Plan de perspectivas internacionales para la XIX Conferencia del EEK
Ergatiko Epanastatiko Komma EEK
Partido Revolucionario de los Trabajadores - Grecia
[este articulo está publicado en la página web del periodico Nueva Perspectiva de los camaradas griegos, lo publicamos en español para difundirlo, vista su calidad e importancia respecto a la crítica situación mundial, para comprenderla y responder revolucionariamente]
1 . El regreso de Donald Trump a la presidencia de
Estados Unidos no es una repetición de su primer mandato en la Casa Blanca.
Marca un salto cualitativo en los trastornos políticos, geopolíticos,
económicos y sociales globales de nuestro tiempo, la crisis global no resuelta
del capitalismo desde el colapso de 2008 y su avanzada decadencia imperialista.
Desde el primer momento de la entronización de Trump en la
cima del poder, con una tormenta de decretos y medidas presidenciales de
emergencia, declaró la guerra a todo, tanto a los hasta ahora
"aliados" de Estados Unidos como a sus viejos y nuevos enemigos, en
todos los continentes y dentro del país, como única forma de superar el declive
de la hegemonía global estadounidense e imponer una nueva Pax Americana a
través del fuego, el hierro y el chantaje gángster a los vasallos y esclavos
coloniales.
Esta nueva Pax Americana en el mundo, y no la limitación y
el encierro en un estrecho aislacionismo nacional, se sirve de la retirada de
acuerdos internacionales, como los del clima, y de organizaciones, como la
Organización Mundial de la Salud, el boicot a la ONU, las sanciones de la Corte
Penal Internacional por la decisión que tomó contra Netanyahu y contra el
genocidio en Gaza, las amenazas y el acoso contra todos como si el resto del
mundo fuera un lejano Oeste. Como dijo uno de los colaboradores más cercanos de
Trump: "Dispara primero, pregunta después".
Mientras continúa la caída hacia un Armagedón de tercera
guerra mundial, ha comenzado una guerra global de aranceles destructivos,
primero contra Canadá, México y China, a la que seguirá inmediatamente la Unión
Europea, el principal socio económico y comercial de Estados Unidos y aliado de
la OTAN. Los países de América Latina y los BRICS también están en la mira,
siempre y cuando no se sometan a las necesidades y exigencias de la política
“América Primero”. La guerra económica va acompañada de la amenaza abierta de
una guerra “caliente”, de una intervención militar, junto a monstruosas
reivindicaciones de anexión territorial en todas partes del planeta: desde la
Groenlandia Ártica y Canadá, que será absorbido como el “51º Estado americano”,
hasta el Canal de Panamá.
La arrogancia llegó a los extremos de la monstruosidad, la
estupidez y la vulgaridad cuando el presidente americano de los
multimillonarios exigió que la martirizada y heroica Gaza, lugar del genocidio
del pueblo palestino arrasado por los sionistas, después de una limpieza étnica
y con los palestinos desarraigados de su tierra, fuera entregada como propiedad
inmobiliaria a la “propiedad americana a largo plazo”, para convertirse en… ¡“La
Riviera del Mediterráneo”!
El "pacificador" que se jactó durante la campaña
electoral de que pondría fin a las "guerras interminables" del
imperialismo estadounidense con sus representantes locales en Medio Oriente y
Ucrania, ahora está sembrando estragos en todas partes para cosechar
guerras, levantamientos y revoluciones.
2 . La distópica "política de Trump 2.0" -con
un "copresidente" no electo en Elon Musk, el capitalista más rico del
planeta, y el apoyo de toda la oligarquía de los gigantes tecnológicos de
Silicon Valley- no se limita a sembrar el caos en un mundo ya en llamas.
Siembra el caos dentro de la propia América capitalista en decadencia, que está
profundamente dividida social, económica y políticamente.
Aunque Trump y el Partido Republicano, ahora agrupados en
torno a él, controlan las instituciones centrales del poder ejecutivo,
legislativo y judicial –el gobierno, el Congreso y la Corte Suprema–, están
pisoteando brutalmente todo el orden liberal constitucional y legal existente
en un violento cambio de régimen, en un peculiar “cesarismo”, como lo llaman
descaradamente, con características abiertamente fascistas.
La turba de golpistas fascistas instigada por Trump que
ocupó el Capitolio el 6 de enero de 2021 está siendo liberada de prisión y
compensada, mientras que sus perseguidores, agentes federales, policías y
jueces, están siendo procesados.
El artículo 14 de la Constitución estadounidense, que otorga
ciudadanía a cualquier niño nacido en Estados Unidos, está siendo violado al
ser eliminado, por orden presidencial de emergencia, como parte de la violenta
operación para expulsar del país a 11 millones de inmigrantes-refugiados que
están siendo deportados encadenados como "ilegales", como
"criminales" y "terroristas", enviados a prisiones,
incluidas las del voluntario presidente fascista de El Salvador, o a un campo
de concentración en el famoso infierno de Guantánamo.
El racismo se intensifica al abolir los derechos basados en
el género, la raza y la orientación sexual.
Los pretorianos del presidente y los secuaces de Musk
designados como DOGE (Departamento de Eficiencia Gubernamental) intentaron
invadir todas las cuentas federales, promoviendo despidos masivos de disidentes
y billones de dólares en recortes, aun cuando el gasto fue finalmente aprobado
por el Congreso de acuerdo con la Constitución, provocando una crisis
constitucional. Afirmaban que todas las decisiones del poder legislativo debían
subordinarse a las “prioridades presidenciales” (!), una versión estadounidense
del Führerprinzip nazi. No es casualidad, además, que Musk haya saludado a los
presentes en la toma de posesión del presidente con el saludo nazi, intervenga
en las elecciones alemanas apoyando fanáticamente al partido nazi AfD y llame a
la formación de una "Internacional" negra de fascistas
ultranacionalistas en Europa y otros continentes. No fue sólo simbólico que
entre los invitados oficiales a la entronización se encontraran estrellas del
fascismo internacional como Meloni, Zemmour o Milei. Tampoco fue casualidad que
los dirigentes europeos del fascismo se entusiasmaran posteriormente con la
concentración en Madrid convocada por el partido abiertamente fascista español
VOX, donde pidieron a la UE que implementara la política contrarrevolucionaria
de Trump en todos los campos. Incluso dentro de Rusia, el patriarca del
fascismo más negro, Alexander Dugin, saludó la victoria y cantó el himno de su
homólogo estadounidense en la Casa Blanca.
