestión obrera contra la fuerte burocracia gubernamental y sus métodos de intervención, para desviar la situación de la fábrica a través de la imposición de una camarilla traída de Caracas.

Para quienes controlan el mercado venezolano no es atrayente la manera como hasta el momento ha venido funcionado esta empresa, dirigida por sus trabajadores. El mercado funciona de otra forma y en el capitalismo no se trata de producir, o de aumentar la producción, sino de aumentar la productividad. Es la producción en función de la rentabilidad para los que manejan el mercado no para los verdaderos productores, los asalariados.

Para Lorenzo Mendoza –Polar– y su control del mercado de los alimentos, no es rentable una competencia donde el objetivo no es generar capital sino beneficios para los operarios y para las comunidades. Por parte del gobierno, sostenido por la administración de los ingresos petroleros, priman las mafias enquistadas en los controles de las empresas, sin importarle que éstas generen perdidas, siempre y cuando generen riqueza para sus gerentes y administradores y no para los trabajadores y las comunidades.

En ese sentido, porque no resultan favorecidos, el método de ellos es el cerco económico y la criminalización de los trabajadores por su derecho a defender sus métodos de control de las empresas, para eso tienen a los tribunales, los cuerpos de seguridad, la GNB y en especial al SEBIN.

En Diana, el  chavismo lo mejor de él, se enfrenta a lo peor, el cual está en el poder

Los trabajadores no tienen salida ante un gobierno que los lleva a un callejón para embaucarlos. Para los trabajadores de Diana es una lucha infructuosa entre quedar bien con un gobierno que lo hace mal y los que quieren hacerlo ellos –como el grupo Polar–, en ambos mal para nosotros y beneficios para ellos. La salida no es con un militar, la salida nuestra es con los trabajadores; mientras más obtengamos solidaridad y agrupemos a sindicatos de nuestro lado apoyándonos mutua y efectivamente es que podremos salir de este atolladero. Hoy es Diana luego será cualquiera otra que salga adelante.

Las contradicciones de un gobierno políticamente inestable

La situación de Nicolás Maduro a diferencia de Chávez, con el poder político cada vez mayor de las camarillas militares, es una fuente de inestabilidad política que con la precaria situación de sus fuentes de financiamiento conducen a una situación de crisis económica cada vez más patente. El nacionalismo bolivariano resultó incapaz en desarrollar una economía nacional distinta a la sustentada en el petróleo.

Ese es el cuadro donde los trabajadores de Industrias Diana, también los de Lácteos Los Andes, deben entender el por qué se les quiere llevar a la quiebra y terminar siendo entregadas al sector privado. La burguesía en el país no puede aceptar que industrias del Estado compitan con ellas, en particular en un área donde el dinero fluye a raudales como es el sector de los alimentos. Por eso es el boicot que le han impuesto al gobierno desde el año pasado cuando comenzó la escasez de divisas a serles repartidas, con mermas en la producción nacional y la exigencia de permisos con los cuales sustituirla con importaciones. Menos producción nacional, más importación, más demanda de dólares, liberación de precios regulados, no pararles a los que no se han tocado, más inflación, más especulación, más escasez, más desabastecimiento. Todo un caldo de cultivo para la respuesta social que para intentar aplacarla el gobierno bolivariano tiene que aceptarle a la burguesía sus exigencias porque la cháchara “socialista” sin demostraciones concretas que afecten de verdad el capital no conduce sino a la crisis.

