Opción Obrera es la sección venezolana de la CRCI (Coordinadora por la Refundación de la IV Internacional)

Propulsamos el desarrollo de una política proletaria al seno de los trabajadores tras su independencia de clase y una organización de lucha para su liberación de la explotación e instaurar El Gobierno de los Trabajadores, primer paso hacia el socialismo.

Ante la bancarrota capitalista mundial nuestra propuesta es que:


¡¡LOS CAPITALISTAS DEBEN PAGAR LA CRISIS!
¡LOS TRABAJADORES DEBEN TOMAR EL PODER!



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lunes, 16 de septiembre de 2019

Venezuela una crisis capitalista terminal


Venezuela ante una crisis capitalista terminal, los trabajadores debemos responder

Elementos para el debate
Plataforma Revolucionaria de Lucha Aragua
Septiembre 2019

Con la llegada de Chávez a la presidencia en 1999 se dio inicio a la llamada revolución bolivariana, un gobierno nacionalista en el marco burgués que tenía como objetivo principal construir un sistema capitalista productivo distinto al orden parasitario que tras 20 años de período histórico, y bajo la peor de las crisis que el Estado venezolano haya vivido en más de un siglo, aún persiste.  En su devenir se planteó desde un capitalismo con rostro humano hasta el socialismo del siglo XXI, hoy muy lejos de esa realidad, pues Venezuela transita por una crisis histórica integral.

La bonanza petrolera le permitió a Chávez salvar capitales, tanto nacionales como extranjeros, con el sostenimiento y nacionalización de una cantidad de empresas de producción y servicios, entre ellas la electricidad, petróleo, refinación, petroquímica, gas, minería, siderurgia, aluminio, agua potable, fábricas de cemento, tubería, buena parte de la telefonía, medios de comunicación como prensa, radio, tv, muchas de ellas canceladas con generosas indemnizaciones, otras con deudas pendientes y ahora demandadas por parte del capital extranjero. Hoy se intenta reversarlas hacia la privatización, de forma oculta fundamentalmente, con la participación parcial o total de empresas chinas, rusas, pero también con testaferros de connacionales privados, así como personajes del mismo gobierno. 

Por otra parte, las nacionalizaciones tuvieron como su característica principal, tan solo un cambio de dueño, no generó beneficios para el país y sí una fuente de funcionarios alcahuetes, burócratas, corruptos, fomentadores de viejos y nuevos sectores empresariales, y como marca de fábrica ahora, una casta militar enriquecida y con poder.

Toda la estructura de la economía capitalista de Venezuela se vino abajo, a partir de la crisis mundial iniciada en el 2007-2008. Precisamos, respecto a la economía, esta nada tiene que ver con el término socialista, pues sólo es un andamiaje retórico, declamatorio, grandilocuente y nada más. Luego de 20 años de “revolución bolivariana”, el país transita por las siguientes condiciones:

1) Todos los servicios colapsados. Entre los más graves están: el gas, fundamental para cocinar los alimentos, la recarga de un cilindro pequeño (10 kilos) vale 35.000 bs (87% del salario mínimo); el agua potable es escasa o ausente; la electricidad está racionada o no funciona; el pasaje del transporte colectivo es mucho mayor al ingreso para ir a trabajar; la salud es precaria y las medicinas inaccesibles, bien sea por los costos o porque no existen.

2) Los salarios pulverizados, por lo tanto, sus prestaciones sociales: vacaciones, utilidades y antigüedad. El poder adquisitivo no permite adquirir la canasta alimentaria.

3) Las condiciones de trabajo son precarias, fundamentalmente en el sector público. Los trabajadores no cuentan con seguridad laboral mínima que garantice su salud o su vida, a eso el gobierno le llama popularmente “resistencia”.

Tras la agudización de la crisis económica a partir de 2015 por el desfalco hecho a la nación, producto de las mafias corruptas enquistadas en el Estado, transcurridos 20 años de gobiernos bolivarianos, entre Chávez y Maduro, el aparato productivo venezolano está destruido. El llamado pago de la deuda social, no pasó de enriquecer fabulosamente a unos cuantos personajes, muchos de ellos continúan aprovechándose, otros huyeron y otros regresando rehabilitados por el gobierno.

El gobierno para calmar el descontento, deposita “regalos” en dinero llamados bonos, además vende bolsas de comida de forma aleatoria, es irregular su entrega, sus destinatarios, cantidades, lapsos, tipos de alimentos, sobre todo carbohidratos, muchas veces importados o nacionales fabricados por compañías de los adversarios políticos al gobierno.

Por otra parte, los trabajadores están sometidos a un comercio de rapiña, especulativo, se vive por la subsistencia, ante los disparates del gobierno, lo hoy imposible será inevitable, un desbordamiento social, el imperialismo lo sabe y trata de adelantarse. La situación de Venezuela amerita toda una entente, reuniones del consejo de seguridad de la ONU, de la OEA, del grupo de Lima, con sanciones económicas y movilización de equipos militares y tropas desde los países vecinos. Son demasiados los recursos naturales en condición de despilfarro a los cuales el imperialismo necesita sacar el máximo provecho, en particular el petróleo.

