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martes, 6 de agosto de 2024

TENDENCIAS GLOBALES DE INTEGRACIÓN Y FRAGMENTACIÓN

 TENDENCIAS GLOBALES DE INTEGRACIÓN Y FRAGMENTACIÓN1

Matsas Savvas M. Universidad Nacional de Atenas (Grecia)






Resumen: La globalización como narrativa dominante a fines del siglo XX ha retrocedido drásticamente en las primeras décadas del siglo XXI. Después de la crisis mundial de 2008 y la Gran Recesión, seguidas de choques sucesivos (la pandemia de Covid-19 y el cierre económico mundial, la escalada de tensiones geopolíticas internacionales), se ha producido un cambio de rumbo del discurso oficial, que ahora se centra cada vez más en la “desglobalización”, sus prioridades y peligros. Pero tanto las narrativas en su forma dominante como las apologéticas son incapaces de interpretar los acontecimientos mundiales actuales. Al padecer una unilateralidad fatal, no logran captar la interacción dialéctica de fuerzas contradictorias que impulsan simultáneamente las tendencias globales de integración y fragmentación, incrustadas en la propia relación de capital que alcanza sus límites históricos. Una producción basada en la cognición y basada en la cooperación social y la solidaridad, como lo enfatiza la investigación de Noonomy, debe superar la barrera de la relación de capital en sí misma reorganizando la sociedad sobre bases socialistas genuinas.

Palabras clave: globalización, desglobalización, crisis global, noonomy

Para citar: Matsas S.M. (2024). Tendencias Globales de Integración y Fragmentación. Noonomy and Noosociety Almanaque de trabajos científicos del S.Y. Witte INID, vol. 3, n.º 1, págs. 34-40 DOI: 10.37930/2782-6465-2024-3-1-34-40

1 El documento se basa en el informe presentado en la 36.ª sesión del Seminario Teórico Internacional del Instituto para el Desarrollo de la Nueva Industria (INID) S.Y. Witte "Transformaciones Socioeconómicas y Geopolíticas Globales: Teoría y Prácticas" (5 de abril de 2024, San Petersburgo).

Introducción

¿Globalización y/o desglobalización?

El escenario histórico mundial ha cambiado drásticamente y continúa cambiando a una velocidad acelerada, a través de sucesivos shocks globales, que propagan una confusión generalizada.

En las últimas décadas del siglo XX, durante los años calientes del neoliberalismo y la dominación del capital financiero globalizado, la globalización capitalista se presentó distorsionada y fetichizada en la narrativa dominante. Se combinó, particularmente en la década de 1990, después de la desintegración de la URSS con el mito del “fin de la historia” y terminó con este “final” ilusorio.

Ya a principios del siglo XXI, mitos y creencias bien establecidas se hicieron añicos. El punto de inflexión crucial de la historia reciente, el verdadero Zeitenwende (cambio de rumbo), no ocurrió en 2022 sino en 2008: fue el estallido de la crisis capitalista global con el colapso financiero global y la larga depresión. La crisis mundial aún no resuelta, con todos sus altibajos, está en una espiral de sucesivos giros dramáticos y choques brutales como la pandemia de Covid-19 y el confinamiento, los nuevos peligros de estanflación y, sobre todo, la escalada mundial de tensiones geopolíticas tras un agresivo “Occidente colectivo” liderado por Estados Unidos tras sus objetivos, China y Rusia, declarados como “rivales estratégicos primarios”.

El fracaso evidente del neoliberalismo en 2008, después del fracaso del keynesianismo en la década de 1970, dejó un vacío estratégico para el capitalismo, que carecía de una estrategia económica alternativa para salir de la prolongada crisis global.

La Globalización empezó a ser reemplazada más o menos en el discurso público por narrativas formalmente opuestas de des-globalización, de “decoupling” (desacople) o “de-risking” (minimización de riesgo), de “home shoring” (cerca del consumo) o de “friend shoring” (sitio confiable), en un giro hacia el nacionalismo económico de diversos tipos, que pronto también se encuentran confrontado un impasse. [Michael-Matsas S., 2022; 2022 passim].

