Trabajadores de una veintena de sindicatos adscritos a la federación de UNETE-Aragua, comenzaron a concentrarse en la confluencia de la Av. Bolívar con Av. Ayacucho a eso de la 1 de la tarde del viernes 12 de marzo para marchar hasta las inmediaciones de la sede de gobierno del estado en función de:
- Protestar por el alto costo de la vida y la liberación y aumento de precios de la canasta alimentaria.
- Exigir un aumento general de sueldos y salarios que alcance a cubrir la canasta familiar reducida a la mitad por la devaluación de enero de este año.
- La discusión de los contratos colectivos vencidos y detenidos por la desidia de las inspectorías del trabajo en connivencia con los patronos.
- El cese a la criminalización de la protesta que mantiene bajo presentación judicial a cientos de representantes de los trabajadores que se han atrevido a promover movilizaciones y huelgas contra sus patronos y donde el caso más notorio es el secretario general del sindicato de Ferrominera, Rubén Gonzalez, preso por haber dirigido con los trabajadores una huelga masiva exigiendo la aplicación del contrato colectivo ante la evidente indiferencia del patrono en aplicarlo.
- Por el restablecimiento al derecho a huelga virtualmente coartado cuando a los trabajadores de las empresas de alimentos por reglamentación especial del gobierno bolivariano se les impide convocar.
- Por la suspensión de los contratos con las trasnacionales del imperio en la Faja del Orinoco que sólo expoliarán el crudo que es propiedad de los venezolanos al igual de como lo hacían en los tiempos de la cuarta república.
- Por viviendas, agua, luz, transporte público y seguridad pública y social que sean destinados a los trabajadores y sus familias en vez de padecer el viacrucis ya hecho costumbre de su pesarosa vida diaria en sus desatendidos barrios.
Los trabajadores consideraron que sería una masacre intentar proceder con la marcha cuando virtualmente se encontraban rodeados por los cuatro flancos por más de 500 policías armados hasta los dientes. Hicieron la solicitud al comandante López de la policía de abrir un compás de espera mientras en asamblea los trabajadores decidían la mejor forma de organizar la desmovilización y a la vez esperar al último grupo de trabajadores que estaban por llegar. El comandante aceptó la propuesta y se retiró del sitio aunque sus efectivos policiales permanecieron en su accionar de amedrentamiento. A eso de las 2:30 p.m. y sin mediar aclaratorias los policías motorizados comenzaron a permitir el tráfico de los vehículos. La celada estaba montada. Mientras los trabajadores reaccionaban tratando de mantener su asamblea y deteniendo el tráfico para hacerlo, desde la brigada motorizada colocada en el lado sur de la Av. Ayacucho comenzaron a accionar sus bombas lacrimógenas a mansalva. La brigada antimotines a la vez cargó contra los trabajadores desprevenidos accionando disparos de perdigones o lacrimógenas hacia los trabajadores y el público que veía con interés los acontecimientos. Los trabajadores fueron dispersados a la fuerza corriendo desesperados en sentido contrario por la Av. Michelena con los motorizados tras sus pies. El ensañamiento era necesario para las huestes policiales. Un total de 28 convocados a la marcha entre trabajadores, representantes sindicales y federativos de UNETE fueron detenidos. Luego de calmada la escaramuza policial y mientras un grupo de trabajadores exponía ante los medios de televisión presente, algo de lo que el propio comandante López se aprovechó con bastante insistencia, al concluir la entrevista fueron montados en una jaula y detenidos. Entre ellos se encontraba Robert Gonzalez miembro de la FUTPV (Federación Unitaria de Trabajadores Petroleros) y también militante del PSUV.
No sería de extrañar que por los medios oficiales se insista que los trabajadores eran un grupo insignificante de guarimberos contrarrevolucionarios y pitiyanquis que obstruían el derecho al libre tránsito de los “ciudadanos”, motivo que sería más que suficiente para que la policía actuara para dispersarlos. Lo que no dirán tales medios, y hasta se tergiverse en los otros de la derecha, es que los trabajadores son ciudadanos por demás y que los permisos para marchar, esa irresoluta maniobra de imponer autoridad por parte de los gobernantes, habían sido solicitados. El comandante López busca el pretexto que sea para proceder a la represión con saña. No sólo se demuestra que los trabajadores no tienen derecho alguno de expresarse y por lo tanto se coarta el derecho a la protesta, sino que adicionalmente se les envía el mensaje claro y diáfano de, si lo llegas a intentar, te cargaré con ensañamiento y represión para luego terminar en la cárcel.
El gobierno alardea de “obrerista” usando un lenguaje rimbombante anticapitalista y hasta “socialista”. Mientras demuestra en los hechos la defensa a los capitalistas y su burguesía. Los trabajadores de Maracay, muchos de ellos honestos militantes del PSUV, han vivido la experiencia de que no sólo sus protestas no sean escuchadas, es que con la represión de otros tiempos se le impide concretarla frente a los llamados gobernantes rojo rojitos de su propio partido. Mayúscula contradicción cuando estos gobernantes rojo rojitos se les acercan buscando su apoyo para las futuras elecciones parlamentarias nacionales o regionales de septiembre.
Para los compañeros que se encuentran involucrados con el papel director de la clase obrera también hay que sacar balances. La convocatoria a una marcha con las pretensiones que se consideraban sólo es factible hacerla bajo una secuencia de pasos que estimulen a que los trabajadores asistan a ella ya que realmente fue muy baja la asistencia. La crisis capitalista mundial se refleja en los bolsillos de los trabajadores cuando el gobierno bolivariano recurre a salvar a los capitalistas y carga sobre los trabajadores sus costos. La primera demostración de los trabajadores, y por ende de sus representantes sindicales, debe ser la demostración de fuerzas frente a sus patronos en sus propios sitios de trabajo. El paro, la huelga de brazos caídos, la revalorización de los salarios a cobrar, y la defensa por el derecho al trabajo de los obreros ante los despidos que ya se vislumbran en el horizonte, pueden ser las alternativas que den esos pasos previos a una gran concentración de los trabajadores organizados en sus sindicatos afilados a UNETE en Aragua, así como en cualquier otro estado con altas concentraciones de trabajadores. Pero para concretar esos pasos UNETE de Aragua debe presentar un plan de acciones de manera organizada y planificada para de lo poquito ansiar lo mucho, la participación masiva de los trabajadores en el reclamo al gobierno que primero son ellos y no los capitalistas y su burguesía.
¡QUE LOS CAPITALISTAS PAGUEN SU CRISIS!
¡QUE LOS TRABAJADORES ASUMAN EL PODER!
¡EL GOBIERNO DE LOS TRABAJADORES, PRIMER PASO AL VERDADERO SOCIALISMO!
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