Opción Obrera es la sección venezolana de la CRCI (Coordinadora por la Refundación de la IV Internacional)

Propulsamos el desarrollo de una política proletaria al seno de los trabajadores tras su independencia de clase y una organización de lucha para su liberación de la explotación e instaurar El Gobierno de los Trabajadores, primer paso hacia el socialismo.

Ante la bancarrota capitalista mundial nuestra propuesta es que:


¡¡LOS CAPITALISTAS DEBEN PAGAR LA CRISIS!
¡LOS TRABAJADORES DEBEN TOMAR EL PODER!



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sábado, 25 de agosto de 2012

Grecia, o el enorme atraso político de la izquierda


Grecia, o el enorme atraso político de la izquierda

La agenda política de la clase obrera, con todos los matices que distinguen a continentes y países, está definida por un período histórico de transición, plagado de crisis económicas, políticas e internacionales, que plantean una nueva acción histórica independiente de las masas. Una estadística reciente señala la caída de 26 gobiernos en los últimos dos años y medio. Incluye el derrumbe de regímenes políticos enteros e incluso revoluciones, en particular en el norte de África y en Medio Oriente, entre ellas en Túnez y en Egipto. Por otro lado, el giro político en Grecia, el cual se ha llevado puestos al menos a tres gobiernos.

Dirección política

El desarrollo de crisis en numerosos regímenes políticos -y luchas y rebeliones populares- ha puesto fin a la especulación conservadora, más acentuada en la izquierda que en la derecha, de que la crisis mundial en curso no sería más que un episodio económico sin alcances históricos en la lucha de clases. La cuestión del viraje político y de las masas domina el escenario mundial. Se manifiesta en tres cuestiones de fondo: la amenaza de disolución de la Unión Europea, el desarrollo de la revolución árabe y la amenaza de mayores guerras en toda esa región; y en el derrumbe de los partidos patronales y el ascenso de la izquierda en Grecia (que ahora se insinúa con fuerza en España y, hasta cierto punto, en Italia). La política revolucionaria consiste en orientar este viraje hacia la lucha por el poder de la clase obrera.

La experiencia de Grecia ha sido objeto de diversos debates políticos, los que simplemente han puesto de manifiesto el enorme atraso político de la izquierda, que ha abordado el ascenso de la izquierda griega desde un ángulo falsamente ideológico. Ese enfoque aísla este ascenso del cuadro político general y del viraje que supone por parte de los trabajadores. Syriza, una coalición de características oportunistas, canalizó un viraje político popular a partir de un planteo político – por un gobierno de la izquierda -, que puso de manifiesto, al pasar, el completo vacío político de varias organizaciones centristas de la izquierda revolucionaria. El Partido Obrero apoyó la reivindicación de un gobierno de la izquierda como un planteo de ruptura con los partidos patronales y como un gobierno de trabajadores, en contraposición al de Syriza, que lo entiende como un gobierno pequeño burgués parlamentario en los marcos capitalistas. Un gobierno de la izquierda griega habría representado una forma de gobierno de transición, en un marco de ascenso político de las masas, entre un retorno a la ‘normalidad’ capitalista y un régimen proletario. Tomar los planteos reformistas de Syriza para adoptar una posición neutral entre el viraje de las masas, de un lado, y la resistencia de la burguesía, del otro, es lo más parecido al liquidacionismo político. El votoblanquismo en una situación de crisis política extrema -en particular cuando ella es el resultado de un viraje popular- revela un cretinismo político insuperable.

Es inevitable que la bancarrota capitalista se desenvuelva a través de sucesivas transiciones, tanto económicas como políticas, frente a las cuales es necesario desarrollar la acción de las masas y no refugiarse, ya sea en un puro seguidismo o en un ultimatismo ideológico pedante. La III Internacional ignoró este problema durante un corto período, a pesar de la experiencia del partido bolchevique entre febrero y octubre de 1917, que pagó muy caro en ocasión del levantamiento en Alemania en 1920. Esta experiencia la obligó a discutir, ¡y con qué aspereza! Como consecuencia de ello, encaró una política concreta frente a los gobiernos de transición, incluidos aquellos que podían tener como punto de partida una combinación parlamentaria de partidos de izquierda.