Las evaluaciones contradictorias de los líderes del capital estadounidense y mundial revelan su impasse estratégico frente a la presencia simultánea de tendencias globales contradictorias de integración económica y fragmentación. Larry Fink, director ejecutivo de BlackRock, la empresa de gestión de activos más grande del mundo con 10 billones de dólares en activos, hizo una declaración en 2022 en la que declaraba “el fin de la globalización que hemos experimentado en las últimas tres décadas” [Foroohar R., 2022; Bukat-Lindel S., 2022; Tett G., 2022; Tooze, A.; Armstrong R., 2022]. Desde el otro lado, Jamie Dimon, presidente y director ejecutivo de JP Morgan Chase, el mayor banco privado de Estados Unidos, no prevé una posible disociación entre Occidente y China, considerando que ello conduciría a un desastre no sólo para las dos mayores economías del mundo, sino para la economía mundial en su conjunto. [Dimon J.; [2023]

Nouriel Roubini, conocido como uno de los pocos economistas que predijeron, a su manera, el colapso de 2008, trata ese “fin de la globalización” como una de las diez mega amenazas que “ponen en peligro nuestro futuro” [Roubini N., 2022, págs. 144-166].

La globalización aparece simultáneamente como algo que está terminando y que no tiene fin.

La fragmentación choca con la realidad de una integración ya establecida de la vida económica social internacional, la interconexión ya avanzada de los procesos económicos sociales mundiales, que, al mismo tiempo, en su forma social histórica actual genera una mayor fragmentación.

Este "doble vínculo" es el enigma sin resolver de la Esfinge del presente. La confusión generalizada se agrava. Reina ahora, de la manera más brutal en un mundo peligroso, posterior a la posguerra fría, lo que el filósofo Alain Badiou había llamado “una desorientación generalizada del mundo” (Badiou A., 2022 passim).

La ​​“Globalización” y la “desglobalización” en su forma ideológica y apologética dominante rígida, adolecen ambas de una unilateralidad fatal, son incapaces de captar en su unidad los aspectos y tendencias contradictorios del mundo real, las complejidades del desarrollo desigual y combinado del proceso histórico mundial.

I. Norte global y Sur global

La “globalización” como dogma neoliberal, o “hiperglobalización” [Subramanian A., Kessler M., 2013 passim] en el lenguaje de los años 1990, no limitó sobre sí misma, el reconocimiento de la interconexión avanzada de la economía mundial, el carácter mundial de las fuerzas productivas modernas y la división internacional del trabajo. Predica el fin del Estado nacional y de sus fronteras y, en consecuencia, de los intereses nacionales antagónicos. Falsamente, afirmaba que estaba difundiendo la “democracia” y una “creciente igualdad” entre los países “desarrollados” y “en desarrollo”, rebautizados ahora como “mercados emergentes”. En realidad, la desigualdad que divide a los centros capitalistas metropolitanos ubicados en el Norte global y los países semiperiféricos y periféricos del Sur global ha crecido durante la fase de globalización capitalista posterior a 1980. La expansión del capital mundial del Norte global imperialista, que saqueó los recursos y sobreexplotó a las poblaciones trabajadoras del Sur global, tuvo un impacto devastador en todas sus condiciones de vida, con hambrunas, destrucción medioambiental, guerras, dictaduras, genocidios (¡Ruanda en 1994!), que produjeron oleadas migratorias ininterrumpidas y sin precedentes de personas desesperadas.

Como los economistas tradicionales tuvieron que admitir, había “serpientes en el paraíso de la hiperglobalización” [Subramanian A., Kessler M., 2013, pág. 38] En 2002, el keynesiano Joseph Stieglitz tuvo que dar, a su conocido libro, el título La globalización y sus descontentos [Stiglitz J., 2002]. Ya a finales de los años 1990 y principios del siglo XXI, surgió un poderoso movimiento social global contra los estragos de la globalización del capital con la revuelta masiva anti-FMI de Seattle en 1999, que continuó con los acontecimientos de Génova en 2001 y, posteriormente, con las reuniones del Foro Social Mundial de Porto Alegre.

Frente a los mitos, numerosos estudios empíricos han expuesto la creciente desigualdad a nivel mundial. Un informe de Oxfam de 2021 concluyó que, en conjunto, los 10 hombres más ricos del mundo poseían más de la riqueza combinada de los 3.100 millones de personas más pobres, casi la mitad de toda la población mundial. Su riqueza combinada se duplicó durante la pandemia [Nabil A., et al, 2022 passim].

La rara excepción de la reducción de la pobreza masiva y la desigualdad social durante las últimas tres décadas fue China. Esto no ocurrió gracias a una globalización del capital liderado por Occidente, sino sobre una base política y económica totalmente diferente: una apertura al mercado mundial bajo el control del sector económico estatal chino siguiendo las direcciones políticas del Partido Comunista Chino.

