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sábado, 29 de julio de 2023

Trotsky: la filosofía y la burocracia estalinista

 

León Trotsky: la filosofía y la burocracia estalinista

Nota aclaratoria de Opción Obrera Venezuela. El presente escrito, un artículo de Trotsky; es una mezcla a partir de una comparación de la traducción al español de la realizada en griego por la camarada Katerina Matsa (EEK) y la presentada en Obras y Escritos de León Trotsky, Tomo XXVI 1928/29 Ediciones Apuntes Socialistas Revolucionarios 6ta edición 2021 Argentina. En resumen, la nota es la resultante de la combinación de las dos partes, a falta de conocer la fuente original.





Aspectos filosóficos de la burocracia

Ahora disponemos de condiciones favorables para estudiar la cuestión de las tendencias filosóficas del burocratismo. Como es bien sabido, la burocracia no ha sido nunca una clase independiente. En última instancia, siempre ha servido a una u otra de las clases fundamentales de la sociedad –pero sólo en última instancia, y a su manera–, es decir tratando de sufrir lo menos posible.

Es cierto que con bastante frecuencia un sector de clase o una capa de una clase, va a llevar adelante una lucha descarnada por su porción de renta o poder, y esto es más cierto aún para la burocracia, que constituye el sector más organizado centralizado de la sociedad civil que, al mismo tiempo eleva por encima de la sociedad incluso sobre, incluso sobre la clase que a la que sirve.

La burocracia obrera no constituye una excepción a esta definición general de este grupo social que gobierna y administra y que es, en consecuencia, privilegiado. Los métodos y hábitos de la administración –que, desde luego, es la principal función social de la burocracia y la fuente de su
preeminencia– dejan inevitablemente una impronta bien marcada en todo su modo de pensar. No es casual que palabras tales como “burocrático” y “formalismo” se apliquen no sólo a un sistema de administración o gestión, sino también a un modo definido del pensamiento humano. Las características de este modo de pensar van más allá de los departamentos gubernamentales. Estas características también pueden encontrarse en la filosofía.

Sería una muy grata tarea rastrear el hilo del pensamiento burocrático a través de toda la historia de la filosofía, comenzando por la ascensión del estado policiaco monárquico, que ha reunido en torno a él todas a las fuerzas intelectuales del país en el que se originó. Pero esta es una cuestión particular. Lo que nos interesa aquí es una cuestión parcial –pero de gran importancia actual–, la tendencia a la degeneración burocrática en el plano teórico, exactamente, exactamente dentro del partido, como dentro de los sindicatos y del Estado. Se puede decir, a priori, que, en la medida en que la existencia determina la conciencia, el burocratismo estaba condenado a realizar progresos devastadores tanto en el plano teórico como en todos los terrenos.

La teoría de los factores múltiples

El sistema más apropiado de pensamiento para una burocracia es la teoría de la causalidad múltiple, de la multiplicidad de los “factores”. Esta teoría se levanta sobre la más amplia base de la propia división social del trabajo, en particular de separación del trabajo intelectual y manual. Únicamente es por este camino que la humanidad emerge del caos del monismo primitivo.

Pero, la forma perfeccionada de la teoría de los múltiples factores, que transforma a la sociedad humana, y en su movimiento, al mundo entero, en un producto de juegos mutuos (o en lo que se puede llamar “las relaciones entre categorías”) de factores variados y fuerzas administrativas, en la que a cada uno se le asigna su propia provincia particular o zona de jurisdicción –este tipo de sistema puede ser elevado al status de “perla de la creación” solamente si existe una jerarquía burocrática, que se con todos sus ministros y sus departamentos, se eleva por encima de la sociedad.

Un sistema burocrático, tal como lo ha demostrado la experiencia, necesita de un individuo único para coronar el sistema. La burocracia se originó durante la monarquía y por ende, tiene su punto de apoyo históricamente heredado, en la cumbre. Pero aún en los regímenes democráticos, la burocracia a menudo ha dado origen al cesarismo, al bonapartismo o a la dictadura personal del fascismo, toda vez que la relación de fuerzas entre las clases fundamentales creaba la posibilidad de que un simple individuo se apodere del poder supremo o se establezca como la corona del sistema.

La teoría de los factores independientes; tanto en la sociedad como en la naturaleza, exige en última instancia ser coronada con el gobierno de un solo individuo, exactamente como lo hace una oligarquía de ministros poderosos. En las cuestiones prácticas se plantea sin embargo una pregunta inevitable: ¿quién va a guiar y a coordinar, en última instancia, la actividad de los distintos ministros irresponsables y más o menos autónomos, si no existe ni un super-ministro ni un super-burócrata? Al mismo tiempo, en el plano teórico, el mismo tipo de preguntas se generan en lo concerniente a la teoría de los factores, en la sociedad y en la naturaleza a la vez. Después de todo ¿quién puso estos factores en su lugar? ¿Quién les ha dado sus necesarios poderes de jurisdicción? En una palabra, si en política el burocratismo exige un zar o un dictador, no importa cuál sea su mediocridad, entonces, en teoría, el pluralismo de los factores exige un dios de talla tan liviana como pueda ser esta divinidad. Los partidarios de la realeza franceses, no sin un toque de humor, acusaban al sistema burocrático de la III República de tener “un agujero en la cumbre”. Las cosas se han desarrollado de manera tal que, durante más de medio siglo, la Francia burguesa fue gobernada por una burocracia disimulada detrás de un sistema parlamentario, es decir, con “un agujero en la cumbre”.

Lo mismo ocurre con la filosofía, especialmente con la filosofía social e histórica. La filosofía no encuentra siempre en ella misma el coraje de tapar el agujero en la cumbre con el super-factor de la divinidad. En lugar de ello, le brinda al mundo la ocasión de ser gobernado por una oligarquía ilustrada.

Por esencia, la teoría de los factores múltiples no es viable sin una divinidad. Dispersa simplemente la omnipotencia divina entre los diversos gobernantes menores, con poderes más o menos iguales: en economía, política, derecho, moral, ciencias, religión, estética, etc. Cada uno de esos factores tiene sus propios sub-factores, cuyo número aumenta o disminuye en función de lo que convenga para la autoridad administrativa –es decir, por el nivel dado de conocimientos teóricos. En todo caso, poder y autoridad provienen de la “cumbre”, desde los “factores” hasta los hechos. Es esto lo que le da al sistema teórico su carácter idealista. Cada factor que, por esencia, no es más que un término generalizado para un grupo de hechos similares u homogéneos, recibe poderes especiales inmanentes –poderes supuestamente inherentes a los llamados factores– para gobernar al conjunto de los hechos que se encuentran dentro de su propia jurisdicción imaginaria. Exactamente como algunos burócratas gobernantes, incluidos los republicanos, cada factor se aprovecha de la gracia necesaria, aun cuando ésta esté secularizada, para administrar los asuntos del departamento que le ha sido confiado. Llevada a su conclusión extrema, la teoría de los factores es una variedad particular y de hecho muy extendida del idealismo inmanente.

