Opción Obrera es la sección venezolana de la CRCI (Coordinadora por la Refundación de la IV Internacional)

Propulsamos el desarrollo de una política proletaria al seno de los trabajadores tras su independencia de clase y una organización de lucha para su liberación de la explotación e instaurar El Gobierno de los Trabajadores, primer paso hacia el socialismo.

Ante la bancarrota capitalista mundial nuestra propuesta es que:


¡¡LOS CAPITALISTAS DEBEN PAGAR LA CRISIS!
¡LOS TRABAJADORES DEBEN TOMAR EL PODER!



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miércoles, 9 de junio de 2010

Venezuela: el Socialismo del Siglo XXI es puro cuento

Venezuela: el Socialismo del Siglo XXI es puro cuento
En nombre del socialismo se estrangula la vía para ir hacia él

El socialismo no se conquista convenciendo por las bondades que nos traería, ni con buenas intenciones y menos aún mediante engaños. En los hechos, los salarios se alejan cada vez más de la cesta básica, aumentan la flexibilidad laboral, el desempleo y los servicios son deficientes y a veces inexistentes.

A través de los medios de comunicación sobran los charlatanes autorizados u “oficiales” que solo hablan de las maravillas del socialismo. Para estos medios no existen el abandono, la miseria, ni la inseguridad, mientras que para los medios de la derecha sólo existen las falencias que aprovechan para denunciar al gobierno y promover la prensa, radio y televisión privadas. Son dos caras del capitalismo, uno nacionalista incapaz de cumplir lo ofrecido ante su agotamiento en distribuir la ya insuficiente renta petrolera, el otro que representa a los capitales asociados al imperialismo y la oligarquía tradicionales empeñados en retomar el control del estado capitalista.

Como resultado de la política nacionalista son cada vez más los trabajadores embaucados en empresas nacionalizadas como Invepal, Invetex, Invetubo, Sideroca, Cerámicas Carabobo, y los provenientes de empresas quebradas, como las de Guayana, o de proyectos frustrados y fracasados como la fábrica de camiones vibradores para exploración petrolera y la fábrica de celulares. Otros trabajadores son defraudados por los convenios colectivos impuestos o no reconocidos o cumplidos a medias, como en los casos de CANTV, Corpoelec, Pdvsa, Metro de Caracas (subterráneo), Aluminio, docentes, empleados públicos. Tampoco se acatan las providencias administrativas de las Inspectoría del Trabajo como sucedió con el reenganche de los trabajadores de Sanitarios Maracay o de Fundimeca en Valencia y, por el contrario, se ejecutan fallos o arbitrajes en contra de los trabajadores como sucedió en la Mitsubishi para cumplir acuerdos con el imperio japonés.

La sociedad venezolana convive con una serie de mitos o slogans publicitarios, que invaden todos los espacios, para justificar las limitaciones del gobierno y alimentar una ilusión de conseguir las reivindicaciones sociales en el marco del chavismo. Estos mitos forman parte del discurso oficial y subsisten porque las clases oprimidas aún no vislumbran una organización alternativa con posibilidades de gobernar. Tales mitos son:

El gobierno revolucionario
Mientras se difunde un discurso socialista, de lucha contra la pobreza, y se  menciona al pueblo como protagonista y  “soberano”, se siguen nombrando ministros, viceministros, directores generales y jefes de división simplemente para hacer negocios; su currículo es la “vía castrense” o haber sido asiduo visitante de Chávez cuando estuvo en prisión en la cárcel de Yare. Son estos oportunistas los que ponen en práctica las políticas cotidianas alejadas y en contra de los intereses de los trabajadores y el pueblo. No es extraño entonces que tampoco cumplan con sus comunidades ni les suministren los servicios públicos para los que  fueron designados.

El gobierno está lleno de burócratas. Desde los ministros, pasando por los gobernadores, parlamentarios, alcaldes y concejales, los directivos de las empresas e instituciones del estado de PDVSA hasta Mercal, todos conforman la llamada derecha endógena que dirige el país. Esto funciona así porque el gobierno es reflejo de la estructura del estado, los funcionarios cumplen mientras ayudan a la supervivencia de la sociedad capitalista y abogan por su permanencia. Intentan convencer a los capitalistas de que cedan unas miserias y permitan un desahogo para que los trabajadores y las comunidades mermen sus reclamos y se sustente la paz social. Por ejercer esta función los funcionarios cobran hasta 15 sueldos mínimos, valor que establece como tope la recientemente sancionada Ley de Emolumentos para Altos Funcionarios del Poder Público.