La negación voluntaria de la catástrofe climática que se
acelera y la abolición de las medidas (mínimas) para abordarla, el nombramiento
del antivacunas, el "desinfectado" Kennedy
como Secretario de Salud y la insistencia en la política antivacunas que se
cobró más de 3 millones de vidas estadounidenses en la pandemia de Covid
durante la primera presidencia de Trump, la campaña general contra la llamada
"cultura woke", tienen como objetivo cultivar los prejuicios más
oscurantistas, la desorientación irracional y la movilización
contrarrevolucionaria en una guerra de los pobres contra los más pobres en
beneficio de la moderna oligarquía capitalista tecnofinanciera.
La mezcla heterogénea y contradictoria de los magnates de la
tecnología avanzada y los partidarios plebeyos más atrasados del trumpismo,
las víctimas de la crisis del capitalismo que ven en MAGA su única salvación,
remite a fenómenos similares del fascismo del siglo XX. Para salvar el sistema
envejecido, en sus convulsiones, mezcla lo moderno con lo premoderno y lo
antimoderno, movilizando lo más reaccionario y bárbaro. Todas las
“reservas de oscuridad, de ignorancia y de salvajismo”, señalaba Trotsky en
1933, todo el excremento que no fue expulsado del organismo social en la larga
duración de la sociedad de clases, la sociedad capitalista, en tiempos de
crisis y en la época de su decadencia: “vomita toda la barbarie no
digerida”. Ésta es la fisiología del nacionalsocialismo ”.
Hoy, la turba movilizada por Trump combina toda la
“oscuridad, ignorancia y salvajismo” acumulados del pasado, la fantasía de
regresar a una grandeza pasada e inexistente, junto con el fetichismo
tecnológico y un ataque abierto a la civilización.
Los pseudoteóricos del trumpismo hablan de un “movimiento
neorreaccionario – NRx” o incluso de una “Ilustración Oscura” con la
distopía de pesadilla de una sociedad iliberal que se habrá convertido en una
Gran Empresa, una Gran Corporación con un Monarca CEO, Director General –
¡Dictador! (Véase Rana Foroohar, La extraña filosofía política que impulsa
a Musk, Financial Times 2/10/2025)
A pesar de los rasgos comunes, analogías y diferencias
obvias con el fascismo europeo del siglo pasado, el desastre trumpiano
estadounidense tiene que lidiar no sólo con una falta de coherencia interna,
sino también con una realidad completamente cambiada en el mundo y en los
propios Estados Unidos a finales del primer cuarto del siglo XXI. La realidad
de un capitalismo global en su avanzado crepúsculo que choca con la fantasía
distópica de MAGA y la hace inalcanzable.
Trump no es más que el producto, la representación, el
precursor y el acelerador del colapso del orden capitalista internacional, tal
como existió en las décadas de hegemonía global imperialista estadounidense,
después del fin de la Segunda Guerra Mundial y el fin de la Guerra Fría.
3 . Trotsky, analizando en profundidad y de manera
oportuna el ascenso del capitalismo norteamericano a la hegemonía mundial en la
era imperialista, tomando la posición de Gran Bretaña, mostró que Norteamérica,
por su propia formación histórica, está obligada a basar su equilibrio interno en
un equilibrio internacional. Todo derrocamiento del segundo derroca al
primero. Con la actual crisis institucional que se desarrolla en Estados
Unidos, el curso parece revertirse: la política MAGA, en lugar de hacer
que Estados Unidos vuelva a ser grande, como promete a algunos y amenaza a
otros, está destruyendo todo equilibrio a nivel internacional y
simultáneamente dentro del país, con una frenética huida hacia adelante –y
hacia el caos.
Desde el principio, a pesar de su ventaja histórica y
liderazgo económico sobre la envejecida y dividida Europa capitalista en
Estados-nación, siempre estuvo permeada por contradicciones históricas:
mientras Gran Bretaña adquirió la hegemonía global durante la era del ascenso del
capitalismo, Estados Unidos la conquistó en la era imperialista de la declinación
capitalista . Por ello fue y sigue siendo el punto más alto de desarrollo
alcanzado por el modo de producción capitalista y al mismo tiempo, cada vez que
se trastorna el equilibrio internacional del sistema, el centro de su crisis
global.
Hay dos estrategias político-económicas que se presentaron
en la época de la decadencia capitalista para prevenir tormentas como las del
período de entreguerras: el keynesianismo y el neoliberalismo, en todas sus
variantes. La hegemonía estadounidense se basó en ambos. Después del fin de la
Segunda Guerra Mundial, la reconstrucción y expansión del capitalismo y la
Guerra Fría se basaron en el edificio keynesiano de los Acuerdos de Bretton
Woods, que se derrumbaron en 1971 y fueron acompañados por la "década
roja" de luchas revolucionarias internacionales. Contra ellos y para la
estabilización del sistema sacudido, al keynesianismo en bancarrota sucedió,
desde 1980 y durante décadas, el contraataque del neoliberalismo y la
globalización del capital financiero.
El punto culminante del contraataque fue el colapso de la
Unión Soviética, fuente de desorientación generalizada. Dio origen al fantasma
efímero del “fin de la Historia”, de la “victoria final del capitalismo
liberal” y del “momento monopolista” de los EEUU, del monopolio americano sobre
el planeta.
A la Hubris (arrogancia) le siguió la Ati (destrucción) de las
guerras del imperialismo estadounidense y sus "aliados voluntarios"
en Yugoslavia, Afganistán e Irak, hasta que llegó la Némesis sistémica: el
Crash global de 2008 y la crisis global que, con todos los zigzags y choques
sucesivos, continúa hasta el día de hoy sin resolverse y agravándose. Después
del keynesianismo, el neoliberalismo también naufragó ante las contradicciones
y el declive del sistema capitalista.