La fragmentación de la naturaleza en factores auxiliares era un escalón necesario en la larga escalera en que la conciencia humana se elevó del caos primitivo. Sin embargo, en realidad, la cuestión de la interacción de factores, de su jurisdicción, de sus orígenes, no hacen más que plantear las cuestiones más relevantes de la filosofía (sin dar respuesta de ellas). La ruta debe, o bien ascender hacia el acto de Creación y hacia un Creador, o bien descender al polvo terrestre, en el que los seres humanos no son más que un producto, es decir, descender a la naturaleza y a la materia.

El materialismo no rechaza los factores, así como la dialéctica no rechaza la lógica. El materialismo utiliza a los factores como un sistema de clasificación de los fenómenos que aparecieron históricamente – cualquiera sea el modo en que su esencia espiritual pueda ser “delimitada”- a partir de las fuerzas productivas subyacentes, de las relaciones sociales, y a partir de las condiciones materiales históricas, es decir los fundamentos materiales de la naturaleza.

La dictadura del proletariado es una relación de clase, no un principio autosuficiente

¿Qué es la dictadura del proletariado? Es una correlación organizada de las clases bajo una determinada forma. Esas clases, sin embargo, no permanecen inmóviles, sino que cambian material y psicológicamente, cambiando, en consecuencia, la relación de fuerzas entre ellas, es decir, reforzando o debilitando la dictadura del proletariado. Esto es la dictadura del proletariado para un marxista. Pero, para un burócrata, la dictadura es un factor autónomo, “autosuficiente”, o una categoría metafísica que está por encima de la verdadera relación entre las clases y que lleva en ella misma todas las garantías necesarias. En la cúspide de esto, cada burócrata tiende a ver la dictadura, como un ángel guardián colgado encima de su oficina.

Erigidos sobre esta concepción metafísica de la dictadura se construyen todos los argumentos en el sentido que, como tenemos una dictadura del proletariado, el campesinado no tendría diferenciación, los kulaks no podrían fortalecerse, y si los kulaks se fortalecieran esto significaría que ellos alcanzarían el socialismo. En una palabra, la dictadura se convierte, de una relación de clases en un principio autosuficiente, relación en la que los fenómenos económicos, en cierto modo, no son más, que especie de consecuencia. Por supuesto, ningún burócrata lleva este sistema hasta el final. Son demasiado empíricos para ello y están muy estrechamente ligados a su propio pasado. Pero, sus pensamientos, según estas líneas precisas, y las fuentes teóricas de sus errores, deben buscarse en esta dirección.

Marxismo y leninismo según Stalin

El marxismo ha trascendido la teoría de los factores para llegar al monismo histórico. El proceso que vemos ahora tiene un carácter de regresión, ya que representa un movimiento que se aleja del marxismo hacia una oligarquía metafísica de los factores.

(El alejamiento del marxismo en el campo de la teoría se expresó con particular claridad en los escritos de Stalin. Es característico el siguiente extracto de " Problemas del leninismo " de Stalin, escrito en 1924 y reeditado en 1928).

“La importancia de la teoría. Algunos piensan que el leninismo es la primacía de la práctica sobre la teoría, en el sentido de que no es más que la traducción de las tesis marxistas en hechos, su ‘ejecución’. En cuanto a la teoría, se dice más bien que al leninismo no le concernía” (Los fundamentos del leninismo, edición rusa de 1928, p 89 en ruso)

Este pasaje es un verdadero microcosmos de Stalin. Representa igualmente su profundidad teórica, su valiosa astucia y su honestidad hacia a sus oponentes. Cuando Stalin decía: “algunos piensan”, hablaba de mí, en un tiempo en el que aún no se decidía a llamarme por mi nombre. Todavía todos los profesores, periodistas, críticos, aún no estaban esposados, y Stalin no se había asegurado aún a sí mismo la última palabra, ni en la mayoría de los casos, la única palabra. Tenía necesidad de atribuirme la afirmación absurda de que al leninismo no le atañía la teoría. ¿Cómo pudo hacer eso? Al decir “algunos piensan” que el leninismo no es más que “la traducción de las tesis marxistas en hechos”, no es más que una “ejecución”. Esta es la traducción que hace Stalin de mis palabras: “el leninismo, es el marxismo en acción”. Tal como él mismo lo dijo, mis palabras implicaban que el leninismo era "indiferente" al marxismo. Pero, ¿cómo se puede llevar la teoría marxista a la práctica permaneciendo "indiferente" a la teoría? La actitud del mismo Stalin hacia la teoría marxista no puede calificarse de esa manera, por la sola razón de que se trata de la indiferencia de quien maniobra. Pero, por esta misma razón, a nadie se le ocurriría decir que Stalin traduce la teoría en acción. Lo que Stalin traduce en hechos es la disposición de la burocracia del partido, que luego refrena los impulsos subterráneos provenientes de las fuerzas de clase. El leninismo es el marxismo en acción, es decir la teoría que ha tomado carne y sangre. Esta formulación podía ser descripta como una falta de interés con relación a la teoría solo por parte de alguien que se ahoga en su propia ira.

 Esta es la condición física de Stalin. La apariencia exterior del incoloro carácter burocrático de sus artículos y discursos, mal disimula el odio devorador que le profesa a todo lo que supera su propio nivel. Presumiblemente, el pensamiento sobre sí mismo de Stalin es como el escorpión que a menudo golpea su propia cabeza con su cola envenenada.

La relación entre la teoría y la práctica.

¿Qué significa la afirmación: “el leninismo es la primacía de la práctica ante la teoría? Aquí, incluso la gramática es mala. Se debería decir: “la primacía sobre la teoría” o “con relación a la teoría”. El problema, por supuesto, no es por la gramática, la que tiene en general una existencia precaria en las páginas de Problemas del leninismo de Stalin. Lo que importa es el contenido filosófico de esa propuesta. El autor argumenta en contra de la idea de que el leninismo procede de la primacía de la práctica sobre la teoría. Pero, después de todo, esto es la esencia del materialismo. Aún cuando utilizamos el viejo término filosófico superado de primacía, es necesario decir que la práctica tiene la misma primacía indiscutible sobre la teoría como el ser sobre la conciencia, la materia sobre el espíritu y el todo sobre las partes. Ya que la teoría nace de la práctica, está engendrada por las necesidades prácticas, y constituye una generalización más o menos incompleta o imperfecta de la práctica.