Esta gerencia asignada a dedo, generalmente, no conoce el servicio que debe prestar ni los procesos productivos de las industrias que debe dirigir. Muchas veces, estos funcionarios son enviados desde Caracas con su respectivo clan o mafia, incrementando aún más los costos por su incapacidad e ignorancia.

Esta situación sólo puede ser superada con el control obrero de las empresas, dado que los trabajadores son los que conocen las formas de producción y administración de cada planta. Son ellos los que pueden mejorar la actividad en beneficio de ellos mismos, de la localidad, de la región y del país.

El gobierno se considera obrerista pero suele militarizar para prevenir, o directamente reprimir  la protesta. No es un gobierno de los trabajadores si no de los explotadores. Para lo primero hay que cambiar las relaciones de producción y de su apropiación.

La derecha endógena
La  inmensa base esperanzada que expresa su apoyo en las elecciones puede pensar que no se avanza en las reivindicaciones sociales por culpa de la “derecha endógena”. Así se llama el sector del chavismo conservador o procapitalista sin rodeos que dirige el país desde el principio. La derecha endógena salió de adentro del chavismo, indicando que internamente algo comenzó podrido. La única alternativa es la organización de la clase obrera en forma independiente.

Nacionalización y estatizaciones
Las estatizaciones de sectores de servicios o fábricas no son medidas socialistas, el socialismo es contrario a todo vestigio del estado actual. Poner en manos de unos burócratas del gobierno sectores de la producción como la electricidad o empresas de servicios para la producción petrolera, ferrosa y del aluminio no redunda en beneficios para los trabajadores. Por el contrario, las nacionalizaciones agravan la hipertrofia de la maquinaria estatal y, en la práctica, frenan o paralizan la producción. No obstante, no se trata de volver a privatizar –posibilidad que considera el nacionalismo burgués en sus momentos de escasez de recursos monetarios– sino de que los trabajadores controlen las empresas para dirigir la producción en razón de las necesidades de la mayoría del país.

Expropiar pagándole con creces a la burguesía es una manera de intentar comprar el socialismo y a un precio muy caro.

La revolución bolivariana
Desde la dictadura de Juan Vicente Gómez, la estructura que sustenta el devenir del país no ha cambiado. El “moderno” estado capitalista venezolano sigue siendo un estado cuasi monoproductor de petróleo, lo que es la fuente fundamental de divisas. El chavismo no ve otra salida que el aumento del precio del crudo. Por otro lado, ocurre una hipertrofia en el estado que agudiza esta situación, la multiplicación de ministerios, entes públicos, empresas y misiones devoran el presupuesto para el servicio “social” por demás deficiente y el sector productivo se reduce dramáticamente. El “Poder Popular” es un vacío real, la pesadez interminable es la constante en los trámites ante las instituciones del Estado.

El aparato mismo del Estado durante los 11 años de gobierno ha sido incapaz de solucionar problemáticas como la vivienda, los servicios básicos o la seguridad. La rotación de cargos entre ministerios y otros institutos públicos, los enroques, la multiplicación de puestos por una misma persona, tanto en el gobierno como en las direcciones del  partido PSUV son otra aberración como respuesta al fracaso de sus propias gestiones.

Llamando Revolución Bolivariana a la gestión del gobierno se apropian de algo muy caro para los revolucionarios como es el cambio de una sociedad a otra. Hoy la sociedad capitalista está vigente y está estructurada en relaciones de producción basadas en la explotación y la enajenación del trabajo. La revolución auténtica tiene por delante la liberación de la opresión extranjera, el desarrollo del mercado interno, la producción de la tierra, la diversificación de bienes y la industrialización del país.

La burguesía es incapaz de resolver las tareas pendientes, incluso las pendientes desde que Venezuela se independizó de España.

