El
Bolívar, débil.
El bolívar, sin producción nacional no
tiene respaldo, peor aún, si las reservas caen y la demanda de divisas es cada
vez mayor debido al aumento sin parar de las importaciones. La producción interna disminuyendo
constantemente conduce a un bolívar más débil y la vía expedita a una
devaluación. Esto trae de la mano al gobierno con los capitales privados, los
primeros para generar más bolívares por dólar petrolero, y los segundos, para
seguir parasitando al Estado con dólares preferenciales, ambos son liquidadores
de la economía del país.
El 22 de enero de 2003 Hugo Chávez
decretó el control de cambio con el
objetivo de evitar la fuga de divisas y contener la inflación. De esa
fecha para acá han ocurrido devaluaciones al bolívar, la inflación no ha bajado
de dos dígitos, el mercado negro de compra de divisas ha permanecido por más
del doble del valor oficial, el IVA como el más regresivo de los impuestos fue
incrementado de 9 a 12%, y la fuga de capitales se mantiene con un promedio
anual de 20.000 millones de dólares.
Mientras el precio del barril del
petróleo, con un altibajo de menos de un año, ha mantenido records históricos
de precios altos también ha aumentado vertiginosamente la importación, el endeudamiento
tanto externo como interno, el déficit fiscal y … continua la fuga de capitales
promovido por el gobierno por la emisión
de bonos en dólares de Pdvsa y el Ministerio de Finanzas, o a través del Sitme,
un sistema donde las empresas compran tales bonos en dólares en el Banco
Central con la excusa de disponer de ellos para poder seguir importando.
El Gobierno, inclusive disminuyendo los gastos, no puede cubrirlos con la recaudación de impuestos y la renta petrolera, por eso además del endeudamiento, la vía a otra devaluación también estará acompañada a disminuir el salario real con fines de evitarles menos sufrimientos a los dueños del capital sean comerciantes, industriales o simplemente usureros.
Hay, por tanto, etapas claras en la
forma como el país interviene en el mercado mundial y en él con sus altas y
bajas. Cuando arranca el gobierno bolivariano en 1999 el precio del petróleo,
nuestra única fuente mayoritaria de divisas y de renta antes como hoy, estaba
por los suelos como consecuencia de los efectos recesivos de la economía
mundial y la innata dependencia a ella de los gobiernos cuartorepublicanos.
Hasta 2002 la política monetaria del gobierno bolivariano no se diferenció en
mucho de ellos: fuga de capitales y devaluaciones fueron la tónica esencial. La
respuesta con el control de cambios en 2003 es por el efecto de la intervención
imperialista en desalojarlo del poder al atacar con fiereza la industria
petrolera con el paro de finales de 2002 y principios de 2003. La recuperación posterior
de la economía mundial, por tanto de los precios del petróleo, culmina sin
embargo en 2007 con la quiebra de la banca norteamericana que arrastra a todo
el sistema financiero mundial a una vorágine de bancarrotas. Con todo el gobierno
bolivariano, y sus capitalistas, dispusieron de ingresos extraordinarios con el
precio del barril petrolero a 140 dólares hasta el tercer trimestre del 2008
para llevarlo a menos de 40 a finales de ese año, demostrando una ley de hierro
del capital como lo es la incapacidad del nacionalismo en el marco capitalista
y burgués de resolver las tareas democrático-burguesas pendientes como lo son
una industrialización y productividad propias aún disponiendo de condiciones
boyantes en la economía nacional.
De aquellos polvos estos lodos. Lo que
ha permitido que la burguesía a lo interno de nuestras fronteras sobreviva son
sus modos de producción que no escatiman en ser trasladados de un esquema
productivo nacional al del mero comercio importador cuando la incapacidad
nacionalista, muy expresiva al denunciar al imperialismo, no puede obligar a su
clase burguesa a producir como debería. La bancarrota mundial del capital ha
desatado las costuras del atraso capitalista en nuestro país. Mientras ingentes
recursos financieros estuvieron disponibles para un desarrollo productivo
nacional de envergadura hasta buena parte de 2008, los mismos fueron
dilapidados en el disfrute de la renta petrolera por parte de la burguesía, la
tradicional como la boliburguesa nacida al calor del “proceso” bolivariano.
El círculo vicioso entonces deviene en
torbellino en expansión. Las divisas provenientes del petróleo se disponen para
que la burguesía “nacional”, se convierta en compradora-importadora, es decir
mas parásita, mientras una porción,
relativamente cada vez menor, se transforme en un fondo social para alimentar las
misiones y evite las protestas y estallidos sociales por las penurias de las
masas, pero al resultar insuficientes tales divisas el gobierno bolivariano se
endeuda vía bonos soberanos o fondos chinos producto de tasas de interés de
usura como consecuencia del alto riesgo país impuesto por las finanzas
mundiales, tales endeudamientos deben ser cancelados a corto plazo y con las
mismas divisas provenientes del petróleo; el precio negro de la moneda
venezolana se incrementa respecto al dólar ante el flujo reducido de las
divisas para importar haciendo que los bienes de consumo, esencialmente
importados, incrementan su valor para el consumidor final; y como efecto de apagafuegos
el gobierno libera más divisas a la burguesía a cambio de un nuevo
endeudamiento internacional mientras la banca privada y pública acrecienta aún más
sus utilidades como agentes intermediarios de Cadivi o el Sitme.
El plan de endeudamiento aprobado a
finales de 2010 contemplaba cancelar en el lapso 2011-2015 la bicoca de 20.000
millones de dólares en amortización y servicio de la deuda, en 2012 fueron
cancelados 9.000 millones perturbando sensiblemente la economía nacional y
obligando al BCV a vender oro monetario por 3.000 millones de dólares para intentar
reponer las reservas internacionales líquidas, en 2013 está previsto cancelar
18.000 millones de dólares por el mismo concepto donde 15.000 millones de ellos
son sólo servicio de la deuda.
El sentido del control de cambio se
trastoca para colocarle pulmones a una burguesía incapaz de un desarrollo
nacional propio. Que los asalariados terminen pagando los costos de la crisis
del capital con una más pronta que tarde devaluación no es más que la
incapacidad del nacionalismo en el marco burgués de resolver los problemas
nacionales inclusive si para sobrevivir debe hacer uso de la máscara del
“Socialismo del Siglo XXI”.
Resulta asombroso cómo a las puertas
de una nueva devaluación se termine explicándola en términos del “sacrificio en
tránsito al socialismo” que debamos hacer los explotados para que los
capitalistas no paguen los costos de la crisis que han creado. Como socialistas
reivindicamos el control de cambio, pero no este sojuzgado manejo de las
divisas provenientes del petróleo a favor de la burguesía. Control de cambios y
monopolio del Estado del comercio interno y externo, bajo control directo de
los explotados y el pueblo, deben ir unidos de la mano para disponer de las
divisas hacia lo estrictamente necesario para las mayorías mientras se alienta
con bienes de capital el proceso productivo nacional bajo un proceso de
planificación de la economía por los que directamente producen la riqueza, los
explotados, bajo condiciones de salarios que satisfagan la cesta básica
familiar.
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