En ese caso, ¿los empiristas no tienen razón dado que se orientan por medio de la práctica “directa” como tribunal supremo de la autoridad? ¿No son ellos, en este caso, los materialistas más consistentes? No, ellos no representan más que una caricatura de materialismo. Ser guiado por la teoría es ser guiado por generalizaciones basadas en toda la experiencia práctica previa de la humanidad, con el fin de poder tratar, con el mayor éxito posible, uno u otro problema práctico del presente. De ese modo, a través de la teoría, descubrimos precisamente la primacía del acto en su conjunto sobre los aspectos particulares de ese acto.

Al afirmar la primacía de la economía sobre la política, Bakunin rechazaba la lucha política. No comprendía que la política es economía generalizada (o concentrada) y que, en consecuencia, es imposible resolver los problemas económicos más importantes, es decir, los más generales, sí se evita la generalización a través de la política.

Ahora es posible apreciar la tesis filosófica de Stalin, (como se indicó anteriormente) sobre la importancia de la teoría. Pone al revés la verdadera relación entre teoría y práctica. Pone un signo igual entre la aplicación práctica de la teoría y el menosprecio de la teoría, atribuye a su adversario una idea, evidentemente absurda, y lo hace con las peores intenciones; especulando con los peores instintos del lector mal informado. Esta tesis, perfectamente contradictoria, se destruye a sí misma, además, en un total desconcierto gramatical. Es por estas razones que lo hemos llamado un microcosmos.

¿Qué clase de definición del leninismo oponía Stalin a la mía? He aquí la definición que unió a Stalin, Zinoviev y Bujarin y que encontró su lugar en todos los manuales (oficiales soviéticos): ): (Extracto del libro de Stalin " Problemas del leninismo ", p. 74): “el leninismo es el marxismo de la época del imperialismo y de la revolución proletaria. Más precisamente, el leninismo es la teoría y la táctica de la revolución proletaria en general y la teoría y la táctica de la dictadura del proletariado en particular”.

La inconsistencia de esta definición, y al mismo tiempo, su naturaleza contradictoria, se revelan a partir de que nos preguntamos simplemente ¿qué es el marxismo? Observemos una vez más los principales elementos.

Tres componentes del marxismo

Ante todo, el método dialéctico. Marx no es el inventor de este método y nunca pretendió serlo. Engels creía que era mérito de Marx residía en revivir y defender la dialéctica en los tiempos de la exuberancia filosófica y del empirismo estrecho en las ciencias positivas. Engels, en su “antiguo prefacio” del Anti-Dühring, decía lo siguiente: “Es mérito de Marx que, al contrario de los epígonos groseros, arrogantes, mediocres, que ahora levantan la voz en una Alemania cultivada, fue el primero en poner en el centro de la escena el olvidado método dialéctico” (Ver: Marx y Engels: "Obras Escogidas " en Tres Volúmenes, Moscú, Progress Pbl., vol. 3, p. 64. [S.t.E.: en griego el pasaje está contenido en Fr. Engels,Dialéctica de la Naturaleza, Old Prologue ed., Anagnostidis, p. 71, y en la traducción de Eutychis Bitsakis (Modern Era), p. 30])/. Marx no pudo hacer esto más que liberando a la dialéctica de su cautiverio idealista. Y aquí se plantea un enigma: ¿cómo es posible separar la dialéctica del idealismo de una manera tan mecánica? La respuesta a este enigma se encuentra en la dialéctica del propio proceso de conocimiento. Cada vez que una religión primitiva o mágica adquirían nuevos conocimientos de algún poder del mundo físico, inmediatamente contaban a esta fuerza o poder entre sus propias fuerzas. De la misma manera, la función del pensamiento, al haber separado las leyes de la dialéctica del proceso material, se atribuyó a sí mismo la dialéctica. Al mismo tiempo, la dialéctica, a través de la filosofía hegeliana, se atribuyó una omnipotencia absoluta.  El chaman81 señala con precisión la creencia general de que la lluvia cae de las nubes. Pero se equivoca al pensar que, imitando una u otra característica de las nubes, podría hacer llover. Hegel se equivocó al hacer de la dialéctica el atributo inmanente del Espíritu Absoluto. Pero tenía razón en pensar que la dialéctica interviene en todos los procesos del universo, incluida la sociedad humana.

Al basarse en el conjunto de la filosofía materialista anterior y en el materialismo inconsciente de las ciencias naturales, Marx sacó la dialéctica del árido desierto del idealismo y la hizo mirar hacia la materia, su madre.

81 El chamán es un curandero con poderes extraordinarios vinculados sobre todo al éxtasis.

Es en este sentido que la dialéctica, habiendo encontrado nuevamente sus derechos a través de Marx y materializada por él, constituye el fundamento de la concepción marxista del mundo, el método fundamental del análisis marxista.

El segundo componente más importante del marxismo es el materialismo histórico, es decir, la aplicación de la dialéctica materialista a la estructura de la sociedad humana y a su desarrollo histórico. Sería erróneo disolver el materialismo histórico en el materialismo dialéctico, del cual [el materialismo histórico] no es más que una aplicación. Para aplicar a la historia humana el materialismo dialéctico, era necesario un gran acto creativo del pensamiento humano. Este acto abrió una época nueva en la historia de la humanidad, cuya dinámica de clases está reflejada en él.

Se puede considerar con toda razón que el darwinismo es una aplicación brillante –aunque no haya sido elaborada filosóficamente hasta el final– de la dialéctica materialista a la cuestión de la evolución del mundo orgánico en toda su variedad y multiplicidad. El materialismo histórico cae dentro de la misma categoría. Es una aplicación de la dialéctica materialista a una parte separada, aunque enorme, del universo. La importancia práctica inmediata del materialismo histórico es en este momento incomparablemente mayor, ya que, por primera vez, da a la vanguardia la oportunidad de abordar la cuestión del destino humano de manera plenamente consciente. Sólo la victoria completa del materialismo histórico en la práctica –es decir, el establecimiento de una sociedad socialista técnica y científicamente poderosa– abrirá la posibilidad práctica de una aplicación seria de las leyes del darwinismo a la propia especie humana, con el objetivo de modificar o superar las contradicciones biológicas que existen en los seres humanos.