Hoy la contradicción y el antagonismo fundamental es entre los capitalistas (tanto foráneos como sus socios vernáculos) y los trabajadores y verdaderos productores de la ciudad y del campo, con un  programa de lucha que parte de las reivindicaciones transitorias, hasta alcanzar el poder y encaminarnos hacia la sociedad socialista.

Su realización debe alcanzar la integración política y económica de los países de Latinoamérica como una liga para poder progresar impidiendo las intervenciones de tipo colonialistas, como fueron plasmadas en el Congreso Anfictiónico de Panamá en 1826. Hoy el trotskysmo interpreta y responde a esa situación, desde su programa en la consigna de los Estados Unidos Socialistas de América Latina.

Democracia directa, protagónica y participativa
Con la democracia en una sociedad de clases controlada por una minoría, es decir, burguesa, no se llega al socialismo. Por el contrario, con el socialismo se alcanza la auténtica democracia de las mayorías (de los trabajadores) para en una etapa superior instaurar una sociedad sin clases, pero primero es menester conquistar un gobierno revolucionario un gobierno obrero para inmediatamente comenzar a construir el socialismo. La democracia burguesa y su constitución establecen libertades para todas las clases sociales, con las cuales los trabajadores pueden defenderse, pero tales libertades también le garantizan a la burguesía el derecho de explotarlos.

Chávez al referirse al pueblo le dice El Soberano. Veamos si lo somos: ¿quien conoció las conversaciones entre Techint y el gobierno para nacionalizar a Sidor? ¿Cuanto se ofreció y cuanto pidieron los argentinos? ¿Cuánto se pagó? ¿Quién designó la directiva de Sidor? Lo mismo sucede con los convenios para subastar la faja petrolífera del Orinoco, la diplomacia es secreta con nosotros y no con el enemigo. Otro ejemplo es la compra del Banco de Venezuela: nacionalización paga generosamente con el dinero de todos los venezolanos.

Otro caso, menos importante pero patético, sucedió en Valencia con Hielomatic, una pequeña empresa privada de refrigeradores que fue vendida a PDVAL (Productora y distribuidora venezolana de alimentos). Previamente fue cerrada, se dio la lucha, derrotaron a los trabajadores, liquidaron el sindicato, despidieron a todo el personal y luego pasó a manos del gobierno. Los directivos de PDVAL negaron haber comprado la empresa mientras duró el conflicto.

Otra situación muy reciente se manifiesta en forma atroz en la pérdida de 70.000 toneladas de comida en depósitos de PDVAL. Invetex era una empresa textilera en Tinaquillo, Cojedes, que quebró por las políticas que favorecen la importación de ropa y telas de China e India y sus trabajadores despedidos. PDVSA la compró para reactivarla con una cooperativa de textiles que nunca cuajó. Sus instalaciones fueron usadas entonces como un centro de acopio de PDVAL para almacenar 400 contenedores con alimentos importados que nunca llegaron al pueblo porque se pudrió su contenido.

Alianza de los pueblos
Chávez, su canciller y sus embajadores pretenden una integración latinoamericana con países donde tampoco existe la soberanía ni la autodeterminación de los pueblos. Por el contrario, se reprime y se criminaliza la protesta. Todos los gobiernos de estos países arremeten contra los trabajadores, las comunidades y los pueblos originarios que viven en las regiones donde saquean los recursos naturales. El gobierno de Ecuador ha reprimido los reclamos de las poblaciones de Sucumbios y Orellana afectadas por la explotación petrolera; en Brasil, se reprimen a los campesinos organizados en el Movimiento sin Tierra MST; en Argentina, las comunidades luchan por los daños ocasionados por la megaminería y en Venezuela, en el estado Zulia, se  arrasa con los derechos de  los Bari y los Yukpa, en forma conjunta entre la Guardia Nacional, Corpozulia y la complicidad de la Comisión de Demarcación de Tierras.

Lo que llaman la solidaridad y complementariedad social, política, económica y cultural; la cooperación con otros pueblos del Sur; la promoción de un escenario multipolar y plural, en realidad son acuerdos con las burguesías locales y su puja por competir en los mercados. En ningún momento están representados los trabajadores, las comunidades y los campesinos, tampoco los pueblos originarios. Toda una mentira la defensa del ambiente, enmascarados en supuestos modelos de desarrollo, en fin de cuentas es la redistribución de la economía regional pero en las manos de sus burguesías.

