Opción Obrera es la sección venezolana de la CRCI (Coordinadora por la Refundación de la IV Internacional)

Propulsamos el desarrollo de una política proletaria al seno de los trabajadores tras su independencia de clase y una organización de lucha para su liberación de la explotación e instaurar El Gobierno de los Trabajadores, primer paso hacia el socialismo.

Ante la bancarrota capitalista mundial nuestra propuesta es que:


¡¡LOS CAPITALISTAS DEBEN PAGAR LA CRISIS!
¡LOS TRABAJADORES DEBEN TOMAR EL PODER!



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martes, 2 de abril de 2013

¿Nicolás Maduro ó Dr. Dolittle?


¿Nicolás Maduro ó Dr. Dolittle?


Definitivamente este es el país de los elegidos, los mortales no tenemos cabida aquí. Cuándo nos íbamos a imaginar los venezolanos que contaríamos con un presidente que no sólo tendría facultades para alcanzar ese estado de elevación, una especie de nirvana, sino que al entregarse en oración, sería capaz de interpretar el canto de los pájaros.

Estas revelaciones del presidente vienen a trastocar por completo mi crudo escepticismo. Apartando los estados extáticos, los trances místicos de Santa Teresa de Jesús, como para no dejar todo en manos de la ciencia, hasta hoy era de las que pensaba , y mira que me ha costado salir de mi asombro, que se puede ir desde una matriz mágica a una matriz científica, pero lo contrario, jamás!!

Ahora, es conveniente saber que se debe tener cuidado con esos pajaritos chiquiticos, porque también tienen la costumbre de hacerse los muertos y pueden dar señales equivocadas.

Un cuento de un tunecino, Nacer Khemir, “La libertad no se da, se toma".

Érase una vez un mercader que hizo un viaje a China. En un puesto del mercado, compró un magnífico pájaro, un pájaro de China. Lo llevó a su casa y lo instaló en una jaula dorada. A medida que pasaban los días, su cariño por el pájaro aumentaba.
Cada vez que volvía a su casa, su primera mirada no era ya para su mujer, sino para el pájaro. Y cada vez que salía, su última mirada no era ya para su mujer, sino para el pájaro. Un día, sus negocios le llevaron a China. Antes de partir, se acercó a la jaula:
—Querido amigo, voy de viaje a tu país. ¿Quieres que te traiga alguna cosa?
Tras unos instantes de silencio, el pájaro respondió:
—¡Mi libertad!
—¡Tu libertad...! ¿Y yo, entonces? ¿Qué será de mí sin tu presencia? Elige algo distinto, ¡hay tantas cosas en China!
El pájaro reflexionó y contestó:
—Si no puedes darme la libertad, ve al lindero del bosque donde fui capturado. Allí, anuncia a los míos la noticia de mi cautiverio.
El mercader marchó a China. Como todos los mercaderes, vendió y compró. Antes de regresar, se dirigió al lindero del bosque y gritó: 
—¡Vuestro amigo está en cautiverio!
Al oír estas palabras, un magnífico pájaro, semejante al suyo, cayó fulminado a sus pies. El mercader se dijo: “Qué triste noticia voy a llevarle...”.
Y regresó a su casa.
Por una vez, fue directamente a ver a su mujer, evitando al pájaro. Tres días más tarde, se acercó lentamente a la jaula:
—Amigo, he vuelto de China... Te traigo, ¡ay!, una triste noticia...
—¿Triste? —dijo el pájaro. Cuenta, de todas formas. Lo que es triste para ti, quizás no lo sea para mí...
—Oh... —dijo el mercader. Apenas había anunciado la noticia, cuando uno de tus hermanos cayó muerto de su rama...
Al oír estas palabras, el pájaro cayó, fulminado, al fondo de la jaula. El mercader se golpeó el pecho:
—¡No he causado su desgracia, sino la mía!
Abrió la puerta de la jaula y sacó al pájaro inanimado. Corrió a buscar agua. Cuando volvió, el pájaro había levantado el vuelo... Antes de desaparecer, le gritó:
—¿Ves, mercader? ¡La noticia no era triste para mí! Gracias a ti, mi hermano me ha transmitido su mensaje: “La libertad no se da, se toma”. ¡Adiós! Vuelvo a mi hogar, a China...
El pescador que contaba esta historia a un genio, le dijo:
—¿Ves? Yo no he podido liberarte, ¡la libertad no se da, se toma!
—Tengo prisa —dijo el genio—. 
—Pero escucha antes la historia de la muerte que tenía una cita en Samarcanda...
El genio se exasperó:
—Alto ahí, humano, no tengo más tiempo. Hace tanto que espero... ¿Eres pescador o contador de cuentos?

Vilma Ramos

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