Opción Obrera es la sección venezolana de la CRCI (Coordinadora por la Refundación de la IV Internacional)

Propulsamos el desarrollo de una política proletaria al seno de los trabajadores tras su independencia de clase y una organización de lucha para su liberación de la explotación e instaurar El Gobierno de los Trabajadores, primer paso hacia el socialismo.

Ante la bancarrota capitalista mundial nuestra propuesta es que:


¡¡LOS CAPITALISTAS DEBEN PAGAR LA CRISIS!
¡LOS TRABAJADORES DEBEN TOMAR EL PODER!



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viernes, 25 de julio de 2014

¿Por qué es tan difícil, casi imposible, tener un sindicato clasista y combativo?

PRENSA OPCION OBRERA 29 JULIO 2014


No es gratuito esperar que la Inspectoría del Trabajo resuelva a favor de un trabajador
¿Por qué es tan difícil, casi imposible, tener un sindicato clasista y combativo?
Es la misma situación para un trabajador, reclamar simplemente para aumentar sus beneficios es una misión imposible, si espera que el patrono o la Inspectoría del Trabajo le responda positivamente


Los burócratas sindicales son los agentes políticos de los patronos dentro del seno del movimiento obrero, por supuesto inherente a la estructura social capitalista.

La vieja burocracia sindical adeco copeyana derrotadas junto a los patronos en el lock-out petrolero de diciembre 2002–enero 2003, apenas sobrevive mediante unos pequeños hilos en antiguos sindicatos estadales y se oxigena en empresas tanto privadas como estadales por el fracaso de la nueva burocracia sindical nacida y sustentada por el gobierno chavista por la misma estrategia de domesticación y cosificación del movimiento obrero en función de la conciliación de clases.

No es fácil mantener una corriente sindical autónoma y que corresponda a los intereses de los trabajadores. UNETE, por ejemplo, en algunas regiones mantiene banderas clasistas muchas veces entremezclada con deseos o resabios que sólo desvían la lucha de clases por compadrazgos con padrinos en instancias gubernamentales. El caso de Guayana es el más paradigmático. No hay sector que esté al margen de esto.

La cooptación de un luchador sindical por parte del patrón muchas veces logra su objetivo, pero cuando no, para los que no se doblegan viene la coacción tanto sobre el trabajo como ideológica, luego la arremetida vía fiscalía, CICPC, SEBIN o hasta la cárcel, por supuesto, los despidos tampoco se hacen esperar. Si la lucha arrecia, el resguardo de la empresa por los que representan la ley normalmente va acompañado con represión y ensañamiento policial y de la GNB.

Sin embargo es grandioso el esfuerzo que realiza la clase obrera para expulsar de sus organizaciones históricas a la lacra que representan estas direcciones ajenas a sus aspiraciones. Ahora bien, es necesario advertir la naturaleza política del vínculo entre los burócratas sindicales, el PSUV y el gobierno, para defender el orden de explotación social tan sutilmente en nombre de un “socialismo” pero en contra del derecho a huelga, de la contratación colectiva, de la libertad sindical, para agruparse o para realizar elecciones, de las mejoras de la condiciones de trabajo, promoviendo la tercerización y por último, pero no menos importante, la necesidad de un aumento general de salarios, de un salario de acuerdo a la cesta básica, y que éste aumente de acuerdo al índice de inflación. Para defender la producción todas las empresas deberían haber pasado a manos de los trabajadores, y estar protegidos por su propio gobierno. En este país se da el caso que no existe un solo representante genuino de los trabajadores en un cargo del gobierno, uno que los defienda, que provenga de su seno, en su representación y haber sido elegido por los mismos. Lo que sí abunda son vulgares estafadores en nombre de ellos.

Hay que dar cuenta del vínculo político estos burócratas sindicales y el Estado, cuya función es ser una de las patas que dan sostén al orden de explotación social. El gobierno denigra del carácter de la lucha económica salarial, que es la naturaleza de la lucha sindical. Para Opción Obrera el trabajador no solo debe luchar por la naturaleza económica del salario, algo indispensable, sino que junto a esto tiene que ir más allá, luchar por su proyecto político, es decir, tener un programa de clase, organizarse en un partido político independiente de todo nexo con los patronos y sus instituciones.