El BID, el ALBA, junto al MERCOSUR, el Pacto Subregional Andino, unos inclusive ya inviables, otros todavía en proceso, son barreras arancelarias, convenios financieros, promociones comerciales, subsidios entre las burguesías locales. Dentro de los negocios hay acuerdos militares como el UNASUR, pero  detrás de todo esto, están también las compañías extranjeras norteamericanas, europeas y asiáticas. Nada funciona a favor de los intereses de los pueblos. El MERCOSUR tiene un tratado de libre comercio con el Estado sionista de Israel (que acaba de atacar criminalmente la ayuda humanitaria a Gaza), además mucho de los países que lo integran participan en la fuerza militar de ocupación en Haití.  La MINUSTAH es integrada por soldados de los países de Sudamérica a pedido del imperialismo yanqui, los cuales reprimen a ese pueblo en el peor estado de pobreza antes, durante y después del devastador terremoto.

En ese contexto, Correa en Ecuador, Morales en Bolivia, Ortega en Nicaragua, hacen maravillas para ayudar a sostener el sistema capitalista. Todos los gobiernos latinoamericanos, cada quien según su peculiaridad y su relación de fuerzas, tiene como objetivo este papel. Las tesis de la Coordinación para la Refundación de la IV Internacional CRCI pronosticaron que la izquierda que integraba el Foro de San Paulo era el recambio capitalista ante el agotamiento de los gobiernos de centro-derecha anteriores.

La revolución Cubana sigue retrocediendo con la restauración de negocios netamente capitalistas. El turismo y la explotación del campo mediante el parcelamiento privado de la tierra son los recursos utilizados. La burocracia que gobierna a Cuba sobrevive a costa de asesorar  a los gobiernos a mantener el sistema capitalista.

Chávez mediante el ALBA y Petrocaribe alivia la incapacidad económica de los gobiernos de regimenes abiertamente de derecha, diseminados en las islas del Caribe y en Centroamérica, en otras palabras, ayuda a mantener la estabilidad de estos títeres aliados de los gobiernos de EEUU. La justificación que se aduce pasa por el comercio “justo”, la “complementación”, la “solidaridad”, la “justicia social” y la “voluntad común de avanzar”. ¿Es posible realizar esto mediante negociaciones con regimenes burgueses y opresores de sus pueblos?

El complemento: El PSUV (Partido socialista unido de Venezuela) y los militares
Los militares son intocables y están incluso al margen del control partidario, por lo que se podría decir que la corrupción y los militares van de la mano. En la estructura del PSUV, los sectores reformistas y la llamada derecha endógena son una misma cosa y constituyen las direcciones nacionales y regionales del partido. Ocupan los órganos del gobierno desde los ministerios, pasando por los organismos autónomos hasta llegar a los cargos de gobierno local como alcaldes, diputados regionales y concejales. En otras palabras, los organismos de dirección partidaria y gubernamental  están copados por esa derecha endógena.

Para que no hubiera equivocaciones, Chávez negó el marxismo como herramienta del PSUV desde su fundación, luego se realizó una selección “mixta” de las direcciones nacionales y regionales, una parte “democrática”, previamente filtrada, y otra seleccionada a dedo.

No obstante, las bases --una vertiente potencialmente revolucionaria-- son el fundamento del PSUV  pero dominadas por su líder Chávez, quien a su vez sostiene y defiende a la casta de burócratas.

El PSUV, los militares y Chávez como caudillo principal constituyen un gobierno improvisado, arbitrario y un poder económico y político al servicio de una sociedad donde la propiedad privada para explotar al trabajador es lo fundamental. Dentro de las cabezas predominantes están Diosdado Cabello, represores de trabajadores en Guayana como Sanz en la CVG y  Rangel  Gómez en la gobernación, súper ministros como Ali Rodrigues, directivos de la política económica como Merentes en el BCV, Giordani en el Ministerio de Finanzas, hasta los redomados burócratas sindicales de la FSBT con Vera, Machuca y Rondon. Como producto de la quiebra de los bancos y sociedades financieras y por la crisis económica cayó el ministro Jesse Chacón.