Los trabajadores de Industrias Diana tienen que luchar por el control obrero auténtico

Suspenderles el salario, y luego restituírselos, no exime que cuando mejor les parezca lo vuelvan a hacer. Los trabajadores de Diana, para mantener la lucha que no será sin sacrificios, les es imperioso realizar convocatorias a la solidaridad de los colectivos y organizaciones sociales y consejos comunales, deben ser permanentes y extendidas a sindicatos clasistas federaciones y centrales combativas como FUSBEC y UNETE, de lo contrario implicará aislarse al interior de sus plantas, lo cual sería presentarse en bandeja de plata para una derrota.
La inviabilidad del nacionalismo chavista
Los alientos a una burguesía “nacional” que sobrevive como parásita de la renta petrolera han conllevado a una situación deficitaria donde sus fondos no alcanzan para todos.
La voracidad de los capitalistas criollos, en un marco mundial de bancarrota del capital que nos afecta como a cualquier otro país del planeta, es mayor cada vez. El dólar, la mercancía fetiche con la cual se valoriza todo en el país por importar el 80% de sus necesidades, ante su escasez se valoriza exponencialmente.
Las reservas operativas de la nación son apenas un 25% de las reservas totales. El resto es oro monetario –que no sirve de moneda de intercambio internacional– y ha sido llevado por la anarquía del capital a precios 50% menos que el promedio del año pasado. Pero, como guinda a este mal postre, de las cortas reservas operativas hay que pagarle a la banca financiera internacional la vorágine de endeudamiento cada vez mayor tanto en su servicio a tasas de riesgo país que superan las de la mayoría como en las amortizaciones acordadas.
Es que ya tenemos 3 años de endeudamiento aprobado en ley, 20.000, 22.000 y 34.000 millones de dólares en 2011, 2012 y 2013 respectivamente, que la banca internacional, y las de los países “amigos” –como China–, están dispuestos a dar siempre y cuando les paguemos religiosamente, así no alcance para las otras necesidades de la nación si la prioridad también la tienen los capitalistas y su avidez de divisas.

La realidad de los hechos lo que demuestra es que hay sólo una clase obrera que debe responder de conjunto ante las arremetidas patronales en al actual marco de crisis económica e inestabilidad política. No pueden alentar ilusiones en la central sindical bolivariana (CSBT) que ahora sí se presenta pero que nada hizo en el momento de mayor ataque patronal y menos le está instruyendo a prepararse porque la burocracia sindical responde primero a sus patronos que a sus trabajadores. La lucha de clases que desarrollan los trabajadores de Diana lo es en el mismo marco de los atropellos que otros patronos privados y públicos hacen a las iniciativas de organización autónoma de los trabajadores o a que sus contrataciones colectivas se discutan o aprueben, y que ya no sólo afecta a sus dirigentes y a trabajadores de base sino también a los delegados de prevención.

Si bien es imprescindible que se mantenga la producción y a la par denunciar cualquier intento que la coarte, los trabajadores de Diana no pueden descartar los métodos de lucha tradicionales de la clase obrera. No pueden ver con temor que los tilden de guarimberos si salen masivamente a la calle con sus camaradas de clase de otras empresas y sindicatos, públicos y privados.


La lucha en Diana es más política que reivindicativa aunque el accionar patronal arremeta hacia este lado. Si los trabajadores de Industrias Diana son derrotados, las intensiones hacia el resto del movimiento obrero serán más evidentes en la arremetida, porque, si desde el gobierno se puede hacerlo con los trabajadores de la empresa que era la niña de los ojos de Chávez, ¿qué no harán con aquellos otros donde los patronos ya están haciendo y deshaciendo?

Los que luchan deben denunciar los acuerdos gubernamentales con los empresarios, no se puede minimizar a luchas por intereses particulares como si la actitud del ministro Félix Osorio hacia el control obrero en Diana fuese meramente personalista. Hay que hacerlo por la calle del medio y con la movilización demostrar que los trabajadores todos no estamos dispuestos a aceptar eso. No hemos creado los trabajadores la crisis, que la paguen los que sí lo hicieron, los capitalistas, y si el gobierno es incapaz de asumirlo entonces asumamos la clase obrera y el pueblo el reto de ser nosotros el gobierno porque el gobierno de los trabajadores es el único paso en concreto para construir el socialismo.

