Opción Obrera es la sección venezolana de la CRCI (Coordinadora por la Refundación de la IV Internacional)

Propulsamos el desarrollo de una política proletaria al seno de los trabajadores tras su independencia de clase y una organización de lucha para su liberación de la explotación e instaurar El Gobierno de los Trabajadores, primer paso hacia el socialismo.

Ante la bancarrota capitalista mundial nuestra propuesta es que:


¡¡LOS CAPITALISTAS DEBEN PAGAR LA CRISIS!
¡LOS TRABAJADORES DEBEN TOMAR EL PODER!



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jueves, 27 de agosto de 2015

Un derrumbe mundial


Un derrumbe mundial

La devaluación del yuan chino, un 2,8%, fue suficiente para provocar una caída extraordinaria de las cotizaciones en la mayoría de las Bolsas, en especial la de Wall Street. La pregunta es si lo ocurrido anuncia un "evento Lehman Brothers", en referencia a la quiebra que desató la presente crisis mundial, en septiembre de 2008.

Los canales de transmisión de la crisis –de la bolsa de China al resto– han sido los llamados hedgefunds, en especial porque numerosas compañías concentran inversiones de estos fondos en porcentajes superiores al 25 por ciento. Las tenencias de acciones se encuentran fuertemente ‘apalancadas’, o sea que han sido compradas por medio de préstamos que están condicionados a las variaciones de precios de esas acciones. La plata ajena con que operan los hedgefunds oficia como garantía para tomar deuda –se trata del endeudamiento de un endeudado. La caída de las bolsas chinas obligó a los especuladores a vender tenencias de acciones en otros mercados con el fin de conseguir el dinero necesario para cubrir las deudas que contrajeron para especular en Shangai y Shenzen. Estas Bolsas están entre las más apalancadas del mundo, esto porque el gobierno incentivó sus subas para atraer nuevos capitales al financiamiento de las empresas de ese país. El derrumbe accionario ha desatado una crisis en los hedgefunds, que manejan, por lo menos, decenas de miles de millones de dólares cada uno, debido al retiro que ha provocado en quienes invierten en ellos. La quiebra de uno o varios de estos fondos podría desatar el ‘evento’ en cuestión. La situación ha sido agravada, adicionalmente, por la intervención del Estado con la intención de evitar una caída mayor, esto porque al circular un número menor de acciones la posibilidad de su venta se debilita (‘crisis de liquidez'). A esto se debe que muchos hablen de crisis política.

La valuación promedio de las bolsas de China es de 61 veces sobre el rendimiento esperado de ellas, o sea que están sobrevaluadas, pues ofrecen una ganancia de apenas de 0,15 sobre una inversión de cien. Lo mismo ocurre con la Bolsa de Nueva York, solamente que los capitales que operan aquí son de un volumen infinitamente superior. El incentivo de ganancia está determinado por una suba sin límites del valor de la acción (y una reducción del rendimiento al infinitésimo). El edificio capitalista internacional está montado en una especulación gigantesca, que es respaldada por los bancos centrales y los estados. La capacidad, sin embargo, de seguir manteniendo esta ficción de capitales, se ha agotado. La deuda pública y privada de China es del 300% del PBI, es decir de casi 60 billones de dólares. Esta deuda apalanca la especulación bursátil, la especulación inmobiliaria (pública y privada) y la sobre producción industrial. En un corto periodo de tiempo China pasó de una economía estatizada al estadio último de la decadencia capitalista. Es el desarrollo combinado en su plenitud.

El derrumbe de las bolsas de China estuvo precedido por el de las bolsas de los llamados países emergentes y de sus principales monedas. Este derrumbe fue provocado por una fuga de capitales de estos países, del orden de un billón de dólares en nueve meses. La fuga fue desatada por la caída de los precios internacionales, provocada a su vez por la crisis de China. Un perro, en fin, que se muerde la cola.

El cuadro que se obtiene de todo esto es el de un régimen social completamente parasitario, que enriquece a unos pocos sin ninguna creación de valor. El derrumbe de las bolsas de China quemó un valor especulativo (ficticio) de cinco billones de dólares. Para cuadrar estas cuentas, el capital impone el ‘ajuste’ que pagan los trabajadores, hasta la disolución del capital como tal y la rebelión de los explotados.

Jorge Altamira

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