El vacío estratégico se llenó con tácticas de corto plazo
con medidas de política fiscal y monetaria “heterogéneas” (“flexibilización
cuantitativa”, paquetes de liquidez, etc.) que pronto resultaron
contraproducentes, como ocurrió con el regreso de la inflación y la recesión
después de la pandemia.
De este impasse estratégico surgió Trump, su precursor,
seguidor y representante en Argentina, Milei con la motosierra, junto con la
descuidada "estrategia" etiquetada como "liberticismo" o
"anarcocapitalismo". No es más que el seudónimo del mismo
neoliberalismo en quiebra que corre por ahí como un gallo loco y decapitado. El
vacío estratégico sigue siendo aún más peligroso, como un “agujero negro” que
se lo traga todo, incluido el propio Estados Unidos de Trump y Musk. Incluso
los partidarios más poderosos del trumpismo en la oligarquía financiera
estadounidense ya están preocupados por esta amenaza. Su portavoz, el Wall
Street Journal, calificó la guerra arancelaria económica y comercial global
declarada por Trump como la “ guerra comercial más estúpida de la historia ”.
Sin abordar las causas estructurales del gigantesco déficit comercial
estadounidense, reforzará las tendencias inflacionarias y, más precisamente, el
aumento del coste de vida de la clase trabajadora que dio a Trump la mayoría
electoral en noviembre de 2024.
La brecha de la desigualdad social ya se está volviendo
abismal y con ella la fragmentación de la sociedad, a medida que se
intensifican las tendencias desintegradoras centrífugas y la polarización, se
intensifica la deslegitimación del sistema político y se agrava la crisis de
gobernabilidad. Si en su primer mandato y pese a las condiciones de la
pandemia, Trump se enfrentó al masivo y apasionado movimiento multirracial
Black Lives Matter, ahora chocará inevitablemente con un gigantesco mundo del
trabajo y de los nuevos pobres, incluidos aquellos que votaron por él y a
quienes no tiene el alcance para ofrecer, ni siquiera temporalmente, la
relativa estabilización económica de los primeros años después de 1933 que
proporcionaron Hitler y el nazismo alemán.
La riqueza de los multimillonarios creció tres veces más
rápido en 2024 que en 2023, en 2 billones de dólares, mientras que los salarios
de los trabajadores han permanecido estancados durante años, en niveles
anteriores a la crisis, con el salario mínimo por hora hoy en 7,25 dólares y
los productos básicos extremadamente caros. La concentración excesiva de la
riqueza se transmite fundamentalmente a través de la herencia y no a través del
llamado “espíritu empresarial” en la mítica tierra del “sueño americano de
oportunidades ilimitadas”. Desde esta posición privilegiada, gana poder en su
enredo con el Estado y los monopolios de la economía. Es evidente el parasitismo
de la parte más fuerte de la burguesía más poderosa del mundo y, en
consecuencia, la decadencia misma de su sistema en América y en el mundo.
Las nuevas exenciones fiscales prometidas y preparadas por
la actual administración Trump aumentarán el déficit presupuestario y, sobre
todo, la gigantesca deuda federal estadounidense, que ha alcanzado los 36
billones de dólares y amenaza con un nuevo y aún peor colapso global.
En esencia, el capitalismo estadounidense es parasitario
y absorbe la economía global, principalmente gracias al privilegio
histórico de su moneda nacional, el dólar, como moneda de reserva global y
dominando las transacciones globales, mientras que los bonos del gobierno
estadounidense siguen siendo el último refugio en una crisis.
La obsesión de Trump con las criptomonedas e
incluso la creación de una gran reserva con esta "moneda" ficticia,
como lo han demostrado las caídas anteriores del bitcoin, no es más que una
receta para el desastre. Además, a principios de año, el apresurado y masivo
traslado de lingotes de oro por valor de 82.000 millones de dólares
desde Londres a Nueva York muestra la brecha que separa el valor real encarnado
en el oro con sus símbolos como moneda o burbujas digitales como las
“criptomonedas”.
Los anuncios amenazantes de la administración Trump de que
chantajeará para lograr un nuevo Acuerdo del Plaza, como el de 1985, obligando
a otras economías capitalistas desarrolladas a revaluar sus monedas, como hizo
Japón con el yen, y devaluando así el dólar en beneficio de las exportaciones
estadounidenses, también contradicen la realidad cambiada, al igual que las
otras fanfarronadas de la política de Trump 2.0. No sólo ningún país del Norte
global quiere caer en el atolladero y la deflación en que se hundió Japón
durante décadas, no sólo los Estados Unidos de hoy tienen a China como su
primer competidor económico, no a Japón o Europa, sino que la globalización
capitalista ya no está en 1985, en los primeros años de su impetuoso asalto a
Reagan con el llamado "shock Volcker" provocado por el entonces
presidente del Banco Central estadounidense. Estamos en la crisis más
aguda de la globalización capitalista después del crack de 2008 y la
“Tercera” o “Larga” Gran Depresión y las barreras a la reproducción ampliada
del capital.
Las prácticas capitalistas, los conceptos ideológicos y los
triunfalismos sobre la globalización de la década de 1990 han sufrido golpes
catastróficos después de 2008. Esto no significa que la interconexión internacional
de la economía mundial y el carácter global de la división del trabajo, que
alcanzaron extremos en los últimos 40 años, hayan desaparecido. La
globalización financiera choca con los límites del capital como relación social
y lo hunde en la crisis.
El gangsterismo internacional de Trump, que chantajea y
amenaza al mundo entero, que disuelve las relaciones con los socios de EEUU en
América del Norte y hace estallar el hasta ahora "colectivo"
Occidente, el nacionalismo económico extremo, pero también los intentos
anteriores de desvincular o repatriar el capital (home-shoring), no pueden
abolir el carácter global de la vida económica social de las fuerzas
productivas, de la división del trabajo. Además del presidente-agente
inmobiliario, el "copresidente de la oligarquía tecnológica", Musk
nunca querría cerrar su fábrica en las afueras de Shanghai...