José Capitán
Opción Obrera

21 de agosto de 2013

lunes, 12 de agosto de 2013

EL GOBIERNO BOLIVARIANO QUIERE PRIVATIZAR A INDUSTRIAS DIANA


Prensa Opción Obrera 26 Agosto - Septiembre 2013

EL GOBIERNO BOLIVARIANO QUIERE PRIVATIZAR A INDUSTRIAS DIANA
Y también a Lácteos Los Andes

Industrias Diana fue nacionalizada a mediados de 2008 luego que la anarquía del capital la llevara a la quiebra al no poder hacerle frente a los grupos industriales que acaparaban el mercado de las grasas comestibles.

La voracidad de los grupos industriales económicos ligados al sector de alimentos está haciendo mella en las industrias de ese ramo que han pasado al Estado, lo hayan sido por el reclamo de sus trabajadores al defenderse de los despidos y el cierre de las mismas o por una iniciativa gubernamental de garantizar cierta soberanía alimentaria a partir de insumos producidos nacionalmente como respuesta a la importación. El nacionalismo bolivariano en el marco de la conciliación con los capitales privados al no plantearse la expropiación de los más grandes, en particular en la agroindustria con la presencia de pulpos nacionales y extranjeros –Polar, Cargill, Nestlé, Kraft– y su pretensión de competirle el mercado interno a ellos –una respuesta nacionalista exigua–, donde las condiciones de crecimiento económico vienen en retroceso como consecuencia de una crisis mundial del capital de carácter sistémico y de bancarrota, conducen a lo que ha sido su tradición histórica. Con nacionalizaciones indemnizadas a valores de “lomito” –bajo el rimbombante nombre de “socialismo” de características nacionales propias– se salvan a los capitalistas quebrados para luego terminar vendiéndolas a precios de “gallina flaca” a los mismos pulpos que las llevaron a la quiebra.

El Estado nacional, pleno de industrias nacionalizadas ineficientes de cualquier tipo, sometido a su conciliación con los capitales nacionales e internacionales, en particular el financiero, para poder cumplir con “todos” recurre al endeudamiento como factor de apalancamiento con la idea de llevarlas a niveles productivos de mejores tiempos, pero el esfuerzo resulta en vano –con sus excepciones como Industrias Diana o Lácteos Los Andes. Los puestos a dedo por el gobierno en su dirección a lo que conducen es a la corrupción con que sus inversiones terminan siendo tramitadas, todo esto a espaldas de los únicos que realmente pueden poner productiva sus empresas con su propio control directo y autónomo, los trabajadores.

Los trabajadores de Industrias Diana resaltan la atención de Chavez respecto a la empresa pues la llevó a una corporación con 6 plantas en el país que hacen un proceso productivo que va desde la siembra y la cosecha de semillas oleaginosas hasta la elaboración de los productos terminados de alto consumo en la dieta del venezolano. Algo semejante ocurrió en Lácteos Los Andes. Lo contrario sucede en las industrias básicas del Estado en Guayana o la miríada de otras empresas de cualquier tipo a lo largo y ancho del país. Una golondrina no hace verano, el socialismo sólo es posible con la intervención directa de los trabajadores y ellos afectando el capital con su propio gobierno.

Un Estado plagado de industrias nacionalizadas improductivas a la par del aumento en el gasto público para sostenerlo mientras los recursos de su financiamiento son cada vez menos –aún con los altos precios del petróleo; los efectos de una crisis mundial que hace más voraces a un cada vez más reducido número de capitalistas con el fin de quién se salva primero de la bancarrota generalizada; lo altamente costoso que le implica al Estado el endeudamiento criminal a que está siendo sometido y que los explotados terminamos pagando con devaluaciones, inflación, escasez, desabastecimiento y especulación; todo ello conduce a una nueva política “nacionalista” de acuerdos con los mismos sectores de la burguesía que antes peyorativamente se les llamaba de apátridas.