El tercer componente del marxismo es su sistematización de las leyes de la economía capitalista. El Capital de Marx es una aplicación del materialismo histórico al plano de la economía humana en una etapa particular de su desarrollo, exactamente como el materialismo histórico en su conjunto es una aplicación de la dialéctica materialista al plano de la historia humana.

Los subjetivistas rusos –es decir, los empiristas de la escuela idealista y sus epígonos– reconocían plenamente la competencia y la autoridad del marxismo en el terreno de la economía capitalista, pero negaban que pueda ser aplicado correctamente a otras esferas de la actividad humana. Este tipo de separación descansa sobre una fetichización grosera de los factores históricos homogéneos distintos (economía, política, derecho, ciencias, arte, religión), que forman la trama de la historia mediante su combinación y su interacción, exactamente como los compuestos químicos se forman por la combinación de elementos homogéneos distintos.

Pero aún, además el hecho de que la dialéctica materialista ha triunfado también en química sobre el conservatismo empírico de Mendeleiev al demostrar la transmutabilidad de los elementos – aún dejando esto de lado, los factores históricos no tienen nada en común con los elementos en lo que concierne a la estabilidad y a la homogeneidad. La economía capitalista hoy descansa sobre la base de una tecnología que sabe asimilar los frutos de todo el pensamiento científico anterior. La circulación (comercio) capitalista de mercancías no es concebible más que en el marco de normas legales definidas.

En Europa, estas se establecieron a través de la asimilación del derecho romano y su adaptación posterior a las necesidades de la economía capitalista. La economía histórica y teórica de Marx muestra que el desarrollo de las fuerzas productivas, en una fase precisa, perfectamente descriptible, destruye ciertas formas económicas, en medio de otras formas, y en el curso de este proceso, destruye el derecho, la moral, las ideas, las creencias; demuestra también que la introducción de un sistema de fuerzas productivas de un nuevo tipo y más elevado crea, por sus propias necesidades –siempre por los hombres, siempre por la actividad de los seres humanos– nuevas normas sociales, legales, políticas y otras, en el marco de las cuales esta etapa se provee del equilibrio dinámico que necesita. De este modo, la economía pura es una ficción. A lo largo y a lo ancho, a través de su estudio, Marx pone de relieve, con gran claridad, las correas de transmisión, los engranajes, los demás mecanismos de transmisión que conducen sus relaciones económicas a las fuerzas productivas y a la naturaleza misma, a la corteza terrestre; de la que los seres humanos son un producto; pero también las relaciones económicas que conducen hacia arriba, hacia lo que se llama los aparatos superestructurales y las formas ideológicas que siempre tomaron su alimento de la economía. Todos los hombres comen pan; la mayoría prefiere comerlo con manteca. En otros términos, existe una interacción constante entre la economía y la superestructura.

Así, sólo un eclecticismo desprovisto de talento puede hacer una falsa distinción entre el darwinismo y el materialismo histórico. Pero, al mismo tiempo, también sería completamente erróneo disolver simplemente el sistema económico de Marx en su teoría sociológica –o, para emplear la antigua terminología, en su teoría histórico–filosófica. En relación con el materialismo histórico, Marx y Engels establecieron los métodos fundamentales de la investigación sociológica y propusieron modelos de un alto nivel científico, aunque sólo hayan sido episódicos y en forma de folleto; los trabajos consagrados sobre todo a las crisis revolucionarias o a los periodos revolucionarios en la historia –por ejemplo, el ensayo de Engels sobre las guerras campesinas en Alemania, los escritos de ambos sobre el período de 1848-1851 en Francia, la Comuna de París, y así ininterrumpidamente.82 Estos escritos son ilustraciones brillantes más que aplicaciones exhaustivas de la doctrina del materialismo histórico. No es más que en el campo de las relaciones económicas que Marx ha suministrado una aplicación más profunda de su método en los aspectos teóricos, aunque sea técnicamente deficiente. Lo hizo en un libro que es uno de los productos más consumados del pensamiento cognitivo en la historia humana, El Capital. Por esta obra es que la economía marxista puede ser aislada como un tercer componente, separado, del marxismo.

En la actualidad se pueden leer frecuentemente referencias a la psicología marxista, la ciencia natural marxista, y así infinitamente. Todo esto muestra más el deseo que la realidad, como también lo hacen los diversos discursos sobre la cultura proletaria y la literatura proletaria. Con frecuencia sucede que estas pretensiones no están basadas en nada sólido. Sería totalmente absurdo incluir el darwinismo o la tabla de Mendeleiev como elementos constituyentes del marxismo, a pesar del lazo que existe entre ellos. No hay duda de que una aplicación consciente de la dialéctica materialista a las ciencias naturales, con una comprensión científica de la influencia de la sociedad de clases sobre los objetivos, los métodos, las metas de la investigación científica, enriquecería a las ciencias naturales, y la reestructuraría en muchos aspectos, revelando nuevos lazos y conexiones, y dando a las ciencias naturales un lugar de una renovada importancia en nuestra comprensión del mundo. Cuando aparezcan en la esfera científica trabajos que hagan época, quizás sea posible hablar de biología marxista, de psicología marxista, etc. Aunque seguramente, tal sistema tendrá un nuevo nombre. El marxismo no tiene la pretensión de ser un sistema absoluto. Tiene conciencia de su propio significado históricamente transitorio. Sólo una aplicación consciente de la dialéctica materialista a todos los ámbitos de la ciencia puede preparar y preparará los elementos necesarios para trascender al marxismo, lo que, dialécticamente, será, al mismo tiempo, el triunfo del marxismo. A partir de la semilla brota un tallo en el que crece una nueva espiga de trigo, en detrimento de la semilla que está muerta. En sí mismo, el marxismo es un producto histórico y debe ser aprehendido de esta manera. Este marxismo histórico incluye en sí mismo a los tres elementos de base que habíamos mencionado: la dialéctica materialista, el materialismo histórico, y el análisis teórico y crítico de la economía capitalista. Tenemos en mente estos tres elementos cuando hablamos de marxismo, es decir, cuando hablamos de él de manera válida.

82. Alusión a las obras La guerra campesina en Alemania (Engels), La lucha de clases en Francia, El 18 Brumario de Luis Bonaparte, La guerra civil en Francia (Marx), Revolución y contra revolución en Alemania (Engels).