Ahora bien, para entender la crisis venezolana es necesario mencionar lo tardío que fue el desarrollo industrial, la forma como se hizo, y por ello una economía artificial producto de casi 100 años de vivir de la renta del petróleo, con una burguesía parásita improductiva enriquecida por subsidios en dólares suministrados por el Estado, en todos sus gobiernos, donde el período de Chávez llegó al cenit, se demolió la débil estructura industrial al suministrar los dólares ingresados por la venta de petróleo a las empresas privadas de todo tipo que se convirtieron en importadoras favorecidas por CADIVI y luego de CENCOEX (organismos administradores de las divisas). El control de cambio, lejos de salvaguardar las reservas internacionales y planificar con ellas una economía productiva, fue la mejor garantía para su fuga indiscriminada por los dueños del capital.

El ocaso de la economía venezolana es histórico y estructural, entendiendo que su andamiaje de casi un siglo, sostenido por el eje rentista del suministro de energía fósil, se terminó. Hoy exige respuestas históricas y sobre nuevas estructuras económicas para salir de esta catástrofe.

En el caso de un país de desarrollo capitalista atrasado, se impide asumir la soberanía porque choca con los intereses del capital financiero invertido en el país, la cual solo podría concretarla derrotando al imperialismo, tal como lo hicieron en un principio Vietnam y Cuba tras una revolución social, luego toca continuar sin abandonar la lucha revolucionaria, impulsada por un gobierno revolucionario. 

Los trabajadores venezolanos debemos comprender que, en una economía mundial interdependiente, ningún país de la periferia puede desarrollarse contra los acuerdos o limitaciones que imponen los países que dominan al mundo a través del capital financiero, a menos que para su inicio, se rompan las relaciones de producción capitalista locales, de lo contrario, a pesar de las mejores intenciones, como nos está sucediendo en Venezuela, es “socializar” la pobreza, la carestía, la miseria. Nuestra tarea fundamental es representar la auténtica soberanía, y solo a través de un Gobierno de los Trabajadores es como podemos imponer nuestros intereses porque son los mismos de Venezuela, y para la sobrevivencia de tal gobierno la unión de los trabajadores de todo el continente, es fundamental.

Las ilusiones y la izquierda

Una buena parte de las masas se ha ilusionado con la derecha para conseguir un freno a esta situación porque hay ausencia o desconocimiento de propuestas auténticas y revolucionarias por la izquierda, sin embargo, esta derecha tradicional, a pesar de tener todo el apoyo internacional del imperialismo y sus gobiernos latinoamericanos lacayos, no ha podido tener hegemonía efectiva sobre los sectores de los explotados. 

La pseudo izquierda, un sector agrupado en el Gran Polo Patriótico, no se deslastra de la teta del gobierno, se hunde con él.

Otro sector que vivió del gobierno evita hundirse con él. Esta pseudo izquierda para evadir la lucha propone, como alternativa o tercera vía, salidas con llamados a cumplir la constitución, a comparecer de forma cívica y consensuada entre los mismos que han hundido al país antes y durante el chavismo. La crisis es social, económica y política, de dimensiones históricas, y ellos aspiran a una salida electoral, previa una junta electoral aséptica, para ¡Salvar al país! Sí, para salvar a la república burguesa.

Esta pseudo izquierda ¡intelectual y académica!, heredera de las tradiciones de los años sesenta, “resteada en la lucha armada” dirigida por el MIR y el PCV, no es capaz de superar los fantasmas que ya Marx y Engels mataron hace 172 años en el manifiesto comunista, en las críticas hechas a todos los tipos de socialistas reaccionarios, los utópicos, románticos con llamados a la moral,  que claman por un ungido, que recurren a las ideas absolutas de utopía, el sueño, la  apuesta, etc. que ahora más flojos solucionan como fórmula con el  prefijo “re” para todo, como repensar, reconstruir, etc.

Por último y no menos importante están quienes desde la izquierda, en particular algunos que se reclaman del trotskysmo, colocan la salida de Maduro por encima de todo y sin diferenciar el campo nacional del campo imperialista, real y no de papel, con lo cual caen o son funcionales al campo imperialista. Otra cosa es tener en cuenta en todo momento la diferencia de la lucha entre los explotados y los explotadores del campo que sea en la lucha antiimperialista. 

Combatir el Imperialismo

En la Plataforma Revolucionaria de Lucha Aragua, consideramos que el antiimperialismo real y consecuente sólo lo representa la clase trabajadora, sin embargo hoy, el gobierno producto de un profundo intento nacionalista fracasado, apoyado no sin restricciones, por Rusia y China, respaldado por Cuba y otros países, resiste en medio de una crisis atroz a las intenciones de EEUU y de la UE, la reacción en toda la línea. Nos situamos en contra de la agresión imperialista, con nuestros métodos, organización y herramientas en esta lucha[1], lucha que no es nacional, por la cual recurrimos a la solidaridad, apoyo y participación como el conjunto de la clase trabajadora de América Latina en contra de la pretensión de Trump y sus aliados. Con la derrota en esta lucha encarnizada de Trump contra Venezuela, podemos avanzar en las luchas de los trabajadores por la revolución mundial. 