El Estado y el partido, ambos de la mano de Chávez, sus segundones y una inmensa capa de arribistas con la venia del “líder”, son un fardo pesado imposible de sacar a flote. El PSUV con su orientación clientelar y electoral impide construir un verdadero partido revolucionario. Su composición social es algo desconocida, pero sin duda alguna los trabajadores están poco representados.

La política del gobierno es antiobrera.  Ni siquiera cumple formalidades legales, se viola la Ley Orgánica del Trabajo y la Constitución. La Guardia Nacional y las diferentes policías regionales ejecutan la política represiva.

Para una política revolucionaria hay que superar el chavismo. Algunas personas se consideran revolucionario-chavistas, pero dicen que hay chavistas no revolucionarios. Entonces para apuntalar una  política revolucionaria  habría que derrotar a esos chavistas, pero eso es imposible en el partido chavista, esa es su organización y su fin, es decir su dirección y su estrategia. Como conclusión es necesario implementar una política independiente y nuclear a los trabajadores en una organización revolucionaria y para esto es indispensable superar las ilusiones en un caudillo.

La revolución tiene un líder indiscutible
Chávez esta atrapado, no tiene salida para zanjar las tareas democráticas pendientes que la burguesía criolla no pudo resolver: la soberanía, la reforma agraria, el fortalecimiento del mercado interno. El populismo nacionalista es incapaz de resolver estos problemas. Para que cambie esta situación a favor de la mayoría se debe destruir el Estado burgués. Chávez  representa y defiende al Estado, engaña al pregonar que con su política y su gobierno se conduce a socialismo.

El presidente dice que su gestión de gobierno está sustentada en la sabiduría del árbol de las tres raíces: Bolívar, el libertador, Zamora, el luchador agrario y Simón Rodríguez, el maestro. En la práctica, defiende a los militares, paga la deuda y nos endeuda más y permite ganancias descomunales a la banca privada. Ahora, ante la bancarrota económica mundial, actúa con las mismas medidas que cualquier gobierno neoliberal: devaluación, aumento del IVA y préstamos a los empresarios. Además entrega la Faja del Orinoco y las reservas de gas costa afuera, criminaliza la protesta y sacrifica los convenios colectivos de trabajo.

Chávez está definido, a la que hay que ayudar a definir es a la clase obrera, a organizarse a construir su herramienta, su partido, a no creer en líderes que no los representan.

La verdadera revolución conduce al socialismo, para profundizarla hay que conquistar el poder, formar un gobierno obrero. Lo que está sucediendo no conduce al socialismo, para sí tender a eso hay que desenmascarar a quienes en nombre de la revolución se enriquecen a costa del hambre, el desempleo y la falta de servicios plenos para las comunidades y para el país.

Estado popular y comunitario el desarrollo del Poder Popular
Toda esta creación institucional alrededor del llamado Poder Popular, pretende regimentar la organización popular. Si seguimos la farsa, luego de creado el “Poder Popular” mediante el Consejo Comunal se ejerce el gobierno comunitario y la gestión directa de las políticas públicas.

En realidad las políticas públicas se ejecutan regionalmente a través de las alcaldías, gobernaciones y Fundacomunal (Fundacion para el desarrollo y el poder comunal) o inclusive desde Caracas con el recién creado Ministerio de las Comunas, convirtiendo a los consejos en receptores de recursos (dinero) que se procesa por varias vías. Están sometidos a la Ley Orgánica de los Consejos Comunales, y dependen de las bondades de las instituciones u organismos del gobierno y hasta de representantes del PSUV.

El consejo debería nacer de la comunidad, ser autónomo y tener libertad para enfrentar o reclamar a quienes dirigen las políticas públicas. Exigir junto a las comunidades la participación mediante empleos directos y el control popular de la ejecución en las obras. Las luchas son por lograr satisfacer las carencias de siempre: calles y su asfaltado, agua, luz, cloacas, aceras, viviendas, mercados populares y problemas de seguridad.

Se manipula con términos como “gobierno comunitario” o “gestión directa de políticas públicas” pero la ley impide el cómo se ejerce esa competencia que en realidad supeditada a una superestructura del propio Estado. Comienzan creándose paralelamente a los organismos tradicionales del Estado debido a una necesidad de la comunidad y luego terminan siendo dependientes de su estructura burocrática. Por esto, frases como la de “contraloría social” terminan siendo huecas, las denuncias se desvanecen ante los cuerpos de investigación  criminal.