¿Quizás el sistema del materialismo histórico ha cambiado? Si ha sido así, ¿en donde encontró su expresión este cambio? ¿En el sistema ecléctico de Bujarin que se nos propone bajo el tinte de materialismo histórico? No, ciertamente que no. Aunque Bujarin reduzca el marxismo a práctica, no tiene el coraje de reconocer abiertamente su intento de crear una nueva teoría histórico-filosófica convenientemente adaptada a la nueva época, la era del imperialismo. En última instancia, la escolástica de Bujarin no conviene más que a su propio creador. Lukács hizo un intento más audaz, en principio, por ir más allá del materialismo histórico. Se arriesgó a anunciar que, con el inicio de la revolución de Octubre que representaba el salto del reino de la necesidad al reino de la libertad, el materialismo histórico había dejado de existir y había dejado de responder a las necesidades de la era de la revolución proletaria. Sin embargo, con Lenin, nos habíamos reído mucho de este nuevo descubrimiento que, por decido moderadamente, era, por lo menos, prematuro.  Pero, si bien Stalin, Zinoviev y Bujarin no retomaron la teoría de Lukács – que dicho al pasar, su autor ha repudiado desde hace largo tiempo– ¿qué idea tuvieron exactamente?

Queda por decir que el tercer elemento del marxismo, su sistema económico, es el único aspecto en el que el desarrollo histórico, desde la época de Marx y Engels, introdujo, no solo un nuevo material fáctico, sino también formas cualitativamente nuevas. Pensamos en la nueva etapa de concentración y centralización de la producción, de la circulación, del crédito, las nuevas relaciones entre los bancos y la industria, y el nuevo rol del capital financiero y las organizaciones monopólicas del capital financiero. Pero no podemos hablar bajo este ángulo de ningún marxismo especial durante la época del imperialismo. Lo único que podemos decir aquí –y con plena justificación– es que El Capital de Marx necesita un capítulo suplementario, o un volumen entero suplementario, que incluyera a las nuevas formas de la época imperialista en el sistema de conjunto. No hay que olvidar que una parte importante de este trabajo fue hecho por ejemplo por Hilferding en su libro sobre el capital financiero, escrito; dicho sea al pasar, bajo la influencia del saludable impulso dado por la revolución de 1905 al pensamiento marxista en Occidente. Sin embargo, no está en la cabeza de nadie incluir El Capital financiero de Hilferding como parte integrante del leninismo, aún cuando se le sacaran los elementos envenenados de pseudo marxismo –estos elementos pseudo marxistas que por cortesía geográfica llamamos “austro-marxismo”.

Jamás se le ocurrió a Lenin que su genial panfleto sobre el imperialismo83 constituía una especie alguna de expresión teórica del leninismo como tipo especial de marxismo de la época imperialista. Sólo podemos imaginamos los jugosos epítetos con que Lenin hubiera recompensado a los autores de semejante afirmación. Si, por lo tanto, no encontramos una nueva dialéctica materialista, un nuevo materialismo histórico ni nuevas teorías del valor para la “época del imperialismo y la revolución proletaria”, ¿qué contenido debemos darle a la definición stalinista de leninismo que ha sido canonizado como definición oficial?

83. Se trata de EI imperialismo fase superior del capitalismo (1916).

La canonización de esta idea, dicho sea de paso, no prueba nada, ya que la canonización de declaraciones teóricas no es necesaria habitualmente más que cuando, como decía Tomás de Aquino, debemos creerlo precisamente a causa de lo absurdo de las cosas. Movimientos atrasados en el marco del marxismo se han producido ya decenas de veces. Todas las regresiones a visiones teóricas pre-marxistas fueron presentadas hasta el momento en forma de críticas, renovaciones, aumentos –regresiones a ideas que han sido superadas por el marxismo en el curso de la batalla–. Pero el revisionismo no es tan abierto. E incluso el revisionismo abierto debe preparar su camino por socavamientos preliminares llevados frecuentemente bajo la presión de necesidades empíricas y no de objetivos fundamentados teóricamente.

¿Es el leninismo un tipo particular de marxismo de la era imperialista?

El hecho de presentar al leninismo como una especie particular de marxismo específico de la época del imperialismo era necesario para revisar a marxismo, lo cual Lenin ha combatido durante toda su vida. En la medida en que la idea central de esta última revisión del marxismo era la línea reaccionaria del socialismo nacional (la teoría de la construcción del socialismo en un solo país), era necesario demostrar, o al menos proclamar, que el leninismo había tomado una posición nueva alrededor de este tema central de la teoría y de la política marxista, en oposición al marxismo de la época pre-imperialista. Ya hemos oído que Lenin supuestamente descubrió la ley del desarrollo desigual, que no podía tratarse de algo parecido a la época de
Marx y Engels. Es precisamente en el absurdo a los que los Tomás de Aquino de nuestros días nos llaman a creer ciegamente. Pero les sigue siendo inexplicable por qué Lenin en ninguna parte y de ninguna manera difería de Marx y Engels en este tema central y no opuso su propio "marxismo de la época imperialista" al "marxismo simple y puro". Por cierto, Lenin tenía un conocimiento mucho más sólido de Marx que cualquiera de los epígonos de hoy –al igual que una intolerancia orgánica para las afirmaciones inexactas o la falta de claridad en las cuestiones teóricas–. A Lenin lo caracterizaba una honestidad superior de la conciencia teórica, que, en casos aislados, hubiera podido parecer pedante a cualquiera que no reflexionara suficientemente. Conservaba sus cuentas corrientes ideológicas con Marx con el mismo cuidado meticuloso que podíamos ver en su propio y poderoso pensamiento y en su gratitud como discípulo.

Sin embargo, sobre la cuestión central del carácter internacional de la revolución socialista, Lenin no había hecho notar jamás su propia ruptura con la forma pre-imperialista del marxismo o, peor aún, lo había hecho notar pero lo habría guardado en secreto para sí mismo –aparentemente con la esperanza de que Stalin explicaría este secreto próximamente a una humanidad reconocida–. Y lo que Stalin ha hecho, creando el marxismo de la era del imperialismo, en unas pocas líneas totalmente mediocres, líneas que se han convertido en la pantalla para la revisión de sálvese quien pueda de Marx y Lenin a la que hemos asistido en el transcurso de estos últimos seis años.

Debemos remontamos a la Edad Media para encontrar ejemplos análogos del ascenso de un sistema ideológico enteramente nuevo sobre la base de algunas líneas de un texto que fue mal interpretado o incorrectamente copiado. Así, los “viejos creyentes” se dejaban quemar vivos en nombre de algunas líneas de la Biblia, mal copiadas.

