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jueves, 13 de agosto de 2015

"La resaca más larga del mundo"


"La resaca más larga del mundo"

La definición con que se titula el artículo no proviene de las filas del catastrofismo, sino que corresponde a un destacado comentarista del Financial Times. Hace referencia a la situación de la economía internacional que no consigue recuperarse de una crisis mundial que atraviesa su octavo año. Al contrario, como con las réplicas de los terremotos cuando tienen mayor magnitud que el sismo principal original, consiguen que se re catalogue al primero como un mero sismo premonitor. En este sentido, el historiador económico Barry Eichengreen habla, incluso, del peligro de un "Lehman al cuadrado" (El Cronista, 7/7).

La tendencia a la caída del precio de los commodities ha tenido en las últimas semanas una significativa profundización. La baja del precio del crudo implica, desde hace unos meses, un reacomodamiento de una parte del comercio internacional. Sin embargo, llegó la hora de un impacto directo en el precio del bien más mistificado en la historia: el oro.

El oro en la picota

El precio del oro refleja adecuadamente la situación del mercado en la actualidad. Sucede que el metal precioso cumple principalmente dos funciones. Una es la que se corresponde con sus propiedades materiales, ser insumo para la electrónica, joyas, etc. La otra, es que sigue haciendo las veces de reserva de valor. Esta segunda característica es la que generó que, luego del estallido de la crisis mundial, el precio del oro haya ido en aumento ante la incertidumbre que existía sobre el retorno de cualquier otra inversión -o moneda.

Sin embargo, invertir en oro es distinto a hacerlo en cualquier bono, acción o derivado financiero. No otorga interés, no corta cupón y atesorarlo es medianamente costoso. La suba de la tasa de interés en Estados Unidos influye aumentando el costo de oportunidad de conservar un activo sin retorno alguno; es decir, que "duele" más que no pague interés cuando los otros activos aportan cada vez mayores rendimientos. Su precio tocó un pico en 2011 y viene cayendo desde entonces. Está un 15% más bajo que hace un año, mientras que el cobre y la plata están por debajo de la mitad de su precio en julio de 2014.

Los apologistas del capital, cegados por la vulgaridad, festejan esta noticia. "La razón principal para que baje el oro es el dólar fuerte. Como el oro se mide en dólares, cuando el dólar sube el oro necesariamente baja. La suba del dólar se explica, a su vez, por el renacimiento de la economía americana y sus perspectivas de crecimiento" (The Economist, 18/7).

Pero la situación ha tomado tal gravedad que ya es comparable con lo que se vive en el mercado del crudo, donde distintas empresas han visto reducir drásticamente la producción porque al precio actual la rentabilidad estaba seriamente cuestionada. La empresa más importante del mundo, Barrick Gold, "ha visto reducir el valor de sus acciones en más del 40% desde abril, aunque argumenta que su producción es bajo costo" (Financial Times, 23/7). Distintos análisis plantean que la curva de costos de la industria hace que la producción deje de ser rentable a partir de los 1.150 dólares por onza, barrera que se ha cruzado recientemente.

Lo concreto es que la crisis capitalista sigue barriendo con todos los pronósticos que la dan por muerta. El acuerdo entre la UE y Grecia no consiguió calmar los ánimos de un sistema financiero extremadamente convulsionado, que promete nuevos réplicas, peores que los terremotos.


Guido L.

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