Ante los proyectos paralelos promovidos por el gobierno debido a la incapacidad de sus organismos regionales, debemos orientar las juntas parroquiales, junta de vecinos o consejos comunales para enfrentar la opresión de clase del Estado capitalista. El gobierno de los trabajadores es quien puede garantizar que los distintos niveles de ejecución de las políticas públicas tengan correspondencia desde las comunidades.

Transición hacia el socialismo
Para la gran mayoría de la humanidad no hay posibilidad de progreso económico, tampoco cultural y en salud dentro del sistema capitalista. Sin embargo, no hay propuestas para echar a andar una tentativa de transformación social. Por el contrario, las medidas económicas decretadas por el gobierno son para mantener vivo el sistema capitalista.

Merentes, el presidente del Banco Central, se ufana diciendo que tenemos una banca sólida, que el sistema financiero es estable, Rodríguez Araque, exministro de finanzas y ahora de Energía Eléctrica, reafirma su esperanza en la fortaleza del socialismo venezolano junto a la banca. La falsedad del socialismo en un solo país (de Stalin) se quedó corta con estos estrategas. Por lo menos el dictador partió de una revolución en retroceso, en cambio Chávez y los suyos sin siquiera una revolución de por medio.

Es triste oír que la salida es esperar precios altos del petróleo, como toda la vida. Durante este gobierno se vivieron nueve años de precios altos, llegando al pico máximo de 150 dólares por barril. Simultáneamente los monopolios automotores vendieron autos y camiones importados mientras también lo hacían con los ensamblados en el país que contenían 70% de piezas importadas. Diversificar la industria y eliminar el despilfarro son acciones inverosímiles dentro de la gestión de este gobierno.

En el sector petrolero los nuevos planes de inversión se limitan a producir y vender más crudo. La refinación del petróleo, el gas y sus derivados, desarrollar la petroquímica, su distribución a la industria nacional es incipiente. El Proyecto de Gas Anaco PGA tiene más de cuatro años de iniciado y todavía no arranca siquiera una de las siete plantas. La primera plataforma que se está fabricando en Venezuela para producción de gas desde hace cuatro años, esta retardada. Se adeudan más de 7.000 millones de dólares por servicios de las contratistas y por la indemnización acordada por las nacionalizaciones de las mismas. Venezuela como estado capitalista está subordinado las leves de la economía mundial en bancarrota, a pesar que Chávez se hiciese el desentendido hasta que le fue imposible negarlo. La salida fue paliar la crisis con más endeudamiento emitiendo petrobonos.

Debido al escaso desarrollo de la burguesía, Chávez utiliza la vía bonapartista designando a sus compañeros de armas en los puestos claves de la economía para dirigir este proceso capitalista erigiéndose por encima de la sociedad. Pero cuando quiso recoger los logros se encontró con las limitaciones propias del carácter corrupto burocrático de su propia organización. La sustitución de importaciones iniciada en los ’60 no ha logrado avanzar debido a la presión del capital extranjero que invirtió en industrias ensambladoras. La industria automotriz es un ejemplo típico: las de autopartes y accesorios han disminuido; la industria textil desapareció, los equipos, accesorios y servicios de fabricación nacional para la industria petrolera decayeron ante la procura de insumos importados y la mala planificación.

El aluminio se desarrolló solamente como materia prima y para ello contó con fuertes subsidios del Estado. Los monopolios extranjeros se llevan el recurso y luego traen productos finales donde el valor agregado se recupera rápidamente. Las industrias básicas no son competitivas por falta de inversiones. La industria del hierro y del acero está destinada fundamentalmente a la construcción, no como insumo de otras industrias.

El aparato administrativo tiene muchas limitaciones, el centralismo abortó el desarrollo regional autónomo, necesario hasta desde el punto de vista burgués. Se desestimó el agro. El azúcar y el café, tras la política agraria de grandes financiamientos y subsidios para lograr el abastecimiento interno, condujo por el contrario a la caída de la producción. Se producen 600 mil toneladas de azúcar y se traerán 500 mil desde Brasil. La caída de la producción de café fue de 35% respecto de la cosecha 2007-008; el rendimiento por hectárea ha disminuido a pesar que el gobierno se había propuesto duplicarlo, llevando el rendimiento a 18 quintales por hectárea y no hemos llegado ni a la mitad, el año pasado se produjo 8,2 quintales por Hectárea. El café, elemento básico de la economía antes de explotación del petróleo, ahora en parte se importa.