En la historia del pensamiento social ruso del siglo XIX encontramos el caso de un grupo de intelectuales progresistas que habían interpretado incorrectamente las palabras de Engels: “todo lo que es real es racional” y que creían que éstas significaban que todo lo que existía era racional y que, en consecuencia, había adoptado una actitud extremadamente conservadora. Pero estos ejemplos son insignificantes –el primero por su antigüedad, el segundo por el escaso número de personas implicadas– en comparación al caso actual, en el que una organización que influencia a millones de hombres, utiliza toda la maquinaria de levantamiento del aparato para imponer un punto de vista totalmente nuevo, que se apoya en una mala interpretación pueril de dos citas. infantil de los dos pasajes (por Lenin: ver "Challenge", 1926-27, p. 57).

Pero, si las cosas hubieran estado realmente determinadas por textos mal copiados o por una lectura iletrada de ciertos textos, entonces tendríamos que caer en la desesperación total por el futuro de la humanidad.. En verdad, sin embargo, las reales fuerzas causales detrás de los ejemplos que hemos citado van más profundamente. Los “viejos creyentes”84 tenían razones materiales suficientemente sólidas para romper con la Iglesia oficial y el estado policíaco monárquico.

En el caso de la intelectualidad radical de 1840, no tuvo el valor de luchar contra el régimen zarista, por lo que antes de llegar al punto en que decidió equiparse con bombas terroristas -lo que no sucedió antes de la siguiente generación- trató de reconciliar la conciencia política recién despertada con la realidad existente, utilizando sólo los medios de algún hegelianismo mal concebido.

84. Los “viejos creyentes” Raskolniki estuvieron en contra de las reformas del patriarca Nikon en 1654 en las que veían una influencia occidental y un atentado contra la tradición nacional (se trataba de corrección de errores perennes en el tiempo en el texto de las Escrituras). Su apóstol era el padre Avvakum.

Por último, la necesidad, de uno u otro modo, de cortar el cordón umbilical que liga la República Soviética con la revolución internacional esta necesidad nació de las condiciones y desarrollos existentes, de las derrotas de la revolución internacional y de la presión local de las tendencias, de los propietarios en el país. Los teóricos de la burocracia han elegido las citas de la misma manera que los sacerdotes de todas las religiones eligen los textos sagrados aplicables según las circunstancias existentes. Si en relación a los textos la burocracia se vio obligada a hacer falsificaciones que avergonzarían a muchos sacerdotes, el error nuevamente se debe a las circunstancias.

Pero, como ya lo hemos visto, a partir de la cita anterior, nuestro teórico tiene otra definición del leninismo que considera como “más precisa”, es decir; “el leninismo es la teoría y la táctica de la revolución proletaria en general y la teoría y la táctica de la dictadura del proletariado en particular”. Sin embargo, esta definición, más precisamente formulada, compromete aún un poco más una definición que ya no tenía esperanzas.

Si el leninismo es “una teoría de la revolución proletaria en general”, entonces ¿qué es el marxismo? Marx y Engels lo anunciaron al mundo, a viva voz, en 1847 en el Manifiesto Comunista. ¿Qué es este documento inmortal sino el manifiesto de la “revolución proletaria en general? Se podría decir con total justificación que toda la actividad teórica ulterior de estos dos grandes amigos no ha sido más que un comentario de este manifiesto. Al utilizar el lema de la “objetividad” los socialistas académicos trataron de separar la contribución teórica del marxismo a la ciencia de sus conclusiones revolucionarias. Los epígonos de la Segunda Internacional trataron de transformar a Marx en un evolucionista de una variedad de jardinería. Durante toda su vida Lenin combatió contra estos dos tipos, en el nombre del marxismo auténtico, es decir “de la teoría de la revolución proletaria en general, de la teoría de la dictadura del proletariado en particular”. ¿Qué significa, entonces, el intento por oponer la teoría leninista al marxismo?

En la búsqueda de un terreno donde oponer el leninismo al marxismo –con, por supuesto; toda suerte de caracterizaciones y de reservas desprovistas de sentido– Stalin recurre a un criterio histórico:

“Marx y Engels aparecieron en la escena en un período prerrevolucionario (pensamos en la revolución proletaria), cuando no existía todavía un imperialismo desarrollado, en el período de preparación del proletariado para la revolución, cuando, la revolución proletaria aún no era directa y prácticamente inevitable. Por otro lado, Lenin, el discípulo de Marx y Engels, pisó el escenario en pleno período de desarrollo del imperialismo, el período de desarrollo de la revolución proletaria” (Stalin, “Fundamentos del leninismo”, edición rusa, 1928, pág. 74).

Aún dejando de lado el estilo sorprendente de estás líneas –Marx y Lenin subidos al escenario “como actores provincianos”, aún es necesario reconocer que esta excursión en la historia es totalmente ininteligible. Es cierto que Marx actuó en el siglo XIX y no en el XX.  pero, la esencia de toda la actividad de Marx y de Engels fue el haberse anticipado en forma teórica y el haber preparado el camino para la era de la revolución proletaria. Si se deja esto de lado, solo puede desembocarse en el marxismo académico, es decir, a lo que es su caricatura más repugnante. La importancia plena de la obra de Marx se hace evidente a partir del hecho que la época de la revolución proletaria, que se ha producido mucho más tarde de lo que él y Engels esperaban, no ha exigido una revisión del marxismo, sino por el contrario, ha exigido la purificación de todo el herrumbre del epigonismo que se desarrolló en el intervalo. Pero Stalin pretende que el marxismo, a diferencia del leninismo, sea el reflejo teórico de un período no revolucionario.

¿Es el leninismo "más revolucionario" que el marxismo?

No es casual que encontremos esta concepción en Stalin. Surge de toda la psicología del empirista que vive fuera de lugar y tiempo. Para él, la teoría solo "refleja" su época y sirve a los propósitos del día.

En el capítulo de Principios del Leninismo,85 especialmente consagrado a la teoría –¡Y qué un capítulo!– Stalin entra en escena de esta manera: “La teoría puede convertirse en una fuerza inmensa del movimiento obrero si se forma en alianza indisoluble con la práctica revolucionaria” (de la edición rusa del 28, pág. 89, el subrayado es mío, León Trotsky).86

Evidentemente, la teoría de Marx, formulada "inextricablemente ligada" a la práctica de una "época prerrevolucionaria", está condenada a parecer obsoleta en relación con el "acto revolucionario" de Stalin. Es completamente incapaz de comprender que la teoría —la teoría genuina o fundamental— no está directamente relacionada con las tareas prácticas del día.  La teoría es más bien la consolidación y la generalización de toda la actividad y experiencia práctica humana, que abarca diferentes períodos históricos en su sucesión materialmente determinada. Es solamente porque la teoría no está indisolublemente ligada con las tareas prácticas que le son contemporáneas, sino que se eleva por encima de ellas, que tiene el privilegio   de mirar hacia adelante, es decir que es capaz de prepararse para vincularse con la actividad práctica futura y formar la gente que estará a la altura de las tareas prácticas del porvenir.