4 . La relativa recuperación y ventaja de la economía
estadounidense sobre la Unión Europea, tras el shock de la pandemia, no se debe
al llamado “excepcionalismo estadounidense”, sino a la situación mucho peor y
debilidad de la Europa capitalista. La brecha con Estados Unidos se ha ido
ampliando desde principios del siglo XXI y especialmente después del colapso
global de 2008. Se agravó con el shock de la pandemia y especialmente el golpe
energético al corazón industrial de la UE, Alemania, después de la guerra de la
OTAN en Ucrania, el sabotaje al Nord Stream y la ruptura con Rusia. Los golpes
llegan a un territorio europeo ya de por sí vulnerable económicamente, pues el
capitalismo es incapaz de superar las barreras de los Estados nacionales e
incluso de proceder a la unificación del mercado de capitales.
Las causas estructurales de la brecha con América en el
período 2009-2019 son destacadas por Mario Draghi en su informe de septiembre
de 2024 sobre “El futuro de la competitividad europea”. Lo reiteró en su
discurso del 15 de diciembre de 2024: “La productividad, los ingresos, el
consumo y la inversión han sido estructuralmente débiles en Europa desde el
cambio de milenio y se han alejado significativamente de los de Estados Unidos” […].
Y si miramos los déficits primarios en términos absolutos, medidos en euros de
2023, el gobierno estadounidense invirtió en la economía cantidades 14 veces
mayores, 7,8 billones en Estados Unidos, en comparación con los 560.000
millones invertidos en la eurozona”. A pesar de lo inadecuado de los aumentos
salariales en Estados Unidos en relación con las necesidades, no se pueden
comparar con los de la UE. Las medidas de austeridad salvajes, los memorandos y
la compresión salarial como medio para aumentar la competitividad europea “hicieron
que el crecimiento real del salario medio en Estados Unidos fuera 14 veces
mayor que en la eurozona”. Y el futuro inmediato de la UE se vuelve aún más
siniestro ahora que se considera una carga para los Estados Unidos y la balanza
comercial entre UE-EE.UU. una "atrocidad", un “atrocity” según Trump,
que también exige un aumento del gasto militar de los estados miembros de la
OTAN al 5% del PIB...
La Europa capitalista, con una guerra en su corazón y a sus
puertas en Oriente Medio, apretujada en el complejo Estados Unidos-China, sigue
siendo el megaeslabón más débil de la cadena de metrópolis del Norte global
imperialista: con el eje franco-alemán de unificación europea ahora roto, con
los partidos de "poder" del sistema político burgués desacreditados y
el fascismo en ascenso, con el descontento social estallando y los
enfrentamientos críticos de clases políticas por delante, no por detrás.
Lo demuestran las grandes movilizaciones obreras y populares
en los países del antiguo eje franco-alemán de la UE: en Francia, contra la
política antipopular del bonapartista Macron, que ahora sólo es apoyado
abiertamente por los fascistas de Le Pen y la sombra de la socialdemocracia; en
Alemania, ante las elecciones del 23 de febrero, el amenazante ascenso de la
AfD nazi y la inminente convergencia con la derecha demócrata cristiana que
desencadena la manifestación de más de 300 mil antifascistas en la propia
Múnich, capital de la conservadora Baviera.
5 . La decadencia histórica no se limita al viejo
continente o a América. Se trata del capitalismo global en su
conjunto, del imperialismo no simplemente como una serie de características de
uno u otro Estado-nación y su competencia, sino como una era. No es
sólo la hegemonía global estadounidense la que ha declinado y la mafia de Trump
se ha encargado de restaurarla por la fuerza y hacer que Estados Unidos
vuelva a ser grande. La hegemonía global del capital como relación social
dominante está en declive.
Esto se manifiesta en la crisis económica mundial no
resuelta después de 2007-08 y el vacío estratégico para abordarla dentro del
sistema por parte de las clases dominantes.
La amenaza del desastre climático lo demuestra. La
“epidemia de epidemias” después de 1980 y las décadas de desenfrenada
globalización capitalista, la continua destrucción de los ecosistemas y la
biodiversidad, la propia pandemia de Covid 19, el derretimiento de los hielos
en el Ártico y la Antártida, los incendios desde California hasta el Amazonas,
pulmones del planeta, la desolación del África subsahariana, el mayor aumento
anual de la temperatura global de la historia en 2024. Trump y todos los oscurantistas
podrán negarlo y burlarse de ello, los capitalistas podrán sabotear todas las
medidas para evitarlo, pero la catástrofe climática se acerca y amenaza todas
las vidas. Se manifiesta de la manera más dramática el agotamiento de la
forma capitalista de metabolismo social del hombre y de la Naturaleza, la
necesidad de superarla y transitar hacia el socialismo global, hacia la
“naturalización del hombre y humanización de la Naturaleza” comunista que
propugnaba Karl Marx.
La característica más obvia del declive sistémico del
capitalismo es el parasitismo de la oligarquía financiera dominante
en la era imperialista de decadencia, como enfatizó Lenin. En 2023-24, el
1% de los magnates del capital del Norte imperialista, a través del sistema
financiero, succionará aproximadamente 1 billón de dólares estadounidenses del
Sur Global, donde vive 3/4 de la humanidad, ¡a un ritmo de 30 millones de
dólares por hora! (Oxfam, Takers no Makers, enero de 2025). Al mismo
tiempo, la deuda internacional de los países pobres del Sur Global se
ha vuelto abrumadora y completamente impagable, amenazando con arrastrar a los
usureros internacionales de las naciones a la decadencia.
Y en este punto se confirma el análisis de Lenin sobre el
imperialismo moderno: su característica indeleble es la división
infranqueable entre naciones opresoras y oprimidas. Ninguna fuerza
revolucionaria puede mantener distancias iguales. Esta brecha cada vez más
amplia la convierte en la base necesaria para la lucha antiimperialista y
la táctica flexible contra el enemigo común, con el objetivo de formar un
Frente Antiimperialista Unido, en la línea trazada por el IV Congreso de
la Internacional Comunista: con independencia política y lucha por conquistar la
hegemonía de la clase obrera y su vanguardia marxista revolucionaria
internacionalista, guiados por la teoría, perspectiva, estrategia y
organización de la Revolución Permanente mundial.