En cada giro importante de la espiral de crisis mundial posterior a 2008, la brecha entre el Norte global y el Sur global se manifiesta como una brecha cada vez más amplia, cada vez más profunda e insalvable. Por ejemplo, durante y después del shock de la pandemia de Covid, los programas de vacunación revelaron en los términos más dramáticos la creciente desigualdad estructural entre el Norte y el Sur global, fracturando de manera inhumana a la humanidad actual. En el informe Perspectivas de la economía mundial y el Informe sobre la estabilidad financiera mundial del FMI, publicado en otoño de 2021, se informó que “a fines de septiembre de 2021, el 58 por ciento de la población de los países de altos ingresos estaba completamente vacunada, frente al 36 por ciento en los países emergentes y un miserable 4 por ciento en los países de bajos ingresos” pertenecientes al Sur Global [FMI, 2021; Wolf M., 2021].

El informe del Programa Mundial de Alimentos sobre lo ocurrido en el primer año de la pandemia es alarmante: “Se estima que en 2021 una cifra récord de 270 millones de personas padece inseguridad alimentaria aguda o están en alto riesgo, un aumento del 74 % con respecto a 2020” [Tooze A., 2021].

Para repetir el título del artículo de Oxfam Internacional, la desigualdad mata, de hecho.

A pesar de todas las afirmaciones de que la “globalización” marca “una nueva era” o “una nueva etapa postimperialista del desarrollo capitalista”, la persistente división entre el Norte Global y el Sur Global demuestra la dominación y el parasitismo del primero sobre el segundo, la continua separación entre naciones opresoras y oprimidas, lo que confirma la teoría clásica de Lenin sobre el imperialismo como una época de capitalismo en decadencia. Los discursos sobre la “desglobalización”, desde el otro lado, funcionan como un llamado a un nacionalismo económico depredador del tipo “MAGA” (“Make America Great Again”) o del tipo “América Primero” o como la falacia de una autarquía nacional imposible para los más débiles y pobres. En cualquier caso, el Sur global pagará el precio más alto del desastre común. Sus reacciones políticas eran previsibles. No es casualidad que los representantes del Sur global donde vive la gran mayoría de la humanidad, se han opuesto a las políticas de sanciones y al uso de las finanzas internacionales como arma por parte de los Estados Unidos y el Occidente colectivo contra Rusia. También resulta bastante claro por qué los países del Sur Global se han opuesto a la histeria anti China impulsada por Occidente o por qué Sudáfrica llevó a la Corte Internacional de Justicia la guerra genocida en Gaza. Estas acciones no son simplemente maniobras políticas, sino expresiones de una división histórica mundial.

II. Norte global: tendencias de integración y fragmentación

1. Estados Unidos

El capitalismo estadounidense es el centro del sistema capitalista global y el centro de su crisis estructural, sistémica y su decadencia histórica.

Por razones históricas y estructurales que han determinado la formación social de los Estados Unidos, el capitalismo norteamericano, en nuestra época imperialista, particularmente bajo el impacto de dos guerras mundiales, la Gran Depresión y más tarde la “Guerra Fría”, tuvo que romper con el aislacionismo e integrar los asuntos mundiales desempeñando un papel protagónico. Su equilibrio interno tenía que basarse necesariamente en un equilibrio mundial, ejerciendo una hegemonía mundial. Fue elevado a esta posición de liderazgo en el siglo pasado, reemplazando a Gran Bretaña y Europa en un papel subordinado, aunque necesario, pero sólo de apoyo a los intereses de Estados Unidos.

El período posterior a la Segunda Guerra Mundial, basado en el acuerdo de Bretton Woods y la Guerra Fría, fue el período “clásico”, siempre turbulento, de esta hegemonía mundial de Estados Unidos. El colapso del equilibrio internacional basado en el sistema de Bretton Woods a principios de los años 1970 y el surgimiento de una crisis mundial combinada con la vorágine política internacional del mismo período plantearon nuevos desafíos. La campaña neoliberal posterior a 1980 y el frenesí de la globalización del capital financiero fueron un intento de superar la crisis. Su punto más alto fue la desintegración de la Unión Soviética y el colapso de los regímenes de Europa del Este. Pero la integración en un capitalismo global liderado por Occidente bajo la hegemonía estadounidense resultó ser a la vez una ilusión y una tragedia, que condujo a una mayor fragmentación política y económica a nivel internacional, a una peor crisis global y ahora a peligros que llevan a la humanidad al borde del abismo.