Qué es y qué planteó Syriza

La súbita emergencia electoral de Syriza conmovió a la burguesía europea, envuelta en una crisis por la permanencia o no de Grecia en la zona euro y en la UE. La posición de Syriza, a favor de permanecer en el euro y la UE, no convenció a ninguna fracción del imperialismo mundial. Es que Syriza había asumido el compromiso político de derogar el Memorando que sometía a Grecia a infames planes de austeridad, supervisado por el FMI y la Comisión Europea. La denuncia de que la derogación del Memorando era incompatible con la permanencia en la UE (que los revolucionarios deben desarrollar en forma sistemática, para preparar a las masas para la lucha por el poder) es usada por los sectarios para tomar una posición abstencionista y clasificar una derrota de los partidos patronales por parte de Syriza como el equivalente a una derrota. Lo que emerge de aquí es la completa incomprensión, por parte de la izquierda auto-proclamatoria, del carácter del periodo que se ha abierto en la lucha de clases y de las tareas que corresponden a esta transición. No son revolucionarios, sino retardatarios.

El planteo de “un gobierno de izquierda” debía ser tomado por la izquierda revolucionaria, oponiéndolo “a la acepción que le da Syriza y a su programa, definiéndolo en términos anticapitalistas – en primer lugar como un gobierno de trabajadores que repudia la deuda externa, que revierte todas las medidas de ‘ajuste’ contra los trabajadores, que plantea la confiscación de la banca (…) rompe con la Unión Europea (…) y que convoca a la formación de comités obreros y de barrios para luchar contra el sabotaje capitalista y para superar la representación formalista del parlamentarismo por la representación directa de las masas activas” (PO 1222).

Una parte de la izquierda se mimetizó en Syriza (SU, MST, PCR) y llegó a erigirla en ejemplo mundial de una “izquierda plural” (oportunismo). Otro sector cometió una doble tropelía política: por un lado, impugnó la política de “gobierno de izquierda” por “oportunista y electorerista” y, por otro, colocó al PO en la misma bolsa del resto de los grupos que se reclaman del trotskismo (1).

III Internacional

El planteo del PO procede no sólo del cuarto congreso de la III Internacional (noviembre 1922), sino de toda la experiencia mundial desde las revoluciones europeas de 1848. Allí se dice, al analizar las distintas variantes de gobiernos obreros, que “los comunistas están dispuestos, en ciertas condiciones y bajo ciertas garantías, a apoyar un gobierno obrero no comunista. Pero los comunistas deberán explicar a la clase obrera que su liberación no podrá ser asegurada más que por la dictadura del proletariado” (2). El PO propuso un gobierno de izquierda que suma a la clase obrera organizada en el PC y en el propio Syriza, prácticamente un frente único proletario.

“¿Cómo lo entenderán las masas y nosotros?”

En las conversaciones que León Trotsky sostuvo con dirigentes del SWP como parte de la preparación del Congreso de fundación de la IV (3), éstos le preguntaron si la consigna del “gobierno obrero y campesino” (o de trabajadores, en una acepción más nuestra) debía ser planteada “como un programa de transición” o como “seudónimo de la dictadura del proletariado”. Trotsky respondió: “En nuestra idea, conduce a la dictadura del proletariado”. En otro diálogo de la misma serie, agregó: “Amplias masas lo entenderán en un sentido democrático parlamentario, pero nosotros intentaremos explicarlo en un sentido revolucionario”. Por eso, para que las masas se apropien de este sentido es necesario explicar y explicar las reivindicaciones que “deben constituir, en nuestra opinión, el programa del gobierno obrero y campesino”, es decir el Programa de Transición.

La consigna de “gobierno obrero y campesino” (o de trabajadores) está concebida en función de lo que el manifiesto fundacional de la IV considera la “tarea central” de los revolucionarios en esta etapa, que es “liberar al proletariado de la vieja dirección”. El llamado a las viejas organizaciones para que rompan con la burguesía y luchen por un gobierno “propio” plantea una línea de ruptura con la clase que tiene el timón del Estado y es un llamado a los trabajadores, quienes siguen a diversas organizaciones políticas a luchar por el poder. Si se llegase a constituir, “les prometemos un completo apoyo contra la reacción capitalista”, dice el Programa de Transición. Pero volviendo sobre la naturaleza de estos gobiernos, Trotsky puntualiza -una vez más en las “Conversaciones”- “que este gobierno sería para nosotros un paso hacia la dictadura del proletariado”.