6 . ¿Podrá el capitalismo superar su actual
estancamiento con las posibilidades que muestra el rápido progreso de la
Inteligencia Artificial de alta tecnología?
Una respuesta práctica y un poderoso puñetazo en la cara a
la arrogancia de los Siete Magníficos –los “7 Magníficos” gigantes de la
oligarquía tecnoeconómica estadounidense– fue dada por el rival estratégico
número uno de Estados Unidos, China. Unos días después de la insípida ceremonia
de toma de posesión de Trump ante los magnates de Silicon Valley, China, al
presentar el modelo de inteligencia artificial avanzada y ultrabarato R1 de la
novedosa pequeña empresa DeepSeek, provocó el desplome de sus acciones en Wall
Street, haciéndoles perder más de un billón de dólares en un día por primera
vez en la historia.
Si bien no había pasado una semana desde que la Casa Blanca
anunció a bombo y platillo el proyecto Stargate, una inversión de medio billón
de dólares de OpenAI, Oracle y Softbank que llevaría a Estados Unidos a la
hegemonía global de la tecnología de Inteligencia Artificial en pocos años, y
mientras en 2022 OpenAI había presentado el carísimo modelo ChatGTP, en 2025 la
china DeepSeek presentó el correspondiente pero mejor modelo de inteligencia
artificial LLM (Large Language Model) que costó solo 5.6 millones de dólares y
era de libre acceso público (código abierto)...
Incluso Mark Andreesen, un magnate de la tecnooligarquía,
autor del “Manifiesto del optimismo tecnológico” en 2023 y
partidario-financiero de Trump en su segundo mandato, sorprendió y calificó con
preocupación el evento como un nuevo “momento Sputnik” para Estados Unidos,
similar al de 1957, cuando la Unión Soviética tomó la delantera en la carrera
espacial al enviar el primer satélite artificial, el Sputnik.
El coste de las inversiones energéticamente intensivas en
inteligencia artificial de alta tecnología en Estados Unidos es enorme,
incomparable al que es extremadamente inferior en China, pero también
desproporcionadamente gigantesco en comparación con la tasa de beneficio
esperada.
Según el último informe de la Agencia Internacional de la Energía,
el consumo de electricidad para el desarrollo de la inteligencia artificial,
principalmente para los centros de datos, debería aumentar de 160 teravatios
hora en 2022 a 560 en 2026 [un teravatio hora equivale a mil millones de
kilovatios hora]. En Estados Unidos, debería duplicarse en los próximos cinco
años. Los montos a invertir en el sector ya superan a los del gas y el
petróleo. Para 2025, se necesitarán 300 mil millones de dólares solo para el
consumo de electricidad en los centros de datos. (Mediapart 9-2-2025)
Por su parte, el profesor estadounidense del MIT y premio
Nobel de Economía 2024 Daron Acemoglu (Daron Acemoglu, The Real Threat
to American Prosperity , Financial Times 8-9/2/2025) predice,
entre otras cosas ominosas para la economía estadounidense tras la reelección
de Trump, que " la burbuja de la industria de alta tecnología ",
con el peso abrumador del coste, en relación con el retorno esperado de la
inversión, y con la colosal burbuja especulativa que necesariamente la acompaña
en la esfera financiera, conducirá al mayor y más destructivo crash de la
historia.
La llamada "revolución digital" de Internet dio,
en la década de 1990, un impulso relativo a la productividad en ciertos
sectores de la economía. Luego, sin embargo, la productividad laboral se
estancó y las muchas ilusiones y "burbujas" especulativas que se
crearon no evitaron el colapso de la “economía punto. com” en 2001, un presagio
de la crisis financiera mundial que se avecinaba en 2008.
Y el salto actual en la tecnología de inteligencia
artificial no puede escapar a la "Némesis" del capital, como Marx
llama a la ley de la tasa decreciente de ganancia. Esta tendencia se
manifiesta en la creciente brecha entre las enormes inversiones en capital fijo
de los gigantes de la industria tecnológica estadounidense y las ganancias
esperadas, lo que hace imposible una salida “tecnológica” al declive y la
crisis del capitalismo estadounidense y global.
Se confirma la predicción de Marx, en el famoso capítulo de
los Grundrisse sobre el General Intellect, de que la tendencia a
integrar directamente el conocimiento científico en las fuerzas productivas
sociales conlleva el agotamiento histórico de la ley del valor-trabajo
como principio regulador de los intercambios en el capitalismo. Este
agotamiento histórico se manifiesta en la era imperialista de decadencia
capitalista.
El fetichismo tecnológico separa el progreso
científico-tecnológico del conjunto de las relaciones sociales y sobre todo de
las relaciones sociales de producción, su fundamento material en la Historia.
El dominio de China y el "momento Sputnik" demuestran el predominio
de diferentes relaciones sociales y métodos de desarrollo tecnológico en las
dos economías más grandes del mundo. En el caso de China, especialmente con la
presión que recibió por la crisis de 2008 y la Gran Recesión, pero también por
los aranceles y las prohibiciones a las exportaciones de alta tecnología
controladas por Estados Unidos, hubo una fuerte intervención planificada por el
Estado central con foco en la innovación industrial, la educación y la
movilización de un ejército del potencial científico de los jóvenes y la fuerza
gigantesca de la clase trabajadora calificada.
No olvidemos, sobre todo, la historia: la formación social
híbrida de transición de China, con todas sus distorsiones burocráticas, las
aventuras históricas y las convulsiones por las que ha pasado, a pesar de las
aperturas restauradoras al mercado capitalista mundial, nunca habría podido
llegar al punto en que ha llegado, produciendo el 30% del PIB mundial, mientras
que Estados Unidos sólo el 15%. No habría alcanzado tales tasas de rápido
desarrollo tecnológico sí no se hubiera sacudido antes el yugo
semicolonial de los imperialistas, la fragmentación de este vasto país rural y
el dominio burgués del Kuomintang.
Y esto se debe a la victoria de la Revolución China en 1949,
el segundo gran y victorioso momento de la revolución socialista mundial,
después de su inicio con la victoria de los Soviets en la Revolución de Octubre
en Rusia en 1917.