La globalización neoliberal posterior a 1980 y el Consenso de Washington no salvaron un orden internacional, basado en reglas estadounidenses, plagado de crisis. Por el contrario, se hizo evidente el declive del capitalismo hegemónico estadounidense como el punto histórico más alto del desarrollo capitalista global.

Incluso durante la llamada “hiperglobalización” de los años 1990, su sostenibilidad por parte de Estados Unidos y Occidente fue problemática. En 1998, D. Rodrik [Rodrik D., 1998, págs. 997-1032; Subramanian A., et al., 2013, pág. 21] había advertido que para sostener “la apertura se requiere un consenso social interno a su favor, lo que a su vez requiere mecanismos de seguridad social para proteger a los actores nacionales contra los shocks inducidos por la globalización”. Pero, en vísperas de la crisis de 2008, según Larry Summers, “la globalización aumenta la necesidad de seguridad social y socava la capacidad del gobierno para proporcionarlo” [Summers L., 2008].

Los salarios de los trabajadores estadounidenses estuvieron estancados durante tres décadas, la movilidad social disminuyó y la desigualdad aumentó drásticamente. Larry Katz, de la Universidad de Harvard, captó el malestar estructural en Estados Unidos y la ruptura del consenso social con la siguiente metáfora:

Piense en la economía estadounidense como un gran bloque de apartamentos. Hace un siglo, incluso hace 30 años, era objeto de envidia. Pero en la última generación su carácter cambió. Los áticos (penthouses) de arriba son cada vez más grandes. Los apartamentos del medio están cada vez más estrechos y el sótano se ha inundado. Para colmo, el ascensor ya no funciona. Ese ascensor averiado hace que la gente se deprima más” [citado por Subramanian A., et al., p. 21]

La metáfora describe con bastante precisión mucho más que el fenómeno Trump (incluida la posibilidad de su regreso en las elecciones presidenciales de noviembre de 2024). Capta el desequilibrio interno y la disfunción política de los EE.UU., la perturbación y la ausencia de un equilibrio internacional en el que sustentar por sí mismo, su decadencia y, en consecuencia, su impulso imperialista para reimponer su hegemonía global por todos los medios contra, en primer lugar, Rusia y China.

2. Europa

Europa es el espacio donde se manifiestan con mayor nitidez las tendencias globales de integración y fragmentación.

El intento de la Unión Europea de integrar su economía en torno al eje dominante franco-alemán, como una mega-regionalización con una moneda común, el euro, que ocuparía una base estratégica para un papel hegemónico global, ha fracasado.

Hoy, su peso económico, su productividad y su competencia están avasallados por las dos mayores economías del mundo, Estados Unidos y China, y sufre golpes más devastadores con cada nuevo shock de la crisis mundial. Su integración al sistema financiero estadounidense condujo, tras el crack de 2008, a la crisis de la eurozona, de la que nunca se ha recuperado realmente.

El euro demostró ser incapaz de sustituir al dólar estadounidense como principal moneda de reserva mundial.

Aún falta una unión de capitales y una unión bancaria, y no tienen ninguna posibilidad de lograrse.

Con el Brexit, la UE perdió la City, centro estratégico del capital financiero global.

La economía de la UE nunca se recuperó realmente después de la pandemia de Covid, ya que la economía europea todavía está estancada después de la contracción de la economía mundial por el cierre global, que fue mucho mayor que la de 2008-09, a pesar de las medidas de emergencia “heterodoxas” para evitar el colapso y restaurar la sostenibilidad.

La expansión de la Unión Europea para integrar Europa Central/Oriental y los Balcanes estuvo acompañada de tendencias crecientes de fragmentación, comenzando con la brutal desintegración de la ex Yugoslavia. La región está subyugada y subordinada a un estatus cuasi colonial. La fractura social y la profunda brecha económica entre Occidente y Oriente están aumentando.

Al mismo tiempo, especialmente después de la crisis de la eurozona, también hay una brecha creciente entre el Norte, más rico y “frugal”, y el Sur, más pobre, de la UE.

El propio eje franco-alemán del proceso de integración de la UE manifiesta graves fracturas a medida que la economía alemana, corazón industrial y motor de la economía de la UE, se hunde en la recesión y vuelve a convertirse en “el gran paciente de Europa”.

Las tensiones y la ruptura entre la parte europea del Norte global y su antiguo Sur global colonial, en particular en África y Oriente Medio, y las enormes olas migratorias de esta última a la primera, la antigua Europa transformada en una “Europa fortaleza”, alcanzan un momento explosivo.