Un diagnóstico de la situación del movimiento obrero

El descontento se fue desarrollando y algunas protestas se realizaron, siendo aprovechadas de forma combinada con el llamado a la desobediencia civil hecha por la derecha venezolana que conspirando con el sector empresarial lograron acorralar al gobierno hasta el punto de tener que sostenerse a través del aparato militar y de mecanismos de coerción a las garantías constitucionales aprobadas por el mismo gobierno. Tras esta ristra de situaciones se genera un fenómeno nunca antes visto dentro de la industria nacional, la del uso de bandas delictivas, autodenominadas “pranes” e incluso funcionarios policiales o militares, ya sea infiltradas dentro de los trabajadores o chocando con las mismas de forma directa por parte de los patronos de las empresas, teniendo como única intención controlar o eliminar cualquier intento por parte de los trabajadores de llevar a cabo reivindicaciones o toma de las empresas. 

Estas bandas organizadas han tenido como táctica cobrar vacunas a los sindicatos a través de los convenios colectivos hasta imponer trabajadores en distintas nóminas, sobre todo en las empresas del Estado, sin que estos contribuyan a la producción como lo hace el resto de los obreros, y sí al carneraje. La policía y los militares protegen este bandolerismo, coaccionando y obligando a renunciar a los trabajadores combativos y colocando tras las rejas a algunos líderes sindicales con la excusa de proteger la propiedad privada. 

Por combatir con la independencia sindical y elementos de control obrero, los trabajadores sufren el garrote de la burocracia sindical de la CBST y del aparato de coacción y represivo del estado.

Las políticas de la derecha han hecho mella en la situación de indefensión que vive el movimiento obrero. Dirigentes sindicales de nuevo cuño, así como viejos carcamanes de la extinta CTV, aprovechan la exposición pública de los medios que le dan cobertura a su accionar, sin embargo sus planteamientos sindicales no van más allá de los temas de la libertad sindical y el derecho a la contratación colectiva en el sector público, sin hacer referencia a un salario mínimo suficiente para cubrir al menos la canasta alimentaria familiar. El objetivo es obvio para la derecha, penetrar al interior de ministerios y empresas del Estado para restarle fuerzas al gobierno con apoyo de los trabajadores, es usarlos de ariete para sus intereses en remover a Maduro del gobierno sin que luego ellos sean convocados al banquete. En el sector privado, a pesar que buena parte de su sindicalismo le ha dado apoyo a la derecha, no les muestran el mínimo interés porque el suyo no es alentar miedos a los patronos.

Por otro lado, la política, que aún le llaman obrerista muchos seguidores del presidente Nicolás Maduro, terminaron condenando a los trabajadores al salario más bajo de toda América, siendo éste de tan sólo 2 dólares mensuales para estas fechas y sin perspectivas que se eleve, al menos no en el sector público que contrata hoy a la mayor cantidad de trabajadores. Debido a la hiperinflación, aupada esta última por el proceso de reconversión monetaria (20 de agosto 2018), el cual logró un verdadero saqueo por parte del Estado a las prestaciones sociales, vacaciones, aguinaldos, bonos de alimentación y como guinda del pastel, días después se emitió por parte del Ministerio del Trabajo (MPPPST) un notorio memorando # 2792 que significa un retroceso histórico de las convenciones colectivas públicas y privadas de todos los trabajadores a nivel nacional, prácticamente su eliminación junto a darle rienda suelta a los despidos por parte de la industria privada.

Perspectivas

Hay que dejar en claro a todo el movimiento laboral y a la juventud que se nos imponen nuevas tareas para enfrentar al capital, el cual no sale de su marasmo. Por el contrario, se hunde más y enfrenta un nuevo ciclo recesivo 2019-2020 en los centros capitalistas más importantes del mundo. En EEUU, en Alemania, el sistema bancario ya afectado por la crisis se hunde en el caos de la deuda pública y privada.

El programa tanto del gobierno como de la oposición, avizora una gran cantidad de planes y medidas contra el trabajo, en todo el espectro de salud, educación, seguridad social y ecológica de desastres. 

Toca ser pioneros del movimiento obrero y la juventud, desde Venezuela y en conjunto de la América Latina, en el sentido de crear núcleos en los movimientos en lucha con una plataforma revolucionaria contra las burocracias sindicales estatales y patronales, tenemos que allanar el camino para que la clase trabajadora se convierta en el poder alternativo e independiente. 

Ante el derrumbe del capitalismo, el Gobierno de los Trabajadores es la alternativa de poder.





[1]Estamos por la nacionalización de la banca y del comercio exterior, control obrero sobre todas las empresas estratégicas, no pago de la deuda externa, salario mínimo vital igual al monto de la canasta básica y escala móvil de salarios, todo esto publicado y precisado en otras declaraciones


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