7 . El capitalismo imperialista y, bajo su yugo, toda
la humanidad oprimida, se encuentran en un punto de inflexión, en un impasse
histórico. El propio impasse, la agravación extrema de todas las
contradicciones, se convierte en una fuerza motriz. Por un lado, empuja al
capitalismo a romper el impasse manu militari, en una marcha febril y furiosa
hacia el borde del abismo de una guerra mundial. Por otra parte, el impasse
histórico empuja a la humanidad oprimida, a los proletarios y a los pueblos, a
través de choques sucesivos en sus vidas y conciencias, a la confrontación con
la amenaza de la destrucción. Están entrando en un proceso histórico global
desigual pero combinado: la arena de la revolución socialista mundial, donde
todo será juzgado. Aniquilación o emancipación humana universal: comunismo
panhumano. No hay una tercera vía.
El camino revolucionario puede estar todavía oscurecido en
la conciencia de los oprimidos por la niebla de las negaciones sucesivas, el
peso de las derrotas, sobre todo por la confusión generalizada que aún
prevalece tras el colapso de la Unión Soviética en 1991. Pero los gritos de
triunfo de los supuestos “ganadores de la Guerra Fría” se han apagado hace
tiempo, después de la “tormenta perfecta” de la crisis capitalista global y el
final violento del “momento unipolar” de la hegemonía global estadounidense, un
hecho que incluso el ultraderechista y fanático anticomunista Secretario de
Estado de la nueva administración Trump, Marco Rubio, ahora admite públicamente
en su declaración. Además, ¿qué otra cosa es el lema central trumpiano de MAGA
(Make America Great Again) sino una admisión de que Estados Unidos ha dejado de
ser “grande” y debe volver a serlo?
Sin duda, el punto de inflexión más dramático de los
tiempos, el famoso Zeitenwende, como lo llamó entonces el canciller
alemán Olaf Scholz, fue en 2022, el conflicto militar abierto en el corazón de
Europa, en Ucrania , con la guerra de poder de Estados Unidos y la
OTAN con la Rusia postsoviética.
Incluso antes, cuando se acercaba el fin del "momento
unipolar" hegemónico estadounidense, las relaciones con Rusia se
agudizaban, la OTAN avanzaba hacia sus fronteras y China emergía como potencia
global en el Este, la gran y angustiosa pregunta de los imperialistas era, como
ellos mismos afirmaban públicamente: ¿Por qué los vencedores de la Guerra
Fría perdieron la paz?
A pesar de las ilusiones sembradas por los imperialistas a
finales del siglo XX y principios del XXI, durante la frenética globalización
capitalista, a pesar de las ilusiones que ellos mismos albergaban sobre la
integración ahora dada y sin obstáculos de Rusia y China en el capitalismo
global, el camino de la restauración capitalista se topó con los límites, las
enfermedades y las contradicciones explosivas del propio sistema capitalista,
ahora envejecido.
Rusia y, sobre todo, China han emergido como los principales
rivales estratégicos de Estados Unidos. Los estamentos del imperialismo
estadounidense reconocen ahora que la disolución de la URSS en 1991 no fue
un hecho consumado, un momento final único, sino el comienzo de
un proceso complejo y explosivo, según la formulación de Serhiy
Prokhy, el historiador ucraniano antisoviético y rusófobo que se estableció
como profesor en la Universidad de Harvard. La doctrina geopolítica de
Brzezinski sobre la necesidad de fragmentar la Rusia postsoviética en
muchos estados débiles subordinados a Estados Unidos y Occidente, formulada y
hecha pública en 1997 en su libro El gran tablero de ajedrez, entró
en funcionamiento tempranamente, con las contrarrevoluciones "de
color" en el antiguo espacio soviético, el avance de la OTAN hasta las
fronteras rusas y el culmen del conflicto en Ucrania.
El EEK ha enfatizado repetidamente, más recientemente en el
3er Evento Internacional León Trotsky BBAA en Buenos Aires en octubre de 2024 :
“En 1929, Trotsky hizo una advertencia más
oportuna que nunca: el proceso de restauración capitalista en la ex Unión
Soviética no puede ser un retorno a las condiciones del capitalismo ruso
anterior a 1917, con o sin zar. Terminaría con su fragmentación, la
colonización por el imperialismo occidental y la dominación de un régimen
títere semifascista . Una advertencia que se aplica no sólo a la
Ucrania de Zelenski , que glorifica al colaborador nazi Stepan Bandera, y
no sólo a todo el antiguo espacio soviético, sino también a la propia
China .
El dilema histórico central que plantea la guerra por
delegación de la OTAN en Ucrania es: o se completa la catástrofe de
1991 o se produce su derrocamiento revolucionario y el renacimiento de un
auténtico poder soviético. Este último es visto como la principal amenaza común
tanto para el imperialismo como para el régimen bonapartista ruso de
restauración capitalista oligárquica."
Sobre esta base, el EEK trazó su línea, luchó y lucha por
la derrota de la OTAN en la guerra de Ucrania y por la reversión revolucionaria
del desastre de 1991. Por el renacimiento revolucionario de un auténtico poder
soviético en el país del Octubre Rojo y en todo el continente europeo, desde
Lisboa hasta Vladivostok, sin oligarcas, capitalistas y burócratas.
Esta es nuestra línea roja de separación con la mayoría de
la izquierda internacional (y local) que o bien se sitúa abiertamente del lado
del imperialismo contra Rusia, en nombre de la “independencia nacional” de
Ucrania (que se ha convertido en una colonia en ruinas y base de guerra del
imperialismo estadounidense y de la OTAN) o bien mantiene “distancias iguales”
inexistentes.
Al mismo tiempo, mantenemos nuestra independencia política
de cualquier política de caucus en el Kremlin que siempre busca un compromiso
beneficioso con el imperialismo en un “Acuerdo de Minsk 3”. También nos
oponemos irreconciliablemente a los chovinistas y fascistas gran rusos como
Alexander Dugin y sus afines en Europa y a nivel internacional. Ninguna
concesión ni aproximación a las hipócritas coronas "antibélicas" y
"amantes de la paz" como las de la AfD nazi, ni a los lobistas de
cada Orban ni a la demagogia de Trump.