Esa burocracia sindical que vive y jode a la sombra del gobierno, en el mejor de los casos piden migajas dentro de los marcos de la explotación del capital y la conciliación de las clases, y son enemigos de todo embrión o núcleo que representen a los trabajadores y su lucha. Tienen una campaña para convencer que por su “socialismo”, por el cual tienen bien llena sus carteras con los pagos como burócratas, el objetivo y la lucha reivindicativa es egoísta, es capitalista. Para evitar los trabajadores arroparse con las pautas dictadas por estos charlatanes de la clase obrera, es necesario mantener la herramienta sindical como base, para la lucha política como alternativa de emancipación de la explotación.

El problema político del clasismo es el problema del “qué hacer”, a partir de analizar la situación obrera en términos de acción política.

¿Qué hacer con las direcciones sindicales comprometidas hasta la médula con las patronos y el gobierno, que representan cada quien a su modo, las relaciones capitalistas? La respuesta del clasismo se resuelve a partir de un congreso de bases llamando a todos los sectores que combaten a sus jefes, tanto del gobierno como privado, porque nos tienen pasando penurias sin el derecho a la contratación colectiva y toda una larga lista de violaciones a los acuerdos y a la ley en los artículos que nos favorecen.

Hay que convocar a los cementeros, los de CORPOELEC, los petroleros, los de las empresas básicas de Guayana, de los servicios como trabajadores de IPOSTEL, las HIDROS, CANTV, de las empresas de alimentación, de los puertos, de los astilleros, de la manufactura, los tercerizados y eventuales, los trabajadores de la construcción coaccionados por el puño de hierro de la burocracia más criminal y mafiosa que haya existido y protegido el gobierno, todos a todo lo ancho del país, a un congreso para expulsar de las organizaciones sindicales a las bandas burocráticas mediante un plan de luchas concretas.

La negociación o la renuncia a una política de enfrentamiento franco y directo contra la burocracia sindical, abandonando de este modo los objetivos históricos de la clase obrera, es un trabajo consciente de los sectores reformistas para evitar que cualquier alternativa emancipadora del movimiento obrero asuma un rol dirigente.

Estrechar el análisis de la representación burocrática al frente de los sindicatos al tema de la identidad chavista consecuente contra aquella otra que también es chavista y con mayor poder, es algo, que con todo respeto, no consigue nada. El solo hecho de llamarse chavista pretende responder a un manto de protección, desde el poder, y no conduce a nada, o mejor dicho, desvía la verdadera lucha la lucha de la clase obrera contra sus enemigos.

La burocracia sindical llamada chavista, protegida por las instituciones desde la del trabajo hasta la policía, recurre a la criminalidad, el soborno y el fraude, sus acciones están asociadas al mantenimiento de este espacio de poder y surgen naturalmente cuando el negocio sindical aparece amenazado por agrupaciones o personas que plantean una oposición consecuente a la continuidad de los mandantes sindicales. En este sentido el burócrata sindical, como representante de un sector dominante y antidemocrático en decadencia, circula por esa delgada línea que va desde el sistemático intento de cooptación de los trabajadores que aparecen más combativos y antiburocráticos, al apriete de tuercas con colectivos para-militares, o a la delación abierta y directa a las patronales para que los despidan de los lugares de trabajo pasando hasta por el crimen aberrante en caso de considerarlo necesario.

El clasismo considera una manipulación el cuento de la división entre chavistas buenos que siempre están llevando golpes y pertenecen a las bases y los chavista malos, infiltrados, que manejan el poder, aparte de la lucha contra la oposición de derecha fascistizante.

La llamada justicia siempre se agota antes de llegar a nosotros y por eso hay que oponer una salida obrera a la crisis. El clasismo se plantea entonces el problema más general de distinguir cuáles son los antagonismos en juego y cómo las bases deben responder para derrotarlas y avanzar.

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