NOTICIERO SINDICAL
El conflicto que mantuvo paralizada a Heinz (San Joaquín – Carabobo) fue suspendido a instancias de la ministra del trabajo, María Cristina Iglesias, quien obligó a los trabajadores a reintegrarse a la producción, algo que exigía el patrono, mientras les “garantizaba” que las cláusulas económicas del contrato colectivo serían discutidas y aprobadas. En caso de no aceptar sus “sugerencias” haría valer la declaración de ilegal, por la huelga realizada, emitida por la inspectora del trabajo de Guacara. Eso fue para el lunes de la semana antes de carnaval y la “garantía” por ella dada establecía como tope el miércoles de esa semana. Al momento de esta nota han transcurrido 3 semanas y las cláusulas económicas aún no terminan de ser aprobadas. La situación demuestra cómo resulta de coercitiva “la sugerencia” de la Ministra luego que los trabajadores en asamblea lograran derrotar las intenciones del patrono avaladas por la 41 brigada blindada al negarse a discutir su situación conflictiva con intermediarios como los militares a quienes despacharon sin el menor temor días previos a la reunión sostenida con la ministra.
Haber aceptado el sindicato de Heinz las imposiciones de María Cristina para evitar ser puestos en condiciones de ilegalidad y hasta ser despedidos, los coloca en un dilema que retrasa aún más la firma de su contrato colectivo. No pueden exigir la “garantía” ofrecida por la máxima funcionaria del trabajo porque el patrono discute, con largas, tácticas dilatorias y más retraso, el contrato colectivo, mientras, la producción ha sido retomada y el patrono está feliz al recuperar cualquier monto dejado de percibir por los días de la huelga.
La experiencia deberá ser evaluada por el sindicato de Heinz y todos sus trabajadores pues han terminado confiando en alguien que a nombre del socialismo los ha convencido en detener la huelga y aceptar la propuesta inicial del patrono de discutir el contrato con la planta en producción para evitar que se les aplicara el castigo de un despido justificado. Una oportunidad de oro para la clase obrera de Heinz de poner en su sitio al ministerio del trabajo y su funcionaria de la inspectoría en Guacara, además de la que le asestaron a los militares que intervienen con descaro en los conflictos a favor de la producción, es decir, de los patronos. Un paso atrás no significa necesariamente una derrota siempre que se use para acumular fuerzas en una venidera batalla.
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Los trabajadores de Venoco, empresa nacionalizada al mismo tiempo que Agro Isleña, hoy Agro Patria, se encuentran en una zozobra perenne. Mientras los interventores nombrados por el ejecutivo nacional en Agro Isleña arremetieron contra el sindicato y sus trabajadores desde un inicio, los de Venoco inicialmente se comportaron de “buena gente” diciéndoles que tanto el sindicato como sus reivindicaciones laborales serían respetados. Meses después de la nacionalización, la arremetida patronal al sindicato y a los trabajadores es tan evidente que hasta se abstienen de participar en cualquier acto solidario con los de su clase en la zona ante el temor que tomen represalias como el despido. La confusión reina al interior de la empresa pues ven cosas que en lo absoluto tienen algo que ver con el socialismo pregonado por sus nuevos patronos y el sindicato hasta está en pico de zamuro por la posibilidad de ser sustituido por un “consejo de trabajadores” que ni de control obrero puede hablar sino es el que les imponga la junta interventora, integrada por cierto por algunos militares. El capitalista privado que fungía como dueño antes de ser nacionalizada la empresa para nada se queja pues ya negoció la forma de recuperar íntegro lo que asumía era el valor de su capital, ese que acumuló a partir de la plusvalía extraída a los trabajadores amedrentados por el nuevo patrono público.-----------o------------
Forjas Santa Clara, una empresa metalmecánica ubicada en Mariara, lleva ya dos meses produciendo bajo el control obrero que sus trabajadores impusieron luego que el patrono capitalista abandonara la planta alegando que no le resultaba rentable y decidía cerrarla. La acción directa de los trabajadores, incluyendo algunos de su tren supervisorio que se negaron a abandonar sus puestos de trabajo cuando el patrono se los planteó, demuestra que cuando los trabajadores se unen en función de sus intereses colectivos, como el empleo y el salario, no hay nadie que los obligue a lo contrario.Entre las cosas importantes que merecen ser mencionadas se encuentra que la producción por ellos asumida la han colocado en el mercado para percibir de ella el salario dejado de pagar por el patrono mientras el resto lo utilizan para comprar los insumos necesarios para mantener la producción. La nota discordante la pondría la ahora “socialista” SIDOR quien les habría exigido el pago a la entrega del despacho enviado y que posteriormente cambiaría a un crédito a 30 días. Esto demuestra de un plumazo que el “control obrero” que se hace en SIDOR en lo absoluto se le parece al que hacen los trabajadores en Forjas Santa Clara.
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