La reelección de Trump ha provocado muchas ilusiones
desorientadoras y una peligrosa credulidad en las promesas de campaña del extravagante
presidente de los multimillonarios estadounidenses de que "pondrá fin
a la guerra en Ucrania en un día ".
La realidad es que la campaña de Estados Unidos y la OTAN en
Ucrania, especialmente después de la derrota de la infame "contraofensiva
ucraniana" de 2023, ha vivido su propio Waterloo. Rusia ha prevalecido en
los campos de batalla en el Donbass y, a pesar de las sanciones, la economía
rusa ha resistido, especialmente con el apoyo de China y las relaciones
económicas con los países BRICS. La guerra de tres años ha desembocado en un
inmenso pantano de sangre en una Ucrania de ruinas, con millones de desplazados
y migrantes y con reservas agotadas. La UE, y especialmente Alemania, han
pagado un alto precio al asestarnos duros golpes a nuestra economía en crisis.
En los propios Estados Unidos, el descontento y el cansancio por Ucrania y las
“guerras interminables” se están extendiendo. Trump no oculta que quiere
quitarle peso de encima a los “aliados” europeos de la OTAN. Una tregua
temporal y el inicio de las negociaciones de un alto el fuego, con concesiones
territoriales a Rusia, ahora aceptadas públicamente incluso por el títere
Zelensky, están en la agenda. Cualquier maniobra, sin embargo, será temporal.
Una “paz” al estilo de Trump no será más que la continuación
de la guerra por otros medios. Esto va en contra de las necesidades
estratégicas del imperialismo estadounidense de revertir el declive de su
hegemonía desatando la violencia en todas direcciones y, sobre todo, como nos
recordó Rubio, derrotando y subyugando a los dos principales competidores
estratégicos de Estados Unidos, Rusia y China.
8 . Trump será un "pacificador" en el
conflicto en Europa y en los preparativos de guerra en el Indo-Pacífico y el
Mar de China Meridional, así como en el Ártico y América Latina, como lo
demostró y demuestra en Medio Oriente contra el genocidio del pueblo palestino.
Promovió el escandaloso plan de limpieza étnica en Gaza, desplazando a su
población de sus hogares y transformando el lugar de martirio y resistencia
heroica en una zona inmobiliaria rentable, una “Riviera Mediterránea”. Alentó
por todos los medios al asesino Netanyahu, a los colonos fascistas, a la
ocupación sionista y al régimen del apartheid, apoyando la anexión planeada de
Cisjordania, aumentando los armamentos con armas de destrucción masiva y
amenazando con desatar el infierno en todo el Medio Oriente si los pueblos no
se someten a sus órdenes.
Excepto que los pueblos oprimidos no aceptan el suicidio. El
pueblo palestino lo ha demostrado una vez más. Particularmente desde octubre de
2023 y hasta ahora, con su inquebrantable resistencia y sacrificios, se ha
erigido y se mantiene como la principal barrera contra los imperialistas que
planearon la desaparición de Palestina, la “normalización” de las relaciones
Arabia Saudita-Israel, como culminación crucial de los llamados “Acuerdos de
Abraham” de los sionistas con las oligarquías árabes, y la creación de un
“Nuevo Medio Oriente”, de vital importancia para los intereses imperialistas
internacionales y su bastión político-militar sionista.
El “Nuevo Medio Oriente” subyugado pondría bajo control
imperialista las rutas internacionales que conectan el Indo-Pacífico con el
Mediterráneo y Europa, cortando así el acceso de China y de la “Nueva Ruta de
la Seda” tanto al Medio Oriente rico en petróleo como, sobre todo, al
Mediterráneo, Europa y África.
Resultó que la cuestión palestina no es sólo el centro
del problema de Oriente Medio y el Norte de África. Está en el centro de los
acontecimientos mundiales.
En la campaña bélica global del imperialismo
estadounidense, incluso a expensas de sus hasta ahora aliados de la OTAN, es de
central importancia estratégica superar el declive del sistema global e
imponer su debilitada hegemonía en nuevos términos. Él está persiguiendo tras el
engaño (φενάκη) MAGA, llevando a la humanidad al borde del abismo y la
aniquilación nuclear-climática. No se puede evitar el Armagedón global y
luchar por la paz en Ucrania o en cualquier otro lugar hoy sin luchar
simultáneamente por la justicia y la libertad en Palestina.
La trampa de los "dos Estados" quedó ahogada en
sangre hace mucho tiempo. La perspectiva liberadora debe ser una Palestina
unida desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo, sin discriminación
religiosa, étnica o social, socialista, en el marco de una Federación
Socialista de los pueblos libres del Medio Oriente.
No es casualidad que las movilizaciones internacionales de
masas contra el genocidio en Gaza, especialmente las movilizaciones de los
jóvenes –junto con una gran parte de la juventud judía y de los intelectuales
de América y Europa que gritan “No en nuestro nombre”– se enfrenten a la más
brutal represión por parte del Estado y de los que están en el poder. Las
clases dominantes, con su sensibilidad de clase, reconocen que éstas no son
simplemente expresiones de apoyo sino una amenaza a su dominio.
Así como en el movimiento contra la guerra en Vietnam y en
el Mayo revolucionario internacional del 68, las banderas del Viet Cong fueron
izadas junto con las banderas rojas y negras como banderas de la revolución
mundial, hoy vemos la bandera palestina izada en todas partes no sólo como
bandera de un justo reclamo de liberación nacional sino también como bandera de
emancipación humana universal, símbolo de la revolución mundial.
La lucha heroica, prolongada e indomable a pesar del
genocidio del pueblo palestino, que emerge de pie y luchando de las ruinas de
Gaza e incluso de Cisjordania, va más allá de los límites de la resistencia a
las fuerzas de invasión y ocupación o incluso de un levantamiento. Es una
guerra revolucionaria popular prolongada: la revolución palestina.