Ante el caos económico cabe la nacionalización del comercio exterior para atender las necesidades alimenticias y la producción local. En general, se importa lo que es “negocio”, sea necesario o no. Si es necesario se le pone sobreprecio.

Todas las propuestas alternativas al control de cambio o modificaciones al mismo, mercado dual oficial, supervisiones, ya sea por el BCV o los privados que lucran con las importaciones y la bolsa, favorecen al gran comerciante o al capital financiero. Se quiere hacer ver que el país es un conjunto de venezolanos con intereses comunes, mientras la realidad es que el desastre creado por los dueños de la economía lo paga la inmensa mayoría de la población.

Ya decía Bujarin en 1918, el capitalismo moderno es un capitalismo mundial. Esto significa que las relaciones de producción capitalistas dominan en todo el mundo y ligan todas las partes de nuestro planeta con un ajustado cordón económico. En cierta forma esto también significa que estrictamente no existe economía nacional, y mucho menos, como economía mixta socialista y privada.

Chávez concertó negocios ventajosos para los capitales asiáticos tanto nipones como chinos en sus últimos viajes. En particular, el acuerdo con Japón fue entre otros con la Mitsubushi que tiene una ensambladora de vehículos en Barcelona, estado Anzoátegui. La represión a los trabajadores que luchaban contra la tercerización se realizó con la participación protagónica y directa de la Ministra del Trabajo María Cristina Iglesias y la policía estadal bajo el mando del gobernador Tarek Saab. Tuvo como saldo dos compañeros asesinados y más de doscientos despedidos.

El último mito: el control obrero
En 2008, cuando se renacionalizó Sidor, los trabajadores tomaron la iniciativa de desarrollar el control obrero. En asambleas masivas sometieron a los gerentes y directivos a disposición del colectivo llegando hasta elegir democráticamente a sus jefes previa exigencia a éstos de presentar planes concretos de producción y mantenimiento así como de disponibilidad de insumos y presupuestos. El gobierno bolivariano en aquel momento consideró que esas iniciativas no eran procedentes y saboteó la gestión nacida de la autonomía de los propios trabajadores.

Tuvo que ocurrir la quiebra capitalista mundial en Septiembre de ese año para que se evidenciara que las empresas de Guayana no se sostenían por su productividad o eficiencia si no por el dinero suministrado por el gobierno proveniente de la renta petrolera. Al deterioro de los equipos y las plantas, ahora sin dinero suficiente para inyectarles y con la corrupta e ineficiente gerencia, los salarios cayeron y los pasivos laborales aumentaron. Fue entonces que los  trabajadores con su lucha llegaron a provocar la caída del ministro de industrias básicas y minería.

Recientemente la respuesta de Chávez ante la radicalización obrera, de la misma forma que cuando decidió nacionalizar SIDOR, fue implantar el “control obrero” en las empresas básicas (producción de Aluminio, hierro y acero). Sólo esto se dio en Guayana, ya que no hay decreto de control obrero en PDVSA ni en las empresas nacionalizadas del cemento, lácteos o en muchas otras que ahora son propiedad del Estado. En éstas sus trabajadores aún no dan muestras de radicalidad y autonomía aunque sin duda de igual forma están sujetos a la ineficiencia de sus gerentes.

Esta medida, ante la situación de quiebre económico y radicalidad obrera en las empresas básicas del Estado en Guayana, impone en nombre del “socialismo”, la designación de los directivos de las empresas.  El llamado control obrero consistió en unos acuerdos con una minúscula representación de trabajadores. No hubo asambleas de trabajadores ni elecciones de los cargos. Incluso, como en el caso de Alucasa, impusieron a un extraño, en este caso a un general retirado. 