El gobierno bolivariano entonces se ve en la necesidad de ofrecer las “joyas de su corona” para, con más conciliación vergonzosa, garantizar el apoyo que les puedan brindar los capitalistas para mantenerse en el poder político aunque cada vez menos disponga del poder económico. Como buen pequeño burgués nacionalista sólo confía en sus imposiciones y no en la fuerza de los trabajadores y el pueblo organizado. Esta entrega ya la hemos venido viendo con la presencia del SITME –ahora SICAD–, la libre importación de cualquier cosa por lo fácil que resulta que el ministerio de comercio otorgue los permisos, o el mercado altamente especulativo con precios signados ya más de 5 veces por encima del devaluado dólar oficial que está vaporizando el poder adquisitivo de los trabajadores para que los capitalistas sobrevivan a las condiciones de crisis del país.

Los signos de esta entrega respecto a Industrias Diana dieron inicio con la intención del ministro Félix Osorio de controlar totalmente la empresa dejando por fuera a sus trabadores, quienes, en oposición, se han declarado en rebeldía. Pero aún hay más, también es público el saboteo que desde el SADA se les hace para impedirles la salida de los inventarios al negarles las guías de despacho y también el incremento en las cuentas por cobrar pues ni CASA ni PDVAL están pagando. Si a esto se le suma una denuncia por corrupción que el ministerio de alimentación ha introducido en Fiscalía, donde a los trabajadores de Industrias Diana se les somete a “declaración” –realmente a interrogatorios de hasta de 5 horas por parte del SEBIM con el fin de quebrarlos en la lucha– y adicionalmente una exigencia de aumentar la comercialización por encima del 80% (AVN, 10/08/2013) que ya hacen CASA y PDVAL mientras es cada vez más notorio para el consumidor final que los mismos no se consiguen, demuestran a las claras las iniciativas del gobierno bolivariano en paralizar la producción de Industrias Diana, denunciar a sus trabajadores de saboteadores echándoles la culpa de ello y criminalizar la acción directa de su control obrero. Es igual a lo que ha pasado con Lácteos Los Andes donde su situación económica ya alcanza ribetes de quiebra.

Con todo ello se busca la privatización, en principio concertada como una empresa mixta con los capitales privados del país, pero, aún teniendo el Estado la mayoría accionaria, dejándole en sus manos la dirección de la empresa. Sin tanta alharaca ya esto último se viene haciendo con las plantas nacionalizadas improductivas de harina de maíz. Al capital privado –¿la Polar?– le han dado la responsabilidad de hacerlas “productivas”. Aquellas palabras de Maduro de decirle cuatro verdades a Lorenzo Mendoza se las terminó diciendo éste, y con qué resultados a su favor. En la cuarta nos decían de la necesidad de privatizar todo como salida a la debacle económica y nos ofrecieron villas y castillos, en la quinta nos vendrán a decir que se hace en nombre del “socialismo” y por tanto debemos sacrificarnos.

Los trabajadores no podemos quedarnos de brazos cruzados ante esto. La solidaridad con los de Diana no basta hacerla de palabra. Es necesario convocar una movilización que los acompañe para impedir lo que está ya en marcha. Del mismo modo para conquistar que nuestro depreciado poder adquisitivo mejore con un salario mínimo igual a la cesta básica familiar y un aumento general de sueldos y salarios ya que aquí no vale sacrificio cuando los empresarios se están salvando de la crisis que han causado.

DEFENDAMOS EN LA CALLE LAS DEMANDAS DE LOS TRABAJADORES DE INDUSTRIAS DIANA.
SOLIDARIDAD EN LA ACCIÓN CON ELLOS CON LOS MÉTODOS DE LUCHA DE LA CLASE OBRERA.
ORGANICEMOS UN PARO REGIONAL EN CARABOBO HASTA HACERLE TORCER EL BRAZO AL MINISTRO.
FUERA OSORIO DEL MINISTERIO DE ALIMENTACIÓN.
TOTAL APOYO A LA INICIATIVA DE CONTROL OBRERO AUTÉNTICO POR PARTE DE LOS TRABAJADORES DE INDUSTRIAS DIANA.

QUE LA CRISIS LA PAGUEN LOS CAPITALISTAS, NO LOS TRABAJADORES