En un informe al IV Congreso (diciembre 1922), al referirse a la situación en Alemania, y más precisamente en Sajonia, el líder revolucionario expuso una analogía: “Bajo ciertas condiciones, la consigna de un gobierno obrero puede hacerse realidad en Europa. Esto quiere decir que puede llegar un punto en el que los comunistas junto a los elementos de izquierda de la socialdemocracia establecerán un gobierno obrero de forma similar a la nuestra en Rusia, cuando creamos un gobierno obrero y campesino junto con los social revolucionarios de izquierda. Una fase tal constituiría una transición a la dictadura proletaria, total y completa” (4).

¿Qué alternativa?

Impulsamos la reivindicación de “gobierno de izquierda”, pero no a integrar ese gobierno sino a apoyarlo contra la derecha (“naturalmente, nosotros seguiríamos en la oposición”, había planteado Trotsky al referirse a la variante de un gobierno obrero de ruptura con la burguesía en las Conversaciones (4). Es una consigna de transición por el viraje de las masas y en una situación que plantea la cuestión del poder. Cierto es que si no se aprecia un viraje que estalla ante los ojos, se corre el riesgo de convertirse en un convidado de piedra frente a la crisis.

“Al no existir organismos de las masas en lucha que tiendan a crear un doble poder, este llamado del PO (a defender la consigna de “un gobierno de toda la izquierda”) apela a la voluntad de la dirección de Syriza para que ‘impulse’ un gobierno de trabajadores, con lo cual -lejos de combatir el reformismo y el pacifismo- fortalece las ilusiones parlamentaristas alentadas por esta centroizquierda”, plantea el PTS (2). Pero es la III, antes que PO, quien desbarata estas caracterizaciones en relación con el planteo de “gobierno de izquierda” al plantear que aun “un gobierno obrero que resultase de una combinación parlamentaria puede también brindar la ocasión de reanimar el movimiento revolucionario” (3). Lo que importa no es si existen o no ‘organizaciones’, sino aprovechar la crisis revolucionaria para crearlas -en el caso de que no existieran. La respuesta al hecho de que “no existen organismos de doble poder” no puede ser la parálisis o el votoblanquismo: es una vez más la III la que plantea que la propia consigna de gobierno obrero es “susceptible de concentrar y desencadenar luchas revolucionarias” (3).

Un signo de la bancarrota de esta política es la “salida” de esta corriente frente a la situación en Grecia: “Para derrotar los planes de la UE y de la burguesía griega hace falta un programa revolucionario que esté a la altura de la ofensiva de los capitalistas”- un listado de medidas “en la perspectiva de imponer un gobierno obrero y popular basado en organismos de democracia obrera”.

Es decir que el PTS llamó a votar en Grecia por el PTS.

El colmo de los colmos

Nuestros compañeros del PTS, en esta polémica, se han dedicado -como siempre- a enmascarar su sectarismo y el abstencionismo político en situaciones de crisis y transición, dando lecciones a todo el mundo. Lo curioso es que, en una cuestión estratégica fundamental, es hermano mellizo de Syriza. Sí, al igual que Syriza (y al igual que el MST, el NPA de Francia y tantísimos otros), el PTS tampoco plantea la ruptura de la Unión Europea. En ningún momento el PTS critica la posición pro-imperialista de Syriza de mantenerse en la UE. Obviamente, se trata de plantear esta ruptura, no desde un punto de vista nacionalista sino socialista, pero no se puede dejar de plantearla con el argumento de que luchamos por un gobierno de trabajadores.