El fin de esta patraña, ante la  imposibilidad de sacar a flote unas empresas con saldo en rojo desde hace varios años, es en un futuro imponerles a los trabajadores la responsabilidad de colocar en manos de los capitales extranjeros –los chinos en particular– las empresas básicas. Estos capitales chinos están dispuestos a poner el dinero siempre y cuando no esté permitido la protesta laboral.

Así entendido el control obrero sin las inversiones necesarias y programadas bajo una planificación centralizada en función de las prioridades nacionales –en vez de la tradicional capitalista destinada a entregar materias primas a los países industrializados– va a fracasar. Tal será el fracaso que lo que no pudieron lograr los gobiernos de la cuarta república con la excepción de Sidor (renacionalizada para salvarle el capital al pulpo Techint ante el impasse de éste por no aceptar un aumento en los costos por la firma de un contrato colectivo), lo terminará asumiendo el desgastado nacionalismo burgués en nombre del socialismo.

El control obrero significa elegir o remover a sus gerentes o directores; con un objetivo común escogido por los trabajadores en torno a cómo, cuándo y por qué producir y para quién; disponer el control sobre la administración de los recursos financieros necesarios; con la garantía de la cancelación de todas las deudas y pasivos laborales pendientes, así como el reconocimiento de sus contratos colectivos vigentes o la discusión de los vencidos. Lo que se montó es una burla descarada a los trabajadores a pesar que en ella se vean sus ilusiones representadas.

Triste sería que en nombre del socialismo y el control obrero, los trabajadores cooptados terminen renunciando a sus reivindicaciones y reduciendo sus beneficios logrados a lo largo de incontables luchas, así como de continuar la norma laboral de mano de obra superexplotada como son la inmensa cantidad de trabajadores tercerizados.

La alternativa vuelve a comenzar por Sidor. A diferencia de lo que pasó en el 2008 donde los trabajadores no lograron superar el sabotaje gubernamental a sus iniciativas de autonomía, hoy empiezan a ver el trasfondo de las decisiones asumidas por Chavez con el control obrero y, en vez de permanecer pasivos, ponen sobre el tapete su verdadero sentido para orientar la producción mediante decisiones democráticas y autónomas. Recientemente los trabajadores  imponen  asambleas masivas para elegir 47 gerencias de la empresa.

Conclusión
Detrás del gobierno se amparan grupos económicos –donde sectores castrenses tienen una participación  importante– que realizan proyectos subordinados a sus intereses financieros, creando una anarquía y un desastre mayor a la economía del país. Las camarillas emergentes y dominantes intentan servirse del Estado para asegurarse sus privilegios. En este juego de fuerzas sociales, el poder del Estado para salvar al capital en su conjunto tiene un papel interventor superior a la llamada democracia puntofijista de los años sesenta hasta finales del siglo pasado. Entre las comitivas de las giras presidenciales son imprescindibles los empresarios, ellos van en busca de algún provecho entre las alianzas comerciales y de inversión industrial que se establecen con grupos económicos de las regiones visitadas. Este intercambio de ayudas mutuas entre el estado y los grupos sociales capitalistas, se realiza a expensas del pueblo trabajador.

La clase obrera no la tiene consigo, solo le queda luchar. Los trabajadores venezolanos necesitan organizarse con un programa que contemple salarios mínimos iguales a la canasta familiar, abolición del trabajo tercerizado, nacionalización de la banca, de los monopolios y de las empresas aseguradoras bajo control obrero y comunal, nacionalización de la gran industria y las empresas estratégicas con control de sus trabajadores, expropiación de todas las empresas cerradas para ponerlas a funcionar bajo control de los trabajadores y en beneficio de las comunidades, nacionalización de todos los edificios abandonados, creación de una empresa nacional de construcción de viviendas y obras públicas, nacionalización de la tierra y desarrollo de una reforma agraria que acabe con el latifundio y desarrolle la producción agraria, formación de consejos de campesinos pobres para controlar las cooperativas y para participar en la gestión de las empresas y explotaciones agropecuarias de propiedad estatal, elegibilidad y revocabilidad de todos los jueces, no al pago de la deuda externa, monopolio estatal del comercio exterior para garantizar la soberanía alimentaria y tecnológica.

Oswaldo Ramirez - Opción Obrera

Con la colaboración de:
Roberto Yepez - Opción Obrera y Alicia Rodríguez - Partido Obrero Argentina

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