La crisis capitalista mundial, reconocida universalmente como la peor de la historia, no ha terminado; estamos frente al meollo de su desarrollo. Al final de 2009, el espectro de los defaults soberanos desde Dubai y Grecia hasta Irlanda sacudió al conjunto de la Eurozona y la Unión Europea y reveló el impacto catastrófico de las montañas de deudas de los Estados capitalistas en todo el planeta, empezando por los propios Estados Unidos, desmintiendo las tempranas afirmaciones de recuperación.