Es incuestionable que la lucha por quebrar la UE debe integrar un programa socialista y que la clase obrera en Europa acabará con ella como parte de una revolución proletaria. Pero no es menos evidente que una parte de la clase obrera y las masas medias de Europa se paraliza ante la posibilidad de que sus países no continúen en la UE, porque ven una salida de la UE como un pasaje al caos. Sin una crítica sistemática de la UE, como bloque imperialista que refuerza la opresión del pueblo y la explotación del proletariado, no puede empezar siquiera a desenvolverse una alternativa socialista. Tampoco se trata de una reivindicación menor, porque ella se plantea cotidianamente. Por ejemplo, ha habido varios referendos sobre tratados comunitarios, que obligaban a definir por el sí, el no, o el no fumo. Ahora mismo está en discusión el ‘rescate’ de España, que la colocaría bajo supervisión de la UE y el FMI, o el planteo de pasar a una integración política y a una Europa federal. Concretamente, se va a convertir a -corto plazo- en el tema político central en Alemania, dada la existencia de un sector de la burguesía que está a favor de la expulsión de Grecia. El punto se hace más relevante porque la UE no es un bloque histórico homogéneo de naciones: hay Estados imperialistas, Estados intermedios (semi-imperialistas) y Estados semi-coloniales. En cada uno de ellos, la cuestión de la UE se presenta de un modo diferente. Grecia es, a la vez, una colonia del capital extranjero europeo y una nación opresora -hasta cierto punto- en los Balcanes. Un revolucionario alemán debe denunciar a la UE como instrumento de explotación de su burguesía; uno rumano o griego debe denunciar la asociación de su burguesía con el capital extranjero – que en el caso de Grecia, por ejemplo, quiere acentuar la tutela política de la UE sobre Grecia (protectorado). La cuestión de la UE es el eje de la crisis en Grecia, pero el PTS reparte sermones en todas las direcciones, mientras evade el núcleo de la cuestión. Despotrica contra Syriza ( y más todavía contra quienes impulsan un gobierno de izquierda desde una posición clasista), pero coincide -por medio de una clamorosa omisión- con el planteo fundamental de Syriza. Es claro que no entiende la época que estamos transitando ni los problemas que ella presenta.

Dos problemas graves

Nuestra posición no tiene nada que ver con el planteo de un gobierno “contra el ajuste” fundado en un frente de izquierda en torno a Syriza (PSTU Brasil) , que es lo mismo que plantea Syriza (derogar el Memorando) sino contraponer a Syriza un planteo anti-capitalista. El SU/MST llamó a imitar a Syriza como expresión plena de la izquierda “plural”. Los sectarios se valen de los oportunistas para justificar su sectarismo, pero lo que está en discusión aquí no es una querella entre sectas, sino la posición política cuartainternacionalista en una situación pre-revolucionaria de transición. El inmenso atraso político de la llamada izquierda trotskista consiste en usar la crisis mundial para revalidar querellas de sectas, cuando se trata de ofrecer una caracterización desarrollada de la transición y del viraje político, así como de ofrecer una orientación adecuada a esta situación.

Un vacío de caracterización

A las elecciones se presentó otra coalición de izquierda, Antarsya (a la izquierda de Syriza) pero sin relevancia en la situación política concreta. Tampoco tenía a su favor una posición política clarificadora, puesto que rechazaba el planteo de un gobierno de trabajadores. En este frente heterogéneo se encuentran fuerzas partidarias y adversarias de seguir en la UE, el bloque imperialista europeo. Votar a Antarsya hubiera sumado a la confusión, sin la contrapartida de un progreso del movimiento real. Hacerlo fue, sin embargo, el refugio de las sectas sin política.

Argentina

El problema que discute este artículo es mundial: es el desarrollo de una enorme transición política del capitalismo y del proletariado. Tenemos que tenerlo presente en Argentina, donde nuestro partido actúa en el Frente de Izquierda, para ponerse a la cabeza de los virajes de la situación política y de las masas, y no para medrar en la autoproclamación. Nuestra pasión por la discusión sobre Grecia obedece a que sus lecciones son internacionales. Necesitamos desarrollar un análisis de la misma calidad sobre las revoluciones árabes, las guerras civiles y las guerras internacionales con las que el imperialismo intenta contener esas revoluciones, porque son enseñanzas enormes para toda América Latina.

Christian Rath

1. “El fenómeno electoral de Syriza entusiasmó a muchos en la izquierda que se reclama trotskista, que rápidamente hicieron suya su consigna de ‘gobierno de izquierda’ … los compañeros del PO también se han sumado a este coro de organizaciones” (La Verdad Obrera 478, 7/6). Las citas, salvo indicación en contrario, pertenecen a este periódico.
2. “Resolución sobre la táctica de la Internacional Comunista”, en Los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista, Tomo II, Editorial Pluma, 1973.
3. León Trotsky, Writings (1937-38), Nueva York, Pathfinder Press, 1985.
4. León Trotsky, The First Five Years of the Communist International, T.II, New Park, Londres, 1974.

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