85. Principios del Leninismo comprende una serie de conferencias hechas por Stalin en abril de 1924 en la Universidad de Sverdlov.

86. En la edición francesa, Les questions du Leninisme.

 

La teoría de Marx se elevó como un baluarte gigante sobre el trabajo práctico revolucionario de los contemporáneos (los adeptos de Lasalle) de Marx, así como se elevó sobre la actividad práctica de todas las organizaciones de la Primera Internacional, la Segunda Internacional asimiló sólo algunos elementos del marxismo para sus propias necesidades prácticas, y no siempre los más esenciales. Sólo la era de las catástrofes históricas que se extendieron por todo el sistema capitalista hizo posible que se pusieran en práctica las conclusiones fundamentales del marxismo. Sólo este punto hizo que la gente -y no toda la gente- fuera más receptiva a una comprensión del marxismo como un todo. 

La historia stalinista del marxismo y del leninismo pertenece a la misma “escuela histórica” de la que Marx decía que, para emplear los términos del Nuevo Testamento, no veía más que la parte escondida de todo lo que fue hecho. La sugerencia de Stalin acerca de la existencia de una teoría prerrevolucionaria del marxismo y de una teoría revolucionaria del leninismo, es de hecho una filosofía de la historia adaptada por el fervor teórico que, simplemente, hace mandatos para las tareas prácticas del día.

Cuando Stalin habla de “teoría”, piensa en los que montan, bajo las órdenes del secretariado “con una ligazón indisoluble con la práctica”, las necesidades de las tareas prácticas del aparato dirigente centrista en un período de retroceso político.

Dando vueltas la papilla en el plato, que le resulta demasiado picante y que no ha sido cocinada por él –verdaderamente la mejor palabra para esta salsa teórica es la palabra favorita de Lenin, la papilla– a través de los zigzags y rodeos, Stalin se acerca furtivamente a la idea de que el leninismo es “más revolucionario” que el marxismo. Continuando su intento de oponer el leninismo al marxismo, Stalin escribe: “se nota comúnmente el carácter excepcionalmente combativo, excepcionalmente revolucionario del leninismo”. ¿Quién lo nota? no está claro. Stalin dice simplemente que se nota “comúnmente”. Este tipo de prudencia proviene de la cobardía. Pero ¿qué quiere decir “excepcionalmente revolucionario”? ¿Quién sabe? ¿qué es lo que Stalin señala sobre este punto? Dice: “Es absolutamente justo. Pero (!) esta cualidad particular (una “particularidad” menor en comparación al marxismo) se explica por dos razones: la lucha contra el oportunismo de la Segunda Internacional y la revolución proletaria” (Ibídem, pág. 74).

Se ve como Stalin se consagra –quizás no muy valientemente, pero lo ha hecho– a la conclusión de que el “rasgo particular” del leninismo es su carácter “excepcionalmente” revolucionario en comparación al marxismo. Si esto fuera cierto, entonces tendríamos que haber abandonado abiertamente al marxismo como una teoría superada, exactamente como la ciencia, a tiempo, ha rechazado la teoría flogística, el vitalismo, y así ininterrumpidamente, dejándolo solamente como material para historia del pensamiento humano. Pero, de hecho, la idea de que el leninismo es “más revolucionario” que el marxismo es una completa parodia del leninismo, del marxismo y del concepto de lo que es revolucionario.

En nuestro análisis de la segunda y “más precisa” definición del leninismo según Stalin, hemos dejado de lado hasta este momento la palabra “táctica”. La fórmula íntegra, como recordará el lector, es esta: “El leninismo es el marxismo de la época imperialista y de la revolución proletaria. Más exactamente: el leninismo es la teoría y la táctica de la revolución proletaria en general, la teoría y la táctica de la dictadura del proletariado en particular”.

La táctica es la aplicación práctica de la teoría a las condiciones específicas de la lucha de clases. El lazo entre la teoría y la práctica actual se hace a través de la táctica. La teoría, a pesar de lo que dice Stalin, no se forma en una conexión indisoluble con la práctica actual. Para nada. Se eleva por encima de ella y no es más que por eso que tiene la capacidad de dirigir una táctica indicando, además de las tareas actuales, los puntos de referencia en el pasado y las perspectivas para el porvenir. La línea compleja de la táctica en el presente – táctica marxista; es decir, no táctica de seguidismo– no está determinada por un punto único, sino por una multiplicidad de puntos en el pasado como para el futuro.

Si el marxismo, que apareció en un período prerrevolucionario, no fue en modo alguno una teoría "prerrevolucionaria", sino que, por el contrario, se elevó por encima de su tiempo para convertirse en la teoría de la revolución proletaria, entonces la táctica, es decir, la aplicación del marxismo en condiciones especiales de batalla - por su misma esencia no podía elevarse por encima de su tiempo, es decir, por encima de la madurez de las condiciones objetivas. En términos de táctica -sería más exacto decir, desde el punto de vista de la estrategia revolucionaria*- la actividad de Lenin difiere colosalmente de la de Marx y de los primeros discípulos de Marx, así como la época de Lenin difiere con la de Marx.

El líder revolucionario Marx vivió y murió como consejero teórico de los jóvenes partidos del proletariado y como predicador de sus futuras batallas decisivas. Lenin condujo al proletariado a la conquista del poder, aseguró la victoria dándose la dirección, y dio también la dirección al primer estado obrero de la historia de la humanidad y a una Internacional cuya tarea inmediata era instaurar la dictadura del proletariado en todo el mundo. El trabajo titánico de esta suprema mente revolucionaria y estratégica está ciertamente al mismo alto nivel que el trabajo del titán supremo de la teoría proletaria.

* Véase la definición del significado político de estos términos en la "Crítica del Proyecto de Programa de la Internacional Comunista", obra que conserva toda su vigencia como crítica del Programa mismo y no sólo del proyecto.

