Prensa Opción Obrera 27 Enero - Febrero 2014
BONAPARTISMO
TARDÍO POR EXIGENCIA DEL SECTOR MILITAR EN EL GOBIERNO
Análisis político
respecto a la “contraofensiva económica” de Maduro
La pervivencia de las relaciones
sociales basadas en el capital se sustentan en un Estado fuerte con un gobierno
estable que lo administre a conciencia. Cuando el Estado es débil un gobierno
fuerte lo compensa. Un gobierno fuerte puede tener distintos matices, desde un
presidencialismo notorio hasta una dictadura gorila. En ambos extremos para ser
el regidor de la lucha de clases y así garantizar el sostenimiento a las
relaciones sociales basadas en el capital.
Con la llegada de Chavez al gobierno
en 1999 las condiciones del Estado eran las de uno bastante débil, tanto por su
precaria situación económica como por la alta inestabilidad política. Mientras
hasta 2001 intentó hacer convivir los factores contradictorios de la lucha de
clases dándole más fortaleza al Estado con rasgos nacionalistas en el marco
burgués, lo enfrentaron a los intereses del imperialismo, y en consecuencia, la
tendencia a la debilidad del Estado se acrecentó. Con la arremetida del
imperialismo de desalojarlo del poder, Chavez recurrió a las masas explotadas y
oprimidas para enfrentarlo mientras a la par se le garantizaba los derechos de
explotación desde su Estado a la clase social burguesa, más interesada en
mejorar su tajada en el reparto del capital como socia del extranjero. El
nacionalismo, en ese marco, no transgredía tales derechos, pero un gobierno
fuerte era imprescindible para imponerlo elevándose por encima de la lucha de
clases como un Bonaparte. Que adicionalmente una bonanza económica lo
acompañara, consecuencia de los altos precios del petróleo, permitía ejercer
con cierta comodidad tal papel (el saldo de la cuenta corriente de la balanza
de pagos se incrementó 173% entre 2003 y 2008)[i].
El quiebre de las ilusiones
nacionalistas de una economía “para todos” lo define el último trimestre de
2008 con la caída estruendosa del precio del petróleo de 140 dólares a menos de
40 por barril, una consecuencia nacional de la crisis financiera mundial
iniciada en 2007. Junto a esto el pago a valores de mercado de las
nacionalizaciones forzosas o convenidas con sectores de la burguesía también
afectados por la misma crisis o como respuesta a la lucha de los trabajadores
en salvaguardar sus puestos de trabajo pero también para desmovilizarlos como
en SIDOR.
El bonapartismo sin una chequera
sustanciosa a la mano no deja de serlo, sin embargo, en su ausencia no había
otra que recurrir al endeudamiento externo para luego terminar aplicando las
muy tradicionales medidas económicas de ajustes monetarios que terminarían
pagando la base social de apoyo. El círculo vicioso de endeudarse, devaluar la
moneda, más endeudamiento, más devaluación, se tornó en lo habitual del marco
económico a partir de 2010, todo para garantizarle la supervivencia del Estado
a sus legítimos dueños a través del capital y su mayor acumulación con la renta
petrolera.
Aún con los precios del petróleo
estabilizados en los 100 dólares a partir del último trimestre de 2010 hasta el
presente, el gobierno se vio precisado a ajustar las leyes de endeudamiento
adjuntas a las de presupuesto para 2011, 2012 y 2013 a mitad de cada año. La
renta petrolera, el motor de la economía venezolana y también el alimento para
la voracidad de la burguesía, resultaba insuficiente, más cuando su sector
manufacturero nacional decidió sacar más provecho de las importaciones que de
desarrollarse a lo interno. Lo importante no era producir nacionalmente, era disponer
a la mano de los insumos y recursos industriales importados para surtirlos al
mercado.
Políticamente Chavez deja una herencia
de estabilidad política con su avasallante triunfo en octubre de 2012, sin
embargo también había dejado un relajamiento progresivo de su papel unipersonal
en la economía política del país desde que su salud se viera afectada por las
vicisitudes del cáncer que lo aquejaba. A los embates de la crisis mundial y el
efecto que ello ocasionaba en las exportaciones petroleras desde finales de
2008, Chávez siempre buscó la forma de seguir beneficiando a la burguesía con
mecanismos distintos a los de control de cambio, primero con el dólar permuta,
luego con el SITME. Los convenios con China y Rusia, los nuevos ejes de
contacto luego de enfrentarse al imperialismo yanqui, permitían disponer de
recursos adicionales vía endeudamiento, y al ser totalmente ajenos al control
presupuestario, destinarlo a donde mejor conviniese tanto a la burguesía
tradicional como a la nacida bajo el ala protectora del Bonaparte, la mal
llamada boliburguesía. El resto seguiría alimentado la base social con
maltrechas misiones (corruptas como PDVAL) o el crecimiento vertiginoso de la
burocracia gubernamental que permitía echar más bolívares a la economía y elevar
los índices de liquidez de la cual la banca sacaba su mayor tajada.
El bonapartismo en declive de Chávez
le dejaba casi en su totalidad el campo de acción a la burguesía y eso se
demostró con la elevación a partir de junio de 2012 del valor del dólar
paralelo o con la necesidad del gobierno de Chavez de vender 3.000 millones de
dólares en oro de las reservas internacionales en septiembre de ese año para
saciar sus apetitos de divisas. A las críticas desde su gabinete económico a
esto y hasta el planteamiento que desde allí se hizo de aplicar la devaluación
de una vez (tendría su momento definitivo en febrero de 2013 con un Chavez aún
vivo pero incapaz de decidirlo), la respuesta de Chavez fue la jugarse el todo
por el todo, la elección presidencial de octubre 2012, y no la de medio salvar
la economía con medidas como esas ya que irían en contrario a una victoria al repercutir
en su bastante golpeada base social.