Por encima de todo, el corazón del continente europeo se ha convertido en el trágico teatro de la mayor confrontación geopolítica global desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Las consecuencias sociopolíticas del entrelazamiento de todas estas tendencias globales contradictorias sobre los pueblos de Europa son inmensas y producen polarización, tensiones, conflictos crecientes e inestabilidad política [Michael-Matsas, 2023, p. 3]

Europa Occidental es el “mega-eslabón” más débil de la cadena de los centros metropolitanos del Norte Global.

Conclusiones

En este panorama internacional complejo y volcánico, para delinear posibles caminos de salida a la crisis y encontrar un desarrollo alternativo, es necesario captar la interacción dialéctica de fuerzas contradictorias que impulsan simultáneamente las tendencias globales de integración y fragmentación. Ambos están inmersos en la propia relación del capital, que alcanza ahora sus límites históricos.

La fuerza unificadora, universalizadora, es generada por el propio capital y al mismo tiempo choca con los límites internos del capital, descubiertos por Karl Marx: “...la universalidad por la que el capital tiende incesantemente”, escribe Marx en los Grundrisse, “se topa con barreras en la propia naturaleza del capital, barreras que en una determinada fase de su desarrollo le permitirán ser reconocido como el mayor obstáculo en el camino de esta tendencia y, por lo tanto, impulsarán hacia su trascendencia a través de sí mismo”. [Marx K., 1986, p. 337]

La interconexión internacional generada por el capital no es una universalidad abstracta, uniforme, homogénea y estática, en una “progresión a través de un tiempo homogéneo y vacío”, como Walter Benjamín había señalado acertadamente en sus profundas Tesis sobre el Concepto de Historia [Benjamín W., 1940]. Combina, en una unidad integral pero contradictoria, una división mundial del trabajo, diversos niveles y velocidades desiguales de desarrollo, una multiplicidad de temporalidades históricas.

La naturaleza transicional de nuestra época sobre determina esta multiplicidad. El hecho de que la relación capitalista se haya convertido en “la mayor barrera” para la tendencia universalizadora y “por lo tanto impulse hacia la trascendencia del propio pensamiento” se demuestra tanto por el alto desarrollo de las condiciones material-tecnológicas. La revolución de Internet en la década de 1990 produjo, como señala Michael Roberts,

“... un auge, una burbuja y una caída del mercado de valores, hizo poco para impulsar el crecimiento de la productividad general del trabajo a partir de los años 2000 […] Robert Solow, comentó en ese momento, “se puede ver la era de la informática en todas partes, menos en las estadísticas de productividad. El crecimiento de la productividad se ha desacelerado a nivel mundial como una tendencia a lo largo de las primeras dos décadas de este siglo” [2024].

Las potencialidades reveladas por el progreso tecnológico son reales y enormemente transformadoras. Una producción basada en la cognición, en la cooperación social y la solidaridad, tal como lo enfatiza la investigación Noonomy, iniciada por Sergey Bodrunov [Bodrunov S., 2022, p. 100; Bodrunov S., Desai R., Freeman A., 2022 passim], tiene que superar la barrera de la propia relación del capital reorganizando la sociedad según las necesidades sociales y no el lucro, en otras palabras, sobre bases socialistas genuinas.

Referencias

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Michael-Matsas, S. (2022). Europe and Greece as a “Zone of Tempests”. 2.º Encuentro Internacional  21-25 de agosto de 2023. Pontificia Universidad Católica de São Paulo, Brasil.

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Rodrik D. (1998). Why Do More Open Economics Have Bigger Governments? Journal of Political Economy, vol. 106, n.º 5, pp. 997-1032. Citado por Avrid Subramanian et al., op. cit., p. 21.

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Stieglitz J. E. (2002). Globalization and its Discontents. Nueva York: W. W. Norton Publ. 282 págs.

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Información sobre el autor

Matsas Savvas Michael Profesor de la Universidad Nacional de Atenas (Grecia)

Correo electrónico: savvasmatsas@gmail.com

Noonomy and Noosociety. Almanac of Scientific Works of the S.Y. Witte INID Vol 3, No. 1. 2024


Traducción al español de Opción Obrera

2 comentarios:

  1. Excelente artículo ,una gran preocupación la fragmentación opuesta a integración y latinoamericana ungran declive actual con la dictadura en Venezuela

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  2. se trata de comprender para actuar, la fragmentación es el fracaso dela globalización. El declive actual es producto de la dictadura de EEUU sobre latinoamérica

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