El intento de sopesar y comparar mecánicamente los elementos teóricos y prácticos en el trabajo de Marx y Lenin es patético, estéril y profundamente estúpido. Marx creó no sólo una teoría sino también una Internacional. Lenin no solo lideró una gran revolución sino que también hizo trabajo teórico muy importante. Si hicieras esto (la comparación mecanicista) parecería que la diferencia es que "pisaron el escenario" de diferentes épocas, con la consecuencia de que el marxismo es simplemente revolucionario, mientras que el leninismo es "extremadamente revolucionario". Como ya lo hemos oído.

Marx hizo un gran trabajo como líder de la Primera Internacional. Pero esta no fue la principal realización de su vida. Marx seguiría siendo Marx incluso sin la Liga Comunista y la Primera Internacional. Su realización teórica no coincide en ningún sentido con su actividad práctica revolucionaria. Se eleva incomparablemente más alto con la creación de la base teórica de toda la actividad práctica posterior de Lenin y de un cierto número de generaciones todavía por venir.

El trabajo teórico de Lenin tuvo un carácter esencialmente auxiliar en relación a su propia actividad (o práctica) revolucionaria. La dimensión su trabajo teórico correspondió al significado histórico mundial de su práctica. Pero Lenin no ha creado una teoría del leninismo. Ha aplicado la teoría del marxismo a las tareas revolucionarias de la nueva época histórica. A partir del III Congreso del Partido (1905) en donde se plantearon los primeros fundamentos del Partido Bolchevique, Lenin decía que consideraba más justo que lo consideraran un publicista más que un teórico de la socialdemocracia. Esto va más allá de la “modestia” de un joven dirigente, que ya había producido buenos trabajos de gran valor. Si recordamos que hay varios tipos de “publicistas”, Lenin ha definido con justeza la significación histórica de estas palabras. El trabajo de un publicista, según su concepción, es la aplicación teórica y política de la teoría ya existente para abrir el camino a un movimiento revolucionario particularmente vivo.

Incluso la obra más "abstracta" de Lenin, cuyo tema estaba muy alejado de los problemas cotidianos -su obra sobre el empirismo87- fue desencadenada por las necesidades inmediatas de la lucha interna del partido. Este libro debería entrar en todas las bibliotecas al lado del "Anti-Durring" de Engels como una aplicación del mismo método y la misma técnica crítica a material científico parcialmente nuevo dirigido a nuevos oponentes. Nada menos, pero tampoco no más que esto. Aquí no hay ni un nuevo sistema ni un nuevo método. Es total y absolutamente el sistema y el método del marxismo.

87. Se trata del libro Materialismo y empirocriticismo, escrito en 1909 contra Mach y Bogdanov

El trabajo teórico leninista, como hemos dicho, tiene un carácter auxiliar en relación con su propio trabajo práctico. Pero su trabajo práctico fue de una escala que por primera vez requirió la aplicación de la teoría marxista en todas sus dimensiones

La teoría es la generalización de toda la operación anterior y tiene un carácter auxiliar en relación con cada operación posterior. Ya hemos aclarado el punto según el cual la teoría no se formula en dependencia directa de la actividad práctica actual, y no es, tampoco, de apoyo a una actividad práctica o a la actividad práctica en general. “Siempre depende”. para la práctica stalinista de zig-zags sin principios, lo que es “necesario y suficiente” es una mezcla ecléctica de fragmentos mal digeridos de marxismo, de menchevismo, de populismo. El acto leninista hizo pleno uso de toda la teoría de Marx por primera vez en la historia. Solo en esta línea se pueden sopesar las dos grandes figuras históricas. el comentario de Stalin de que cada uno de ellos "pisó con éxito el escenario" de la teoría y la práctica de sus respectivos períodos históricos, uno de manera revolucionaria y el otro de manera "extremadamente" revolucionaria, quedaran para siempre una anécdota repugnante de la historia del epigonismo ideológico. Marx y Lenin integran las filas de los inmortales sin tener una hoja de permiso de Stalin.

Pero si Stalin no se hubiera enfrentado a estas dos grandes figuras, le habría sido imposible aislar al leninismo como una teoría independiente. Esta controversia es la base de cualquier clasificación Ya hemos dicho que la única justificación seria para oponerlos de este modo una justificación que, al mismo tiempo, es la más feroz de las condenas, es la revisión socialista nacional de la “teoría marxista de la revolución proletaria en general y la teoría de la dictadura del proletariado en particular”. Quien más audazmente habló sobre el carácter anticuado del marxismo fue Stalin al menos durante los primeros meses de la “luna de miel” de su nueva teoría en un momento en que la Oposición no había aún picado este pellejo de vaca super estirado con la aguja aguzada de su crítica

Diciembre 1928

https://www.neaprooptiki.gr/leon-trotski-filosofia-kai-staliniki-grafeiokratia/ 10 enero 2022 


“Este texto de León Trotsky es un extracto de una interminable obra suya que fue encontrada en sus archivos en la biblioteca de Harvard. Es una contribución extremadamente importante al estudio de la filosofía de la burocracia estalinista.

En este trabajo Trotsky muestra muy claramente cómo Stalin y su burocracia revisaron el marxismo, reemplazándolo con la teoría de los factores múltiples. Para Stalin, el leninismo es diferente del marxismo. ¡El leninismo es "más revolucionario", porque Marx actuó en una era prerrevolucionaria mientras Lenin dirigía la revolución proletaria! Al invertir idealmente la relación teoría-práctica, el asesino del bolchevismo ve que la teoría se forma en dependencia directa de la actividad práctica actual, desempeñando un papel secundario en relación con ella.

Pero como analiza maravillosamente Trotsky, la teoría se eleva por encima de la práctica (acto histórico de la humanidad) y por lo tanto puede dirigirla indicando, junto con las tareas del presente, la orientación hacia metas futuras. Esta obra se publica por primera vez en griego".


La introducción anterior es de K. Lemnos, seudónimo de Katerina Matsa, quien tradujo el texto. El texto fue publicado en la revista teórica de EDE/EEK, Revolutionary Marxist Review, N° 55 (mayo - junio de 1987). Está disponible en formato electrónico en www.athens.indymedia.org que fue publicado por el difunto camarada Panagiotis Vihos en 2008. En esta publicación hemos adaptado la escritura a la ortografía moderna, hemos corregido algunos errores ortográficos y algunas imperfecciones de traducción. Además, para facilitar la lectura, hemos insertado subtítulos relevantes.

El texto en inglés está contenido en el volumen: Leon Trotsky, The Challenge of the Left Opposition (1928-1929), New York 1981, pp 389-409) – Th.Κ.

 


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