La revolución palestina a menudo puede luchar sola, sin el
apoyo de los países árabes o incluso traicionada. El Eje de la Resistencia
puede haber sido golpeado en 2024 en Líbano, Siria, Irak, con Irán en la mira
de la guerra y solo los heroicos Hutíes de Yemen permaneciendo en la práctica
del lado de los palestinos. El potencial para una explosión popular
revolucionaria en la región persiste. Por eso los reyes, emires y dictadores
locales tienen miedo de aceptar fácilmente las caóticas órdenes de Trump. Y no
son los únicos que están preocupados por las explosiones populares de ira
acumulada. También son los gobernantes de las metrópolis imperialistas los que
tienen miedo.
No sólo temen las consecuencias del terremoto geopolítico en
Oriente Medio. Junto con la Revolución Palestina, como en su día ocurrió con
las revoluciones vietnamita y cubana, es la Revolución internacional la que
está surgiendo nuevamente en el horizonte histórico, por más que las clases
dominantes pensaran que se habían librado de ella de una vez por todas en 1991.
9 . El ciclo histórico mundial que se abrió con la
Revolución Socialista de Octubre de 1917 no se cerró. El capitalismo
en su era imperialista de decadencia ha sido incapaz de superarlo durante más
de un siglo. Avanza constantemente, con rupturas de un frágil equilibrio
temporal en nuevas y más destructivas rondas de una espiral de crisis, guerras
y barbarie.
La decadencia de una formación social, sin embargo,
como lo mostró el Hegel dialéctico, es la expresión negativa del
surgimiento de un nuevo principio de organización social. La dialéctica
materialista histórica de Marx sacó a la luz las contradicciones, los límites y
la naturaleza transicional del propio capitalismo, como última forma
competitiva de la sociedad de clases en la transición a la sociedad sin clases
del comunismo, el salto de la hasta entonces Prehistoria a la verdadera
Historia humana, el reino de la libertad.
La era imperialista de la decadencia capitalista es, como
demostraron los dirigentes bolcheviques de octubre de 1917, Lenin y Trotsky,
la era de transición por excelencia. Su resultado no está
predeterminado por ninguna teleología metafísica ni por ningún determinismo
mecánico, económico o tecnológico. Dependerá de conflictos prolongados de
fuerzas sociales vivas en el ámbito nacional y, sobre todo, en el
internacional. Precisamente por su carácter de era de transición hacia el
comunismo libertario global, el papel de la subjetividad revolucionaria en
la teoría, la práctica y la organización es incomparablemente más
decisivo que en las transiciones y revoluciones históricas anteriores en
la sociedad de clases.
La Revolución Permanente no es simplemente un programa,
ni siquiera exclusivamente para países con tareas incompletas de revolución
democrático-burguesa, pues éstas la limitan. Es la reflexión dialéctica de
las contradicciones de la época dentro de sí misma para su superación
revolucionaria.
Así, se convirtió en una guía para la victoria de la
Revolución de Octubre y los problemas que posteriormente enfrentó en la
construcción socialista y su expansión global; la brújula para navegar en las
tormentas de la era de transición, en las victorias y derrotas en la prolongada
crisis de la transición; la base irremplazable del movimiento revolucionario
que tomó el nombre de Trotsky y el trotskismo.
Trotsky, como teórico por excelencia de la Revolución
Permanente, líder junto a Lenin en la victoria de Octubre, se convirtió en el
líder de la lucha por su continuación y expansión hasta la consecución de la
victoria a escala mundial, contra el cerco y el aislamiento imperialistas, la
degeneración burocrática, el estalinismo y la doctrina del “socialismo en un
solo país”.
En la década de 1930 y después del colapso de la Tercera
Internacional Comunista tras la victoria del nazismo en 1933 y el deslizamiento
hacia una Segunda Guerra Mundial, subrayó que “no se puede construir un partido
obrero revolucionario en un solo país sin construir la Internacional
revolucionaria, así como el socialismo no es posible en un solo país”. Por
eso, a pesar de las derrotas y las condiciones adversas, junto a una vanguardia
revolucionaria internacionalista perseguida, Trotsky fundó la Cuarta
Internacional en vísperas de la Segunda Guerra Mundial.
El EEK también mantiene en su XIX Congreso la posición
votada en el XVII Congreso de que la creación de la Cuarta Internacional era
históricamente necesaria, históricamente justificada pero históricamente
incompleta, como lo demuestran los acontecimientos y las divisiones de la
posguerra.
Continuamos en la lucha por la Internacional revolucionaria,
con nuestro propio y firme objetivo de la Cuarta Internacional. Ni con la
introversión sectaria, el aislacionismo y la autoproclamación, ni con la
reunión oportunista y efímera de grupos dispares. Sin amnesia histórica ni
reproducción de confusión, aprovechando todas las experiencias revolucionarias,
antiguas y nuevas, ponemos de relieve la cuestión de la Internacional con la
lucha ideológica y teórica pero también avanzando a través del diálogo camaraderil,
paciente, de acciones conjuntas y de experiencias de luchas conjuntas sobre las
pequeñas y grandes cuestiones de la lucha de clases de nuestro tiempo junto con
fuerzas subversivas de otras tradiciones del movimiento obrero y emancipador.
Utilizamos y desarrollamos la experiencia global de un
cuarto de siglo del Centro Socialista Internacional “Christian Rakovsky”,
sus acciones y Conferencias Internacionales, desde la guerra de la OTAN en
Yugoslavia, hasta las intervenciones en el antiguo espacio soviético,
Palestina, Medio Oriente y América Latina. Sin ser un sustituto de la Cuarta
Internacional, es un valioso instrumento de transición de la lucha
internacionalista, en el camino hacia la Cuarta Internacional, nuestra meta
inmutable.
Ahora más que nunca. En un planeta en llamas, contra el
holocausto nuclear de una guerra mundial, contra el fascismo, el hambre, el
desempleo, el empobrecimiento, la explotación, la opresión, la humillación del
hombre por el hombre, contra el hundimiento en la barbarie capitalista, la
destrucción de la Naturaleza y de la vida, luchamos por el derrocamiento del
capitalismo, la emancipación humana universal, el comunismo libertario
pan-humano, guiados por la Revolución Permanente en la teoría y en la práctica
y organizando la Cuarta Internacional!
El Comité Central del Partido Revolucionario de los
Trabajadores
14 02 2025
Nota: traducción por Opción Obrera Venezuela