La centrífuga política que genera la
muerte de Chavez al interior de los clanes y camarillas del chavismo en el
poder, para nada alteró este cuadro de decaimiento político del bonapartismo.
Su peor muestra la vivió Maduro en abril de 2013 cuando resulta vencedor con
apenas una diferencia de 1,5% sobre el candidato de la derecha. Más notable cuando
hubo de sentarse con el dueño de la Polar y recibir de parte de éste las cuatro
verdades que Maduro decía habría de decirle y que no tuvo más remedio que
reconocer. Que en los 3 meses siguientes el gabinete económico se hubiera
reunido hasta con 3.000 empresarios y comerciantes indicaba la tendencia a
salvaguardar la existencia del débil Estado para la burguesía pero bajo
condiciones bonapartistas más laxas, algo que fue aprovechado hasta el súmmum por
las mismas fuerzas del capital para arremeter de nuevo con lo único que podía
detener su irrefrenable tendencia a la caída de la tasa de ganancia, la subida
de los precios de todas la mercancías, incluida el dólar, mientras el salario
lo definía en precio el gobierno de Maduro.
La búsqueda, ni con Chavez ni con
Maduro, era el socialismo de alguna forma. Sí era la de ejercer su papel de
gobierno como ejecutores de la política del capital en un mundo signado por su
bancarrota. Para tal fin, más el segundo de manera acabada, imponerle a los
asalariados a fuerza de regimentación laboral, expresada en negativas a la
organización sindical, retrasar aún más la discusión de las contrataciones
colectivas públicas o privadas vencidas, amparos desde tribunales que
eliminaban las movilizaciones obreras de calle, imputaciones judiciales y hasta
la cárcel, el orden exigido por la burguesía para salvarse ellos primero de la
crisis indetenible del capital que a lo interno es el reflejo de su bancarrota mundial.
La coyuntura electoral municipal de
diciembre 2013, sin embargo, no era algo simple de dejar de lado. Desde su
inicio el gobierno de Maduro contó con el único sostén político a lo interno,
el de la camarilla militar. Maduro sin su apoyo, también sin la insistencia de
aquellos en dárselo, hubiese cedido la posta en abril 2013 a Capriles. La
camarilla militar, de ese modo, escogió el mejor momento para hacerle saber al
heredero de Chavez que importaba poco su legado si de él ellos no sacaban el
mejor provecho, como en efecto se ha demostrado en todo el 2013 con la infinidad
de cargos públicos por parte de militares activos, además de sacarle al
gobierno de Maduro empresas totalmente bajo su control y explotación, radio y
televisión pública para transmitir mejor sus mensajes “institucionales”, y
hasta un banco. Por si fuera poco, tienen por encima de la mejor contratación
colectiva conquistada por los trabajadores, aumentos en las remuneraciones para
todos sus estamentos año a año.
Las medidas que el gobierno de Maduro
llama de “contraofensiva económica” fueron la exigencia de la camarilla militar
siendo el gobierno tras bambalinas y no verse obligados a actuar, aún, tal y
como ciertos sectores del chavismo y hasta de la más rancia oposición de
derecha le exigían, con el golpe gorila que “de una” ordene la inestable situación económica con claridad a
favor de los explotadores. Las medidas efectistas que forzaron la baja relativa
de los precios, sin incluir los de los alimentos, pero bajo el imperio del
capital manteniendo la entrega de divisas a la burguesía con todo su
parasitismo, fueron bajo la estricta exigencia del gobierno militar en ciernes,
haciendo un refrito del bonapartismo de Chavez de otros tiempos como uno
tardío.
Marx en el Dieciocho Brumario de Luis
Bonaparte[ii]
parafraseando a Hegel, expuso que la historia se repitió como farsa por el
sobrino a la tragedia que simbolizó su tío Napoleón. El bonapartismo tardío de
Maduro, bajo la directriz unívoca de los militares, es una farsa para los
explotados luego de haber vivido la tragedia del bonapartismo de Chavez sin
haber sacado de esa experiencia su comprensión política en el marco de la lucha
de clases.
La lucha de clases comenzando el 2014
está más viva que nunca y el movimiento obrero venezolano, más temprano que
tarde, entenderá la farsa del bonapartismo tardío que les reduce el poder
adquisitivo de sus salarios para que se lo lleven los que los explotan, aún si
sobre él se cierne la sombra gorila de la bota militar, y así como la
consecuencia histórica de un Luis Bonaparte fue La Comuna de París, la
organización y una plataforma de luchas que una a los trabajadores por sus
derechos y reivindicaciones será la que definitivamente derrote y se imponga
con su propio gobierno al de los custodios del capital.
Roberto Yépez
[ii] Inicia Marx su obra con el siguiente párrafo: “Hegel dice en alguna parte que todos los
grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si
dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la
otra como farsa. Caussidière por Dantón, Luis Blanc por Robespierre, la Montaña
de 1848 a 1851 por la Montaña de 1793 a 1795, el sobrino por el tío”. http://marxists.org/espanol/m-e/1850s/brumaire/brum1.htm
No hay comentarios:
Publicar un comentario